Levante en el torbellino

La existencia de una nueva generación de investigadores mexicanos interesados en las transformaciones que han tenido lugar en los últimos años en el conjunto de las naciones del llamado mundo árabe —y, sobre todo, la publicación sistemática y continua de sus ensayos y obras— es un importante avance de las instituciones especializadas de investigación superior, digno de elogio y que merece divulgarse.

 

– JORGE ÁLVAREZ FUENTES / LUIS GUSTAVO NERI –

 


 

Mundo árabe. Levantamientos populares, contextos,
crisis y reconfiguraciones

Gilberto Conde, Marta Tawil, Camila Pastor (eds.),
México, El Colegio de México/Centro de Investigación
y Docencia Económicas, 2016.
Siria en el torbellino: insurrección, guerras y geopolítica
Gilberto Conde (coord.),
México, El Colegio de México, 2017.

 

La existencia de una nueva generación de investigadores mexicanos interesados en las transformaciones que han tenido lugar en los últimos años en el conjunto de las naciones del llamado mundo árabe —y, sobre todo, la publicación sistemática y continua de sus ensayos y obras— es un importante avance de las instituciones especializadas de investigación superior, digno de elogio y que merece divulgarse. Ello es prueba del creciente interés y preocupación que suscitan en nuestro país estos procesos, los cuales constituyen uno de los componentes más significativos de los cambios profundos y de la incertidumbre por los que atraviesa el mundo en la segunda década del siglo xxi.

Las dos obras que aquí se reseñan, impulsadas por tres distinguidos académicos de El Colegio de México y del cide, en las que se reúne una treintena de ensayos originales escritos ex profeso, vienen a ahondar y a ampliar los trabajos publicados a partir de 2011 sobre la irrupción de revueltas en la mayoría de los países árabes y acerca de los cambios geopolíticos profundos ocurridos en la región.

En el caso de Mundo árabe. Levantamientos populares, contextos, crisis y reconfiguraciones, se trata de una obra colectiva que presenta una serie de reflexiones y análisis, desde distintas disciplinas y perspectivas críticas, que en modo alguno pretende dar una visión acabada de un proceso inacabado. Por el contrario, busca problematizar y poner en cuestión los conflictos a partir de la comprensión de sus causas históricas y de la evolución de los movimientos sociales —tanto en Túnez, Marruecos y Egipto, en el norte de África, como en Siria y Líbano, en el Levante—, así como de sus efectos en las monarquías del golfo Pérsico.

Los levantamientos populares que se produjeron a finales de 2010 y principios de 2011 tomaron por sorpresa al mundo e inspiraron un sentimiento de esperanza, entre millones de jóvenes y mujeres árabes, de lograr un futuro mejor para las próximas generaciones. Los reclamos sociales ante el desempleo, la inflación, el aumento en los precios de los alimentos, la corrupción, la marginación, la falta de libertades y el autoritarismo gubernamental terminaron por provocar la caída de los presidentes de Túnez y Egipto, reforzando las aspiraciones de un cambio posible.

Estos fenómenos sociales que han impactado el norte de África, Medio Oriente y la península arábiga han generado crisis profundas de las instituciones políticas establecidas por décadas y de los aparatos de seguridad, así como el cuestionamiento del papel conservador de las élites, y, finalmente, han dado lugar a la caída y cambio de regímenes políticos, que en su mayoría han vivido la quiebra del contrato social y político poscolonial.

A siete años de las diversas revueltas, levantamientos populares e insurrecciones, es necesario echar la mirada hacia atrás y vislumbrar hacia adelante para poder hacer nuevas reflexiones; análisis severos y críticos sirven de referencia: para entender la nueva fase histórica que vive esta convulsa región del mundo, para identificar a los actores que fueron apareciendo y cambiando a lo largo de la dinámica contradictoria de los movimientos y para esclarecer las múltiples causas que los originaron y cuáles pueden ser los desenlaces en el mediano y largo plazos de estos procesos, aunque, ciertamente, se obtengan más interrogantes que respuestas.

Esta obra permite a los lectores caer en la cuenta de que, si bien la mayoría de los países árabes se vieron afectados por movimientos de protesta, los reclamos fueron muy distintos en cada uno de ellos. Los manifestantes en las monarquías del Golfo: Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Kuwait, por ejemplo, tenían grandes aspiraciones de obtener mayores derechos políticos y una mejoría tanto económica como social, sin que se cuestionara la legitimidad y autoridad de las monarquías, salvo en el último caso. Por otro lado, la situación de Qatar fue muy distinta a los demás países del golfo, ya que no hubo mayores reclamos, y, en cambio, sí una serie de concesiones que incluso dieron paso a una transición pactada del poder.

El caso de Bahréin también es muy relevante, dada la importancia estratégica que representa la isla para Estados Unidos y Arabia Saudita, por lo que el estallido de la protesta social en un país en el cual cerca de 70% de la población es chiita podría generar un efecto desestabilizador para el reino saudita, que no dudó en ocupar militarmente Bahréin y ayudar a sofocar la revuelta.

Casi todos los gobiernos de los países árabes tomaron medidas para enfrentar los nuevos escenarios y superarlos mediante reformas cosméticas en la integración de los gabinetes, así como con tímidas medidas económicas para contener y aplacar las demandas sociales: aumentos salariales, anuncio de programas sociales y de empleo, nuevos esquemas de subvenciones a productos de primera necesidad. Sin embargo, la ineficacia y el alto costo de estas medidas insuficientes probó ser insostenible, principalmente en el caso de aquellos países dependientes que no son grandes productores y exportadores de petróleo.

Los resultados de los levantamientos populares en el mundo árabe fueron muy distintos entre sí y quedaron lejos de satisfacer las aspiraciones de aquellos que se empeñaron en forjar un destino distinto. En Egipto, luego de 18 días de manifestaciones multitudinarias, la rebeldía popular dio paso a la caída del viejo régimen autoritario y al acceso súbito, pero previsible, al poder de los Hermanos Musulmanes, que para el verano de 2013 verían el retorno del antiguo régimen con un nuevo rostro, causando una profunda división en la sociedad egipcia. Libia, después de la caída del prolongado régimen Qaddafi, entró en una dinámica de guerra civil que dio paso a una intervención internacional, comandada por la otan, con la proliferación de numerosas milicias y el establecimiento de más de dos gobiernos en disputa, con la consecuente fragmentación, que a la fecha no ha logrado restaurar un poder central reconocido en todo el país. Las autoridades bahreiníes arrasaron con la oposición, con ayuda de las monarquías del golfo. Túnez logro una modesta pero exitosa transición nacional. Mientras, en Argelia y Marruecos la clase dirigente ha buscado, mediante reformas, satisfacer las inquietudes y reclamos de sus poblaciones.

Por otra parte, la ola de manifestaciones en Siria derivó rápidamente en un movimiento armado sin precedentes, lo que ocasionó un impresionante flujo de refugiados hacia Turquía, Jordania y Líbano, principalmente. En este último país reside más de un millón y medio de refugiados sirios, lo cual representa un desafío importante no sólo para la economía libanesa, sino una carga enorme que amenaza el ya de por si frágil equilibrio confesional existente en el país.

Ahora bien, esta nueva etapa de la historia contemporánea de los pueblos árabes proviene de episodios y dinámicas singulares en cada país, puesto que no se trata de fenómenos espontáneos, como diversos comunicadores lo han querido plantear. En Egipto, por ejemplo, la alta conflictividad se venía dando desde 2007 y se habían registrado miles de movimientos de protesta, entre ellos 400 huelgas y manifestaciones.

Una contribución clave de los movimientos sociales, sean movimientos obreros o asociaciones civiles, fue poner al servicio de las revueltas sus capacidades, experiencia organizativa y redes de contacto. La singularidad del componente obrero contribuyó a dar carácter de masas a las protestas, y las huelgas fueron claves para paralizar el país, tanto en Túnez como en Egipto, y precipitar los acontecimientos. La paralización de la actividad económica forzó a los sectores económicos y a otros poderes de facto a replantearse sus relaciones con el poder político, militar y económico.

Este fenómeno de protestas, llamado la “Primavera Árabe”, término que muchos autores del libro no comparten, provocó que los ojos del mundo se fijaran en esta importante región del mundo. Medios electrónicos, analistas e intelectuales de diversas nacionalidades buscaban explicar los levantamientos populares árabes, arguyendo como su principal causa factores históricos derivados de la fragmentación que provocó el colonialismo. Nuevas teorías esgrimidas en este libro nos indican que también las políticas económicas y sociales asociadas al neoliberalismo, la privatización de empresas propiedad del Estado, la eliminación progresiva de subvenciones a productos de consumo básico, el alto grado de desempleo, el creciente costo de la vida que afectó de manera especial a los más pobres y marginados, así como la generalización de la corrupción y el nepotismo en los entornos del poder, entre otros elementos, provocaron la movilización popular.

Sin embargo, este proceso de levantamientos populares no ha terminado aún y seguramente en un futuro cercano continuaremos escuchando noticias sobre el descontento de los pueblos árabes. Una de las lecciones más importantes que nos dejan los levantamientos populares en el mundo árabe es sin duda que el cambio no termina con el derrocamiento del régimen político, sino que es el difícil punto de partida, donde empiezan los grandes desafíos de una autentica transición política y económica.

Por otra parte, el movimiento de protestas pacíficas iniciado en 2011 en Siria se transformó rápidamente en una espiral de violencia, en un “torbellino” de guerra y destrucción, que ha dejado más de cinco millones de refugiados en diversos países vecinos y a millones de desplazados internos. Estas cifras, incluidas las de las víctimas mortales y los millones de heridos y de vidas destruidas, seguirán incrementándose conforme continúen los enfrentamientos entre los actores que participan en el conflicto.

Actualmente, Siria es víctima de los cambios en la geopolítica, al estar ubicado entre intereses de los actores y de entidades no estatales tanto regionales como extrarregionales. Para entender las diversas dimensiones del conflicto, el libro Siria en el torbellino: insurrección, guerras y geopolítica nos brinda una visión amplia sobre la historia del país y las causas del estallido del conflicto en 2011, la evolución del mismo, la aparición de nuevos actores y el involucramiento de las potencias mundiales. Si bien existen diversas narrativas sobre el conflicto dentro de la misma obra, resulta muy interesante conocerlas y darse cuenta de la diversidad de opiniones que genera la guerra en Siria.

Dentro de la obra se encuentran análisis de fondo que van más allá de la explicación simplista y estrecha de un mero enfrentamiento entre las fuerzas del presidente sirio, Bashar Al-Assad, y los grupos opositores, puesto que en Siria también están teniendo lugar otras dimensiones del conflicto: enfrentamientos entre los grupos islamistas —que compiten entre sí por alcanzar una posición hegemónica—, confrontaciones sectarias y de control territorial. Al mismo tiempo, Irán y Arabia Saudita han aprovechado la actual coyuntura para extender al territorio sirio su afán por ejercer un papel hegemónico en el Medio Oriente. Por su parte, Rusia y Estados Unidos han intensificado, ampliado y modificado su presencia en el conflicto en Siria con el pretexto de combatir al autodenominado Estado Islámico, al que ambos consideran una real amenaza para la seguridad internacional.

La aparición de grupos terroristas como Al Nusra, la franquicia oficial de Al Qaeda en Siria, y el Estado Islámico o Daesh ha complicado aún más este intrincado panorama en los últimos dos años. Este último grupo incluso logró la conformación de un pretendido califato que abarcó una sólida base de control territorial en Siria e Iraq, y una base de financiación efectiva por medio de la extorsión, la venta de antigüedades, la recaudación de impuestos y el control sobre los campos de petróleo ocupados.

Uno de los temas más preocupantes para la comunidad internacional fue, sin duda, el ataque de armas químicas en la región de Ghouta, donde existen evidencias que indican que perdieron la vida más de mil civiles en agosto de 2013. Ello significó un punto de inflexión en el curso del conflicto en Siria, ante las denuncias presentadas por diversos países occidentales y las medidas militares que barajaba Estados Unidos contra el régimen de Bashar Al-Assad por el empleo de este tipo de armas contra la oposición y la población civil. No obstante, Rusia tuvo un papel preponderante en la resolución de la crisis que generó el uso de armas químicas, lo que le permitió emerger como el principal actor extrarregional y reafirmar su apoyo y respaldo militar y diplomático al régimen de Bashar Al-Assad.

Las repercusiones regionales que ha tenido el conflicto sirio se han hecho notar principalmente para los países vecinos, a raíz del gran número de refugiados que han llegado a Turquía, Líbano, Iraq y Jordania. Incluso, para Israel, principal aliado de Estados Unidos en el Medio Oriente, la situación en Siria es causa de preocupación y plantea un nuevo reto estratégico de gran importancia para su seguridad externa. Durante los primeros años de la crisis siria, las autoridades israelíes decidieron no opinar y solamente se dedicaron a observar la situación que se estaba dando en el país vecino. Pero su posición ha cambiado diametralmente ante la activa participación de la milicia libanesa, Hezbollah, uno de los principales enemigos de Israel y cuya última confrontación en 2006 dañó o, al menos, puso en duda el poder disuasivo israelí.

Los efectos de la crisis siria también afectaron gravemente a la comunidad palestina, principalmente aquella que estaba asentada en el principal campamento de refugiados ubicado en Yarmouk, cerca de Damasco, donde destacaba la situación privilegiada que experimentaban los palestinos antes del estallido del conflicto, particularmente en materia de ciudadanía, empleo y comercio. Sin embargo, la toma de dicho campo por grupos rebeldes sirios hizo que los palestinos quedaran inmersos en el conflicto y vieran modificadas sus condiciones de vida, lo cual nos brinda un pequeño esbozo del alcance de la destrucción de la vida cotidiana producto de la crisis en Siria.

Todo conflicto bélico conlleva una tragedia humana, que en este caso es el colosal sufrimiento del pueblo sirio, la destrucción del país, el éxodo de millones de personas y una crisis con cientos de miles de refugiados y desplazados que huyen de la guerra, una crisis como el planeta no había experimentado después de la Segunda Guerra Mundial. Se trata de la más grave catástrofe humanitaria de nuestro tiempo y la amenaza más grave a la paz y a la seguridad en la actualidad para la comunidad internacional, ante la falta de consensos y de voluntad política por parte de todos los actores involucrados en la crisis siria.

Seguramente, ediciones futuras del libro permitirán ahondar en los procesos de negociación que actualmente se llevan a cabo y que buscan poner fin al conflicto en Siria. Por una parte, Naciones Unidas continúa impulsando negociaciones en Ginebra que contemplan los temas torales posconflicto, como una nueva Constitución, gobernabilidad, elecciones y combate al terrorismo. No obstante, este proceso de negociación se vio influido por aquel que se ha llevado a cabo a lo largo de 2017 en Astana, Kazajstán, bajo los auspicios de Irán, Rusia y Turquía, en cuyo marco se llegó a un acuerdo de cese de hostilidades, la creación de zonas de seguridad y el pronto e irrestricto acceso de ayuda humanitaria a todo el país, objetivos que tienen un impacto directo sobre la población atrapada en el conflicto. Ambos procesos de negociación buscan ser complementarios, empeñados en sentar en la mesa de negociaciones a las partes y lograr el principio del fin del conflicto y una hoja de ruta para que los sirios acuerden una transición política. No obstante los prolongados obstáculos, una cosa es muy clara: las negociaciones deberán incluir a todos los actores involucrados, como Irán.

Asimismo, será necesario analizar los desenlaces y ver el conflicto sirio desde una perspectiva multilateral, no solamente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, sino también en la Asamblea General y el Consejo de Derechos Humanos, donde cada año se presentan resoluciones sobre la situación en Siria y donde las diferencias entre los países que apoyan tanto al régimen de Al-Assad como a los grupos rebeldes son más que evidentes y explican su prolongación.

En síntesis, Siria en el torbellino: insurrección, guerras y geopolítica es un libro muy importante y valioso por el calibre y alcance de sus análisis, por la diversidad de sus aportaciones y enfoques, y porque pone en el centro de atención la maraña de conflictos que constituye la más grave amenaza para la paz y la seguridad internacionales.

Asimismo, porque es un gran acierto que los 20 ensayos y contribuciones reunidas ofrezcan visiones y perspectivas que problematizan sobre la compleja realidad en Siria, incluso divergentes, o bien con cálculos contradictorios. Bien ha hecho el coordinador del libro en resistir la tendencia simplificadora al asumir el compromiso de reunir aportaciones originales que tratan de entender y de explicar, que indagan las múltiples causas de naturaleza política, geopolítica, económica y social tanto del estallido como de la evolución de tan compleja crisis en y en torno a Siria.

Además, cabe subrayar el hecho de que 15 de los 20 investigadores que contribuyeron a esta obra colectiva sean investigadores mexicanos o estén asociados, desde hace muchos años, con instituciones mexicanas de investigación de educación superior, y que los seis investigadores restantes sean académicos de Iberoamérica especializados en el estudio de Medio Oriente.

Todo lo anterior proyecta con fuerza y lucidez la masa crítica que, afortunadamente para el público interesado —sean estudiantes, analistas, comentaristas, académicos y diplomáticos—, se ha venido conjuntando en México en los últimos años, para la que no le son ajenas las profundas transformaciones que vienen ocurriendo en el mundo árabe.

La obra reúne, además, numerosos elementos de particular interés desde la formulación de la política exterior y el quehacer de la diplomacia mexicana, lo que mucho contribuirá a propiciar y a enriquecer el necesario debate.

El libro ofrece enfoques particularmente acertados, puesto que se ahonda en las causas, razones y motivos, y no sólo en los efectos, poniendo en cuestión juicios mediáticos, opiniones y lugares comunes, y colocando bajo escrutinio uno de los nudos más intrincados de los conflictos que el mundo haya visto en las relaciones internacionales contemporáneas. Igualmente, las aportaciones reunidas conjuntan el interés profesional y la experiencia personal, porque en la mayoría de los casos los autores que han contribuido al libro han recorrido, observado y conocido Siria desde años atrás. Cuánta razón han tenido Gilberto Conde y otros de los investigadores al empeñarse en dilucidar el origen, la génesis, el trasfondo y las causas —implícitas y explicativas— de la rebelión popular en Siria, de la insurrección armada, de la guerra sectaria, de las aspiraciones revolucionarias de los desposeídos, de la confrontación regional y del conflicto internacional.

De ahí el gran valor de esta obra: que el lector pueda adentrarse, con los ojos del interés de México, desde distintos ángulos y voces, en las constantes históricas y las circunstancias de una nación extraordinaria como Siria. Estos componentes han sido, son y serán determinantes en el devenir de los conflictos y transformaciones presentes en el norte de África y el Medio Oriente, entre otros la emergencia y cooptación de las organizaciones de la sociedad civil, las reafirmaciones de las identidades sectarias, la puesta en marcha de un islamismo militante, la aparición del poder combativo de los kurdos, la inocultable tragedia que el conflicto ha infringido a refugiados palestinos y, sobre todo, la enorme tragedia de la destrucción del pueblo sirio.

Además, la lectura de los ensayos en las tres partes en las que está estructurada la obra mucho contribuye a entender qué es lo que está en juego en Siria y en la nueva geopolítica de Medio Oriente, pudiendo comprender la actuación de los países vecinos, la injerencia de las potencias regionales y los intereses que mueven a las grandes potencias.

Finalmente, hay que decir que Mundo árabe. Levantamientos populares, contextos, crisis y reconfiguraciones y Siria en el torbellino: insurrección, guerras y geopolítica resultan ser un buen complemento uno del otro, ya que no se entendería el conflicto en Siria sin el contexto histórico de los levantamientos en los países árabes.◊