Una visión sociológica del futbol en América Latina

En esta reseña de la Historia mínima del futbol en América Latina, Fernando Huerta destaca la metodología que el autor de la obra reseñada emplea para entretejer las distintas historias futbolísticas del subcontinente y aportar al análisis sociológico del deporte contemporáneo más popular de la región.

 

–FERNANDO HUERTA ROJAS*

 


 

Pablo Alabarces
Historia mínima del futbol
en América Latina
, México,
El Colegio de México, 2018, 269 pp.

 

Con el talento de un crack de la sociología y con la fina estampa de experto en el estudio y análisis académico del futbol, Pablo Alabarces nos brinda un horizonte —entendido como un escenario amplio y complejo donde se visualizan los procesos sociales humanos— en el que documenta la historia contemporánea del futbol de esa cintura cósmica del subcontinente latinoamericano (como cantara hace varias lunas Mercedes Sosa) que abarca el Caribe, México y Centro y Sudamérica. En este sentido, como un buen mediocampista que domina la teoría y la metodología, articula el pasado y el presente en una dinámica de pases largos con los que va armando los inicios de este deporte —en el último tercio del siglo xix—, su consolidación en el siglo xx, hasta llegar a este inicio del xxi; y con la habilidad de un brillante driblador de la sociología, entreteje las particularidades con las que este fenómeno tuvo lugar en diferentes países de América Latina.

De esta forma, arma un esquema táctico, metodológico, con el que plantea que

el futbol se descubre, se copia, se inventa, se funda, se apropia en toda Sudamérica según los ritmos de su integración al capitalismo mundial a finales del siglo xix y comienzos del xx, y de su relación con el Imperio hegemónico, como habíamos anticipado: por eso Venezuela fue pelotera; por eso Colombia, Ecuador, Bolivia y Paraguay lo desarrollaron con mayor o menor demora respecto de los cinco países que lo hicieron con más potencia: Argentina, Uruguay, Brasil, Chile y Perú […] Por todo eso, la historia del futbol en América Central es otra muy distinta, aun con procesos y actores similares: hay que llevar balones, debe haber migrantes, suelen actuar las iglesias, todos pretenden disciplinar a las poblaciones por medio del deporte, los gobiernos deben prestarle atención. Todos estos elementos se repiten: pero sus plazos e intensidades serán mucho más perezosos, y deben competir, además, con la popularización del beisbol en varios de estos países (p. 135).

En este sentido, uno de los aspectos centrales del libro es el contexto sociológico e histórico que brinda el autor, en el que la historia del futbol se articula con los procesos posindependentistas de la mayoría de los países latinoamericanos, con los conflictos político-económicos-sociales entre las primeras y envejecidas clases criollas y sus sucesoras —en cuanto clases dirigentes de los nuevos y nacientes Estados-nación—, con la instauración de la industrialización como eje rector de la producción capitalista —lo cual comprende la ampliación y expansión de los mercados internos y externos, así como de las vías de comunicación y transportes necesarios para lograr tal propósito—, con la reconfiguración urbana industrial de las ciudades y su división geográfica por clases sociales y —uno de los puntos nodales del libro— con la creación de espacios de recreación para jugar al futbol, el cual es importado desde la Europa occidental, principalmente por escoceses e ingleses.

De esta manera, el horizonte muestra la complejidad con la que los protagonistas se intersectan en dramas sociales. Los integrantes de la burguesía aristócrata, los de la burguesía industrial y empresarial, los obreros, los de los pueblos originarios, los importados del África, los jugadores en ciernes, etc., se asociarán e integrarán, fundarán y organizarán instituciones y organismos que, en situaciones de desigualdad y diferencia, inventarán, crearán y desarrollarán una historia, compartida e individual, del futbol en América Latina.

Con base en esto, el autor delinea una propuesta metodológica para brindarnos una mirada histórica muy amplia y documentada que concentra la historia de un deporte en todo el subcontinente latinoamericano. Para ello, hace gala de un jogo bonito con el que aborda esta historia mínima (que no lo es), problematizada en tres apartados (Futbol e imperio, Las invenciones y El juego del pueblo) que se integran en la simultaneidad de cinco historias que abordan la complejidad del proceso futbolístico vivido por distintos países del subcontinente americano:

a) La historia institucional, en la que se documenta cómo los capitales del imperio, principalmente el británico, sentaron las bases económicas y las condiciones socioculturales que dieron origen a las primeras asociaciones, ligas, torneos, reglamentos, conformación e integración de equipos que permitieron la praxis del futbol.

b) La historia deportiva, que da cuenta de cómo se entrelazaron las contradicciones culturales e ideológicas de las clases sociales participantes (burguesías locales e imperiales, los primeros jugadores —los criollos plebeyos—, los obreros, algunos integrantes de los pueblos originarios y los traídos del África) para crear los estilos, particularidades, formas, estéticas de jugar al futbol, elementos que, como piezas de lego, fueron armando equipos, organizando torneos, ligas, tanto locales como nacionales e internacionales.

c) La historia de la popularización, que describe la importancia del papel que jugaron, en condiciones de desigualdad, los actores señalados anteriormente, así como los del Estado, la familia, la escuela, la fábrica, la Iglesia, la salud, la comunidad y sus territorios (urbanos y rurales), los medios de comunicación (prensa y radio), desarrollando una urdimbre que articuló, en términos gramscianos, una voluntad popular nacional que hizo del futbol un deporte de identidad sociológica de raigambre, con las particularidades culturales de cada país, y de las que comparten con aquellos con los que juegan, debido a las propias características del futbol y de su propio proceso intrínseco globalizado.

d) La historia del aficionado-hincha, en la que se pone en escena a uno de los sectores, acompañantes, cómplices, socios, alter ego que, en una simbiosis con jugadores, equipos, empresarios y funcionarios políticos, atestiguan, critican, cantan, declaman, enaltecen, alientan, engrandecen, reconocen, desconocen, humillan y depredan a los integrantes de sus equipos y de los rivales. El aficionado-hincha es ese personaje surgido de la industrialización y su incorporación al proceso productivo capitalista; adscrito en desigualdad al acceso y posesión de la riqueza generada por el capital, a sus pluralidades y singularidades en cada región latinoamericana, vigila, protege, ataca, rivaliza, festeja o lamenta las proezas de ese Otro que lo representa, en fusión identitaria de Uno, cada vez que juegan un partido de futbol.

e) La historia de los héroes deportivos, en la que se va contando la aparición de figuras destacadas del mundo del futbol, artífices que, junto con el propio desarrollo de la industrialización de los países latinoamericanos y de su propia futbolización, desarrollaron y generaron presencias, calidades, cualidades, destrezas, habilidades, estilos y estéticas muy particulares que los ubicaron como esos héroes nacionales que también forjaron la patria deportiva en sus respectivas naciones. Estos héroes tienen en su Otro (afición-hincha-sociedad en general) al testigo, presencial y figurativo que, mediante sus relatos, ha ido narrando y dando fe de la historia, real y mitológica, de las proezas de los futbolistas y de los equipos a los que pertenecieron y pertenecen, que les han permitido alcanzar una gloria globalizada, historiográfica y metafísica, de hombres inmortales, y cuyos imaginarios y simbolizaciones se dan cita en los campos de juego profesional para ser recordados, invocados, vistos y encarnados en la identidad y subjetividad de sus aficionados-hinchas.

Aunados a esta propuesta metodológica, el autor suma otros planteamientos centrales para la escritura de su historia del futbol. La mayoría de los deportes contemporáneos, como el futbol, han pasado por constantes transformaciones, en las que la tradición y la modernidad se articulan en un complejo proceso que comprende:

a) Secularismo: el deporte pierde vinculación con todo tipo de rituales religioso, lo que lo separa de sus antecedentes grecorromanos o precolombinos. […] b) Igualdad: las regulaciones se instituyen con el doble propósito de establecer la igualdad entre los contendientes y de que todos respeten las reglas por igual. […] c) Burocratización: la institución del deporte moderno incluye la creación de organismos que, primero, establecen reglas y, segundo, las administran. […] d) Especialización: los deportes modernos se caracterizan por la especialización en una práctica, […] [así como la de sus] practicantes. […] e) Racionalización: contemporáneos del capitalismo industrial y privados de sus relaciones rituales con las religiones, los deportes modernos implican su racionalización, es decir, su sujeción a organizaciones, regulaciones y administraciones definidas estrictamente por su racionalidad. […] f) Cuantificación: los deportes modernos dejan rápidamente de ser simples competencias para transformarse en series de competencias: Es decir, torneos, series de torneos. […] g) Obsesión por lo récords: en consecuencia, si los desempeños se cuantifican, la racionalidad de los números conlleva la búsqueda de la superación de los números registrados (pp. 26-28).

Desde este profundo escenario metodológico, Pablo Alabarces nos permite conocer cómo es que los países latinoamericanos vivieron sus propios procesos en la historia de su futbol, con similitudes y particularidades que los definen e identifican, encarnados en jugadores como Leónidas, Garrincha, Didí, Vavá, Pelé, Di Stéfano, Antonio Sastre, Bernabé Ferreyra, Ernesto Grillo, Mario Kempes, Juan Alberto Schiaffino, Ladislao Mazurkiewiks, Héctor Scarone, David Arellano, Ramón Unzaga, Antonio Carbajal, Alfredo del Águila, Ignacio Trelles; y en equipos como Boca Juniors, New Old’s Boys, River Plate, Santos, Flamingo, Botafogo, Sao Paulo, Corinthians, Nacional, Universidad Católica, Colo Colo, Independiente, Millonarios, América, Guadalajara, Atlante Marte, Asturias.

Con mano fina de director técnico en sociología del futbol, Alabarces enfatiza, desde esta propuesta metodológica de los tres apartados y las cinco historias, la importancia de una serie de aspectos centrales del desarrollo de este deporte en Latinoamérica, y los articula con los ámbitos de lo político, económico, social, cultural y, tangencialmente, de género, aspectos que tienen que ver con los siguientes aspectos:

a) El desarrollo del futbol como agente y sinónimo de modernidad y contemporaneidad permitió a los distintos países de Latinoamérica, en procesos diferentes y desiguales, incorporarse y ser parte de la historia globalizada del futbol. De ahí que señale que

el deporte pasó a ser así un espejo donde verse y ser, al mismo tiempo, mirado. Estar entre los primeros era importante; pero, paralelamente, era “ser visto” representando “algo diferente”. La globalización temprana del deporte no era un proceso de homogenización, sino un espacio donde producir imaginarios, símbolos y héroes que establecieran diferencias: para sí y para el resto —y con respecto al resto—. Los países latinoamericanos comenzaron a afirmar esa diferencia desde 1924: centralmente, lo hicieron en el futbol (pp. 194-195).

Eso puede observarse en la creación de las zonas futboleras, como la Conmebol, integrada por países de Sudamérica, y la Concacaf, integrada por Norteamérica, Centroamérica y el Caribe, así como por la calidad y nivel deportivo de los equipos adscritos a cada una de éstas.

b) Parte de este proceso comprendió la profesionalización del futbol. Ello significó el cambio de las élites tradicionales por otras de orden financiero. Es decir, formación de un empresariado interesado en el futbol, en la comercialización de los futbolistas (costos-pagos-beneficios-generación de una riqueza hasta entonces desconocida y valorada), el cobro por entrar a los estadios, la publicidad, la diversificación tecnológica de los medios de comunicación y en la creación de la industria de los objetos deportivos. Esto también implicó una tasa en el valor de la vida de los futbolistas, de acuerdo con su calidad, habilidad, destreza e inteligencia para jugar.

c) Este proceso de profesionalización fue simultáneo al de la internacionalización, lo cual implicó la movilización y comercialización de los futbolistas, principalmente argentinos, brasileños, chilenos, colombianos y, recientemente, mexicanos, tanto en el interior del mercado americano como en el europeo. De esta forma, se produjeron distintos fenómenos ligados al aumento en las relaciones globalizadas de la diversidad cultural: la incorporación de hombres plebeyos y negros latinos al futbol europeo y mexicano; el sincretismo e hibridación de los estilos de jugar sudamericanos mediante su apropiación-expropiación. Cabe destacar que estos procesos —profesionalización e internacionalización— han estado marcados por prácticas de racismo y xenofobia contra algunos de los jugadores latinoamericanos negros y mestizos.

d) Los asuntos del futbol relacionados con los del mundo de la política y sus movimientos sociales, como lo han sido las dictaduras militares de las décadas de los cincuenta a los ochenta del siglo xx, sufridas en países como Brasil, Argentina, Chile, Paraguay y Bolivia, y en los que directivos, jugadores, entrenadores, afición-hincha, a favor y en contra de estas formas políticas, han sido protagonistas de torneos y competencias nacionales e internacionales en los que la obtención del triunfo estuvo marcado, en algunos casos, por actos de corrupción, así como de presión militar y económica de unos países a otros. Otro ejemplo de la relación entre política y futbol es el conflicto militar vivido entre Gran Bretaña y Argentina por la posesión del territorio de las Islas Malvinas; uno más, de iguales consecuencias adversas, ha sido, y es, la intromisión del narcotráfico en el mundo institucionalizado del futbol.

e) Como respuesta a este escenario adverso, miles de personas en Latinoamérica desarrollaron otra forma de lucha política, relacionada con los procesos de democracia, libertad y justicia, logrando construir transformaciones significativas de regímenes militares en civiles, de características democráticas. Esto comprendió, entre otros aspectos, el desarrollo de un sentido de solidaridad, identidad, afinidad y compromiso político del orden latino, y el futbol no estuvo exento de este proceso, aun con sus propias contradicciones.

Sin embargo, como señala el libro, la frase “Somos muy pocos para dividirnos; todo nos une, nada nos separa”, resulta ilustrativa en sentido contrario. Retomando lo que plantea Simoni Guedes,

la frase es muy bonita para hablar de política latinoamericana, pero muy mala para hablar de futbol. Cuando los países latinoamericanos empezaron a desplegar sus futboles, una de las primeras cosas que precisaron hacer fue competir internacionalmente: primero contra sus vecinos inmediatos, luego ampliando la mirada hacia otros rivales. En ese momento, cuando comenzaron los enfrentamientos deportivos entre países, la frase reveló su inversión: “todo lo que nos une, nos separa” (pp. 186-187).

“El último minuto también tiene sesenta segundos” rezaba, hace varias décadas, la frase famosa de un cronista de futbol mexicano, muy polémico, ilustrado y misógino, para referirse a lo que podría ocurrir al final de los partidos. Así, Pablo Alabarces, en pleno dominio del balón, con sus pases largos y cortos, articula el pasado con el presente y nos cuenta cómo el subcontinente latinoamericano ha escrito, descrito, narrado, hablado de su historia futbolística, en una dinámica contrastante de procesos diversos, desiguales, tensos, intensos, disfrutables y complejos, en los que la presencia e intervención del capital británico, y las formas europeas de jugar, dieron lugar a la institucionalización, organización, formación de jugadores (héroes, divos y mitos), tácticas y estrategias de popularización, profesionalización, comercialización, internacionalización y difusión que, en el transcurrir del último tercio del siglo xix y la primera mitad del xx, dieron paso a nuevos y sofisticados sistemas de organización del mundo del futbol.

Así como el juego de pared permite identificar los espacios necesarios para un mejor tránsito hacia el área del rival, así el autor reflexiona sobre esos espacios, temas y problemas del orden sociológico que quedan por ampliar y profundizar, como son: a) el papel de las nuevas tecnologías de comunicación, que han permitido formas de transmisión globalizada que inundan el mundo; b) la praxis del futbol como actividad lúdica, juego que brinda placer, alegría, disfrute, creatividad artística; c) la actualización de esas cinco historias (institucional, deportiva, popularización, afición-hincha y héroes deportivos) en la que se dé cuenta de cómo Maradona, Hugo Sánchez, el Pibe Valderrama, Jorge Valdano, Messi, Luis Suárez, Edinson Cavani, Diego Forlán, Memo Ochoa, el Chicharito Hernández, Carlos Vela, el Chuky Lozano, Alexis Sánchez, Arturo Vidal, James Rodríguez, Radamel Falcao, etc., son los héroes contemporáneos de esta historia sin fin que es el futbol; d) el abordaje, con perspectiva de género, del papel que juega el futbol en la vida de los hombres y las mujeres de América Latina y de sus marcos por toda la geografía del planeta; e) la práctica de la violencia en el futbol y sus terribles consecuencias en los estadios, en los campos de juego, en las familias, en los hogares, entre las parejas, entre los jugadores, entre las porras-barras-aficionados-hinchas, entre las naciones; f) el seguimiento y denuncia de las prácticas de corrupción entre directivos de diferentes niveles, pertenecientes a organismos internacionales y nacionales, como la fifa y las federaciones de cada país de Latinoamérica.

Este libro es un capital cultural que se disfruta porque su autor juega, sociológicamente, a historizar el surgimiento, organización y práctica de un deporte moderno, con actores sociales del mundo contemporáneo y globalizado.◊

 


* FERNANDO HUERTA ROJAS
Es profesor-investigador del Centro de Estudios Interdisciplinarios de Género y de la Academia de Arte y Patrimonio de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.