Los premios Nobel de economía de 2020 y las subastas mercantiles

Los economistas Paul Milgrom y Robert Wilson recibieron este año el premio Nobel de economía por su contribución científica en materia de intervención de mercados. Alejandro Castañeda nos explica en este texto la naturaleza de su aportación y los beneficios que de ella se derivan.

 

ALEJANDRO I. CASTAÑEDA SABIDO*

 


 

Este año, la Real Academia de las Ciencias de Suecia otorgó el premio Nobel de economía a Paul Milgrom y Robert Wilson por sus contribuciones en el tema de las subastas mercantiles. El comunicado en el que se anunció el galardón indica que éste se les otorga por sus mejoras a la teoría de subastas y por la invención de nuevos formatos de las mismas. Estamos acostumbrados a observar innovación en las ciencias exactas. Un ejemplo son las vacunas contra el coronavirus, que utilizan conocimientos de medicina y microbiología. La economía, recientemente, ha evolucionado para diseñar mecanismos e instituciones que permitan una mejor operación de los mercados. También hay innovación tecnológica en la economía.

Desde hace mucho tiempo se enseña en los posgrados de economía el problema de las fallas del mercado. Sin embargo, no en todos los casos de estas fallas existe un mecanismo adecuado para resolver el problema. La importancia de Milgrom y Wilson radica en que diseñaron mecanismos que permiten una mejor operación de los mercados. Muchas de las enseñanzas recientes en el área de la microeconomía tienen que ver con el diseño de mecanismos que permitan que los mercados funcionen de mejor manera. Las innovaciones tecnológicas se enmarcan en esta evolución. Los premiados este año inventaron nuevos formatos de subasta que permitieron elegir a operadores eficientes en telecomunicaciones y mejorar la operación de los mercados en este rubro. Wilson también contribuyó a la operación de mercados de electricidad.

En 1994 se otorgó el premio Nobel de economía a John Nash, John Harsanyi y Reinhard Selten por sus contribuciones a la teoría de juegos. La subasta de espectro radioeléctrico, realizada por primera vez ese año, fue una implementación práctica de la teoría de juegos. En un artículo publicado entonces en el Journal of Economic Perspectives, de R. Preston McAfee y John McMillan, se cita la siguiente frase del semanario Economist: “Cuando los subastadores del gobierno necesitan asesoría mundial, ¿a quién pueden recurrir? A los economistas matemáticos, por supuesto… Respecto a las empresas que quieren obtener una parte de las ondas radioeléctricas, su mejor apuesta es salir a contratar a un buen teórico de juegos”.1 Estos autores también citan a Fortune: “Fue un triunfo no sólo para la fcc [Federal Communications Commission] y los que pagan impuestos, sino también para la teoría de juegos (y los teóricos de juegos)”. Los teóricos predijeron (en particular Milgrom y Wilson) que el mecanismo “induciría un sistema de pujas más competitivo y un mejor apareamiento entre las empresas y las licencias”.2 Es útil recordar que, en los años ochenta, el jefe de la fcc dijo que una subasta de espectro ocurriría sólo si él estaba muerto (“over my dead body”).3 No pasó mucho tiempo para que se subastaran las ondas del espacio radioeléctrico en 1994, gracias a Milgrom y Wilson.

Con anterioridad a este esquema, el espectro se asignaba en Estados Unidos con base en loterías. Aunque una lotería puede parecer justa, no es óptima, pues se asignaba el espectro al que tuviera mejor suerte y no al que mejor lo valuaba. Otro esquema que se ha utilizado es la discrecionalidad del gobierno; en el pasado, en México y en muchos países, se utilizaron métodos de asignación directa; todavía en España, hace varios años, se asignó de manera directa el espectro. A este mecanismo de asignación se le ha denominado en la literatura anglosajona beauty contests: el regulador o el gobierno escoge, en el mejor de los casos, al operador con las mejores cualidades. Sin embargo, no siempre se selecciona a aquel que cumple este criterio, sino a aquel que tiene mejores conexiones políticas o al que sea un mejor cabildero. Es mejor asignar las frecuencias mediante mecanismos de subastas bien diseñados.

Un problema fundamental que han buscado resolver los métodos de subastas es el de la asignación eficiente de los bienes por subastar. Usualmente, esto significa asignar el bien al comprador que más lo valúa. Para ello, es necesario diseñar un esquema de subastas adecuado para tal propósito. El objetivo de la subasta del espectro era, para cada licencia, encontrar al postor que mejor lo valúa; a eso se refiere la literatura cuando habla de un mejor apareamiento (best matching).

Este desarrollo de subastas no fue el único cambio que ocurrió. En realidad, en los años noventa y principios de este siglo, hubo un cambio en el paradigma regulatorio en el ámbito microeconómico en general: se pensó en nuevas formas de introducir competencia en mercados en los que se creía que no podía existir. Por ejemplo, en las industrias de generación de electricidad, de trenes y, en general, de infraestructura, se ha pensado en nuevas maneras de organizar los mercados. Esto es lo que Robert Wilson llama “arquitectura de mercados”.4 Por ejemplo, se ha pensado, en algunos casos, introducir competencia entre los operadores de ferrocarriles, separando la propiedad de la vía de la propiedad de los operadores de ferrocarriles. Asimismo, la evolución tecnológica ha permitido que el tamaño mínimo de escala en plantas de generación de electricidad descienda, lo que ha posibilitado introducir competencia en la generación de electricidad. Hoy en día, esta competencia es un hecho y ocurre en muchos países. En México se introdujo recientemente, después de la reforma energética. A continuación hacemos una comparación de precios en México para convencernos de las mejoras habidas en este rubro por tener un mercado eléctrico. En febrero de 2017, la Comisión Reguladora de Energía indicó que, mientras los costos promedio de generación de electricidad de la Comisión Federal de Electricidad (cfe) por megawatt hora eran de 141.21 dólares, en la última subasta (celebrada en 2017) se llegaron a pactar precios de sólo 20.57 dólares, un séptimo del costo promedio. A pesar de esto, no ha existido ninguna subasta de mercado eléctrico organizada por el gobierno actual.

Anteriormente, en los países en los que la generación de electricidad era privada, se operaba con monopolios verticalmente integrados y las empresas de generación gozaban de amplias economías de escala; esto hacía que la única manera de obtener electricidad en condiciones adecuadas fuera mediante la regulación de estos monopolios. En otros países, como México, la solución fue tener monopolios propiedad del Estado, que, en ausencia de un sistema de incentivos adecuados de gobierno corporativo, desembocó en empresas mal administradas, con costos muy elevados. Con el progreso tecnológico, el tamaño eficiente de planta de generación fue disminuyendo y apareció la oportunidad de diseñar mercados de electricidad. Robert Wilson fue de los primeros que participaron en este esquema al diseñar los mercados de electricidad del estado de California.

Los mercados de electricidad son volátiles en el corto plazo porque tienen distorsiones de oferta (el hecho de que un generador no funcione o se descomponga) y de demanda (una onda de calor). Adicionalmente, tenemos problemas por la confiabilidad del sistema de transmisión. De acuerdo con Wilson, una restricción que afecta la operación de los mercados es la incapacidad de que existieran medidores de electricidad en tiempo real, que permitieran a los proveedores de electricidad variar los precios realmente ofrecidos (conforme ocurren las distorsiones) y esperar que los consumidores respondan con cambios en la demanda. En este escenario, un operador en una situación geográfica privilegiada puede ejercer poder de mercado, pues se está enfrentando a un problema de demanda inelástica (por la ausencia de medidores horarios). Este tipo de problemas no puede ser resuelto por los enfoques tradicionales que utilizan las autoridades de competencia. Este y otros problemas, como la confiabilidad del sistema de transmisión, enfrenta la operación de los mercados eléctricos, y Wilson contribuyó con sus diseños a superar algunos de ellos. Fue un innovador al contribuir al diseño de competencia en generación en California.5

De hecho, a partir de las contribuciones de estos economistas laureados (y de otros), se creó un área del conocimiento llamada diseño de mercados. En estas áreas, los economistas se convierten en ingenieros y usan teoría de incentivos (teoría de juegos) para resolver problemas prácticos de operación de mercados y diseñar nuevos mercados que pueden operar mejor que lo que ocurría antes.

El otorgamiento del premio a este tipo de economistas es importante porque existe un desencanto con el funcionamiento de los mercados en el mundo, que podemos observar en los resultados electorales de los últimos cinco años. El otorgamiento del Nobel a estos investigadores nos viene a decir, implícitamente, que existen maneras en las que la economía analítica puede ayudar a un mejor funcionamiento de los mercados y contribuir al bienestar de la sociedad. No es el objetivo de este ensayo explicar la contribución completa de Wilson a los mercados eléctricos; lo importante es que la operación de un eficiente mercado eléctrico requiere resolver grandes problemas (como los mencionados en el párrafo anterior), y que economistas como Wilson ayudaron a resolverlos. Este tipo de problemas no puede atenderse con las herramientas tradicionales que utilizan las autoridades de competencia; es necesario diseñar un mecanismo que utilice la teoría del comportamiento estratégico (teoría de incentivos) para diseñar esquemas de funcionamiento que puedan combatir este poder de los mercados.

En México, las reformas de competencia de 2013 (constitucionales) y de 2014 (en la ley correspondiente) en cierto sentido mejoran la eficiencia en el funcionamiento de los mercados, pues mandatan a la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) a vigilar el funcionamiento eficiente de los mercados, regular el acceso a insumos esenciales y eliminar las barreras a la competencia. Más adelante explicaré en qué sentido pudo haberse utilizado este tipo de esquemas utilizando la nueva literatura de diseño de mercados.

 

Breve introducción a subastas

 

Existen varios tipos de subastas mercantiles: las de un solo bien y las de bienes múltiples. Asimismo, el formato puede cambiar; las hay a sobre cerrado primer precio y a sobre cerrado segundo precio. En todos los formatos, el ganador es aquel que puja más. Sin embargo, para el caso de subasta a segundo precio, el ganador no pagó la puja que hizo, sino la segunda mejor puja. Bajo ciertas circunstancias, la subasta a sobre cerrado a segundo precio puede ser óptima; lo importante es que el ganador no paga el monto de la puja que realizó, sino el costo de oportunidad para la sociedad, es decir, la segunda mayor puja. Adicionalmente, existen las subastas de tipo abiertas, llamadas inglesas. Estas últimas son similares a las que observamos en las subastas de artículos de arte.

Cuando se subasta un solo bien, existen dos modelos canónicos para analizar este tipo de esquemas: los de valores individuales y los de valores comunes. Cuando un bien se va a usar para consumo personal, los postores tienen una valuación precisa del bien: los participantes ya han evaluado el beneficio que les va a otorgar. Para los que conocen de economía, los postores tienen una medición de la ganancia en utilidad que obtendrán por adquirir el bien. En este tipo de bienes, decimos que las valuaciones de los postores son individuales. El caso contrario es cuando los postores tienen incertidumbre sobre el valor real del bien. Es decir, tienen una estimación del valor, pero no lo conocen a ciencia cierta. Un ejemplo de este tipo de situaciones son las subastas de hidrocarburos. En este caso, las compañías petroleras compiten por tener derechos a la exploración de campos petroleros; se cuenta con estudios geológicos, pero nadie está seguro de la cantidad de petróleo que se encuentra en el campo petrolero que se va a subastar. En este caso, todas las compañías obtendrían el mismo beneficio en caso de ganar, pero éste es incierto. A este tipo de subastas la literatura las denomina de valor común.

En el caso de los valores individuales y para una persona que desea subastar un bien, la literatura argumenta que esa persona debe esperar ganar la misma cantidad de ingresos, independientemente del formato de subasta que utilice; es decir, una subasta a primer precio sobre cerrado le dará el mismo ingreso que una abierta de tipo inglesa o que una a segundo precio sobre cerrado. En la literatura se conoce este resultado como el “teorema de equivalencia de ingresos”. No importa el formato que se use, éste dará como resultado el mismo ingreso esperado para el vendedor.6

Sin embargo, para el caso de valores comunes, el ingreso que espera obtener una persona que subasta un bien varía dependiendo del formato de subasta que se desee usar. En este caso, Milgrom y Weber (1981)7 mostraron que el ingreso esperado de la subasta inglesa es mayor al de las otras; el formato de la subasta importa si quiere obtenerse un mejor precio de venta. Una subasta abierta (inglesa) es mejor que una a sobre cerrado, porque permite revelar información a través de las pujas de los postores. Esto es lo que se llama en la literatura “descubrimiento de precios”.

Si se instrumenta una subasta a sobre cerrado en una situación en la que las valuaciones son comunes, puede ocurrir lo que se ha dado en llamar la maldición del ganador. Si las valuaciones son comunes, significa que todos los postores consideran que el bien vale lo mismo. Sin embargo, nadie tiene una estimación precisa de éste. En un formato a sobre cerrado, ganar puede significar malas noticias para el ganador: implicaría que el ganador sobreestimó el valor del bien por encima de lo que lo valuaban los otros postores y puede significar un error de estimación. En un formato abierto de subasta inglesa, los postores van revelando su información a través de sus pujas, lo que permite a la subasta agregar la información privada de los postores y obtener una mejor estimación del bien que se va a subastar. En este caso, el ganador está seguro de que su puja tomó en cuenta la información que tenía el mercado sobre la valuación del bien. En el caso del formato a sobre cerrado esto no ocurre porque no hay revelación de información por parte de los otros postores. De acuerdo con Krishna,8 el ejemplo más antiguo de la maldición del ganador se remonta al Imperio romano. En el año 193 d.C., la guardia pretoriana, después de matar al emperador Pertinax, resolvió subastar el imperio al mejor postor. El ganador, Didius Julianus, fue declarado emperador por haber hecho la mayor puja, 25 mil sestercios por soldado. Sin embargo, su gusto duró sólo dos meses, pues después fue decapitado.9

Para el caso de bienes múltiples la situación cambia. Los bienes por adquirir pueden ser complementarios entre sí o sustitutos. Un paquete de bienes puede ser más valuado si se obtienen todos los bienes en ese paquete en comparación con cada uno de los bienes que se obtiene de manera individual. En el caso de bienes complementarios, eso puede ocurrir. Un formato de subasta que permita agregar adecuadamente los bienes que son complementarios sería deseable. Sin embargo, ésta no es una tarea fácil. Definitivamente, una subasta en la que se subastan varios bienes a sobre cerrado no es deseable para adquirir bienes complementarios. Si en el caso de una sola subasta es muy difícil para un postor valuar un solo bien, se vuelve más difícil hacerlo para varios bienes y estimar lo que debe pujarse por cada uno de ellos cuando se considere que haya complementariedades entre ellos.

Milgrom y Wilson, en el diseño de la subasta simultánea ascendente, permiten la agregación de bienes complementarios y, también, el descubrimiento de precios.

Una subasta de múltiples bienes es un método de asignación de varios bienes a un conjunto de compradores potenciales para decidir la asignación sobre la base de las posturas que hacen los postores (o compradores potenciales). Usualmente, los bienes se asignan a los postores que hacen las pujas más altas. Sin embargo, dependiendo del tipo de subasta, la regla de pago varía. A veces, cuando se está vendiendo un solo bien, el pago del postor que hace la mayor puja es la del que hace la segunda mejor puja. En el caso de múltiples bienes, el equivalente es el concepto de costo de oportunidad para determinar el pago de los postores ganadores.

A este tipo último tipo de subastas, en las que se paga el costo de oportunidad, se le conoce como subasta de tipo Vickrey. En resumen, en una subasta de tipo Vickrey de múltiples bienes, el ganador (o ganadores) es aquel que hace la puja más alta; sin embargo, no se paga esta puja, sino el costo de oportunidad por el conjunto de bienes (en el caso de bienes múltiples, el algoritmo es complicado). Las subastas de tipo Vickrey tienen propiedades óptimas en términos de los pagos que se hacen y que generan asignaciones eficientes.10 Cuando se subastan bienes múltiples, es muy difícil implementar una subasta de Vickrey, pues implica cálculos muy complejos para cada uno de los postores. Como no existe descubrimiento de precios, la implementación práctica de una subasta de este tipo es imposible.

La subasta simultánea ascendente puede resolver estos problemas, pues permite descubrir precios y agregar entre bienes a los postores. ¿Cómo ocurre la subasta simultánea ascendente?

Es una subasta que se realiza en rondas; en cada ronda, el subastador decide un incremento mínimo para cada uno de los objetos que van a subastarse. La subasta termina cuando no se someten nuevas pujas, y éstas son anónimas. En cada ronda se define la postura válida más alta que corresponde a la mayor puja para ese objeto, tomando en cuenta las rondas pasadas y la más reciente. Los participantes están sujetos a un conjunto de reglas de actividad, lo que, básicamente, significa que tienen que estar activos en las pujas de los bienes; si no, pierden el derecho a comprar un cierto número de bienes. Esto evita que los postores se esperen en sus posturas hasta que los demás revelen su información. Cuando no hay nuevas pujas, la subasta termina y los participantes que tienen las posturas válidas más altas adquieren el bien. La ventaja de esta subasta es que permite el descubrimiento de precios, lo que evita la maldición del ganador. Asimismo, permite la agregación entre bienes complementarios.

Sin embargo, en algunos casos ocurren situaciones en las que, incluso en esta subasta, pueden presentarse problemas. Esto es lo que se conoce como exposure, que ocurre cuando tenemos un participante que considera que dos bienes son complementarios; en este sentido, obtener los dos bienes puede ser muy importante para el participante. Llamemos a uno de los bienes 1 y al otro bien, 2. En una subasta simultánea ascendente puede ocurrir que, conforme avanza la subasta, el precio del bien 1 sube mucho y ya no tiene sentido adquirirlo. En este escenario puede ocurrir que el postor tenga la postura más alta en el bien 2 y ya no desee adquirirlo, pues sólo tenía sentido adquirir los dos. Como el postor tiene la postura más alta en el bien 2, si la subasta terminara en ese momento, tendría que adquirirlo, aunque ya no tenga sentido porque no puede adquirir el bien 1.

De acuerdo con Meng y Gunay (2017), realizando simulaciones de un juego de subastas simultáneas ascendentes, encuentran que el problema ocurre con probabilidad de 9%.11 Milgrom ha argumentado en el mismo sentido en sus exposiciones personales. Una manera de resolver el problema del exposure sería diseñar los paquetes en los que hay sinergias ex ante por el subastador, pero es difícil que éste tenga esa información; de hecho, ésa se revela en la subasta.

Arriba mencionamos que esas subastas pueden utilizarse para resolver problemas prácticos de operación de los mercados y como mecanismo que usen las autoridades de competencia para fomentar el comportamiento eficiente de los mercados. Ahora nos abocaremos a ilustrar esas ideas con ejemplos.

 

Ejemplos de subasta simultánea ascendente

 

La Cofece resolvió sobre los horarios de aterrizaje y despegue en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (aicm) en 2017 en una investigación sobre insumo esencial. Se consideraba que los horarios de aterrizaje y despegue son insumos esenciales y que su acceso era fundamental para garantizar el funcionamiento eficiente de los mercados.

El aeropuerto de la Ciudad de México está congestionado. La primera declaración de saturación fue en 2005; a principios de 2007 se inauguró la segunda terminal, lo que incrementó su capacidad teórica a 32 millones de pasajeros por año. Sin embargo, en 2017 transportó a 44.7 millones. Asimismo, de acuerdo con estudios de los Servicios a la Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano (Seneam), y tomando en cuenta el tamaño de aeronaves que se usaron en el año 2014, el aeropuerto debería de tener un máximo de 61 operaciones por hora. De acuerdo con las investigaciones de la Cofece, en varias horas del día se superan las 70 operaciones por hora. Por último, también según la Cofece, el aicm presenta, en promedio, un sobreprecio de los boletos para cualquier avión y aerolínea que despega, si lo comparamos con los precios de cualquier otro aeropuerto del país. Todo esto es evidencia de que el aicm está congestionado.

Asimismo, en este aeropuerto, como en otros en el mundo, las reglas de asignación de slots utilizan principios de antigüedad. Tradicionalmente, los horarios de aterrizaje y despegue se asignan sobre la base de que el primero que lo solicita es el que lo obtiene siempre, cuando se satisfaga una serie de requisitos. Para un slot en un horario asignado, tiene prioridad el operador que lo haya utilizado en la temporada anterior (grandfather rights). Si dos operadores buscan operar en un slot que no está asignado, se le asignará al que tenga mayor antigüedad en el aeropuerto. Los precios no juegan un rol en la asignación de slots. Debido a la ausencia de un mecanismo de precios y a la falta de existencia de un mercado secundario de slots, la asignación de éstos (entre las aerolíneas) es ineficiente. En este contexto, una subasta simultánea ascendente podría resolver el problema de la falta de existencia de precios que guíen la asignación de recursos. Como no existen precios, vemos ejemplos de uso de slots en los que aterrizan aviones de tamaño muy pequeño, a pesar de que el aeropuerto está congestionado. Un ejemplo de esto es que 7.8% de los vuelos operados (en horarios saturados: 6 a 22:59 horas) en 2014 fueron realizados por Aeromar que, asimismo, cuenta con 7.99% de los horarios de aterrizaje y despegue (en horarios saturados). Por su parte, Volaris contaba con 6.32% de los horarios de aterrizaje y despegue en ese año.

De acuerdo con la investigación de la Cofece, Aeromar tiene una relación de 50 slots por cada mil pasajeros transportados. Volaris necesita, aproximadamente, nueve slots por cada mil. Una relación de eficiencia de cinco veces. Asimismo, Aeromar transportó aproximadamente 299 mil pasajeros en la temporada de verano y 180 mil en la invernal de 2014. Si los slots se transmitieran a Volaris, y dada la eficiencia con la que ésta opera, podría, potencialmente, aumentar a 2 661 111 pasajeros transportados en las dos temporadas, a diferencia de los 479 mil que transportó Aeromar ese año: aproximadamente, 2 182 111 pasajeros más. Si el promedio de boleto facturado es de 2 mil pesos, las ganancias en eficiencia serían de 4 364 222 000: aproximadamente, 236 millones de dólares (tipo de cambio de 18.50). Esta transmisión de slots ocurriría si se realizara una subasta simultánea ascendente de los slots del aicm; dado que Aeromar no utiliza eficientemente los slots, sería difícil que generara posturas ganadoras por los que actualmente detenta.

Un ejemplo adicional son las subastas de petróleo. Los bloques de petróleo tienen la característica de valor común; la mayoría de las compañías que se anticipa que participen en la subasta de aguas someras tienen acceso a la misma tecnología y pueden, en principio, reproducir el comportamiento de sus rivales a la hora de explorar y explotar los pozos petroleros. Si existe valor común o existe correlación entre las valuaciones de los participantes de la subasta, así como información parcial para cada postor sobre el valor del bloque por licitar, una subasta abierta dinámica es mejor que una a sobre cerrado, porque permite revelar información a través de las pujas de los postores. Como lo mencionamos antes, permite el descubrimiento de precios.

Para los bloques de petróleo que se han licitado hasta ahora, la Comisión Nacional de Hidrocarburos propuso un esquema de subasta a sobre cerrado por cada bloque. Los representantes de la Comisión Nacional de Hidrocarburos (cnh) y de la Secretaría de Hacienda (shcp) argumentaron en su momento que las subastas a sobre cerrado son menos proclives a la colusión. Plantearon que las subastas abiertas son más susceptibles de padecer colusión. Esto es un error porque en las nuevas subastas abiertas que se han realizado en el pasado (de espectro, por ejemplo) se han implementado reglas de anonimidad, lo que dificulta la colusión.

Ejemplo de lo difícil que ha sido la colusión en subastas abiertas simultáneas, dadas las reglas de anonimidad que se implementan actualmente, es el caso de la subasta AWS-3 que ocurrió en Estados Unidos entre noviembre de 2014 y enero de 2015 (con 341 rondas). El ingreso obtenido por el gobierno fue aproximadamente de 44 900 millones de dólares, mucho más del doble de los ingresos estimados por Wall Street antes de la ocurrencia de la subasta. En ésta estuvieron tres postores muy dominantes: at&t, Verizon y T Mobile, empresas establecidas con necesidades específicas y conocidas de espectro por área (similar a los bloques en petróleo). Sin embargo, la subasta fue fuertemente competitiva y generó ingresos muy elevados. Al hacer las pujas anónimas y reportar sólo lo mínimo necesario, las nuevas subastas abiertas han sido muy exitosas en prevenir la colusión y promover efectivamente el descubrimiento de los precios eficientes. La comparación anterior es útil porque nos ilustra lo que se hubiera obtenido en una subasta a sobre cerrado versus una con descubrimiento de precios. Si pensamos que las estimaciones de Wall Street eran las mejores, sin haber experimentado el descubrimiento de precios, eso se habría obtenido en una subasta a sobre cerrado primer precio. Como la subasta no fue a sobre cerrado, sino que hubo descubrimiento de precios, la recaudación del gobierno fue de más del doble.

Vale la pena recordar que, en cumplimiento del mandato de la Ley de Hidrocarburos, la Cofece opinó que deberían hacerse subastas abiertas (de tipo clock)12 para los bloques de petróleo. Sin embargo, la cnh y la shcp se negaron a acatar la opinión de la Cofece. En la ronda 1.3 de subastas de petróleo en México, se adjudicaron los 25 bloques licitados. El formato que se utilizó fue a sobre cerrado. Sin embargo, en seis de ellos, los ganadores no suscribieron los contratos respectivos. En cinco de esos bloques, la diferencia entre el ganador y la segunda postura resultó ser muy amplia. Una vez que el ganador conoce la diferencia en posturas, puede racionalizar como alternativa absorber el costo de pagar la penalización de no contratar, ante la perspectiva de pérdidas mayores en el futuro por haber tenido un error de valuación significativo (la maldición del ganador). A pesar de esta evidencia, la cnh y la shcp se negaron a hacer subastas con descubrimiento de precios.

 

Conclusiones

 

Si la Cofece utilizara su mandato constitucional de regular el acceso a insumos esenciales (en el ejemplo del aicm, el acceso aéreo es el insumo esencial), se lograría un funcionamiento más eficiente del mercado aeroportuario de la Ciudad de México. Éste es un ejemplo de cómo el diseño de mercados, en este caso un rediseño completo del esquema de aterrizaje y despegue del aeropuerto, puede ayudar al funcionamiento eficiente de los mercados y aumentar el bienestar de los consumidores que lo usan. El ejemplo presentado lo ilustra claramente. En el caso del petróleo, realizar subastas como las propuestas por la Cofece para licitar áreas de exploración de petróleo permitiría al gobierno obtener elevados ingresos, más altos que los que se han obtenido con subastas a primer precio sobre cerrado. Milgrom y Wilson nos ayudaron a pensar en cómo intervenir en los mercados utilizando la ciencia económica para hacerlo, algo que el liberalismo puro rechazaría y que también es una posición que los modernos populistas no compartirían, pues implica utilizar el conocimiento económico para mejorar la sociedad, lo que rechazan estos últimos.◊

 


 

1 R. Preston McAfee y John McMillan, Journal of Economic Perspectives, vol. 10, núm. 1, invierno 1996, pp. 159-174. La cita, en p. 159. La traducción es mía.

2 Ibid., p. 160.

3 Este comentario lo escuché en una conferencia acerca de subastas.

4 Véase R. Wilson, “Architecture of Power Markets”, Econometrica, vol. 70, núm. 4, 2002, pp. 1299-1709.

5 La ausencia de medidores horarios impidió el funcionamiento eficiente del primer diseño de competencia en generación en California. Esos primeros diseños generaron muchos problemas. Sin embargo, la arquitectura de mercados continuó y hoy en día hay operación de mercados de generación que funcionan razonablemente bien o, por lo menos, mejor que los esquemas anteriores de regulación de monopolios.

6 El libro de Vijay Krishna (Auction Theory, Massachusetts, Elsevier Academic Press, 2009) explica este resultado.

7 Paul R. Milgrom y Robert J. Weber, “A Theory of Auctions and Competitive Bidding”, Econometrica, vol. 50, núm. 5, 1982, pp. 1089-1122.

8 Véase Krishna, op. cit.

9 Ibid., p. 1.

10 Asignación eficiente significa que no hay desperdicio de recursos. Por ejemplo, una asignación ineficiente en el contexto de las subastas de hidrocarburos significaría asignar los derechos de explotación a las empresas que no tienen los menores costos de explotación y que, por lo tanto, no pueden obtener el mayor beneficio. Al obtener las empresas el mayor beneficio de los bloques, se maximiza el excedente social. Al mismo tiempo, las empresas más eficientes están dispuestas a pujar más y, por lo tanto, a ofrecer las mejores condiciones para el Estado.

11 X. Meng y H. Gunay, “Exposure problem in Multi-Unit Auctions”, International Journal of Industrial Organization, vol. 52, 2017, pp. 165-187.

12 La subasta de tipo clock es similar a una subasta simultánea ascendente; no hay espacio en este pequeño ensayo para explicarla.

 


* ALEJANDRO I. CASTAÑEDA SABIDO

Es doctor en Economía por la Universidad Stanford, de California, y profesor-investigador en el Centro de Estudios Económicos de El Colegio de México. Sus temas de investigación son la economía industrial, la organización industrial, el comercio y los mercados. En 2010, coordinó el libro Microeconomía, tomo X de la serie “Los grandes problemas de México”, editada por El Colegio de México.