Homenaje a Rubén Chuaqui

El pasado 2 de marzo murió Rubén Chuaqui, investigador asociado del Centro de Estudios de Asia y África de El Colegio de México. Un mes después, María Eugenia Vázquez Laslop leyó el siguiente texto en el homenaje que le ofrecieron sus colegas, estudiantes y amigos.

 

MARÍA EUGENIA VÁZQUEZ LASLOP*

 


 

El Colegio de México era para Rubén Chuaqui un edificio de conocimiento. Y no lo digo de manera metafórica, sino por el uso que él le daba a la estructura arquitectónica del edificio. Uno pensaría que Rubén Chuaqui era del tipo de profesores que se sumerge en los libros desde la privacidad y tranquilidad de su cubículo. No era así. Los días del profesor Chuaqui transcurrían en los ocho niveles de El Colegio: pasaba mucho tiempo entre las estanterías de la biblioteca, en sus tres niveles. Exploraba, revisaba, hojeaba, leía y releía los libros de prácticamente todas las disciplinas catalogadas. ¡Cuánta razón tenía Martha Elena Venier —quien nos dejó apenas un par de meses antes que Rubén— al decir que el único profesor —en realidad, la única persona— que había leído todos los libros de la biblioteca era Rubén Chuaqui! Y que todo ese conocimiento lo organizaba en su cabeza. No era una exageración. Así era. Pero el profesor Chuaqui no se guardaba ese conocimiento sólo para sí. No era el tipo de erudito que comunica su saber sólo en obras escritas. No, lo hacía en todos los niveles del edificio de El Colegio: en los salones, a los estudiantes; en el aula de exámenes de grado, con sesudas preguntas, a los tesistas; en el patio del nivel de las direcciones de los centros, a todos nosotros, a cualquiera de nosotros, profesores, estudiantes, egresados. Chuaqui era un profesor peripatético. Quien no haya gozado de un paseo con el profesor Chuaqui por este patio en herradura, recibiendo sus opiniones y orientaciones acerca del proyecto de investigación o del libro en turno, perdió una gran oportunidad de aprendizaje y generosidad.

A cuántos de nosotros nos leyó y nos iluminó con sus comentarios, sus ampliaciones y recomendaciones bibliográficas, que después discutía con nosotros, con alta concentración, en su cubículo. Habría que mirar los prólogos y las notas a pie de página de muchos artículos, libros y tesis, tanto de El Colegio como de otros lugares, donde los autores agradecemos las enseñanzas y recomendaciones de Rubén Chuaqui para lograr llegar a buen puerto. El profesor Chuaqui era como ese apoyo que observa tras bambalinas una puesta en escena y que en cada pausa nos da consejos y estímulos para seguir y terminar exitosamente.

Muchas gracias, Rubén Chuaqui, profesor Chuaqui. Ya extrañamos tu sostén erudito, siempre sagaz y humano, muy humano.◊

 


 

* MARÍA EUGENIA VÁZQUEZ LASLOP

Es profesora-investigadora en el Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios de El Colegio de México.