Saturación de redes

La saturación de redes lleva, en distintos escenarios, a una paradoja recurrente: entre más se extiende la red y se borran sus límites, menos útil se vuelve. En este texto, Fernanda Herrera López explora lugares virtuales y geográficos para vislumbrar mejor las consecuencias de esta saturación.

 

–FERNANDA HERRERA LÓPEZ*

 


 

Consideremos el siguiente escenario: hay una rifa cuyo único premio son mil pesos y el tiraje es de 100 boletos, cada uno con un costo de 10 pesos. Si compramos un solo boleto, tenemos una probabilidad extremadamente baja de ganar 990 pesos (el premio menos el costo del boleto) y una probabilidad muy alta de perder 10 pesos (el costo del boleto). Como alternativa, podemos comprar muchos boletos entre varios amigos y repartir tanto el costo de la entrada a la rifa como el premio, en caso de que algún boleto sea el ganador. Así, si entre 10 personas adquieren 10 boletos, cada una seguiría comprando un solo boleto, pero las probabilidades de ganar pasarían a ser 1 en 10. Bajo esta lógica, uno podría pensar que la mejor estrategia es juntar una gran cantidad de personas para tener una probabilidad alta de éxito y un costo bajo de participación. En el caso extremo, 100 personas pueden comprar los 100 boletos y tener la certeza de que alguno será el ganador. La trampa en este razonamiento es que, si bien entre todos ganarían el premio, ¡la ganancia neta de cada uno sería cero! porque, al dividir mil pesos entre 100 personas, el premio individual es de 10 pesos y se anula al descontar el precio del boleto. La moraleja de este ejemplo es que incrementar el número de personas en el grupo tiene tanto efectos positivos como negativos. A saber, cada persona que se une al grupo aumenta la probabilidad de éxito y, a la vez, disminuye el premio que recibiría cada miembro en caso de ganar. En este escenario, los pagos son tales que ambos efectos se contrarrestan de manera perfecta, de tal suerte que añadir un individuo más al grupo no ayuda ni perjudica. En efecto, es fácil ver que el premio esperado —es decir, el monto promedio que una persona espera recibir dadas las probabilidades de éxito y fracaso— por una sola persona con un boleto (1/100) × 1 000 = 10) es el mismo que tiene una persona en un grupo de 10 personas (10/100) × 1 000/10 = 10) y el mismo si el grupo es de 100 (100/100) × 1 000/100 = 10). Evidentemente, incrementar el número de personas en el grupo no es necesariamente algo benéfico.

Esta aparente paradoja se aprecia en otras áreas de conocimiento. Un ejemplo clásico en la teoría de redes es que, conforme una persona aumenta su cantidad de amigos, dispone de más posibilidades para relacionarse. Pero dado que mantener una relación involucra un costo, digamos en términos de tiempo —lo que le toma a alguien enviar mensajes de WhatsApp, salir a tomar un café o hablar por teléfono—, cada amigo nuevo disminuye también el tiempo disponible. El resultado es que una persona que tiene muchísimos amigos tiene poco tiempo para disfrutarlos a todos. De manera informal, podemos decir que, en presencia de límites, el crecimiento de una red o de un grupo puede conllevar efectos de congestión. En el caso de la rifa, el hecho de que el monto del premio sea fijo hace que dividirlo entre más y más personas disminuya la ganancia individual. En el de la red de amigos, el tiempo de las personas es también fijo y, por lo tanto, cada vez que alguien se relaciona con un amigo, disminuye el tiempo que puede pasar con otros. Uno podría preguntarse si los efectos indeseados del crecimiento se atenúan al aumentar los recursos limitados. Thomas Malthus advertiría que cuando se incrementan los medios de subsistencia (o, en nuestros términos, se relajan los límites), las poblaciones tienden a crecer, lo cual conduce a un nuevo nivel de escasez de recursos. De manera que los efectos de congestión pueden aplazarse, pero no evitarse. Después de todo, ¡vivimos en un mundo finito!

Conviene señalar que, casi por definición, la congestión no se advierte al inicio, a menos que el estado inicial sea muy precario. Es posible que los recursos sean suficientes para poblaciones relativamente pequeñas y que el único efecto que se advierta del crecimiento sea positivo. Consideremos el inicio de la población humana. Al principio, había pocos individuos y sólo un porcentaje de ellos era apto para reproducirse, dado que no todos eran maduros sexualmente, o bien, una parte de ellos era infértil. Cada nacimiento aumentaba el universo poblacional y, como consecuencia, también lo hacía el número de candidatos potenciales para la reproducción, de manera que la tasa de crecimiento era positiva y pronunciada. Si hubiéramos detenido el tiempo y nos hubieran preguntado: ¿espera usted que el ritmo al que crece la población se mantenga?, es probable que contestáramos que sí, puesto que la tierra y el alimento eran suficientes para sostener el acelerado crecimiento poblacional. No sería hasta que la reducción de estos medios se hiciera presente cuando veríamos patrones distintos. Quizá por esta razón, algunas teorías de la migración generalizaron los efectos positivos de la migración por redes, sin considerar que la expansión de la población con experiencia migratoria podía tener efectos adversos en la decisión de migrar.

A grandes rasgos, la migración por redes consta de los movimientos migratorios —en su mayoría internacionales— que son facilitados por una red, es decir, por un grupo de personas en el origen y en el destino. La idea básica es que los individuos de una red proporcionan recursos de diversa índole a quienes las utilizan, y ello disminuye los costos y riesgos de la migración. Un ejemplo claro son las remesas: una persona en Estados Unidos puede enviar dinero a su hermano en Hidalgo para que pague el cruce de la frontera norte. Quizá menos evidente, pero no menos importante, es la transmisión de recursos intangibles como son los contactos de coyotes confiables en el caso de la migración ilegal, información acerca de empleos y alojamiento en el destino y apoyo moral para adaptarse al nuevo entorno. En la década de los noventa, varios estudios de la migración México-Estados Unidos evidenciaron las bondades de la migración por redes, mostrando que la probabilidad de ésta se incrementaba con el número de conocidos que habían migrado. Los mapas de migración en Estados Unidos mostraban que la población se incrementaba más rápido en lugares donde había más concentración de migrantes, sugiriendo que el tamaño de la red tenía un efecto favorable en la decisión migratoria.

Sin embargo, hacia el año 2000, el crecimiento de la población migrante se desaceleró en algunos estados como California y Nuevo México, contradiciendo la idea de que el incremento del tamaño de una red sólo tenía efectos positivos. Las primeras explicaciones apuntaron al reforzamiento de las leyes migratorias y al incremento de la vigilancia en la frontera norte. Otras aludieron a un principio básico de la economía: “a mayor oferta, menor precio”, apuntando al hecho de que el incremento en la oferta de mano de obra migrante debía disminuir el salario ofrecido por los empleadores y, por lo tanto, reducir la rentabilidad de la migración. No fue sino hasta mediados de los 2000 cuando algunos sociólogos propusieron que la desaceleración de la migración podía explicarse a través de un fenómeno de congestión. Hay varias consecuencias de la expansión de redes de migrantes más allá de un punto sostenible: la disminución del salario, el incremento de las rentas en el destino, la saturación de la oferta de mano de obra no calificada, entre otras. Nos enfocaremos en esta última, ya que es muy interesante en términos del cambio en la composición sociodemográfica de la red.

Pese a la creencia de que los migrantes son personas de bajos recursos, se ha probado que los costos de migración son considerables, en especial cuando hay poca información acerca del lugar de destino. Por ello, los migrantes pioneros se caracterizan por tener mayor escolaridad o ingreso respecto a las demás personas en el lugar de origen y una alta tolerancia al riesgo. En otras palabras, los que inician una red de migración están autoseleccionados de forma positiva. Como hemos mencionado, los costos de migración disminuyen cuando hay intercambio de información y recursos entre las personas que han tenido experiencia migratoria y los que están por migrar. De manera que, conforme las redes de migrantes se expanden, la migración se vuelve un recurso accesible no sólo para las personas que poseen características económicas o habilidades similares a las de los pioneros, sino también para la población en general. En particular, se ha demostrado que cuando las redes son pequeñas, los migrantes tienen escolaridad alta, pero conforme aumentan de tamaño, la escolaridad promedio disminuye. Este efecto es tanto positivo como negativo. Al inicio, permite que más personas migren, lo cual a su vez disminuye los costos para migrantes potenciales y hace que el proceso de migración sea autosustentable. Se advierte también que la demanda de mano de obra poco calificada es limitada, en tanto que la demanda de productos en el destino es limitada también (aunque ésta aumente debido al incremento de la población), de modo que la expansión de la población migrante induce también un efecto de saturación. Las bondades de la migración son predominantes al inicio, pero ceden terreno ante la creciente dificultad para encontrar empleo. El resultado es que la población migrante al principio crece rápidamente, pero se desacelera o incluso se detiene al pasar un punto crítico; llamamos a esto crecimiento logístico.

Podemos concluir que la inclusión de efectos antagónicos en la migración por redes no sólo amplía el horizonte dinámico y temporal en el que entendemos las poblaciones: también permite explicar de forma natural los patrones migratorios que hasta el momento nos han dejado perplejos.◊

 


* FERNANDA HERRERA LÓPEZ
Estudia el último año del doctorado en Economía en el Centro de Estudios Económicos de El Colegio de México. Ha centrado sus estudios en modelos de fenómenos aleatorios, específicamente aplicados a migración y votaciones.