
01 Abr Multihomicidios en México a partir de las estadísticas vitales
¿Cuál es el comportamiento de los casos de homicidio en el contexto de la ola de violencia que atraviesa el país desde hace lustros? ¿Qué variaciones presentan estos sucesos con respecto a hombres, mujeres, niños y niñas? Un acercamiento a posibles respuestas y a la comprensión de este fenómeno social nos ofrece Rosalba Jasso en el siguiente texto, desde el análisis que aporta la demografía.
ROSALBA JASSO VARGAS*
La demografía se enfoca en el estudio científico de las poblaciones humanas en relación con su tamaño, estructura y evolución. La intensidad y el calendario en el que ocurren los hechos vitales y sociales de la población —como los nacimientos, las muertes y los movimientos migratorios— son los que determinan estos componentes. La intensidad se refiere a la frecuencia relativa de los eventos; el calendario, al tiempo en el que ocurren. Las expresiones del tiempo que suele emplear el campo demográfico son la edad, el periodo y la generación o cohorte. De ahí que los cambios en la intensidad de los fenómenos demográficos (mortalidad, fecundidad y migración) suelen analizarse e interpretarse de acuerdo con la edad de los individuos, el tiempo histórico y la generación a la que pertenecen las personas.
A más de estas herramientas analíticas, el presente texto sugiere estudiar los acontecimientos que ocurren de manera simultánea y que, al igual que cada expresión de tiempo, agregan información para una interpretación apropiada de los fenómenos demográficos. La invitación es la de estudiar la coincidencia temporal y geográfica. Con el propósito de ejemplificar la utilidad del análisis de sucesos que ocurren en conjunto, me referiré al tema de los homicidios en medio de la ola de violencia que embarga al país. El análisis de simultaneidad permitirá diferenciar entre homicidios que ocurren en solitario y asesinatos en eventos de masacres o multihomicidios, además de explorar diferencias en el morir para hombres y mujeres, adultos y niños.
¿Cómo identificar los homicidios múltiples?
Por homicidio múltiple se considerarán aquellos decesos que ocurrieron el mismo día en un espacio relativamente cercano (la misma localidad), bajo la suposición de que la cercanía en tiempo y espacio implica la ocurrencia de un mismo evento. En esta tarea se emplean las estadísticas de mortalidad del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Esta propuesta puede acarrear dos principales inquietudes. Conceptualmente, ¿cuántos decesos deberían contabilizarse para la ocurrencia de un multihomicidio o una masacre? La segunda, ¿cuál es la probabilidad de asignar decesos independientes como muertes vinculadas? En relación con esta última pregunta, es obligatorio determinar la magnitud del error de asignación al utilizar la escala de localidad. Sería deseable una unidad de mayor desagregación como la Ageb, y con ello reducir la probabilidad de vincular eventos independientes. Debe, además, considerarse que los resultados dependerán de la escala de análisis empleada, ya que fenómenos sociales como el homicidio no se limitan a los confines político-administrativos.
Tipo de eventos: homicidios en solitario y multihomicidios
De acuerdo con los registros de defunciones con presunción de homicidio del Inegi, entre 2002 y 2020 ocurrieron 255 258 eventos de homicidio, que implicaron la muerte de 400 310 personas: 354 658 hombres, 43 856 mujeres y para el resto no se especificó el sexo de la persona. Del total, 69.3% fueron asesinatos de hombres en solitario, 15.4% fueron sucesos donde murieron al menos dos hombres y 8.4% fueron homicidios de mujeres en solitario. En general, la gran mayoría de los homicidios ocurren en asesinatos en solitario. No obstante, cabe destacar el importante crecimiento de eventos de homicidios múltiples o masacres en años recientes.
En total, en el periodo 2002-2020 ocurrieron 3 175 eventos de homicidios de niños y niñas. De ellos, 1 708 fueron decesos de niños en solitario, 1 344 fueron asesinatos de niñas en solitario y 123 fueron casos con al menos dos homicidios de menores de 12 años que ocurrieron sin la existencia del homicidio de algún adulto. Siguiendo el análisis de los eventos en los cuales los menores de 12 años de edad perdieron la vida, en 254 su muerte ocurrió de manera adyacente al asesinato de una o más mujeres y en 801 su muerte estuvo vinculada con el homicidio de algún hombre adulto.
Si consideramos por un momento que las masacres implican al menos cinco homicidios de manera simultánea, en este periodo de 19 años han ocurrido 5 659 masacres en el país. Mientras en 2002 ocurrieron 15, este tipo de acontecimientos ha ido en escalada a partir de 2008. Aquí algunas cifras: 255 eventos en 2008, 407 en 2009, 720 en 2010, 665 en 2020. Una tarea pendiente respecto a este tema consiste en vincular estas cifras con la información disponible a partir de otros medios de información.
Número de homicidios según el tipo de evento
De acuerdo con los homicidios que ocurrieron entre 2002 y 2020, 58.8% de las defunciones de mujeres ocurrieron en eventos en solitario, mientras que 36.1% de los homicidios de mujeres se encuentran vinculados con el homicidio de otros hombres. En contraste, sólo 8.9% de los homicidios de hombres ocurrieron en relación con el homicidio de una mujer, 7.1% en multihomicidios y 90.8% acontecieron sin el asesinato de una mujer. Estos resultados manifiestan la existencia de contrastes entre los asesinatos de hombres y los de mujeres.
Las muertes de mujeres ocurren, en primer lugar, como consecuencia de su vulnerabilidad (mueren solas) o se vincula con la muerte de algún otro hombre (por encontrarse en el lugar incorrecto o en el momento incorrecto). Mientras tanto, las muertes de los hombres ocurren en un contexto de muertes de otros hombres, esencialmente por verse involucrados en actividades del crimen organizado. Además, si bien en el pasado los fallecimientos de mujeres eran independientes de los de hombres, ahora vemos una tendencia creciente de muertes de mujeres relacionadas con las de hombres.
Mientras que en 2002 18.3% de los homicidios de mujeres se encontraba vinculado con el homicidio de otro hombre, en 2010 este mismo ámbito alcanzó la cifra de 48.4% y la de 47.8% para 2020. Los niños y niñas también sufrieron este proceso, pero preponderantemente los niños. Mientras en 2002 14.84% de los homicidios de niños ocurrieron en multihomicidios o en compañía de otros hombres, para 2011 la cifra ascendió a 39.64% (monto que se mantiene alrededor de 32%). La cifra de niñas que fueron asesinadas en multihomicidios o en compañía del asesinato de hombres ascendió a 38.94% en 2020. Estas cifras sobre el número de víctimas, en conjunto con el incremento en el número de masacres, dan señales de que la violencia generada a partir de la guerra contra el narcotráfico ha afectado principalmente a hombres adultos, pero, además, a mujeres, niños y niñas en eventos de homicidios múltiples o relacionados con las muertes de hombres adultos.
Algunas otras consideraciones
La variable de corte geográfico más pequeña en los registros de muerte es la localidad, por lo que identificar eventos que ocurrieron de manera simultánea implica el error de asignar diferentes acontecimientos como uno solo. En la delimitación de un evento de homicidios múltiples se emplearon tres variables de corte temporal (día, mes y año) y tres de escala espacial (entidad, municipio, localidad). En la medida que alguna de estas variables esté capturada erróneamente, este tipo de eventos no se distinguirán entre sí. Se pierden los casos de homicidio que no especifiquen respuestas en alguna variable. Por otra parte, si se considera que la unidad espacial más pequeña es la localidad, existe una probabilidad de riesgo de asumir dos o más asesinatos independientes como asesinatos en conjunto. Para reducir este riesgo de asignación, se requeriría de una unidad espacial más pequeña. Otras variables que podrían contribuir en este sentido son el tamaño de la localidad y el lugar donde ocurrió el asesinato. Lamentablemente, para esta última variable, el nivel de no respuesta es alto. Otra posibilidad es que existiera alguna clave en los certificados de defunción para señalar la ocurrencia de un mismo evento.
Hablando de feminicidios, otros autores han referido la necesidad de registros que permitan establecer qué homicidios ocurrieron por razones de género. De manera operativa algunos autores contabilizan un homicidio como feminicidio si ocurre al menos una de las siguientes situaciones: 1) la muerte estuvo relacionada con violencia familiar, 2) el homicidio ocurrió dentro de la vivienda, 3) la causa de defunción fue “agresión sexual”, sin importar donde haya ocurrido (Torreblanca, 2018; Valdivia, Castro y Rodríguez, 2020). Un primer inconveniente con esta definición operativa es que el nivel de respuesta de las variables de violencia familiar y muertes por agresión sexual es muy bajo. Una primera sugerencia es que las estimaciones de feminicidio deberían excluir aquellas muertes que ocurrieron en masa y en compañía de otros hombres.
En mi artículo “Una propuesta de aproximación al feminicidio a partir de homicidios en solitario en México”, intento esbozar una definición operativa del feminicidio que utilice precisamente las ideas que aquí se han expuesto. Los resultados se resumen en tres hallazgos principales. El primero: las tasas de feminicidio reflejan la persistencia de violencia de género de manera constante y casi inalterable, desde tiempos previos a la guerra que inició en 2006. El segundo: el asesinato de mujeres parece ser un reflejo de la tendencia del homicidio de hombres, aunque a una escala menor (aproximadamente 10% de la tasa de hombres). La similitud de tendencias entre las tasas de homicidios de hombres y mujeres responde principalmente a los asesinatos en eventos de masacres o multihomicidios. El tercer hallazgo: el análisis de homicidios en solitario manifiesta una reconfiguración de los espacios de riesgo para las mujeres, que no están necesariamente asociados a la violencia criminal.
El análisis de los homicidios múltiples y en solitario aporta elementos para una mejor comprensión de este fenómeno social. Al momento, sólo he vinculado el tipo de eventos con el sexo y la edad de las personas, pero otra oportunidad que ofrece esta propuesta es identificar el número de homicidios de mujeres que precedieron el suicidio de algún hombre o viceversa. Es decir, podría indagarse la relación existente entre homicidios y suicidios. Otra pregunta pertinente sería: las muertes en solitario ¿tienen una correlación espacial con los asesinatos múltiples? Finalmente, queda pendiente la tarea de explorar el significado teórico social de morir en solitario para hombres y para mujeres.◊
Referencias
Jasso, Rosalba, “Una propuesta de aproximación al feminicidio a partir de homicidios en solitario en México, 2002-2019”, Carta Económica Regional, vol. 34, núm. 128, pp. 85-125, 2021, doi: 10.32870/cer.v0i128.7835.
Torreblanca, C., “¿Qué contamos cuando contamos ‘feminicidios’?”, Animal Político, 12 de noviembre de 2018.
Valdivia, M., Castro, R., y Rodríguez, I., “Análisis espacial de la dinámica de la tasa de homicidios por sexo y feminicidios en México (2001-2017)”, en R. Castro y F. Riquer (coords.), Violencia contra las mujeres: sobre el difícil diálogo entre cifras y acciones de gobierno, Cuernavaca, crim–unam, 2020, pp. 46-100.
* Es actuaria por la unam, maestra en Demografía y doctora en Estudios de Población por El Colegio de México. Es profesora en la Facultad de Ciencias de la unam. Ha publicado artículos en revistas académicas como Frontera Norte, Coyuntura Demográfica, Carta Económica Regional y Revista de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Militar Nueva Granada, entre otras.