Los itinerarios de dos plantas en la medicina de mujeres: la peacock flower y la cihuapatli

Dos plantas llamaron la atención de naturalistas desde mediados del milenio pasado por sus cualidades para atender las “enfermedades de las mujeres”: partos, menstruación, abortos… Maria Sibylla Merian describió la peacock flower sin juicio alguno hacia las mujeres que la usaban; todo lo contrario, con empatía hacia ellas. Quienes describieron la cihuapatli lo hicieron sin mencionar sus efectos abortivos. He aquí la historia.

 

ANGÉLICA MORALES SARABIA*

 


 

Maria Sybilla Merian, Metamorphosis Insectorum Surinamensium (1705).

Londa Schiebinger se preguntó en The Mind Has No Sex? (1989) si las mujeres, cuando llegaron a dominar algún campo de saber o parcela del quehacer humano, lo hicieron de una forma distinta a los varones. No tardó en encontrar una respuesta. Esta pregunta la llevó a analizar geografías que hasta ese momento habían sido poco exploradas en el campo de la historia de la ciencia. Fue así como el taller, el espacio doméstico y las redes familiares adquirieron una centralidad en la reconstrucción de la historia de las mujeres en la ciencia. Schiebinger reconoció que las mujeres utilizaron estrategias propias en la resolución de problemas durante la modernidad temprana, que se vincularon con el mundo natural y material de forma distinta y que produjeron conocimientos y saberes propios.

En esta breve contribución me interesa analizar el caso de dos plantas que fueron un extraordinario auxiliar en los problemas vinculados con la reproducción y la enfermedad de las mujeres, al utilizarse en los partos perezosos, así como para bajar la regla y producir abortos. Los saberes de las dos plantas pasaron de boca en boca y permanecieron insertos en la cultura médica, preponderantemente oral. Sin embargo, en el momento en el que los conocimientos en torno a ellas fueron incluidos en libros de historia natural, medicina, cirugía y materia médica, sus propiedades se describieron de manera parcial, pues dejaron fuera toda información “inapropiada” para la preservación del establishment religioso, político y social. Estas plantas fueron la peacock flower (Caesalpinia pulcherrima) y la cihuapatli (Montanoa tomentosa Cerv.). La primera de ellas ha sido estudiada ampliamente por la historiadora de la ciencia Londa Schiebinger; la segunda, por la medicina tradicional y la etnobotánica mexicanas.

Maria Sybilla Merian (1647-1717) nos dejó la descripción de una diversidad de insectos, plantas y animales. Ella se dio a conocer por sus contribuciones en el campo de la entomología y la ilustración científica. De toda su valiosa labor, aquí nos centraremos en la descripción que hizo de la peacock flower Sw., también conocida como poinciana, pequeño flamboyant, clavellina, pájaro rojo del paraíso, chivato de jardín, tabachín, Tzin’Kin, o chivatillo. Esta planta forma parte de las 60 descripciones que conformaron su texto Metamorphosis Insectorum Surinamensium (1705). ¿Qué tiene de relevante esta flor con respecto a las 59 restantes que completan su libro?

Merian nos dejó una hermosa ilustración de la peacock flower, acompañada de sus habitantes consuetudinarios: una oruga verdemar, una pupa color marrón y una polilla con alas grises, de cuerpo pintado con puntos y rayas blancas y amarillas. No sabemos con exactitud cuándo realizó el dibujo, pero sí conocemos con precisión que hizo observaciones del lepidóptero Manduca sexta paphus entre el 22 de enero y el 16 de febrero de 1700. En su cuaderno de campo registró que la oruga adquiría un color marrón cuando se transformaba en pupa, para más adelante convertirse en polilla. Además, señaló que la oruga se alimentaba de las hojas verdes de la leguminosa. En su ilustración, en lo alto de la planta, representó el momento en el que la polilla libaba del néctar de la flor, una flor amarilla de sutil belleza. Un detalle importante es que Merian no sólo capturó los diferentes estadios de la metamorfosis de la Manduca sexta paphus, sino que escribió la ecología social de la planta:

La flos pavonis [peacock flower] es una planta de 9 metros de altura. Da una flor amarilla y roja. Las mujeres que dan a luz usan esta semilla para llevar a cabo el trabajo de parto. Las indias al servicio de los holandeses que son maltratadas las usan para abortar a sus hijos y así no tener descendencia para que no se conviertan en esclavos como ell[a]s. Las esclavas de Guinea y Angola deben de ser tratadas gentilmente. De otra manera, no quieren tener hijos en su estado de esclavitud y se rehúsan a hacerlo. De hecho, en ocasiones hasta los matan debido al duro trato al que comúnmente son sometidas. Porque sienten que ellos van [a] renacer en un estado de libertad en el país de sus amigos, como lo escuché de sus propios labios.

El párrafo citado hoy nos deja atónitos. Merian describe las fuertes implicaciones que tienen los embarazos para las mujeres que viven en condición de esclavitud, deslizando una poderosa crítica que no se esperaba venir porque, tanto en el título del libro como en el resto de las ilustraciones, se omitió este tipo de comentarios. Como cualquier otro naturalista de la época, se valió de los pobladores locales para adentrarse en los territorios inhóspitos y así aprehenderlos en sus notas de campo, bocetos y colectas de plantas, animales e insectos. Son sus informantes quienes conocen los nombres de la naturaleza, y seguramente fueron mujeres quienes pronunciaron las palabras que más tarde ella transcribió cuando tocó el tema de la peacock flower. Las informantes sabían cómo usar las semillas en los partos perezosos, pero también cómo producir abortos. Claramente, para las mujeres esclavizadas, interrumpir el embarazo era una autoafirmación de su humanidad, la defensa de su progenie y la única vía para que nunca nacieran sus hijos en esa condición tan atroz. En su texto, Merian las exonera de cualquier crimen imputable; es empática, no las juzga y sólo se limita a transcribir la experiencia que le confiaron.

El caso de la peacock flower, recolectada en Surinam, antigua colonia holandesa, es tan sólo un ejemplo de las plantas que formaron parte de la cultura médica de las mujeres y que fueron soslayadas en los textos científicos, como bien lo analizó Schiebinger. Los abortivos suelen ser cuerpos de conocimiento que no se transfirieren del Nuevo Mundo a Europa. Por ello, no es extraño que la peacock flower viajara a Europa como un espécimen de ornato y no como medicina de mujeres, lo cual generó la inmediata pérdida de saberes y prácticas vinculadas con su recolección, preparación y dosificación. Los médicos y naturalistas que escribieron sobre ella —sostiene Schiebinger— la silenciaron y la condenaron en sus textos. Sin embargo, fue un secreto a voces que podía ser un abortivo eficaz.

En otra región, en la Nueva España, se escribió en los libros tempranos de medicina y materia médica del siglo xvi sobre otra planta igualmente importante para las mujeres: la cihuapatli, que en español significa medicina o remedio de mujeres. Sobre ella escribieron Bernardino de Sahagún (1499-1590), Francisco Hernández (1515-1587), Francisco Ximénez, Agustín Farfán (1532-1604) y Alonso López de los Hinojosos (1535-1597), quienes destacaron su valía en los partos perezosos, así como su utilidad como emenagogo. Claramente, no dejaron registro alguno sobre su cualidad abortiva. Durante el siglo xviii, el afamado Vicente Cervantes, director del Real Jardín Botánico de México, escribió que la cihuapatli era útil para el parto, como estomática, diurética y pectoral. En el siguiente siglo, el xix, la cihuapatli continuó apareciendo en los libros de materia médica y farmacología, que subrayaban su buen uso en partos perezosos, siempre y cuando no estuviera comprometido el alumbramiento con una mala posición del feto. Fue también durante ese mismo siglo que se iniciaron las investigaciones químicas, farmacológicas y experimentales sobre ella. El Instituto Médico Nacional (1889-1915) la incluyó en Datos para la materia médica mexicana (1894). En dicha obra se reconocía la gran aceptación que estaba logrando entre los médicos, quienes estaban experimentando con ella en diversos hospitales públicos y privados, mediante diferentes tipos de extractos acuosos. Los médicos reconocieron en la planta un excelente sucedáneo de la ergotina de Bonjean (elaborada a partir del cuernecillo de centeno). Curiosamente, durante ese mismo siglo el registro de la cihuapatli como emenagogo fue escaso en la literatura médica, mas no inexistente, pero los efectos abortivos jamás fueron mencionados.

Durante el siglo xvi, Hernández describió varias plantas con la denominación de cihuapatli. Aquí nos interesan dos de ellas: la cihuapatli mayor y la cihuapatli hemonítica. La primera adquiere su nombre por ser de mayor tamaño, útil en las afecciones del útero (“madre”), para provocar la menstruación y, en síntesis, curar todas las enfermedades de las mujeres. La ilustración que existe, tomada de los dibujos originales de Hernández, coincide con la planta viva. En la edición que preparó Ximénez del trabajo de Hernández, agregó que sin duda era la planta principal, al tratarse de “pasiones de la madre” y al presentar flores rojas y pequeñas. Hoy sabemos que esta especia es silvestre y arvense, ligada a los campos de cultivo. La segunda especie, la cihuapatli hemonítica, logró romper barreras culturales, ya que las mujeres españolas no tardaron en incorporarla para aliviar sus dolencias vinculadas con el útero, castellanizando su nombre a “yerva de la madre”. Hernández la vinculó con el helecho europeo, hemionite (Scolopendrium officinarum), ya que presentaba un parecido marcado con sus hojas, y la renombró cihuapatli hemonítica. La planta ayudaba en los partos perezosos y era “admirable para provocar la regla a las mujeres y curar sus indisposiciones”. Ximénez dejó asentado que la mujer la “suele cultivar por cosa regalada y de buen parecer, no sólo en los jardines y huertas, sino también en las macetas y vasos de barro, y con ella suelen las damas y señoras hermosear sus corredores y ventanas y los jardines pensiles de su regalo”.

En la actualidad, no se ha podido identificar ninguna planta con la descripción y la ilustración que se incluyó en la edición romana de Hernández, pero, tal como se desprende, la cihuapatli hemonítica formó parte de la cultura médica de las mujeres, quienes la mantuvieron cerca por su hermosura, pero sobre todo por su utilidad en los partos, la menstruación y otras afecciones del útero. Cabe preguntarnos: ¿cuándo dejó de habitar la cihuapatli hemonítica el espacio doméstico? ¿Cuándo fue expulsada del reino de la medicina de las mujeres? ¿Por qué no tenemos registro de ella en los libros sobre medicina y materia médica en los siglos siguientes? ¿Existirá algún vínculo entre la peacock flower y la cihuapatli?

La peacock flower y la cihuapatli se desarrollaron en contextos muy distintos; sin embargo, a través de la reconstrucción de sus itinerarios podemos reconocer la actuación de determinados discursos sobre los saberes, técnicas y prácticas de la medicina de mujeres, que borraron aquello que se consideró peligroso o inadecuado. Al concluir la modernidad temprana, la información sobre las sustancias abortivas en los libros de medicina, cirugía y materia médica comenzó a decrecer para el público abierto, no así las sustancias emenagogas o las que aceleraban los partos. A la par de dichos procesos sociales, encontraremos a los médicos perfeccionando procedimientos mecánicos en la resolución de partos problemáticos y en la realización de abortos, ignorando la eficacia de las plantas con cualidades abortivas, utilizadas ampliamente por la medicina de mujeres. La cihuapatli siguió siendo utilizada por las parteras tradicionales en los alumbramientos perezosos. Hoy se han confirmado sus cualidades como estimulante uterino (oxitócico), emenagogo y por su acción abortiva, lo cual nos lleva a preguntarnos si el seguimiento histórico que hemos hecho sobre la cihuapatli ha sido parcial, derivado del fuerte apego a los archivos ya conocidos. Evidentemente, existe una dificultad histórica al intentar reconstruir la cultura médica de las mujeres, sobre todo cuando se trata del aborto y sus tecnologías. Sin embargo, en el pasado, las sustancias que actualmente clasificamos como oxitócicas y emenagogas aparecían como parte de un mismo cuerpo de saberes, mismos que hoy queremos separar bajo los preceptos de la medicina, la química y la farmacología moderna. Es claro que las mujeres no sólo utilizaron estrategias propias en la resolución de problemas durante la modernidad temprana, sino que se vincularon con el mundo natural y material de forma distinta, produciendo conocimientos y saberes desde su propia subjetividad.◊

 

Francisco Hernández, Rerum Medicarum Novae Hispaniae Thesaurus (1651).

 

Zoapatle. Instituto Médico Nacional, Datos para la materia médica mexicana (1894-1908).

 

Montanoa tomentosa Cerv. GH, 00010549, E.W. Nelson (1894).

 


 

Bibliografía

Montanoa tormentosa Cerv. Zoapaxtle”, Malezas de México.

“Zoapatle”, Atlas de las plantas de la medicina tradicional mexicana, Biblioteca Digital de la Medicina Tradicional Mexicana.

Álvarez Peláez, Raquel, y Florentino Fernández González, De materia medica novae Hispaniae. Manuscrito Recchi, tt. I y II, España, Doce Calles/Junta de Castilla y León, 1998.

Harvard University Herbaria & Libraries.

Hernández, Francisco, “X. Del Tlilxóchitl o flor negra”, Historia Natural de la Nueva España 2.

Hernández, Francisco, Rerum medicarum Novae Hispaniae thesaurus, seu, Plantarum animalium mineralium Mexicanorum historia, Romae, Ex typographeio Vitalis Mascardi, MDCXXXXX1.

Instituto Médico Nacional, “Zoapatle”, en Datos para la materia médica mexicana, México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1894-1908, pp. 137-151.

Instituto Médico Nacional, Datos para la materia médica mexicana, México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1894-1908 [States of America, Rutger University Press, 2008].

Merian, Maria Sibylla, Metamorphosis Insectorum Surinamensium, Bélgica, Lannoo Publishers, 2016.

Schiebinger, Londa, ¿Tiene sexo la mente?, María Condor (trad.), Madrid, Ediciones Cátedra/Universidad de Valencia/Instituto de la Mujer, 2004.

Schiebinger, Londa, “West Indian Abortifacients and the Making of Ignorance”, en Robert N. Proctor y Londa Shiebinger, (eds.), Agnotology. The Making and Unmaking of Ignorance, Stanford, California, Stanford University Press, 2008, pp. 145-162.

Ximénez, Francisco, Quatro libros De la naturaleza, y virtudes de las plantas, y animales que estan receuidos en el vso de medicina en la Nueua España, y la methodo, y correccion, y preparacion, que para administrallas se requiere con lo que el Doctor Francisco Hernandez escriuio en lengua Latina, México, Casa de la viuda de Diego López Daualos, 1615.

 


 

* Es doctora en Historia por la Facultad de Filosofía y Letras de la unam. Actualmente es investigadora del Programa de Historia de la Ciencia en el ceiich-unam e imparte los cursos de Historia social moderna y contemporánea y Sociología histórica en la Facultad de Ciencias Políticas de la unam. Entre sus temas de investigación se encuentran la historia de la medicina, la historia natural y las expediciones botánicas (siglos xvi-xix). Publicó el libro La consolidación de la botánica mexicana. Un viaje por la obra del naturalista José Ramírez (1852-1904) (ceiich-unam, 2016).