La diversidad lingüística de México vista a través del Laboratorio de Estudios Fónicos

El trabajo en materia lingüística que se desarrolla en El Colegio de México ha dado, entre muchos otros frutos, el Archivo de Lenguas Indígenas de México, el Seminario de Lingüística y Educación y el Laboratorio de Estudios Fónicos. Mario Hernández Luna, egresado del Doctorado en Lingüística, nos ofrece un recorrido por este último con el objeto no sólo de relatar sus logros, sino también de señalar su indudable importancia en nuestro país.

 

MARIO ULISES HERNÁNDEZ LUNA*

 


 

En los últimos meses —quizá como una inercia afortunada del impulso que tuvo el “año internacional de las lenguas indígenas” en 2019— se ha resaltado con mayor firmeza la diversidad lingüística y cultural que existe en el territorio de lo que conocemos políticamente como México. Con frecuencia se buscan cifras para dimensionar el tamaño de la diversidad lingüística; sin embargo, ningún número relacionado con la diversidad puede ser correcto ni incorrecto porque, como nos explicó Violeta Vázquez Rojas, “contar lenguas es como contar nubes” (2020). Sobre la diversidad de lenguas subrepresentadas hay una especie de obsesión numérica: existe la necesidad de saber con exactitud cuántas lenguas se hablan en México, pero, curiosamente, respecto a la diversidad del español —al menos el hablado en el mismo territorio— esa obsesión se diluye. La pregunta en torno a cuántas formas de hablar el español existen en México es menos frecuente, probablemente porque de manera intuitiva sabemos que la variedad de formas de hablar el español —como cualquier otra lengua— está cruzada por varios factores como la geografía, el nivel educativo, el sexo, la profesión, la edad o el estado de ánimo. Como sucede con las lenguas subrepresentadas, las formas de hablar el español son también muy difíciles de contar.

Pero si no podemos contar las lenguas ni tampoco las distintas formas de hablar una misma lengua, ¿cómo podemos decir con tanta seguridad que México es un país con una gran diversidad lingüística? O, de manera más general, ¿cómo podemos mostrar que un fenómeno es diverso si es difícil cuantificarlo? Una buena manera de mostrar la diversidad, como bien nos mostró Esther Herrera (2019), es mediante diferencias y similitudes. ¿Cómo sabemos que el caimán y el cocodrilo son distintos tipos de crocodilios y no dos individuos de la misma especie? Justamente por sus diferencias: el caimán es de cabeza corta y la forma de su mandíbula cubre por completo su colmillos inferiores. En cambio, el cocodrilo tiene la cabeza más finamente alargada y su mandíbula deja por descubierto igualmente colmillos superiores que colmillos inferiores. También es importante el hecho de que el caimán y el cocodrilo comparten características que, afortunadamente para nosotros, los hacen diferentes de algunos reptiles ya extintos. Todavía más importante que la descripción exhaustiva de cada uno de los individuos que conforman una especie es determinar cuáles rasgos pueden darse y cuáles no en una familia determinada. En términos lingüísticos, podemos acercarnos a la diversidad lingüística al menos de dos maneras. Es posible describir las propiedades de distintas lenguas: por ejemplo, en muchas variantes del náhuatl, como el que se habla en Atla, Puebla, existe un sonido que se produce con el costado de la lengua y la parte lateral de la cavidad oral y que tiene como efecto acústico una especie de chasquido. El náhuatl de Atla comparte esta propiedad con 47 lenguas de una muestra de 2 662 (Maddieson, 2013). Entre muchas otras cosas, esta propiedad lo hace distinto a muchas lenguas que se hablan en México (sólo el totonaco comparte este sonido con el náhuatl de Atla). Pero no sólo la hace diferente del resto de las lenguas en México, sino que también indica una particularidad del náhuatl de Atla frente al náhuatl hablado en otras regiones, como el de Jalupa, Tabasco (De León, 1967), que tiene una /t/ en las mismas posiciones en las que el náhuatl de Atla tiene /tl/. Como segundo ejemplo, y con el ánimo de ser más claro, contrastemos el español de Yucatán —al que algunos de sus propios hablantes definen como aporreado— con el español cantadito de la Ciudad de México, o el español que se habla en el centro de la ciudad de Oaxaca con el que se habla en Juchitán de Zaragoza, en donde el español está en contacto constante con el didxazá o zapoteco del istmo. La diversidad lingüística se relaciona no sólo con las características particulares de una lengua que contrastan con las particularidades de otra, sino también con las distintas maneras de hablar una misma lengua.

La diversidad de formas de hablar el español ha sido tema de estudio importante en el Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios desde los años sesenta, con el proyecto del Atlas lingüístico de México, que dirigió Juan Miguel Lope Blanch después de su incorporación a El Colegio de México en 1959, sólo seis años después de la consolidación del propio Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios (cell). La diversidad lingüística —al menos la diversidad de formas del español— se volvió desde entonces un tema recurrente en el cell. La puerta de entrada al estudio de la gran diversidad de las lenguas subrepresentadas, en cambio, tuvo que esperar un poco más. En 1993 Esther Herrera defendió la tesis de doctorado Palabras, estratos y representaciones. Temas de la fonología léxica en zoque; ese trabajo tuvo la virtud de ser la primera tesis sobre una lengua minorizada y repercutió tanto en el mismo programa que de ser Doctorado en Lingüística Hispánica se generalizó a Doctorado en Lingüística, abriendo la puerta a la elaboración de las numerosas tesis sobre lenguas indígenas que se han generado en El Colegio de México. Si la variación del español ha sido un tema central en el cell, el estudio de las lenguas subrepresentadas lo ha sido en la historia reciente. El Laboratorio de Estudios Fónicos (lef) de El Colegio de México ha tenido como uno de sus objetivos, quizá el más importante de ellos, el estudio riguroso y constante de la diversidad lingüística en México, principalmente, pero no de manera exclusiva, en el nivel fónico. La diversidad de los sistemas sonoros de las lenguas subrepresentadas corresponde a los esfuerzos inagotables de Esther Herrera Zendejas, y la variación dialectal del español es un tema que ha desarrollado de manera sostenida Pedro Martín Butragueño.

El lef, dirigido justamente por Esther Herrera y Pedro Martín, fue el primer laboratorio de análisis acústico en México.  Tuvo como primer antecedente un pequeño salón provisto con un equipo de cómputo y con el primer equipo en México especializado en el análisis acústico de los sonidos lingüísticos. El cubículo que ocupó Lope Blanch, impulsor del estudio de la diversidad del español en México, se reacondicionó para recibir uno de los espacios desde los que El Colegio de México estudia la riqueza lingüística de nuestro país. Este primer esfuerzo maduró hacia 2006 —año en el que se creó oficialmente el lef—, debido al impulso de un proyecto de investigación conjunto entre Esther Herrera y Pedro Martín. Gracias a ese proyecto, el laboratorio pudo enriquecer la cantidad, la calidad y la variedad de instrumentos de análisis acústico. A partir de 2011 puede fecharse la tercera etapa de consolidación del Laboratorio: durante este período pudo extenderse su alcance y se construyó una cabina de grabación que cumple no sólo con las condiciones necesarias para producir grabaciones óptimas para el análisis acústico, sino también con los estándares de cualquier cabina de grabación profesional, pues el ruido ambiental se reduce a un rango de 20 y 30 decibelios. La cabina de grabación cuenta además con una sala de control que permite tener un mejor manejo de las grabaciones que se realizan en ese espacio.

En la actualidad se desarrollan tres proyectos de investigación en el área. El mapa fónico de las lenguas mexicanas es un proyecto que funciona como eje rector de la diversidad lingüística de las lenguas minorizadas; en él se han estudiado ya trece lenguas repartidas en seis familias lingüísticas. Aunque geográficamente cercanas, estas lenguas son tan distintas lingüísticamente como lo son el totonaco y el chichimeco, el mixe y el amuzgo, el chinanteco y el huasteco, el ocuilteco y el tsotsil, el lacandón y el tlapaneco o el zoque y el náhuatl de Pajapan. Uno de los hilos que conducen los trece capítulos del mapa fónico es la integración de evidencia instrumental al análisis sistémico de las lenguas; esta forma de describirlas en su nivel fónico se conoce comúnmente como fonología de laboratorio y requiere una metodología meticulosa y un corpus extenso de datos que puedan ser analizables, y por esta razón se debe de disponer de instrumentos de punta tanto para grabar los sonidos lingüísticos como para la extracción de datos cuantitativos relevantes para el análisis.

Los resultados de este proyecto de investigación se encuentran en tres entregas. En 2009 vio la luz Formas sonoras: el mapa fónico de las lenguas mexicanas. A esta primera entrega le siguió, en 2014, una edición acumulativa que incluye el primero y el segundo volúmenes. La entrega más reciente —de 2018— incluye el análisis de tres lenguas de distintas familias lingüísticas: el tlapaneco, una lengua otomangue; el zoque, una lengua mixezoqueana, y el náhuatl de Pajapan, una lengua yutonahua. Debe de rescatarse que los datos para el análisis de cada una de las lenguas se recabaron de primera mano; después se sintetizaron y analizaron acústicamente. Cada uno de estos volúmenes contiene un disco compacto interactivo con mapas, información tipológica de las lenguas en cuestión y los sonidos de los ejemplos a los que hace referencia la autora a lo largo de cada capítulo. Los ejemplos sonoros representan una muestra invaluable de la calidad de grabación, del manejo de los datos y de la calidad del análisis acústico que puede lograrse mediante el uso de los recursos del Laboratorio. Aunque el sistema fónico de las lenguas no se analiza de manera exhaustiva —tarea que requeriría mínimamente tres vidas—, la autora seleccionó los problemas más desafiantes para el estado actual de la teoría lingüística y los desarrolló rigurosamente siguiendo los métodos de la lingüística de laboratorio. Esto último da muestras de la sensibilidad y agudeza analítica de la autora.

En el terreno de la variación dialectal destacan tres proyectos colaborativos cuya cuna se encuentra en el lef: el Corpus sociolingüístico de la Ciudad de México, el Corpus oral del español de México (coem) y uno doble, el Habla de la República Mexicana (hrm) y el Habla de la Ciudad de México (hcm). El Corpus sociolingüístico de la Ciudad de México (cscm), dirigido por Pedro Martín Butrageño y Yolanda Lastra, es una muestra monumental de las distintas formas de habla de la Ciudad de México y está cruzada por distintos criterios sociales, como el sexo, la edad y el nivel educativo. En total, el corpus reúne archivos de audio de más de 300 colaboradores y unas 500 horas de grabación. Las entrevistas constan de tres partes: una conversación de habla natural, pruebas lingüísticas y un cuestionario con información social del entrevistado. El Corpus oral del español de México, codirigido por Pedro Martín, Leonor Orozco y Érika Mendoza, está enfocado en la caracterización geográfica y social de la diversidad del español hablado en México. El coem reúne, hasta el momento, datos provenientes de quince ciudades: La Paz, Chihuahua, Monterrey, Guadalajara, Lagos de Moreno, Morelia, Guanajuato, Ciudad de México, Puebla, Xalapa, Veracruz, Acapulco, Oaxaca, Mérida y Tuxtla Gutiérrez. Estas ciudades forman cuatro grupos —Norte, Occidente, Centro-Golfo y Sur-Sureste— que, hipotéticamente, constituyen sistemas integrados mediante la interacción social y la historia compartida.

El proyecto más reciente del lef es la recuperación de dos corpus orales coordinados por Lope Blanch y recogidos durante los años sesenta y setenta. Este proyecto, en colaboración con la Fonoteca Nacional, lo coordinan Pedro Martín Butragueño y Julia Pozas Loyo. Los corpus recuperados suman más de 1 200 entrevistas digitalizadas y tienen una importancia histórica no sólo por la fecha en la que se realizaron, sino también porque son evidencia de la variedad de formas de habla del español durante la mitad del siglo pasado y porque representan una oportunidad inmejorable de estudiar cómo han cambiado esas formas de habla a lo largo de casi un siglo. Esta profundidad histórica es posible si tomamos en cuenta que los colaboradores más viejos debieron haber nacido a finales del siglo xix o a principios del siglo xx. La diversidad en este corpus trasciende el estado actual y se proyecta a lo largo del tiempo.

Además de los proyectos gestados desde el propio laboratorio, el lef hospeda tres seminarios: Phonologica, el Grupo de Investigación Sociolingüística y el Seminario de Prosodia. El seminario Phonologica, dirigido por Esther Herrera y conformado por investigadores de distintas instituciones, está dedicado a promover la discusión sobre la fonología de las lenguas mediante una sólida base descriptiva. En este seminario no sólo se reúnen distintas miradas dirigidas hacia el componente fonológico, sino que también se acopia el análisis de varias lenguas subrepresentadas. Cada cierto tiempo el seminario Phonologica abre las puertas a una discusión más amplia mediante la organización de mesas de trabajo con el formato de coloquio; en éstas, se exponen no sólo los resultados de las sesiones mensuales del seminario, sino también los resultados de las investigaciones de algunos invitados especiales, a manera de ponencias plenarias. El seminario Phonologica cuenta con una serie de publicaciones que incorpora los resultados de los trabajos generados por los miembros del seminario y los resultados de los invitados, de modo que éstos se exponen en un foro abierto y perduran mediante productos tangibles.

El Grupo de Investigación Sociolingüística lo dirige Pedro Martín y está dedicado a la discusión del cambio y de la variación asociada a los distintos factores sociales que integran una comunidad lingüística. Es importante mencionar que este seminario integra en un mismo espacio de discusión a sociolingüistas consolidados, estudiantes de doctorado y becarios de investigación que participan en proyectos como el cscm, el coem y los proyectos hermanos (hrm y hcm). El Grupo de Investigación Sociolingüística está conformado por investigadores de diversas instituciones y en él confluyen temas como la variación geográfica del español, la influencia que ejerce el contacto entre lenguas sobre el habla particular de una región específica o el papel que juegan los factores sociales en la variación lingüística. Es importante destacar que el Grupo de Investigación en Sociolingüística no se restringe al nivel fónico, sino que abarca todos los niveles de análisis lingüístico, como la morfología, la sintaxis, la semántica y la pragmática, así como las áreas de confluencia entre niveles de análisis: la fonética y la sintaxis o la fonética y la pragmática. El Grupo de Investigación Sociolingüística también suele convocar al “Coloquio de cambio y variación” que se organiza en conjunción con el Instituto Nacional de Antropología e Historia y el Instituto de Investigaciones Filológicas de la unam.

Por último, el Seminario de Prosodia se especializa en la variación sociolingüística en el nivel de la entonación, con una fuerte tendencia al análisis instrumental y los métodos cuantitativos.

El estudio y la difusión de la diversidad lingüística del lef se complementa con la formación académica. El lef es un espacio abierto para los estudiantes del Doctorado en Lingüística, en un principio como una sede simultánea de la materia de Fonética y después como un lugar habitual de trabajo para los estudiantes que desarrollan tesis enfocadas en la fonología, la variación y el cambio fónico. El lef ofrece, además de sus recursos instrumentales, un amplio acervo de material bibliográfico especializado y, sobre todo, un clima propicio para el desarrollo de los proyectos doctorales. Además de la apertura del Laboratorio a través de la organización de los seminarios, los coloquios y las publicaciones que se organizan y producen dentro de El Colegio de México, el lef brinda a estudiantes de licenciatura de diversas instituciones la oportunidad de participar como becarios de investigación en los proyectos sobre diversidad lingüística de lenguas minorizadas y la variación del español. Los becarios de investigación que participan en el lef suelen titularse en sus instituciones con tesis afines a alguno de los proyectos del Laboratorio.

Desde su primera etapa de gestación, entre 1999 y 2002, el lef se trazó el enorme objetivo de mostrar en toda su dimensión la amplia diversidad lingüística de México a través de la descripción y el análisis minucioso de las estructuras fónicas de las lenguas y sus formas particulares de habla. Mediante el estudio de las propiedades lingüísticas de las lenguas y sus distintas formas de hablarlas, el lef ha contribuido a la revaloración de la diversidad como una riqueza cultural. Esta tarea es urgente en un país como el nuestro, no sólo por ser plurilingüe y pluricultural, sino por la ardiente discriminación y los prejuicios a los que los hablantes tanto de lenguas minorizadas como de formas de habla estigmatizadas se enfrentan día con día.◊

 


Referencias

 

Herrera Zendejas, Esther (2019). “Las lenguas mexicanas: un entramado estructural y cultural”, Otros Diálogos de El Colegio de México 9, https://otrosdialogos.colmex.mx/las-lenguas-mexicanas-un-entramado-estructural-y-cultural.

León, Antonio de (1967). “La lengua de los ancianos de Jaluoa, Tabasco”. Estudios de Cultura Náhuatl, (7), 98.

Maddieson, Ian (2013). “Laterals”, en Matthew S. Dryer y Martin Haspelmath (eds.),
The World Atlas of Language Structures Online, Leipzig, Max Planck Institute for Evolutionary Anthropology.

Vázquez Rojas, Violeta (2020). “Contar lenguas”, Otros Diálogos de El Colegio de México 10, https://otrosdialogos.colmex.mx/contar-lenguas.

 


* MARIO ULISES HERNÁNDEZ LUNA

Es egresado del Doctorado en Lingüística de El Colegio de México y posdoctorante en el Instituto de Investigaciones Filológicas de la unam.