
01 Ene Sobre las ilustraciones | Núm. 18
SEBASTIÁN MACHADO*
Florografía: breve comentario sobre la antotipia
En la historia de la fotografía hay algunos personajes fundamentales que hoy seguimos celebrando: Daguerre, Niépce, Talbot o Bayard, por mencionar unos cuantos. Sin embargo, hay otros que, aunque fueron importantes para el desarrollo de las técnicas fotográficas, permanecen en una relativa oscuridad. Uno de ellos es John Herschel, famoso como astrónomo, pero apenas mencionado en la historia de la fotografía, a pesar de que inventó el cianotipo y fue clave en el desarrollo de los materiales fotosensibles. En sus días —la segunda mitad del siglo xix— ya era posible producir imágenes a través de cámaras oscuras y proyectarlas sobre soportes fotosensibles, pero la imagen, latente o visible, no se fijaba al soporte y no era, por lo tanto, permanente. Cuando la fotografía se exponía a la luz, se velaba, hasta terminar en un negro absoluto. Miles de imágenes se perdieron para siempre de este modo.
Pero Herschel descubrió que, al lavar las fotografías con un baño de hiposulfito de sodio, las imágenes permanecían aun en contacto con la luz. El descubrimiento del “fijador” de la imagen fue un episodio clave para el desarrollo de la fotografía. ¿Podríamos imaginarnos un mundo donde las fotografías fuesen siempre fugaces? Las que ilustran este número de Otros Diálogos lo son, aunque, paradójicamente, esto también se debe a un descubrimiento de Herschel. Esto convierte a las antotipias en una analogía de la memoria: a más tiempo, menos recuerdos. A más tiempo, menos imagen.
En 1842, tan sólo tres años después de la famosa presentación del daguerrotipo ante al Estado francés, el incansable Herschel se interesó en las investigaciones de Jean Senebier y Johannes Ingenhousz sobre la fotosíntesis; es decir, sobre cómo las plantas producen su alimento valiéndose de la luz solar. Este interés lo llevó a descubrir que en las plantas había agentes susceptibles a la luz, tanto en las hojas como en las flores y los frutos. Así comenzó su viaje hacia la antotipia, oliendo y moliendo plantas, emulsionando papeles y haciendo fotogramas. Fueron largos días de cazar al sol, algunos con resultados favorables y otros seguramente no tanto, hasta que por fin logró perfeccionar el arte de extraer el jugo vegetal para esparcirlo sobre un papel y crear fotografías monocromáticas de colores vivos y olores fascinantes.
Los antotipos (o antotipias) que ilustran este número de Otros Diálogos fueron hechos entre mayo y junio de 2020, ya comenzado el encierro debido a la pandemia. Usando el jugo de vegetales que encontré en el jardín o en la cocina de mi casa, retratan algunas plantas y fantasmas que habitan ese mismo jardín.◊
* Es fotógrafo y maestro de fotografía en la Escuela Activa de Fotografía y estudiante de Historia del Arte en la Universidad del Claustro de Sor Juana. Ha publicado un libro: Volver (itam, México, 2018).