La historia no lo absolvió

 

SERGIO CEDILLO*

 


Eduardo Clavé Almeida
Nuestro hombre en Querétaro.
Una biografía política de Félix Fulgencio Palavicini
México, Juan Pablos Editor, 2019

 

El proceso revolucionario que se vivió en México durante la década de 1910 derivó en la conformación de un régimen político que tuvo la corrupción como uno de sus elementos distintivos. A lo largo del siglo xx, los miembros de la clase política utilizaron las estructuras del Estado para obtener beneficios económicos y, salvo contadas excepciones, dichas conductas quedaron en la impunidad. Pero el estudio del pasado abre la posibilidad de dejar al descubierto a quienes encontraron en la esfera política el espacio para hacerse de fama y fortuna de manera indebida. En Nuestro hombre en Querétaro, Eduardo Clavé analiza la trayectoria de Félix Fulgencio Palavicini, originario de Teapa, Tabasco, quien fuera personaje clave de las primeras décadas de la centuria pasada y que mereciera que Francisco Villa lo considerara un “Diablo”. En su texto, Clavé muestra a un hombre cínico y oportunista que no dudó en vender sus servicios a empresas y gobiernos extranjeros pero que, a pesar de tener un historial de lealtades efímeras, tuvo el respaldo de Justo Sierra, Francisco I. Madero, Venustiano Carranza y Lázaro Cárdenas. Se expone a un político poco escrupuloso en el manejo de los recursos públicos, capaz de impulsar una ley para resolver una situación personal (Ley del Divorcio), así como a alguien que tenía una alta valoración de sí mismo, ansioso de recibir reconocimientos, algunos de los cuales logró obtener.

La biografía que ofrece Clavé no cae en el truco fácil de mencionar detalles íntimos de la vida del sujeto de estudio. Por lo contrario, es un texto serio y muy bien documentado, con una investigación rigurosa que integra información obtenida en los fondos del Archivo Histórico de Pemex, el Archivo General de la Nación y el Archivo de la Secretaria de Relaciones Exteriores, además de los testimonios de José Vasconcelos, José Juan Tablada, Juan de Dios Bojórquez, Martín Luis Guzmán, Daniel Cosío Villegas, Alfonso Taracena y Pastor Rouaix, quienes en su mayoría fueron críticos del tabasqueño. El texto abarca toda la vida pública de Palavicini, desde sus años de formación escolar y la época de juventud, cuando Justo Sierra le otorgó un beca para estudiar en Europa, hasta su participación activa en la vida política del país, primero en las filas del movimiento maderista y luego en el bando constitucionalista, pasando por las décadas en las que logró sobrevivir a pesar de la animadversión que le tenían Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles. Incluye también su regreso al servicio público durante el cardenismo, cuando fue enviado como embajador ante la República de Argentina, posición que tuvo que dejar en medio de una polémica generada por el manejo de recursos financieros. A su vez, se menciona su paso por la industria de la radio, a la cual se incorporó gracias al apoyo que le brindó el gobierno norteamericano, pues Palavicini tuvo un programa en el que se promovía el apoyo a la causa aliada durante la Segunda Guerra Mundial. El trabajo concluye analizando su desempeño como titular de la Comisión Administradora del Fondo de Auxilios de los Republicanos Españoles (cafere), cargo que ocupó durante el gobierno de Manuel Ávila Camacho. La relación con la compañía petrolera británica El Águila y la fundación de El Universal son quizá los dos temas que se abordan con mayor profundidad en Nuestro hombre en Querétaro. En el primer caso, el político tabasqueño supo sacar provecho de las inquietudes que a los directivos del consorcio inglés les provocaba el interés de Venustiano Carranza por regular la extracción de hidrocarburos. Palavicini había trabajado para la empresa británica en el ocaso del porfiriato y conocía a varios de sus funcionarios. Por ello, cuando fue electo diputado constituyente, ofreció intervenir en la redacción del texto constitucional para no perjudicar los intereses de sus antiguos patronos. Pero lo prometido no se pudo concretar, entre otras razones, porque Palavicini no era bien visto por la mayoría de los diputados constituyentes, en particular por el denominado bloque radical, cuyos integrantes delinearon el perfil nacionalista del Artículo 27 constitucional, en el que se reivindicaba la soberanía nacional sobre los recursos del subsuelo. Por lo que respecta al segundo tema, en 1916, con abundante apoyo económico proporcionado por el gobierno constitucionalista, y con instrumentos legales poco claros, Palavicini fundó El Universal, teniendo una participación importante hasta 1923, cuando un grupo de empresarios compró la mayoría de las acciones y lo sacó definitivamente del periódico que había fundado.

El escrutinio de Eduardo Clavé a la trayectoria de Félix Fulgencio Palavicini representa un ejercicio que puede aplicarse a otros personajes de la política mexicana a quienes la historia no debe absolver.◊

 


* SERGIO CEDILLO

Analista político e historiador.