Interpretación histórico-política de la Constitución mexicana, con visión ciudadana

 

GUSTAVO VEGA CÁNOVAS*

 


“Es voluntad del pueblo mexicano…”. Introducción ciudadana a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Héctor Fix-Fierro.
México, El Colegio de México, 2021, 267 pp.

 

El centenario de la promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, celebrado el 5 de febrero de 2017, propició, como era natural, múltiples celebraciones, entre las que destacaron la publicación y la reedición de innumerables obras que analizan y escudriñan las diversas dimensiones de nuestra vida constitucional y que subrayan el valor histórico y actual de nuestra Constitución. Estas obras, además, se distinguen por su extensión y profusión de referencias históricas, con su caudal de nombres y fechas, y han sido redactadas con un lenguaje legal y con referencias constantes a textos y fuentes jurídicas.

La obra que aquí se reseña, del doctor Héctor Fix-Fierro, publicada igualmente para celebrar el centenario, se distingue de las demás en que su propósito es, por reconocimiento propio, “más modesto”, pero, hay que añadir, no menos importante, pues se plantea como una introducción a la Constitución y a su historia dirigida a la ciudadanía para que “ésta se apropie de ella y la incorpore en una nueva conciencia cívica”. Para lograr este propósito, el doctor Fix-Fierro ofrece, mediante un lenguaje accesible para un público no especializado y un enfoque interdisciplinario, una síntesis muy bien lograda de los orígenes, de la evolución histórica y de la fundamentación filosófica y política de los ejes centrales de la Constitución de 1917, a saber, los que en su artículo 40 definen la forma de organización política de nuestro país, es decir, como una república representativa, democrática, laica y federal.

En otras palabras, antes que ofrecer una visión sistemática y completa de la Constitución, la cual normalmente se encuentra en los tratados de derecho constitucional, donde se divide la Constitución en una parte dogmática —declaración de derechos— y otra orgánica, que establece la integración y las atribuciones de los poderes y otros órganos públicos, en su libro, el doctor Fix-Fierro toma cada uno de los elementos de la definición de nuestra forma de organización política, establecida en el artículo 40, y los discute, uno por uno, en capítulos separados desde una perspectiva histórica y que enfatiza los fundamentos filosófico-políticos que se adoptaron en las constituciones que ha tenido el país desde la Independencia. Añade, además, una explicación sintética de su acogida en la Constitución de 1917. Derivado de este detallado y bien fundamentado análisis, el libro nos ofrece, en paralelo, un recuento sumamente rico e interesante del desarrollo y de las transformaciones que la Constitución de 1917 ha sufrido desde la etapa de su promulgación hasta la actualidad y cómo ella ha sido fundamental para facilitar y estructurar en instituciones jurídicas los cambios políticos, económicos y sociales que ha tenido el país en el periodo posterior a la Revolución mexicana de 1910.

La obra está dividida  en siete capítulos; cada uno explica uno de los elementos que integran la fórmula del artículo 40 —“Es voluntad del pueblo mexicano”, “constituirse en”, “una República”, “representativa”, “democrática”, “laica”, “federal”— con una estructura similar: un preámbulo introductorio, principalmente de carácter conceptual; una descripción de la trayectoria histórica del concepto, en general y a la luz de los principales documentos constitucionales mexicanos y sus fundamentos filosófico políticos, y una explicación somera de su adopción en la Constitución de 1917.

¿Cuáles son los hallazgos y conclusiones a las que llega el Dr. Fix-Fierro en su meticuloso y rigurosamente investigado y fundamentado análisis del origen y de la evolución histórica de cada uno de estos elementos?

Uno de los hallazgos, que se desarrolla fundamentalmente en los capítulos 1, 2 y 3,  es que a partir del movimiento de independencia y las subsecuentes luchas políticas que se dieron en el siglo xix y durante la Revolución mexicana para establecer, mediante una Constitución, la forma de organización política de la nación mexicana, todas estas formas, a excepción de los breves episodios del primer y segundo Imperios, coincidieron en defender e imponer la idea de que la nación mexicana se constituyera como una república representativa y popular y con división de poderes. Una vez que triunfó el movimiento de Reforma y se promulgó la Constitución de 1857, se añadirían los ideales de federalismo y laicidad, seguidos por el ideal democrático con el triunfo de la Revolución mexicana y la promulgación de la Constitución de 1917.

De acuerdo con el Dr. Fix, con el triunfo de la Revolución mexicana y la promulgación de la Constitución de 1917 se superó la etapa en la que una minoría imponía los destinos de los mexicanos y ya nadie cuestiona la unidad fundamental del territorio ni el consenso de propósitos de la mayoría de los mexicanos en favor de una sociedad plural, democrática e igualitaria.

Otra tesis fundamental del libro, que se explicita y se demuestra en el tercer capítulo y en los siguientes, es que la Constitución de 1917 ha acompañado las transformaciones más profundas —económicas, sociales y políticas— por las que ha atravesado nuestro país durante su vida independiente, lo que la ha convertido en la Constitución más longeva de nuestra historia constitucional; y ha alcanzado dicha longevidad porque, en primer lugar, recoge importantes innovaciones institucionales que se incluyeron en las constituciones que se generaron a partir del movimiento de independencia. El Dr. Fix destaca, por ejemplo, los principios esenciales del juicio de amparo —contenidos en el artículo 25 del Acta Constitutiva y de Reforma a la Constitución de 1824, promulgada el 22 de mayo de 1847—, que fueron incorporados en la Constitución de 1917 y son, hasta el día de hoy, el principal instrumento para la protección judicial de los derechos fundamentales de los habitantes de la República mexicana y que, como se señala en el libro, convirtieron a México en el primer país en crear un juicio especial para proteger los derechos fundamentales de sus habitantes.

En segundo lugar, ello se debe a que la Constitución de 1917, en su proceso de gestación y diseño, fue muy incluyente y tuvo la virtud de incorporar las demandas más importantes de los grupos que participaron en la Revolución mexicana, tanto de los victoriosos como de los derrotados, como la restitución de tierras a las comunidades indígenas que exigía la causa zapatista y el reparto de tierras para acabar con los grandes latifundios, pero también, y en general, las de los estratos sociales —obreros y campesinos— que habían sido excluidos del desarrollo económico propiciado por el Porfiriato.

Lo anterior no significa, sin embargo, tal como lo reconoce el propio autor, que la construcción de la nación y la inclusión de grupos sociales marginados que conviven en el territorio nacional o fuera de él haya concluido en ese entonces. De hecho, fue hasta 1992 y 2001 que se reconoció, en el ámbito constitucional, que la nación mexicana es una sola e indivisible, y que tiene una “composición pluricultural sustentada originariamente en sus pueblos indígenas” (artículo 2o), a los que se agregó, en 2019, los pueblos y comunidades afro-mexicanos (apartado C del mismo artículo), al igual que el reciente reconocimiento de la posibilidad de la participación política a través del voto de los mexicanos que residen en otros países, principalmente en Estados Unidos.

Pero no sólo eso, pues, como muy bien destaca el Dr. Fix, a partir de su promulgación y hasta muy recientemente, las reformas constitucionales de más importancia —aunque no todas— han contado con el consenso de las principales fuerzas políticas del país, lo que ha reforzado el carácter incluyente de nuestra Constitución.

En tercer lugar, la Constitución de 1917 fue diseñada de tal manera que le ha permitido tener la flexibilidad de adaptarse y encauzar los dramáticos cambios demográficos, económicos y políticos que ha experimentado el país desde 1917, en su tránsito de un país pobre, con una población de escasos 10 millones —de los cuales casi 80% vivía en el campo y de las labores agrícolas, y cuyos niveles de educación y salud eran muy precarios, con una esperanza de vida al nacer que no rebasaba los cuarenta años— al  momento actual, en el que la población supera los 120 millones de habitantes —de los cuales casi 80% habita en zonas urbanas, con una esperanza de vida al nacer que rebasa los setenta años y con niveles crecientes de educación y salud—. La economía mexicana ya no es principalmente agrícola, sino industrial y, sobre todo, de servicios; está abierta al mundo, con el cual tiene intercambios cada vez más intensos a través de diversos y cada vez más desarrollados sistemas de transporte y comunicación.

¿Y qué papel ha desempeñado la Constitución para encauzar estos cambios según el Dr. Fix-Fierro? En primer lugar, el autor reconoce que los primeros años de vida de la Constitución de 1917 fueron muy difíciles, ya que los gobiernos posrevolucionarios enfrentaron diversas sublevaciones militares y varios episodios de uso del asesinato como arma política. Fue precisamente a principios de la década de los años treinta, mediante varios cambios constitucionales importantes, cuando los gobiernos posrevolucionarios empezaron a asentarse y a estabilizarse. Estos cambios, sin embargo, contribuirían a iniciar un proceso de concentración del poder político en favor de la presidencia y del gobierno federal en detrimento del poder Legislativo, el Judicial y los estados. El Dr. Fix menciona como ejemplos la ampliación del periodo de gobierno presidencial de cuatro a seis años a partir de 1928; el otorgamiento de la facultad al presidente de nombrar —con aprobación del Senado— a los ministros de la Suprema Corte de Justicia y de pedir al Congreso su destitución y la de los jueces federales por mala conducta, así como la supresión de su inamovilidad a partir de 1934; la prohibición de la reelección consecutiva de los legisladores federales (diputados y senadores), además de la centralización creciente en las autoridades federales de diversas facultades en materia de recaudación fiscal y regulación económica que antes se compartían o eran de facultad exclusiva de los estados.

El Dr. Fix añade que esta centralización del poder en la presidencia y el gobierno federal se aceleró aún más y se institucionalizó a raíz de la creación del Partido Nacional Revolucionario (pnr), fundado en 1929, el cual, junto con sus dos mutaciones —el Partido de la Revolución Mexicana (prm) y el Partido Revolucionario Institucional (pri)—, aglutinó a las distintas fuerzas surgidas del movimiento revolucionario y se convirtió en el instrumento central para que el presidente de la República impusiera un dominio político indiscutible sobre los otros poderes y los distintos órdenes de gobierno del país (Federación, estados y municipios), lo cual también tuvo el efecto de desactivar buena parte del sistema de frenos y contrapesos establecido en la Constitución.

Sin embargo, como bien remarca el libro, pese a esta enorme concentración de poder, facultades y recursos en manos de la presidencia de la República, se mantuvo —y ello fue un gran avance— la prohibición absoluta de la reelección del presidente establecida en la Constitución, lo que impuso al menos un límite temporal efectivo a su poder. Gracias a ello, se logró lo que no pudo alcanzar Porfirio Díaz: asegurar de manera ordenada y pacífica la sucesión en el ejercicio del poder presidencial. Desde 1934, todos los presidentes de la República han concluido el periodo sexenal de gobierno para el que fueron elegidos y han entregado de manera pacífica y regular el poder a sus sucesores, a pesar, incluso, de las fuertes crisis políticas o económicas que en ocasiones han marcado sus últimos años de gobierno. Esto es un logro no menor para nuestro país si lo comparamos con el siglo xix y con los comienzos del siglo xx, y tiene pocos paralelos en el panorama de la región latinoamericana y mundial.

Por otra parte, es importante resaltar que, aunque el Dr. Fix reconoce el importante papel que el sistema político regido por el partido dominante que surgió y se consolidó en los años treinta y cuarenta del siglo pasado tuvo para generar el clima de estabilidad económica y social en México durante varias décadas, también destaca la crisis que empezó a experimentar a fines de la década de los sesenta, cuya expresión más palpable fue el del claro descontento de algunos sectores sociales —como los médicos o los estudiantes— que exigían sencillamente el respeto de los derechos que la Constitución —como los de reunión y asociación— consagraba ampliamente.

Además, demuestra que, una vez que esta crisis se agudizó y adquirió complejas manifestaciones, una parte importante de la solución que se le dio consistió en contrabalancear, por medio de reformas constitucionales, el inmenso poder del presidente de la República, y es así que se iniciaron la apertura y la ampliación del sistema de representación política a través de la reforma electoral; el fortalecimiento de los otros dos poderes, por ejemplo, mediante el aumento de los periodos de sesiones del Legislativo; y el otorgamiento de mayor autonomía y recursos al Poder Judicial.

Igualmente importante fue el inicio de la descentralización de facultades y recursos hacia los gobiernos de los estados y los municipios, la creación de mecanismos de control del gobierno, como las comisiones de derechos humanos y los institutos de transparencia, y, en general, el surgimiento de los llamados “organismos constitucionales autónomos”, que se encargan del ejercicio independiente de algunas importantes funciones de gobierno que antes correspondían al Poder Ejecutivo, como la emisión de moneda y el control de la inflación (Banco de México), la organización de las elecciones (Instituto Nacional Electoral), la generación de información estadística (Instituto Nacional de Estadística y Geografía), la regulación de las telecomunicaciones (Instituto Federal de Telecomunicaciones), la garantía de la competencia económica (Comisión Federal de Competencia Económica) y la evaluación del sistema educativo (Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, suprimido en 2019), entre otros.

Todo lo anterior ha traído, por consecuencia, el surgimiento de un sistema político más plural y democrático que, no obstante, todavía tiene que avanzar más en la eficacia de su desempeño. Lo importante a resaltar es que la reforma constitucional ha sido el medio que les ha permitido a las fuerzas políticas ponerse de acuerdo para definir y encauzar de manera institucional los cambios que necesita nuestro país a fin de lograr los principios y los objetivos que define la Constitución.

En  resumen, el libro del doctor Fix-Fierro ofrece una interpretación histórico-política muy rica y bien lograda que ayuda a entender los ejes fundamentales de la Constitución mexicana de 1917 de manera muy diferente a como suele ofrecerse en los textos de historia constitucional y derecho constitucional en México, al mostrarnos el valor histórico de la Constitución, la continuidad de sus principios básicos, su importancia para la existencia de la nación mexicana y su relevancia en la actualidad. Aunque la obra esta excelentemente redactada en forma de ensayo, contiene, además, una rica y amplia bibliografía que da sustento a las tesis e interpretaciones del autor. También se acompaña de un anexo que resume, en cuadros, las dos partes de la Constitución, la dogmática —declaración de derechos— y la orgánica, que establece la integración y las atribuciones de los poderes y otros órganos públicos, además de que incluye un índice de nombres y un apartado con bibliografía complementaria para los lectores interesados en hacer un estudio más profundo. Estamos convencidos de que este libro se convertirá en una lectura obligada para los estudiantes de derecho constitucional y de ciencias sociales, así como para profesores de la materia, y que tendrá un gran atractivo para el público informado e interesado en entender la historia constitucional de nuestro país.◊

 


 

* Es profesor e investigador del Centro de Estudios Internacionales en el El Colegio de México. Maestro en Ciencia Política por esta institución, es también maestro y doctor en Ciencia Política por la Universidad de Yale. En El Colegio de México, entre sus obras más recientes, como editor y autor, se encuentran La reestructuración de Norteamérica a través del libre comercio: del tlcan al t-mec (2020), Haití: historias y sueños. Sociedad, arte y cultura (2017, edición bilingüe español-francés) y El Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México. 50 años de investigación y docencia (2014).