La 4T de cara a las elecciones de 2021

Este año se celebrarán elecciones importantes en toda la República que podrían poner en jaque el proyecto de la Cuarta Transformación. Silvia Gómez Tagle escribe sobre los factores que podrían ayudar u oponerse a Morena y sus aliados.

 

SILVIA GÓMEZ TAGLE*

 


 

En 2021 se celebran elecciones, las más grandes de la historia por el número de cargos que estarán en juego. Las elecciones intermedias de 500 legisladores federales, 15 gobernadores, así como legisladores locales y autoridades municipales de 30 estados plantean a las instituciones electorales el reto de organizar, en total, 3 026 elecciones locales, más 500 de diputados federales, todas simultáneas. Pero también representan un gran reto para los partidos políticos, que deberán presentar tantos candidatos: identificarlos entre sus militantes o conseguirlos de afuera, nominarlos, hacer una campaña y cuidar la votación.

¿Qué puede esperarse de las elecciones este año? Un factor importante será la presencia o no del presidente en el escenario electoral, porque sin duda su personalidad tiene mayor poder de convocatoria que los posibles candidatos a diputados e incluso a gobernadores. Pero también jugarán un papel estelar los 15 gobernadores de los estados donde se renovará el poder local, y en 30 entidades se renovará también el Congreso y casi la totalidad de los ayuntamientos, además de las alcaldías de la Ciudad de México.

 

2018: el antecedente

 

En 2018, el triunfo de Andrés Manuel López Obrador fue arrollador en todo el país, incluso en las entidades que habían sido panistas o en aquellas que habían sigo gobernadas por el pri y seguían teniendo una presencia muy fuerte de ese partido. Las elecciones de senadores y diputados federales celebradas en la misma fecha arrojaron también resultados muy favorables para la coalición Juntos Haremos Historia.

 

Tabla 1. Principales contendientes en las elecciones presidenciales de 2018

Fuente: Elaboración propia con datos del cómputo distrital proporcionados por el ine.

 

En la tabla 2 se aprecia el índice de competencia o “margen de victoria” que mide en porcentajes la distancia entre el primer y segundo lugares.

 

Tabla 2. Índice de competencia en las elecciones de 2018

Fuente: Elaboración propia con datos del cómputo distrital proporcionados por el ine.

 

En las elecciones presidenciales en México, no se había visto un margen de victoria tan alto como el de 2018, que alcanzó 32 puntos porcentuales. Algunos autores consideran un resultado de este tipo como un indicador de un sistema de partido hegemónico, no democrático, por el escaso margen de competencia que puede ofrecer. En México no se había dado un margen de victoria tan alto desde 1982. ¿Podría decirse que regresamos 40 años en el desarrollo democrático de México? La paradoja está en que se ha llegado a un sistema de partidos desequilibrado, con un bajo nivel de institucionalización y muy escasa competitividad, a través de procesos democráticos que demuestran, por un lado, la fuerza de la convocatoria de un dirigente social con un discurso populista y, por otro, un proceso de pérdida de identidades partidistas totalmente espontáneo. Los resultados electorales de 2018 desagregados para las 32 entidades muestran resultados aún más sorprendentes, por la enorme diferencia entre entidades (consúltese la gráfica 1).

Es posible distinguir cinco grupos o tipos de entidades si se atiende a la diferencia entre ganador y perdedores: en el primer grupo había 15 entidades donde amlo mantuvo una diferencia de 40 puntos porcentuales arriba del segundo partido. En el segundo, Anaya y Meade se colocaron aproximadamente 20 puntos más abajo. En el tercer grupo, integrado por seis entidades, el nivel de competencia es medio y hay una presencia importante de Anaya y Meade, y puede hablarse de un escenario de competencia de tres partidos. El cuarto grupo está integrado por entidades fuertemente panistas; por último, el quinto grupo consiste de dos entidades en donde la votación obtenida por Ricardo Anaya y por amlo fue casi la misma.

 

Gráfica 1. Resultados de elecciones presidenciales 2018 por entidad

Fuente: Elaboración propia con datos del cómputo distrital de 2018, proporcionados por el ine.

 

¿Puede esto significar un retroceso democrático debido a la pérdida de pluralidad en el sistema de partidos de nuestro país? ¿Podría darse el caso de que Morena ocupe un lugar tan importante que llegue a bloquear la oportunidad de ganar a los otros partidos?

En 2018, Morena no destacó en la contienda electoral sólo por la calidad de sus candidatos, sino porque lograron mimetizarse con la gran oferta de cambio que proponía López Obrador, lo que les permitió contender en un espacio privilegiado donde los reflectores nacionales de los medios los iluminaron gracias a que aparecían junto a la figura del candidato a presidente. Y su campaña electoral se enfocaba en promover el Proyecto Alternativo de Nación, con una oferta ambiciosa de cambios radicales en la política. La gran diferencia en 2021 es que López Obrador no estará en la boleta, a pesar de todos los esfuerzos que ha hecho para introducir asuntos que lo involucran, como la consulta para la revocación de mandato.

En 2021 habrá elecciones de gobernadores, diputados locales y ayuntamientos en 15 entidades. Teniendo como referencia las elecciones 2018, el panorama podría verse favorable para Morena en muchas de éstas:

•   En el primer grupo están las entidades con un margen de victoria de 40 puntos en 2018, muy difícil de remontar: Baja California, Baja California Sur, Campeche, Chihuahua, Guerrero, Nayarit, Sinaloa, Sonora, Tlaxcala.

•   En el segundo grupo de entidades se dio una distancia de más de 20 puntos porcentuales entre amlo y los candidatos Anaya y Meade: Colima y Michoacán.

•   El tercer grupo está formado por entidades con un nivel de competencia fuerte, donde el pan es el actor principal en San Luis Potosí y en Zacatecas lo ha sido el pri.

•   Con un alto grado de competencia (es decir, un margen de victoria muy bajo), el resultado en 2018 favoreció al pan como segundo partido en Querétaro y Nuevo León.

La elección de los gobernadores va a tener gran influencia en todo el clima político, por lo que afectará todas las elecciones locales en sus respectivas entidades. Además, tendrá un gran impacto en la votación para diputados federales, lo que también definirá el futuro del proyecto de López Obrador.

 

El Proyecto Alternativo de Nación y la convocatoria de López Obrador en 2018

 

La gran capacidad de convocatoria que demostró tener Andrés Manuel López Obrador en 2018 no se debió sólo a su estilo personal de comunicación política, sino también a la capacidad de ofrecer un diagnóstico acertado y comprensible de la situación que prevalecía entonces en el país y que afectaba a una población inerme, sin partidos ni organizaciones que la representasen. Su diagnóstico resaltó la pobreza, la falta de empleo, la ausencia de servicios públicos y, sobre todo, la violencia y la corrupción que han afectado a la mayoría de los mexicanos de todos los niveles sociales, pero principalmente a los más pobres.

El discurso de amlo contra el neoliberalismo articuló el sentido de una situación de catástrofe que ha vivido una gran parte de los mexicanos. Cuando menos, lo articuló contra esa “democracia constitucional” que suponía lograr una relativa eficacia de las elecciones para cambiar al partido gobernante. La alternancia con Vicente Fox no dio los frutos esperados y, a partir de 2006, se empezó a perder la esperanza de que el sufragio fuese suficiente para “cambiar las cosas”: por un lado, la violencia que se ha extendido por todo el país; y, por otro, la corrupción que se hizo cada vez más visible gracias a la libertad de expresión (ya todo mundo puede insultar impunemente al presidente, por ejemplo) y a las instituciones de “transparencia”. Al mismo tiempo que se ponía en evidencia la incapacidad de los gobiernos de diferentes partidos de castigar a los culpables, la delincuencia organizada se fue adueñando del territorio nacional. López Obrador, al darle un nombre al enemigo, “el neoliberalismo”, hizo posible convertir un problema difuso y de múltiples aristas en algo contra lo que se puede luchar.

Después de sus primeros dos intentos de llegar a la presidencia, López Obrador siguió insistiendo en explicar la relación entre los empresarios y los políticos, el efecto negativo de la privatización de los servicios y recursos, el alto costo de la gasolina, la falta de servicios, los incalculables recursos públicos que se sustraían para beneficios de funcionarios y empresarios, y la impunidad de la delincuencia. Ejemplos de esto, del dominio público, son el proyecto del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, los hospitales que construyeron gobiernos del pri en el Estado de México con un costo 20 veces superior al costo real, los regalos recibidos por el expresidente Enrique Peña Nieto, como la “Casa Blanca”, además de los grandes agravios a la sociedad por mantener la impunidad de los criminales, la desaparición de los 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa y muchas cosas más. A través de su discurso político, sencillo, polarizador, populista, amlo le dio un orden, un “sentido” que hizo posible que la situación de catástrofe se viera como algo que es posible corregir.

El presidente López Obrador condena la corrupción como el principal problema de México y convoca a todos los mexicanos —de todas las clases sociales— a combatirla. En eso radica la eficacia de la convocatoria para “construir un acuerdo nacional y hacer de la honestidad una forma de vida y de gobierno”. Asimismo, su discurso contra la corrupción fue eficaz porque él ofrece garantía de honestidad; podrán decirse muchas cosas de López Obrador, pero es muy difícil que una acusación de corrupción prospere porque no hay fundamentos en su trayectoria personal que la justifiquen.

La eficacia de su discurso se sustentó en dos ejes: 1) un diagnóstico verídico de la situación que se vivía en México en el sexenio en el que Peña Nieto fue presidente y 2) la convicción que tiene mucha gente de que López Obrador es un político honesto. Es difícil que Morena conserve una mayoría tan holgada como la que obtuvo en 2018, pues ahora no es amlo el que estará en la boleta. Dependerá de otros factores el que pueda o no revivirse el sentimiento o la convicción que llevó a tantos ciudadanos a comprometer su voto por el proyecto de la Cuarta Transformación (4T).

En 2018 la candidatura de amlo logró alinear en un sentido positivo las voluntades de sus seguidores más fieles, que siempre creyeron en él, con las expectativas de muchos ciudadanos que venían de otras filiaciones políticas, pero que al final quedaron convencidos de que su candidatura como presidente era la mejor opción (o la menos mala) y que también apoyaron a los candidatos de Morena para legisladores, lo que implicaba apoyar el proyecto de la 4T. En 2021 la situación es diferente: hay motivos para tener dudas e incluso motivos de frustración frente a los resultados alcanzados.

En la prisa por transformar el país a un ritmo acelerado, se ha dado muy poco tiempo de escuchar y dialogar con los ciudadanos. Se han desestimado demandas legítimas; se ha cancelado el presupuesto para organizaciones de la sociedad civil con un compromiso social real, proyectos de infraestructura, instituciones de investigación y servicios de salud; no se ha resuelto el conflicto con las empresas de subcontratación. Son tantos los campos de la “innovación institucional” que se ha perdido la cuenta de dónde está México a dos años y medio de distancia. A veces se da la impresión de que el discurso beligerante y provocador de amlo está logrando alinear las opiniones de sus verdaderos adversarios con las opiniones críticas de quienes sí quieren una transformación del país, sí quieren una política social que coloque a los pobres en primer plano, sí están tratando de crear una relación distinta entre el Estado y el ciudadano, pero que se resisten a ser víctimas inermes de un atropello.

La metáfora del “neoliberalismo malo” está perdiendo eficacia en la medida en que los neoliberales ya se fueron —su derrota electoral en 2018 fue contundente en muchos aspectos—, pero el país sigue sin arreglo. Y, para complicar más el panorama, se agregan los efectos devastadores de la pandemia de covid. Sin importar si López Obrador es responsable o no de la magnitud del impacto social y económico que ha tenido, la realidad es que gran parte de la población ha sufrido los efectos y será muy difícil que se deslinde la parte de los problemas que corresponde a la 4T y la que ha sido inevitable por la covid. De ahí que la “oposición” en los medios insista en politizar el impacto negativo que se ha tenido en todos los aspectos. Destacar la incapacidad del presidente de gobernar y señalar lo absurdo de su Plan Alternativo de Nación son estrategias eficaces, por un lado, debido a “los daños colaterales causados por la 4T” y, por otro, debido a la pandemia que nadie ha podido explicar ni detener y que ha causado un gran desconcierto.

Si el discurso de amlo resultó tan eficaz en 2018, fue porque “hizo clic” con la experiencia de la gente y contribuyó a explicar una situación caótica. La eficacia de una metáfora radica en su capacidad de conectar emocional y racionalmente con la experiencia del sujeto y permitirle entender una situación. A casi tres años de distancia de su victoria electoral, será muy interesante evaluar en qué medida la “economía moral” y el “proyecto alternativo de nación” todavía “hacen clic” con una gran parte de los mexicanos, y si Morena sigue representando la opción del “cambio verdadero”. Eso se verá en las elecciones intermedias, en las que se van a elegir diputados federales y locales de todos los estados, ayuntamientos y 15 gubernaturas.

Morena ha crecido con demasiada rapidez, sin tiempo para madurar como partido, y sus verdaderos dirigentes no tuvieron oportunidad de ganar espacios públicos para garantizar en las elecciones de 2018 la competitividad necesaria en todos los ámbitos territoriales. Eso hizo que las alianzas fueran indispensables, pero también riesgosas. Era difícil conseguir en sus propias filas a todos los candidatos necesarios, por el costo real de las campañas y la ausencia de líderes políticos confiables en todos los estados, municipios y distritos. Las elecciones de 2021 serán una nueva prueba para la congruencia política de este nuevo partido, ya que enfrenta una vez más el dilema de lanzar la candidatura de los “mejores candidatos” o de ceder a la demanda de intercambios políticos en busca de una mayor eficacia.

Pero también será una prueba para el pri, que pretende concretar una alianza con el pan y el prd. No hay grandes coincidencias ideológicas entre los tres partidos: lo que los une es la derrota de 2018 y la expectativa de combatir el proyecto de la 4T y derrotar a amlo, porque los intereses de todos han sido vulnerados.

Después de dos años de distancia, la 4T ha llegado a “desarreglar” muchas instituciones que, si bien no eran perfectas, cuando menos funcionaban. Los múltiples cambios han sido el motivo por el cual se ha dejado de proveer múltiples servicios sociales y administrativos, se ha suspendido el funcionamiento de instituciones de investigación y docencia, servicios de salud y también se ha pretendido “adelgazar” la administración pública para lograr mayor eficiencia a menor costo. También es cierto que se han afectado intereses de empresarios y funcionarios que probablemente señalan errores para defender su propio interés. No obstante, todo es muy confuso porque la información es deficiente.

En resumen, la administración pública y la actividad de los legisladores ofrecen un panorama abstruso, en el que faltan datos que permitan evaluar las repercusiones que tendrán todos los cambios que se están haciendo como parte de la 4T. López Obrador ha logrado hacer lo contrario de lo que hizo en 2018: está alineando en su contra las opiniones de quienes han visto afectados sus intereses y de quienes podrían apoyarlo si les concediera la oportunidad del diálogo para argumentar en favor de opiniones con fundamento. Con un panorama tan incierto, al que se agrega la crisis de la pandemia, las elecciones de 2021 serán una gran encuesta para conocer la opinión de los mexicanos sobre la 4T y nos van a enseñar muchas cosas sobre la situación actual de la democracia.

Si Morena y otros aliados de amlo obtienen una mayoría contundente y las elecciones de gobernadores permiten a Morena extender su territorio de influencia, es muy probable que el proyecto de la 4T siga adelante con los mismos rasgos (positivos y negativos) que ha tenido hasta ahora. Sin embargo, si el partido del presidente pierde fuerza frente a la gran alianza opositora del pri, panprd —además de todos los que puedan sumarse—, se frenaría la capacidad de llevar a cabo la 4T. El resultado sería más preocupante, porque el país quedaría en un desorden peor, con una transformación inconclusa y sin otro proyecto que la sustituya.◊

 


* SILVIA GÓMEZ TAGLE

Es doctora en Antropología por el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (ciesas) y trabaja en el Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México. Sus investigaciones han explorado ampliamente los sistemas políticos de América Latina y México, así como las transiciones democráticas, conflictos electorales y otras reflexiones en torno a los retos y desafíos de la democracia. Es autora de La transición inconclusa: treinta años de elecciones en México, publicado por El Colegio de México (1ª ed., 1997; 2ª ed., 2001).