Tres poemas

 

ANTHONY SEIDMAN* / TRADUCCIÓN DE JHONNATAN CURIEL**

 


 

 Afluente

 

Este río se abre entre las páginas
de un diario en el que niños colorean
itinerarios para cuervos, o los zapatos de
los padres enterrados más allá de las chimeneas.
Este río se retuerce, espumea glosolalia, corrientes
manotean contra rocas, y el río
se eleva, extiende el verdor a través de esta página.
Hombres cruzando este río olfatean
el barro que se pega al pelaje de los perros perdidos,
pero también prueban un diente que perfora las encías
de un niño cuya madre lo ha colocado
en el piso del salón, mientras ella llena una olla con agua
que ha viajado en recirculación
de la precipitación de la sierra, entonces
se convierte en lluvia que conduce a un afluente que
ahora salta a la orilla, inunda esta página,
retrocede, se hunde en la arcilla húmeda de la primavera,
serpentea una trayectoria a través de tuberías y
gorgotea en su grifo de la cocina. Este río
apaga la sed de piedras, estira
acantilados para que los que creen
en milagros contemplen una cascada, caligrafía
de niebla. Este río es el río de las nubes, el río de sangre,
el río blanco que atraviesa en zigzag
el vacío entre las letras, el vórtice
que zumba entre dos conjugaciones dependientes. Esto es
el río que calma a santos y locos
río que corre junto a aquellos que ya no pueden
caminar, pero tienen fe en la caridad de las langostas,
los nutrientes en la suciedad, el cosmos
que suena dentro de la copa vacía del limosnero.

 

Excursión

 

El viaje que aún tengo que hacer,
donde los cuervos se desmoronan
donde el tránsito de nubes humea
desde una tierra de carne rancia;
ya no discerniré
al sol de la luna, mis
recuerdos aferrados
a ramas con forma
de gruesos vasos sanguíneos en el ojo
y un séquito coriáceo,
mendigos, reyes, bufones, un niño
que sostiene los dedos huesudos
de su madre suicida,
se me acercarán
cada uno extendiendo una antorcha,
fuego negro que destella luz púrpura,
guiándome a través de
campos que no se parecen a la nada
de la nada en mis pesadillas.
¿Cómo respiro, aclaro
mi garganta o sumerjo
mi pan en salsa
y mastico, cuando hay
tantas espinas
ya pegadas a mi esófago?

 

Habituado

 

Una bestia se encorva en mi puño
y tiembla cuando los dedos se abren.

Apago su fuego en un bosque
donde los lobos huelen placenta,
rompen huesos y mastican carne
agrupados sobre camas de pino.

O lentamente, con la paciencia
de un topo que huele la luz o el agua
emerge desde las raíces hasta llegar a la hoja,
entibio su aliento dentro de mí.

Mi pecho tiembla, no
del frío, no del dolor, simplemente
la bestia sacude las barras, al compás
del piso de tierra de su jaula.

Él es lo que lame las manos desde el otro lado del saber.
Él es la lengua negra y la pata chamuscada.
Ven a mirar la frialdad. Aliméntala. Tú debes.

 


* ANTHONY SEIDMAN

Es poeta, estadounidense, además de traductor (sobre todo del inglés al español).

** JHONNATAN CURIEL

Es poeta, mexicano, además de traductor (sobre todo del español al inglés).