Los comandantes militares brasileños de la Misión en Haití

Después del derrocamiento del presidente Jean-Bertrand Aristide en febrero de 2004, en Haití actuó, durante 13 años, la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (minustah). Los autores del siguiente reporte entrevistaron a nueve oficiales brasileños que participaron de manera protagónica en la minustah y recogen aquí “la experiencia y la visión del mundo de esa generación de jefes militares brasileños”, muchos de ellos, ahora, miembros del gobierno de Jair Bolsonaro.

 

CELSO CASTRO / ADRIANA MARQUES*

 


 

Entre 2004 y 2017, Brasil cumplió su misión internacional más importante dentro de las Naciones Unidas: el comando de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (minustah). Además de enviar el mayor contingente de tropas (unos 37,500 militares brasileños sirvieron en Haití durante el periodo), Brasil nombró a los 11 force commanders, los comandantes militares de la misión. Nunca el comando militar de una misión de la onu ha permanecido tanto tiempo en el mismo país.

Conversamos con nueve de estos comandantes; dos de ellos ya habían fallecido. El resultado fue publicado en diciembre de 2019 por la fgv Editora con el título de Missão Haiti: a visão dos force commanders. Este artículo resume los principales puntos del libro.

Las entrevistas se llevaron a cabo entre enero y octubre de 2018. Informamos a los entrevistados que sus declaraciones se publicarían en la colección documental histórica de la Fundación Getulio Vargas, por lo que se pondrían a disposición del público. Ninguno de ellos pidió secreto sobre partes de sus declaraciones ni impusieron condiciones para su publicación. Sabían que queríamos registrar su visión de la experiencia de la misión en Haití, tanto personalmente como en relación con lo que representaba para las Fuerzas Armadas de Brasil, en particular el ejército, y para el país en general en la escena internacional.

Durante el periodo de las entrevistas, dos acontecimientos estuvieron directamente relacionados con las preguntas que les hicimos repetidamente a los comandantes: la expectativa de que Brasil se haría cargo de la misión de las Naciones Unidas (onu) en la República Centroafricana, que al final no se materializó, y el estado de seguridad pública en Río de Janeiro, que condujo a una intervención federal en febrero de 2018.

Después de concluidas las entrevistas, Jair Bolsonaro fue elegido presidente de la República. Varios de los generales entrevistados ocuparon posiciones importantes en el nuevo gobierno: Augusto Heleno Ribeiro Pereira se convirtió en el primer ministro del Gabinete de Seguridad Institucional; Carlos Alberto dos Santos Cruz, en ministro de la Secretaría de Gobierno; Floriano Peixoto Vieira Neto asumió la Secretaría General de la Presidencia de la República; Edson Leal Pujol se convirtió en el Comandante del Ejército; y Ajax Porto Pinheiro, en asesor especial de la presidencia del Supremo Tribunal Federal, la Corte Suprema brasileña. Cuando preparábamos el libro, Luiz Eduardo Ramos Baptista Pereira reemplazó a Santos Cruz en la Secretaría de Gobierno y Floriano Peixoto dejó la Secretaría General de la Presidencia de la República para asumir la presidencia de los Correos.

Los periodistas o analistas políticos a menudo se refieren a estos generales, en conjunto, como parte del “ala militar” del gobierno de Bolsonaro, en conflicto con otros grupos con los que competirían por influencia y poder. El análisis del papel de los comandantes militares de la minustah en el contexto político existente después de las entrevistas estuvo más allá del alcance de este libro. Sin embargo, no ignoramos que la experiencia en Haití, así como en otras misiones internacionales que llevaron a cabo, y que se registraron en las entrevistas, puede ser relevante para comprender su desempeño posterior como un grupo social.

Del conjunto de entrevistas, resulta una gran convergencia de opiniones sobre muchos temas. Podemos decir que la opinión de los force commanders es, en este sentido, muy homogénea, a pesar de que ejercieron el mando en diferentes momentos, marcados por coyunturas y desafíos específicos: la implementación de la misión; la lucha contra las gangs y el control de la violencia; los efectos devastadores del terremoto de 2010 y la posterior epidemia de cólera, que hizo a la misión transformarse en predominantemente humanitaria; y, finalmente, la desmovilización y el cierre de la misión después de 13 años en Haití.

Para comprender esta notable homogeneidad en la percepción de la experiencia de Haití es importante darse cuenta de que los force commanders provienen de una misma generación de militares, tanto en edad como en experiencia profesional. Nacieron entre 1946 y 1958 y se convirtieron en oficiales del ejército después de graduarse, entre 1969 y 1980, en la Academia Militar das Agulhas Negras, que forma a los oficiales superiores de la línea bélica del ejército brasileño. Se reencontraron después (entre 1978 y 1990) como capitanes en la Escola de Aperfeiçoamento de Oficiais y completaron el curso de la Escuela de Comando y Estado Mayor del Ejército entre 1984 y 1997. Sus carreras como oficiales superiores del ejército brasileño, por lo tanto, se extendieron desde la apertura política del régimen militar hasta la transición a la democracia y el establecimiento de la Nueva República en 1985, que implicó, esto último, la consiguiente salida de la institución militar del ejercicio directo del poder político.

Todos los force commanders tenían alguna experiencia internacional antes de su nombramiento para la función: como agregados militares, como observadores en otras misiones de la onu o, en Haití, como oficiales en el batallón brasileño en la minustah. Varios también continuaron, incluso ya retirados, colaborando con la onu como expertos en diferentes misiones. En particular, destacamos la experiencia del general Santos Cruz como comandante de la misión de la onu en el Congo entre mayo de 2013 y diciembre de 2015, apoyando a las fuerzas del gobierno para enfrentar la rebelión del Movimiento 23 de Marzo. Ellos siempre consideran relevantes estas experiencias internacionales y, por tanto, las valoran en sus declaraciones. También consideran que constituyen una nueva experiencia profesional en la carrera militar. Aunque los oficiales del ejército hayan participado previamente en diferentes misiones de mantenimiento de la paz de la onu, nada, en su opinión, se compara con la experiencia de Haití, ya sea en lo que la minustah ha representado en sus carreras o en el impacto que la misión ha tenido en términos de experiencia y aprendizaje institucional.

El sentimiento de representar a un grupo de oficiales de la misma generación fue evidente en varias ocasiones en las entrevistas: cuando se refirieron a haber servido juntos antes en sus carreras, a haber recibido el legado de sus predecesores en la misión y a pasar su experiencia a sus sucesores, así como en ​​la recurrencia con la cual, a lo largo de las entrevistas, asumían que uno u otro de los colegas ya debía haber hablado sobre este o aquel tema.

Con respecto a la experiencia personal, los force commanders destacan la satisfacción de haber cumplido con éxito sus misiones, así como la muy buena convivencia en general con un conjunto muy heterogéneo de tropas a su cargo. A pesar de las diferencias culturales, las características generales de la jerarquía y la disciplina militar habrían funcionado como un código básico y compartido que permitió el ejercicio del comando y la operación conjunta de las tropas. Los comandantes señalan, sin embargo, que la relación con efectivos de los ejércitos de países sudamericanos fue particularmente fácil. Además, varios enfatizan la importancia del liderazgo mediante el ejemplo personal, incluso en situaciones de riesgo físico. También mencionan lo que podríamos llamar una cierta “forma” brasileña de comandar y tratar con tropas, con un componente emotivo, flexible o de “juego de cintura”, de interacción interpersonal que facilitaría el ejercicio del mando y, sobre todo, el liderazgo en relación con sus comandados.

Nuestros entrevistados describen el miserable entorno de Haití, que resultaría peor que cualquier comparación con Brasil, y la fragilidad de las instituciones nacionales del país antillano, que se estarían reconstruyendo muy lentamente. Aunque tengan una visión positiva por considerar que lograron lo que se esperaba de la misión, diferencian claramente esta evaluación de la persistencia de los problemas políticos y sociales más serios de Haití, que estaban más allá del alcance de la misión.

Todos consideran que la participación en el comando militar de la minustah, retratada como la coronación de una trayectoria, la “misión de sus vidas”, fue muy importante en su carrera profesional. También consideraron excepcional la experiencia que la misión trajo a las Fuerzas Armadas de Brasil, en particular al ejército. El entrenamiento militar que los sucesivos contingentes tuvieron en Haití sería único, no comparable en calidad a cualquier ejercicio o conjunto de “maniobras” que pudieran tener en Brasil. En una imagen del general Ajax, el ejército habría ido a Haití de adolescente y habría vuelto adulto; para el general José Elito Carvalho de Siqueira, seis meses en Haití corresponderían a seis años de capacitación en el territorio nacional.

En cuanto a la importancia de la misión para el Brasil, los force commanders generalmente presentan la evaluación como muy positiva, especialmente en términos de prestigio en la comunidad internacional de naciones. En este sentido, casi todos apoyaron la posibilidad de que el país participara en la misión en la República Centroafricana.

Por último, pero no menos importante, en muchos momentos de las entrevistas nuestros entrevistados hicieron comparaciones o asociaciones directas entre el estado de la seguridad pública en Haití y el de Brasil, el de la ciudad de Río de Janeiro en particular. Son menciones que aparecieron, por ejemplo, en la explicación de la geografía y del espacio urbano de Puerto Príncipe por referencia a barrios o áreas en Río. Sin embargo, mucho más sorprendente es el efecto de comparar el desempeño en la lucha contra el crimen en Haití, en Puerto Príncipe en particular, con las misiones de seguridad pública de las fuerzas armadas en apoyo a la policía en Brasil, y más específicamente al actuar en las favelas de Río.

Por lo general, los force commanders ven las características del empleo militar en ambos escenarios muy similares. Establecen vínculos directos entre la experiencia de los strong points establecidos en Cité Soleil y las Unidades de Policía Pacificadora (upp), en las favelas de Río, y entre las características operativas y las opciones tácticas en un lugar y otro. En este sentido, creen en la existencia de una calle de doble sentido entre lo que habían aprendido de las experiencias previas de empleo en Brasil, antes de la misión en Haití, y las que se aplicaron allí, y el aprendizaje en el país antillano que ha sido útil para mejorar el empleo militar en acciones de seguridad pública en el contexto urbano brasileño. El equilibrio, sin embargo, claramente se inclinaría más hacia este último lado.

Aunque hagan esta asociación directa en términos de empleo en acciones de seguridad pública entre Haití y Brasil, entre Puerto Príncipe y Río de Janeiro en particular, los entrevistados señalan consensualmente una gran diferencia entre los dos contextos en términos de protección legal que respalde sus acciones. En el caso de la misión en Haití, esta dimensión estaría mucho más claramente establecida, lo que facilitaría el desempeño de la misión recibida, en comparación con el caso brasileño, donde la incertidumbre legal sería mucho mayor. También dejan en claro que, al comparar los dos tipos de misión, siempre prefieren la misión en el extranjero, y señalan que el uso de personal militar en el área de seguridad pública en Brasil no es algo deseado ni personal ni institucionalmente, porque es una función que debería ser ejercida por la policía, no por las fuerzas armadas.

En conjunto, estamos seguros de que el material es una fuente documental rica no sólo para aquéllos interesados ​​en comprender el desempeño de Brasil en Haití, sino también para conocer la experiencia y la visión del mundo de una generación de jefes militares brasileños.◊

 


* CELSO CASTRO

Es antropólogo, es profesor de la Escola de Ciências Sociais de la Fundação Getulio Vargas (cpdoc-fgv).

ADRIANA MARQUES

Es profesora del Departamento de Defesa e Gestão Estratégica Internacional de la Universidade Federal do Rio de Janeiro (dgei-ufrj).