La traducción como un mecanismo de preservación y difusión de las lenguas nacionales de México

Traducir textos de las lenguas indígenas al español y, en sentido inverso, textos del resto del mundo desde el español a los otros idiomas nacionales se propone aquí como un mecanismo de preservación y difusión de las lenguas originarias de nuestro territorio y de la cosmogonía que encierran, a la vez que como un puente que permita hacer conciencia del carácter multicultural y plurilingüe de nuestro país.

 

LEONARDO CARRANZA MARTÍNEZ*

 


 

En el marco de la celebración del Decenio Internacional de las Lenguas Indígenas, tendrían que replantearse las estrategias de revitalización, promoción y difusión de las lenguas indígenas. Cabe mencionar que todas las propuestas y acciones antes emprendidas han sido oportunas y, en un afán crítico, tendríamos que decir que existen algunas que tienen un mayor o menor impacto en cada uno de los idiomas, sin contraponer las posturas ideológicas sobre el rescate o no de las lenguas indígenas.

En principio, hablar del rescate de las lenguas indígenas de México pone de manifiesto muchas posturas e intereses de diversos actores, en los que al menos deberían estar involucrados los hablantes de estas lenguas, los académicos y el Estado. Si bien es cierto que el Estado promueve su rescate mediante la implementación de políticas públicas, los académicos no siempre coinciden porque estos últimos plantean un trabajo más “científico”, es decir, pensar en mecanismos de documentación, análisis y propuestas de revitalización —sobre todo en lenguas que se encuentran en alto riesgo de extinción— que puedan utilizarse de manera eficaz en cada una de las comunidades y que otorguen el derecho de pertenencia a la cultura o al uso de las lenguas originarias entre los hablantes mediante la aceptación o rechazo de las propuestas académicas y del Estado.

Esta perspectiva cambia la concepción del rescate de las lenguas indígenas: en primer lugar, muchas comunidades usan la lengua como un mecanismo de comunicación cotidiana basada en la oralidad y ésta sería la variable más importante por considerar para mantener vivo el idioma y su cultura. En segundo lugar, los hablantes forman parte de los constantes cambios que se generan en el mundo, por lo que en algún punto tienen que definir si deben seguir usando o no su lengua materna, porque no se reconoce en algún otro lugar y tampoco se aprecia la utilidad de su idioma en un contexto globalizado.

En este sentido, sugiero considerar los conceptos de promoción y difusión de las lenguas de México, más que los de revitalización y rescate. Promover o difundir otra lengua de México ajena al español puede cambiar la perspectiva de reconocimiento y de utilidad de una lengua indígena en contextos nacionales.

Considero que la traducción al español es un mecanismo de promoción y difusión del conocimiento de lenguas indígenas y viceversa, porque permite preservar una lengua —no sólo en forma oral, sino también en su representación escrita— y difundir el conocimiento en ambas lenguas para promover la idea de que todas las lenguas indígenas son iguales y tienen el mismo valor, al igual que el español. Sólo así, estos idiomas pueden acercarse al conocimiento universal, y viceversa, a través de la traducción.

Desde esta óptica, podríamos plantear cinco interrogantes: la traducción ¿preserva o difunde las lenguas indígenas?, ¿puede acercar textos u obras de carácter internacional a lenguas indígenas y viceversa?, ¿qué implicación tendría la traducción del español hacia lenguas indígenas y viceversa?, ¿podría fomentar la traducción la lectura en lenguas indígenas para la población en general? y ¿qué compromisos o problemas establecerían las editoriales para la publicación de obras traducidas del español a lenguas indígenas y viceversa?

La respuesta a la primera pregunta funciona en ambas direcciones; es decir, por un lado, la traducción se postula como un medio de preservación de las lenguas indígenas en un contexto escrito porque implica un registro tangible de una lengua para la humanidad, y al mismo tiempo se difunden aspectos lingüísticos, culturales y filosóficos. Entonces, la traducción funciona como un puente de comunicación porque acerca la literatura universal a la literatura local en contextos diversos. La traducción del español hacia las lenguas indígenas se ha implementado con mayor recurrencia en los últimos años; de tal manera, se encuentran textos de diferente índole traducidos a lenguas indígenas nacionales y, con el trabajo de muchos novelistas y poetas en lenguas originarias —como en el caso de los mayas o el náhuatl—, se han publicado textos en lenguas indígenas con traducción al español.

Textos traducidos a lenguas indígenas, como El principito, responden a la interrogante que plantea la posibilidad de acercar un texto de carácter internacional a un contexto local y regional. De esta manera, El principito traducido al otomí se vuelve un contacto fiel y tangible del acercamiento no sólo de dos lenguas distantes geográficamente, sino también de dos formas de pensamiento que pueden ser comprendidas en una lengua que tiene un carácter local y regional, puesto que el otomí se habla en siete estados de la República mexicana y sus variantes dialectales difieren de comunidad en comunidad, como la del traductor Raymundo Isidro Alavez. De forma similar, el proyecto Sesenta y ocho voces, sesenta y ocho corazones recupera historias, poemas o leyendas de tradición oral de 23 lenguas originarias para ser difundidas por medio de cápsulas animadas con traducción al español y al inglés, y con ello se aproxima un conocimiento cosmogónico en lenguas autóctonas con el mundo occidental.

Por su parte, las implicaciones de la traducción de textos del español hacia lenguas indígenas o viceversa pueden considerar dos aspectos: las variantes lingüísticas y la alfabetización en lenguas indígenas.

Como es bien sabido, muchas lenguas indígenas que tienen un gran número de variantes no han logrado el consenso de las normas de estandarización de su escritura; sin embargo, se han hecho registros escritos de diversas obras o traducciones del español hacia algunas de estas lenguas con la finalidad de atender las políticas públicas de las instituciones que velan por la promoción de las lenguas originarias. Esto conlleva asumir que todos los hablantes de una lengua indígena tienen la capacidad de leer, cuando la realidad es muy distante en procesos de alfabetización en lenguas autóctonas; es decir, existen hablantes de las 68 lenguas, pero sólo un porcentaje mínimo puede leer en su propia lengua y acceder al conocimiento del otro.

Otra implicación se gesta en la publicación de las traducciones, puesto que, una vez traducida y publicada alguna obra, ésta no se distribuye entre el destinatario meta, sino que se presenta como un objetivo cumplido del Estado mediante la celebración de conmemoraciones, natalicios o aniversarios, y estas publicaciones suelen parar en un rincón de algún lugar. Cuando la traducción llega a su destinatario meta, existe la posibilidad de que el hablante pueda leer y comprender el contenido de la obra; en caso contrario, le representa un conflicto porque pueden presentarse dos escenarios posibles: el primero estaría relacionado con la habilidad de leer en su propia lengua —en términos de alfabetización— y el segundo, con la variante lingüística que domina. Si éste fuese el caso, entonces el texto traducido a su propia lengua puede resultar insignificante y deja de lado su interés por el mismo, lo cual contribuye al fracaso de la promoción de la lengua en cuestión.

Es así que se abre la posibilidad de crear políticas públicas bien dirigidas por el Estado que permitan la implementación del proceso de alfabetización en lenguas indígenas para formalizar la enseñanza y complementar el desarrollo de las habilidades comunicativas asociadas a leer y escribir, a fin de procurar el cumplimiento del derecho a la interculturalidad del artículo segundo de la Constitución Política Mexicana, en el que se menciona la composición plurilingüe de México, que se sustenta en sus pueblos originarios. Entonces, las obras traducidas no sólo llegarían a las comunidades indígenas, sino que también deberían llegar a las comunidades y los contextos educativos que tengan al español como única lengua.

Esta perspectiva sería la respuesta a la penúltima pregunta, porque si bien es cierto que el contexto educativo permite la lectura en español o en alguna otra lengua extranjera —como inglés o francés—, valdría la pena cuestionar al lector la posibilidad de lectura en una lengua nacional en este contexto —a través de diferentes mecanismos, y uno de ellos puede ser el uso de audiolibros— y con ello establecer las bases de una concientización para con las lenguas nacionales, porque les permitiría conocer y reconocer su existencia mediante la lectura en lenguas indígenas, más que una forma discursiva del Estado y de la Academia.

Esto responde a la capacidad del ser humano de aprender una variedad de idiomas. Así se promueve la igualdad en materia educativa: los hablantes del español pueden leer en una lengua extranjera y podrían hacerlo con alguna lengua originaria, mientras que los hablantes de alguna lengua originaria pueden leer en español y podrían hacerlo en un idioma extranjero. Además, podrían sumarse lectores que tuviesen el gusto por la lectura en lenguas autóctonas.

Por último, pondríamos en escena a las casas editoras que son necesarias para la publicación y difusión de las obras traducidas del español hacia lenguas indígenas y viceversa. Lo anterior implica una serie de consideraciones en cada una de las direcciones de la traducción, es decir, cuando se traduce del español a lengua indígena y de lengua indígena al español. Aquí resaltaríamos la importancia de considerar los derechos de imagen y de edición de la obra original con respecto de su traducción y todo el proceso de edición tanto en español como en lenguas indígenas.

Otro problema que suelen enfrentar las casas editoriales está relacionado con las formas de escritura de las lenguas. En algunos casos, se hace uso de fuentes con grafías específicas, además de que hay una falta de estandarización de las normas de escritura en lenguas que tienen una variación dialectal. Todo esto afecta en el trabajo de edición para la publicación de las obras en lenguas indígenas: de allí que muchas editoriales no contemplen la publicación en lenguas originarias, dada su inexperiencia.

Por esta razón, las editoriales deberían implementar capacitaciones entre su personal con la finalidad de concientizar y acercar a los editores a la escritura de las lenguas indígenas. Estas capacitaciones permitirían una mayor aceptación y mejorarían los procesos de edición para fomentar la publicación de obras escritas en lenguas originarias.

Y así, con lo antes descrito, apelaría a la capacidad del ser humano de ser educado y consideraría la traducción como un mecanismo para la preservación del conocimiento de las lenguas nacionales, además de ser un mecanismo de difusión de la filosofía y de las culturas originarias en el mundo. Todo ello permite el ejercicio pleno de la interculturalidad entre toda la sociedad para así, en un futuro cercano, responder a las preguntas de los hablantes de lenguas originarias: ¿por qué deben seguir hablando sus lenguas maternas? ¿Para qué servirá hablar las lenguas nacionales de México?◊

 


 

* Es profesor de tiempo completo en la Universidad Intercultural del Estado de México y traductor del matlatzinca; es egresado de la maestría en Lingüística por la Universidad Autónoma Metropolitana. Se ha enfocado en la documentación lingüística y en el análisis fonológico, morfológico y sintáctico del matlatzinca; como resultado de este proceso publicó, en coautoría, el libro Conversaciones matlatzincas. Es coautor del Diccionario español-otomí, matlatzinca, tlahuica, mazahua y náhuatl y del Glosario multilingüe del Estado de México: otomí, matlatzinca, tlahuica, mazahua, náhuatl y su traducción al inglés.