01 Abr Matrioshka de historias en el Centro Histórico
ERICK SERNA LUNA*
Las voces del Centro Histórico: la lucha por el espacio en la Ciudad de México.
Carlos Alba Vega y Marianne Braig.
Ciudad de México, El Colegio de México, 2022, 946 pp.
¿Quién que habite la Ciudad de México no tiene una historia cuyo escenario sea el Centro Histórico? Lo que a continuación voy a contarles es una de las muchas aventuras que han sucedido en algún espacio de esta zona. Es así como el carácter histórico del Centro, además de estar dado por los monumentos que alberga, está formado por las historias y experiencias que sus habitantes tejen cada día en sus espacios. La historia de la ciudad es la suma de las historias de sus habitantes, y viceversa. La experiencia urbana es una especie de matrioshka, y, como dice Mauricio Tenorio Trillo, se ve la ciudad, se vive “a flor de piel”.
Nuestra historia comienza el 13 de marzo de 2020, día en el que se informó que el libro Las voces del Centro Histórico se presentaría la tarde del sábado 21 de marzo en el Museo Memoria y Tolerancia como parte de las actividades del Festival del Centro Histórico 2020. Era la culminación de una investigación que se había realizado por más de una década, un sueño hecho realidad. No obstante, el mundo onírico está lleno de sueños y pesadillas. A la presentación del libro la amenazaba el avance de la covid en la Ciudad de México. Al final, como sucedió en el resto del mundo, se declaró el confinamiento y el libro no se presentó. Quizá nunca sepamos el número exacto de las vidas que se perdieron durante la pandemia. Tampoco sabremos los sueños que se truncaron ni las pesadillas que se hicieron realidad. Pasó más de un año de pandemia hasta que el 23 de noviembre de 2021 se anunció que el libro se presentaría en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes el 4 de diciembre, en el marco del Festival del Centro Histórico de ese año.1
Pese a la zozobra, pues la pandemia no había pasado, esta historia tuvo un final feliz. Como diría la sabiduría popular, “por algo pasan las cosas”, y en el mismo espíritu de la obra que sirve como portada del libro,2 esa tarde de diciembre era como si se representara el “sueño de una tarde de otoño”. En el Palacio de Bellas Artes, espacio tan emblemático y distinguido de la Alameda Central, con la acústica del organillero, se encontraba congregado, como en el mural de Diego Rivera, un heterogéneo grupo de gente que habita el Centro Histórico. Cada una de las personas asistentes,3 como si se tratase de un coro bajo la batuta alternada de Marianne Braig y Carlos Alba, participó en la sinfonía que fue la presentación del libro.4 Parafraseando el prólogo que realizó Göran Therborn, ésta era una “sinfonía popular” que irónicamente se realizaba en uno de los palacios más distinguidos de la ciudad.
Como si tomáramos un fragmento del citado mural de Rivera, Las voces del Centro Histórico narra la historia de las relaciones sociales que han mantenido a lo largo de más de tres décadas en torno a la vida comercial en el Centro Histórico quienes se dedican al comercio, el empresariado, las autoridades y todas aquellas personas que realizan actividades de representación e intermediación. Como señala el subtítulo del libro, es una historia sobre la lucha del espacio. Así, el trabajo que nos presentan Alba y Braig es el resultado de una intensiva investigación, condensada en 38 entrevistas que ocupan casi mil páginas y realizada a lo largo de 12 años. Este titánico esfuerzo es una muestra de la historia de la gobernanza urbana del Centro Histórico en relación con el fenómeno del comercio popular.
En primera instancia, destaco las condiciones particulares del Centro Histórico de la Ciudad de México. Con sus 9.7 kilómetros cuadrados, es el centro histórico más grande de América Latina. Además, es un espacio en el que confluyen diversos usos sociales, entre los que destacan el habitacional, el comercial, el político, el simbólico y el histórico-patrimonial, lo cual, en términos de la economía política urbana, incrementa la cantidad de plusvalías que produce el espacio, y, por ende, también las disputas en torno a la apropiación, explotación y distribución de las múltiples riquezas producidas.
En ese tenor, desde mi perspectiva, la confrontación se enmarca en dos procesos históricos. El primero inicia el 11 de diciembre de 1987, cuando la unesco declaró el Centro Histórico como Patrimonio Cultural de la Humanidad. En mi análisis, esta declaratoria, y los procesos de recuperación y valoración que le siguieron, condujo los intentos de erradicación, ordenamiento y regulación del comercio popular que se dieron a finales de los años ochenta y que continúan hasta nuestros días. El segundo suceso que enmarca la obra es la muerte de Guillermina Rico, acontecida el 4 de septiembre de 1996. Como bien lo ha señalado el propio Carlos Alba, ella fue la gran lideresa que logró concentrar el mayor número de organizaciones de comerciantes y por muchos años fue la principal interlocutora con las autoridades.
Así, el recorte de historias de vida que realizaron Braig y Alba nos permite saber, entre otras cosas, cómo se organizó la fragmentación de los liderazgos de organizaciones de comerciantes, cómo se distribuyeron las plazas y los espacios de venta, y cuáles fueron las negociaciones y las confrontaciones que sucedieron entre los nuevos liderazgos. En otros ángulos, también permite tener un panorama sobre cómo se ha desarrollado el proceso de gentrificación del Centro Histórico, así como vislumbrar la forma en la que se han desvanecido los usos y apropiaciones populares, como diría Vicente Moctezuma.
En términos heurísticos, conviene reflexionar en torno a la noción de la lucha desde una perspectiva procesual. Con base en el pensamiento de Norbert Elias, los procesos sociales son históricamente inacabados; en vinculación con la performatividad que destaca Latour, éstos se encuentran en constante performatividad. Algo similar acontece con la lucha como forma de relación social, la cual podría verse como un proceso performativo que se integra por las disputas, las negociaciones, las victorias y las derrotas que experimentan los participantes del conflicto. Esto podría llevarnos a recuperar las perspectivas del conflicto como forma de producción de lo social. Desde esta óptica, la obra de Braig y Alba nos permite apreciar el proceso político de la gobernanza del Centro Histórico desde la experiencia de sus participantes. En términos metodológicos, lo que hace este libro es enrolar y ensamblar las distintas experiencias de las personas que participan en cada uno de los grupos que, para decirlo en palabras de Verónica Crossa, se disputan un espacio en el Centro Histórico.
En términos de las bambalinas tras la metodología, quiero destacar el carácter afectivo con el que se hizo la investigación. Como lo ha destacado Georg Simmel, son los sentimientos la forma más sólida de vinculación social. En este sentido, las historias de vida que recabaron Carlos y Marianne, además de construirse con base en un sólido rigor metodológico de la técnica de historias de vida, son el reflejo de los afectos que han tejido con las personas participantes a lo largo del tiempo. Prueba de ello fue el quórum que, pese a la pandemia, se reunió aquella tarde de diciembre en el Palacio de Bellas Artes. Fue un hermoso retablo social ver reunidas dentro de un espacio de distinción social a las personas que se dedican al comercio y a atender sus empresas, a quienes son sus representantes en sus organizaciones gremiales y a quienes se dedican a la academia. Este tipo de instantes son los que logran los afectos que se vinculan en torno a Marianne Braig y Carlos Alba, quienes en sus investigaciones se vinculan afectivamente, lo que permite que sus relaciones se sostengan sobre la base del respeto y la confianza mutua, sin que ello menoscabe el rigor del análisis científico.
A manera de coda, como lo aprendería de una querida profesora, el principal aporte que hace un libro es lo que nos permite decir. Así, Marianne y Carlos nos enseñan a escuchar las voces del Centro Histórico y a integrar nuestras propias sinfonías en torno a la gobernanza de los espacios urbanos, si ensamblamos a otros grupos, otros espacios y otros actantes, con el fin de darles voz a las muchas historias que se representan en las calles, las plazas y los barrios de este emblemático espacio de nuestra ciudad. Las voces del Centro Histórico es una lectura obligada para quienes nos hemos especializado en el estudio del Centro Histórico, en la gobernanza del comercio popular y en el análisis del conflicto como forma que da sentido al ordenado caos de las ciudades contemporáneas. En adición, el libro es un deleite para cada una de las personas que habitamos la Ciudad de México y que ahí hemos tejido alguna historia de nuestra experiencia urbana.◊
1 Previo a este evento, el libro se presentó el 1 de diciembre de 2021 en el marco de la XXXV Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
2 Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, mural realizado por Diego Rivera en 1947.
3 Bajo la moderación de Jean François Prud’homme, las presentaciones fueron realizadas por Mario Barbosa, Marcela Briz, Hans-Jürgen Puhle, la diputada María Rosete y quien escribe esta reseña. En el público se encontraba gran parte de las personas que fueron entrevistadas para la realización del libro, además de otras de distintos círculos sociales. Véase este artículo en Nexos.
4 Al final de la presentación, el micrófono se abrió al público asistente, lo que dio paso a una solemne participación de quienes contaron sus historias a lo largo de la investigación.
* Es doctor y maestro en Estudios Urbanos y Ambientales con especialidad en etnografía y movilidad urbana, y en gestión pública. Es presidente y cofundador de asiicso-Habitus A.C. Ha sido profesor de El Colegio de México y ha impartido cursos y talleres en la uam Azcapotzalco. Colabora regularmente en la revista Nexos.