Tras las huellas de Leona

 

CELIA DEL PALACIO*

 


 

¿Dónde estás?, ¿qué haces, Leona Vicario?
Anne Staples.
Ciudad de México,
El Colegio de México, 2020,
181 pp.

 

Desde 2010, al referirme a la figura de Leona Vicario me he quejado de la falta de una biografía académica completa de esta mujer, a pesar de los múltiples intentos realizados a lo largo de dos siglos —incluso desde que ella aún estaba con vida— para recoger sus hechos biográficos dentro de los recuentos que consideraron la actuación de las mujeres durante los años de la insurgencia. Los que he logrado localizar y de los que he dado cuenta ya en otros espacios son los siguientes: Noticias biográficas de insurgentes mexicanas, de José Joaquín Fernández de Lizardi (1825); Ilustres mujeres americanas, de autor anónimo (1825); los impresos de El cardillo de las mujeres (1827) y Panorama de las señoritas (1842), y la Necrología, de Carlos María de Bustamante (1842). Cincuenta años más tarde, ya cerca del fin de siglo, Francisco Sosa publicaría Biografías de mexicanas distinguidas (1884); en La Patria ilustrada, Jacobo María Sánchez de la Barquera retomaría el tema (1894) y Luis González Obregón dio a la estampa por esos mismos años Las heroínas de la Independencia (s/f).

Ya en el siglo xx, en vísperas de la celebración del Centenario de la Independencia, algunos autores retomaron la tarea de recordar a héroes y heroínas de la gesta insurgente. Entre ellos están Alejandro Villaseñor y Villaseñor, quien incluyó a varias de estas mujeres en sus Biografías de los héroes y caudillos de la Independencia (1910), y Laureana Wright de Kleinhans, que escribió Mujeres notables mexicanas (1910). Es especialmente digna de mención la labor de Genaro García, quien hizo el rescate de documentos imprescindibles para el estudio de estas mujeres y que luego se reprodujeron en facsimilar en el tomo V de los Documentos históricos mexicanos (1910), y, sobre todo, su clásica biografía Leona Vicario, heroína insurgente, escrita también en 1910.

En las décadas posteriores, el interés por las vidas de algunas participantes de la Independencia —entre las que se encuentra Leona— se conservó. Carlos Hernández escribió Mujeres célebres de México (1918); Luis Rubio Siliceo es el autor de Mujeres célebres de la Independencia de México (1929); Carlos Echánove Trujillo redactó Leona Vicario, la mujer fuerte de la Independencia (1945), y Mathilde Gómez dio a la estampa La epopeya de la Independencia mexicana a través de sus mujeres (1947).

Algunas décadas más tarde, José García Pimentel publicó Leona Vicario, una mujer por entero (1968); Héctor R. Olea escribió Leona Vicario y la ciudad de México (1975); Marita Martínez del Río publicó un estudio de un óleo de Leona con su familia a la edad de cinco años (1983); Perla Chinchilla publicó Leona Vicario (1985); Francisco Castellanos escribió Leona Vicario, heroína de la Independencia (1991); Aurora Tovar Ramírez la aborda entre sus Mil quinientas mujeres en nuestra conciencia colectiva. Catálogo biográfico de mujeres de México (1996), y Patricia Galeana también la incluye en las “Lecciones de las mujeres del México del siglo xix y asignaturas pendientes” (2007). José Martínez Pichardo, a su vez, le dedicó un largo ensayo llamado Leona Vicario, la grandeza de una mujer (2008) y Alina Amozorrutia la incluyó entre las 101 mujeres en la historia de México (2008).

En 2010, abordando un aspecto particular —el de su interrogatorio—, Adriana Yolanda Flores Castillo escribió “Leona Vicario: mujer, fuerza y compromiso en la Independencia de México” (2010), y Carmen Saucedo Zarco la incluyó en su libro Ellas que dan de qué hablar. Las mujeres en la guerra de Independencia (2010), al igual que hice yo en mi libro Adictas a la insurgencia (2010). En 2011, Laura Machuca publicó las “Cartas de un padre a su indeciso hijo y de su suegro a su mentecata nuera. De Matías Quintana a Andrés Quintana Roo y Leona Vicario”, revelando correspondencia nunca antes conocida. En 2018, Alicia Tecuanhuey escribió “Leona Vicario, reflexiones acerca de su vida, su tiempo y elevación como figura heroica”; finalmente, en el año 2020, decretado como el Año de Leona Vicario, apareció una pequeña biografía cuyo autor es Alejandro Rosas.

Leona ha sido un personaje favorecido también por la novela. Otto Raúl González, el escritor guatemalteco, escribió El diario de Leona Vicario (1982) y Eugenio Aguirre escribió Leona Vicario, la insurgente (1986, reeditada en 2010). En el año del bicentenario, Carlos Pascual ganó el premio Grijalbo de novela con La insurgenta, una novela polifónica en la que los personajes cercanos a la heroína defienden o denuestan la causa de Leona, en un pretendido juicio tras la muerte de Leona en 1842, a fin de que se le nombre o no benemérita madre de la patria. Alejandra Atala publicó un acercamiento a la heroína en la serie Charlas de café y yo saqué a la luz la novela Leona, que mereció una reedición en 2018. Para un público infantil, Raquel Huerta Nava escribió Leona Vicario en Chilpancingo (2011).

A pesar del interés despertado por esta admirable mujer, muy pocos son los acercamientos que aportan nueva información y que se basan en datos confiables. Los artículos que exploran aspectos particulares son los que resultan dignos de atención, además de la biografía escrita por Genaro García en 1910, en la que incluye una serie de documentos originales e imágenes.

La otra biografía que siempre me pareció digna de encomio fue la escrita en 1976 por Anne Staples. A pesar de que se escribió contra reloj y en las condiciones personales menos propicias, el gran profesionalismo de la autora hizo posible que produjera un acercamiento bien documentado y en una prosa agradable destinada a un público no especializado, lo cual hizo de aquella biografía la mejor de las que hasta entonces se habían producido. Lamentablemente, la mala fortuna persiguió al libro, como lo narra la misma autora, sin que llegara a ocupar el lugar preponderante que merecía desde su aparición. Staples publicó después otros acercamientos a Leona: “Sustos y sacrificios. La insurgente Leona Vicario” (1999), “Leona Vicario” en el Diccionario de la Independencia de México (2010) y “Leona Vicario” en las Memorias de la Academia Mexicana de la Historia (2012).

Por fortuna, a finales de 2020 apareció en la hermosa colección “La Aventura de la Vida Cotidiana” de El Colegio de México su libro ¿Dónde estás?, ¿qué haces, Leona Vicario?, que no sólo es una nueva reflexión sobre la biografía de la heroína, sino una investigación profusamente documentada, con todas las fuentes que no pudieron incluirse en la biografía original, a las cuales se añadieron datos producto de nuevas indagaciones en archivos como los siguientes: Archivo General de Indias de Sevilla, Archivo General de Notarías de la Ciudad de México; Archivo General de la Nación; Archivo Histórico del Palacio de Minería; Archivos Notariales de la Universidad Veracruzana y Archivo Personal de Edmundo O’Gorman. La autora hizo, además, una nueva revisión de la bibliografía clásica y buscó datos precisos en los artículos académicos y en nuevas publicaciones. De ese modo logró que cada dato se basara sólidamente en una fuente.

La obra, de menos de 200 páginas, es de fácil lectura y nos va llevando por los diferentes aspectos de la vida de Leona con gran sencillez y trepidante velocidad. En sus cuatro partes y los anexos se dan a conocer el entorno político y social de la época, la vida de Leona, la vida cotidiana que se muestra a través de los hechos de la heroína y datos de los personajes que rodearon a esta mujer. De este modo, el libro nos permite conocer y comprender mucho mejor que ningún otro —hasta donde es posible— los hechos de Leona Vicario, internándonos en las costumbres, la política, la cultura y la psicología de la época.

Si quien escribe una biografía generalmente se deja llevar por la admiración al personaje y muy difícilmente logra desembarazarse de una visión idealizada, como ocurrió con la mayor parte de las obras señaladas más arriba, esto es particularmente cierto en el caso de una figura que ha sido tomada como símbolo de la fuerza y el valor de las mujeres durante la Guerra de Independencia. Es por ello que la reflexión crítica de Anne Staples en torno a la idealización que se ha hecho de Leona se vuelve particularmente relevante. ¿Fueron en realidad tan importantes los hechos de Leona como suele afirmarse una y otra vez? ¿Es verdad que su colaboración económica a la causa fue tan grande? Anne Staples hace cuentas del tiempo que pudo haber durado el apoyo económico y el envío de cartas a Tlalpujahua: de mediados de 1812 a febrero de 1813. Al parecer no podría compararse con lo que entregó la Güera Rodríguez a los insurgentes. Asimismo, si bien los bienes de Leona fueron incautados y subastados en 1816, el gobierno independiente le compensó esa pérdida en 1823.

El libro de Anne Staples despeja algunos de los misterios que hasta ahora permanecían sin respuesta, sobre todo en lo que se refiere a los personajes que la rodearon, por ejemplo, Octaviano Obregón, a quien nadie había seguido las huellas de manera consistente. También averigua más datos de los familiares directos y de la servidumbre, tanto de antes como de después de la guerra. Asimismo, Staples indaga detalles de la vida cotidiana, sobre todo los menos conocidos, al fin de la guerra. ¿Cómo vivía la pareja de los Vicario? ¿A quién le rentaban algunas partes de la casa de la calle de las Cocheras de Santo Domingo? ¿Cómo fue recibida la pareja por la sociedad mexicana de los primeros años posteriores a la Independencia? ¿Cómo empezó a llamársele “benemérita y dulcísima madre de la patria”?

Este último punto es para mí fundamental. Así se le ha llamado en repetidas ocasiones en muchos lugares, como si fuera un título conferido por alguna autoridad. Esta situación se vio reforzada por la novela de Carlos Pascual donde refiere el supuesto juicio que se hizo a Leona al morir para juzgar si merecía ese título. Staples, basándose en la crónica publicada en el Diario del Gobierno de la República Mexicana del 10 de septiembre de 1842, relata que en el túmulo funerario de Leona se inscribió esta leyenda: “A esta benemérita y dulcísima madre de la patria, los desolados y agradecidos ciudadanos mexicanos le erigieron llorosos este monumento” (p. 159). El título oficial se le concedió finalmente el 30 de diciembre de 2019.

Con todo y la minuciosa investigación realizada por Anne Staples, aún hay algunas lagunas en la vida de Leona. La historiadora señala el camino de las respuestas donde no hay certezas: ¿dónde se encontró Leona con Andrés cuando logró escapar de la Ciudad de México? ¿Estuvo realmente en Chilpancingo? Si bien las investigaciones de Moisés Guzmán develan la fecha y lugar aproximados de la boda de Leona y Andrés (entre marzo y agosto de 1814 en la Hacienda de Tiripitío, Michoacán) e ilustran el recorrido que hizo la pareja por la Tierra Caliente, no se sabe casi nada de lo que ocurrió después, ni cómo vivió la pareja en Acamuchitlán y Tlacocuspa. Anne Staples, junto a muchos de nosotros a quienes Leona se nos sigue escapando a pesar de todo, expresa claramente nuestra desazón ante los misterios que no terminan de develarse, a través de las preguntas que dan nombre a su libro: ¿dónde estás?, ¿qué haces, Leona Vicario?

El esfuerzo que hizo la historiadora para encontrar, sistematizar e interpretar nuevas fuentes y hacer una lectura aguda de las viejas pistas; la consideración para tomar en cuenta no sólo los documentos de archivo, biografías y periódicos de la época, sino también las novelas históricas que han abordado la vida de Leona; y la prosa elegante y cálida hacen de este nuevo acercamiento a Leona Vicario el más afortunado y completo hasta la fecha. Quienes se interesan por la vida de Leona encontrarán en este libro información certera, a diferencia de muchas otras biografías sobre la heroína; quienes quieran acercarse a la vida cotidiana de la época de la Independencia y la primera República federal, o bien, quien quiera saber más de las vidas de las mujeres a principios del siglo xix, encontrarán la lectura adecuada. Incluso quienes quieran disfrutar de una lectura amena y bien documentada podrán acercarse y seguir a través de sus páginas las indagaciones detectivescas que llevaron a la autora a adentrarse en archivos, documentos, relatos de caminos olvidados y murmuraciones de fastuosos salones en busca de Leona Vicario.

Con gusto y emoción saludo este emprendimiento, deseándole la difusión y la acogida por el público y el lugar preponderante en la bibliografía sobre las mujeres de la Independencia que debió haber tenido la primera versión desde 1976 y que merece de sobra hoy.◊

 


 * Es doctora en Historia por la unam y, a la fecha, investigadora en el Centro de Estudios de la Cultura y la Comunicación de la Universidad Veracruzana. Sus intereses de investigación son la historia de la prensa, la esfera pública y la cultura impresa en México, así como la historia cultural y los medios de comunicación. Su publicación más reciente es Porque la lucha por un hijo no termina…”: Testimonios de las madres del Colectivo Familias de Desaparecidos Orizaba-Córdoba (Universidad Veracruzana, 2020).