Un tesoro en tu jardín: el valor de los recursos no renovables

Por medio de un ejercicio mental en el que el lector se encuentra con la posibilidad de un gran tesoro de monedas en su jardín, los autores muestran los mecanismos mediante los cuales se extraen y se utilizan los recursos no renovables, y los errores y aciertos que pueden surgir de los métodos utilizados.

 

DIANA TERRAZAS SANTAMARÍA / JESÚS SERRANO LANDEROS*

 


 

Imagina que en tu jardín encuentras pedacitos de monedas de oro. En alguna revista leíste que si hace tiempo enterraron un tesoro de monedas de oro, es frecuente que en los alrededores se hallen algunos restos. También leíste que no muy lejos de donde ahora está tu casa, en la época colonial pasaba una ruta comercial que iba de la Ciudad de México a Veracruz. Es decir, existen indicios importantes que sugieren que hay un tesoro enterrado en tu jardín, aunque no sabes exactamente dónde. Más aún, podría no haberlo. Para desenterrarlo y beneficiarte de él, tendrás que tomar varias acciones a lo largo de las próximas semanas.

El primer paso es confirmar que sí hay un tesoro y encontrar su ubicación exacta. Supongamos que tienes algunas herramientas básicas con las que arreglas tu jardín que podrían servirte para hacer algunos agujeros de prueba y ubicar aproximadamente el tesoro. De manera alternativa, puedes contratar a alguien que tenga un detector de metales y herramientas profesionales para hacer agujeros de cualquier tamaño más rápidamente y cuyos métodos son menos destructivos para tu jardín. Esta persona, con todo su equipo, puede determinar, casi con certeza, en un tiempo muy corto, si hay un tesoro enterrado y su ubicación.

¿Cómo decidirías cuál es la mejor opción para encontrar el tesoro? Si contratas a alguien, puedes pedir varias cotizaciones, pero del costo no hay duda. Si lo haces tú, tendrías que ausentarte del trabajo y, seguramente, no te pagarían. Si decides buscarlo en tus días libres, también tendría un costo, tal como dejar de asistir a reuniones familiares o no salir de vacaciones. A este costo —llamado costo de oportunidad en la literatura económica— tendrías que agregar el de las herramientas profesionales si deseas adquirirlas. Lo que tenga el menor costo total es lo que te conviene.

Suponiendo que ya tienes la ubicación del tesoro, ¿lo desentierras tú o contratas a alguien para hacerlo? En este caso, puede resultar más atractivo dejar de asistir al trabajo para desenterrarlo y comprar herramientas para hacerlo. Sin embargo, también hay quienes se dedican a la excavación de tesoros y te han llegado algunas cotizaciones. Asimismo, podrías considerar encargárselo a tu sobrino, quien, por cierto, nunca ha buscado un tesoro, pero cuenta con tiempo libre para hacerlo. Análogo al caso anterior, tienes que comparar el costo de tus opciones para desenterrar el tesoro y elegir la más barata.

Ahora supongamos que ya tienes el tesoro en tu poder. ¿Te conviene más vender el oro o producir joyería y venderla? Si decides venderlo, tal como lo encontraste, lo que recibirías por tu tesoro sería el precio que tenga el oro en ese momento, multiplicado por el peso de monedas que encontraste. Si decides producir joyería, tendrías que instalar un taller de orfebrería y contratar o capacitar a un empleado para que elabore las piezas. Tu ganancia por las joyas sería el ingreso que obtienes por venderlas menos el costo de producirlas. De esta forma, si la ganancia por las joyas es mayor a lo que ganarías por el oro, la mejor decisión para ti será montar el taller. Si no, lo mejor será vender el oro.

Notemos que sólo el dueño del jardín tiene derecho a apropiarse del tesoro y decidir qué hacer con él. En la elaboración de joyería, cualquiera que se dedique a ello puede comprar oro y producir joyas para venderlas.

Para ejemplificar, comparemos el precio del oro y el de un centenario. Recordemos que un centenario es una moneda de oro mexicana que fue creada por decreto en 19161 y que contiene 37.5 gramos de oro puro. En diciembre de 2019, su precio fue de 36 400 pesos mexicanos,2 mientras que el de 37.5 gramos de oro fue de 34 112 pesos mexicanos.3 En este caso, la diferencia (2 288 pesos mexicanos) debió ser suficiente para pagar la inversión realizada para producir centenarios y todos los costos asociados, así como una ganancia razonable.

En resumen, el valor del tesoro es independiente de lo que se haga con el oro, si se vende o procesa, y es igual al valor de las monedas encontradas menos el costo de encontrarlas y desenterrarlas.

La historia que acabamos de revisar es en realidad la de los recursos no renovables. Tener un tesoro enterrado en el jardín es como tener un recurso no renovable: una vez extraído, no se reemplaza, y su extracción tiene un costo. No cualquiera dispone de ese recurso escaso, por lo que hay una rentabilidad mayor en su extracción que en el resto de las actividades necesarias para obtener un bien de consumo final a partir del recurso natural. Entre los recursos no renovables encontramos los metales, incluidos los preciosos, y el petróleo.

 

Equivalencias en la analogía entre el tesoro en el jardín y los recursos naturales

 

Tesoro en el jardín Oro Petróleo              
Ubicar el tesoro Exploración Exploración
Desenterrar el tesoro Minería Producción/extracción
Elaboración de medallas Orfebrería Refinación
Distribución y venta
al público de medallas
Distribución y venta
al menudeo
Transporte y distribución
de petrolíferos
Valor del tesoro Renta Renta petrolera

 

En términos relativos, la diferencia en rentabilidad entre producir petróleo o gasolina es similar a la del oro y el centenario. De enero de 2010 a diciembre de 2019, mientras que la ganancia bruta promedio de la gasolina fue 15 dólares por barril (dpb), para el crudo fue entre 49 y 62 dpb.

 

¿Qué posibilidades hay de beneficiarte en caso de que no puedas pagar la recuperación del tesoro?

 

Supongamos que por alguna condición física no puedes hacer los agujeros de prueba para desenterrar el tesoro. Tampoco tienes el dinero para contratar a alguien que primero encuentre el tesoro y luego lo desentierre, menos aún para poner el taller de orfebrería. Ello no necesariamente significa que ya no podrías beneficiarte de ese tesoro en tu jardín.

Una primera posibilidad es simplemente ofrecer a los interesados la oportunidad de hacer los trabajos que se requieran en un plazo determinado y quedarse con la totalidad del tesoro a cambio de que hoy te paguen una cantidad no reembolsable. En este caso, sin importar lo que suceda, tú recibes un ingreso hoy y transfieres todo tipo de riesgo a tu contraparte: de fracaso, de sobrecostos, de precio del producto, etcétera. Este esquema recuerda las concesiones.

Por consideraciones de soberanía, es común que los países ya no otorguen concesiones sobre petróleo y conserven la propiedad de los hidrocarburos, pues, a través de las concesiones, los particulares, incluso extranjeros, se convierten en dueños del petróleo y gas que hay debajo de la tierra. Tal es el caso de México: el artículo 27 de nuestra Constitución prohíbe el otorgamiento de concesiones tratándose del petróleo y de los hidrocarburos sólidos, líquidos o gaseosos que se encuentran en el subsuelo.

Otra opción que podrías considerar es ofrecer el siguiente trato a alguien que posea los recursos necesarios para ubicar el tesoro y extraerlo: esta persona encuentra y desentierra, o cubre todos los gastos para localizar y desenterrar el tesoro, y se queda con una parte de las monedas de oro que encuentre. Si no encuentra moneda alguna, habrá sido bajo su total riesgo y tú no le compensarás en nada por los gastos en los que haya incurrido. Para enviarte una cotización bajo ese acuerdo, el interesado consideraría la posibilidad de que no encontrara el tesoro —riesgo de la inversión— y lo reflejaría en la fracción del tesoro que solicite. Este acuerdo recuerda los contratos de producción compartida (cpc). Cuanto mayor sea el riesgo percibido de que no habrá tesoro, mayor será el porcentaje de monedas que te pidan para compensarlo.

Otra posibilidad es un acuerdo similar al anterior, excepto que, en lugar de compartir el número de monedas encontradas, primero se venden las monedas en una sola transacción y con ese ingreso se cubren los costos de extracción para, luego, repartirse lo que sobre. Para obtener el mayor beneficio, podrías pedir cotizaciones o hacer un concurso para elegir a quien te pida el menor porcentaje de las ganancias y tenga menores costos. Este arreglo recuerda los contratos de utilidad compartida (cuc).

Además de la falta de liquidez y de compartir el riesgo, los cpc y los cuc se utilizan debido al costo de oportunidad de los recursos, la alineación de incentivos y la disponibilidad más pronta de los beneficios de la explotación de los recursos no renovables.

Emplear recursos para desenterrar el tesoro implica diferir la atención de otras necesidades. Gastar un peso en recuperar el tesoro significa un peso menos en el otorgamiento de becas o pensiones o para la construcción de carreteras o escuelas, etcétera, diferimiento que dura lo que tarda la inversión en proporcionar rendimientos. Es común que entre el inicio de la exploración en busca de hidrocarburos de un área y el inicio de la producción transcurran siete u ocho años.

Además, recordemos que en los contratos no es posible prever todas las situaciones que puedan surgir y, en muchos casos, por la complejidad o incertidumbre del trabajo, es muy difícil supervisar el trabajo del contratista. Así, si la remuneración del contratista depende en parte de lo que se produce, buscará optimizar la producción, lo que beneficia en parte al dueño. Este incentivo no existe en un contrato puramente de servicios en el cual el dueño del tesoro está obligado a pagarle al contratista independientemente del resultado.

Por otra parte, es común que en un cpc el contratista pague un bono a la firma del contrato; cuando ya hay producción, primero se cobra una regalía —porcentaje del valor— del hidrocarburo extraído y el resto se divide entre el gobierno y el contratista. El pago del bono asegura que, aun antes de que se produzca, o incluso si no se encuentran hidrocarburos, el Estado reciba recursos. La regalía, por su parte, asegura también ingresos para el Estado, aun cuando no resulte rentable la operación ni se recuperen los costos. Esto contrasta con un contrato de servicios puro en el que se obtienen ingresos hasta que hay producción, y que si no fuera rentable, hay una pérdida para el Estado.

Una preocupación sobre los cpc y los cuc es la posibilidad de que las empresas privadas —ya sea porque éstas tienen información que no tiene el Estado o por un golpe de suerte— tomen ventaja y obtengan una participación desproporcionada del recurso natural. Esto puede mitigarse haciendo competir a los contratistas, limitando la rentabilidad máxima y usando modelos conocidos para identificar propuestas desventajosas para el Estado. El análisis de Bindemann cpc celebrados por 74 países entre 1966 y 1998 señala que la mayoría de los contratos reducen la participación del privado a mayor volumen o rentabilidad,4 para evitar que el contratista obtenga una participación desproporcionada en yacimientos muy ricos o de bajo costo.

En México tenemos muchos tesoros enterrados en nuestro jardín: petróleo, oro, plata, por mencionar sólo algunos. Es nuestra responsabilidad no intentar desenterrarlos demasiado rápido porque corremos el riesgo de desperdiciar parte de ellos. Recordemos que, como su nombre indica, los recursos no renovables simplemente pueden acabarse.

Por otro lado, tampoco queremos dejar de construir hospitales o equipar escuelas por decidir que es muy importante beneficiarnos ahora de esos recursos. Tenemos que buscar la mejor opción para obtener el máximo beneficio del tesoro en nuestro jardín, y no siempre tenemos que hacerlo solos: hay personas o empresas que nos pueden ayudar.◊

 


1 Diccionario del español de México: <https://dem.colmex.mx/Ver/centenario>.

2 BBVA Bancomer: <https://bbv.infosel.com/bancomerindicators/CentenarioClosesCV.html>.

3 Precio del oro por onza troy. 37.5 gramos de oro equivale a 1.20565 onzas troy: < https://www.indexmundi.com/es/precios-de-mercado/?mercancia=oro&meses=12&moneda=mxn>.

4 K. Bindemann (1999), “Production-Sharing Agreements: An Economic Analysis”, Oxford Institute for Energy Studies, WPM 25, ISBN 1901795 15 2.

 


* Los autores son egresados de la Maestría en Economía del Centro de Estudios Económicos de El Colegio de México. Diana Terrazas Santamaría actualmente se desempeña como profesora-investigadora del mismo Centro. Jesús Serrano Landeros ha ocupado diversas posiciones en la administración pública, la más reciente como comisionado de la Comisión Reguladora de Energía.