01 Oct Una historia mínima de la Inquisición
JUAN PEDRO VIQUEIRA*
Historia mínima de la Inquisición.
Gabriel Torres Puga.
Ciudad de México,
El Colegio de México,
2019, 319 pp.
Historia mínima de la Inquisición, de Gabriel Torres Puga, logra, en 319 páginas, dar una visión sintética, y al mismo tiempo matizada, de una institución que ha sido más vilipendiada que estudiada y comprendida. Narrar esta historia suponía un reto de enorme complejidad. En efecto, la primera Inquisición se creó en el siglo xiii y, en ciertos lugares, mantuvo una importante actividad hasta principios del siglo xix. Su jurisdicción abarcó Europa y los territorios americanos y asiáticos de los imperios español y portugués. Su creación y sus transformaciones son incomprensibles si se separan del contexto histórico en el que se produjeron y si no se toman en cuenta otros fenómenos, como el antisemitismo y las fricciones entre los poderes civiles y el papado. Por ello, resulta muy meritorio que el autor, a partir de una sorprendente erudición sobre el tema, haya logrado construir una narración ágil y amena para dar cuenta de tan compleja historia, sin dejar de insertarla en contextos más amplios, que son los que le dan sentido.
Entre los muchos aciertos del texto, me gustaría destacar algunos en particular:
1. La distinción entre la inquisición (con minúscula) como un modo de actuación judicial y las Inquisiciones (con mayúscula), instituciones que llevaron ese nombre, que se explica en la “Introducción”, resulta de una gran utilidad a lo largo de todo el texto y se retoma varias veces.
2. El que el autor logre salvar el escollo de la abundancia de información que podía haberlo conducido a perderse en los detalles o, por lo contrario, a realizar una síntesis fría y abstracta, al dotar cada capítulo de un claro hilo narrativo que mantiene siempre vivo el interés del lector.
3. La capacidad de esbozar en unas cuantas líneas los contextos históricos en los que se enmarca la historia de las Inquisiciones, especialmente —pero no sólo— los de los imperios español y portugués. (Destaca el abundante uso de bibliografía en el idioma de este último).
4. Haber presentado los procedimientos que utilizó la Inquisición a través de un caso concreto, el del juicio contra fray José de San Ignacio a principios del siglo xviii. De este modo, un capítulo que podía haber sido árido y tedioso se convierte en la historia fascinante y sorprendente de un religioso betlemita corroído por la duda sobre cuál será la religión verdadera. Así, después de haber sido acusado una primera vez por hereje luterano y calvinista, en un segundo juicio fray José de San Ignacio terminaría por ser condenado a muerte (“relajado al brazo civil”) por judaizante.
5. El que el autor haya evitado con éxito caer en una división de los capítulos que fuera exclusivamente cronológica. Por lo contrario, cada uno de ellos aborda un problema historiográfico debidamente enmarcado en el tiempo y el espacio. Mientras algunos capítulos se centran en los cambios sufridos por la Inquisición en determinado periodo, muchos otros lo hacen en el funcionamiento de las Inquisiciones o en la persecución lanzada contra grupos específicos de la población (judaizantes y moriscos; protestantes, filósofos ilustrados y pensadores revolucionarios). Otros se interesan por regiones particulares (en especial los territorios americanos y asiáticos de los imperios español y portugués) o en los forcejeos entre los reyes y el papado por el control de la institución. El resultado es un texto muy equilibrado en su cobertura temporal y espacial que, gracias a la diversidad de enfoques y temáticas que varían de capítulo en capítulo, logra mantener vivo el interés de los lectores.
Todo el texto está escrito en un lenguaje muy claro y preciso que evita o aclara, cuando es indispensable usarlos, los términos más especializados, de tal manera que el texto puede leerse (y estoy convencido que lo será) por un amplio público interesado en el tema (que de por sí interesa a muchos).
Del mismo modo, la bibliografía mínima —que abarca textos en español, portugués e inglés— es el resultado de una sabía elección que permite incluir tanto libros clásicos como los aportes historiográficos más recientes a este amplio campo de estudio.
Por estas razones estoy convencido de que Historia mínima de la Inquisición, además de su gran atractivo para el público en general, será el punto de partida obligado para futuras investigaciones sobre esta institución.◊
* Es doctor en Ciencias Sociales, con especialidad en historia y civilizaciones, por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, Francia. Actualmente investiga sobre demografía y geografía históricas de Chiapas en el Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México. Es autor, entre otros, de El arte de contar tributarios (El Colegio de México, 2017).