Historia y actualidad de los feminismos latinoamericanos

 

GABRIELA CANO*

 


 

Historia mínima de los feminismos
en América Latina
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Dora Barrancos.
Ciudad de México,
El Colegio de México, 2020.

 

El feminismo se consideraba hasta hace no mucho tiempo un aspecto sin importancia para la historia de América Latina. Si acaso, se reconocía la trascendencia de ciertos acontecimientos sobresalientes o de alguna fecha emblemática, pero, por lo general, no había espacio para detenerse en una reflexión sobre su significado ni para profundizar en su relevancia. Una de las razones de ese desdén ha sido el extendido prejuicio que ve el feminismo como una realidad ajena a la historia y a la idiosincrasia de nuestros países.

La Historia mínima de los feminismos en América Latina, de Dora Barrancos, es un muy buen punto de partida para entender las movilizaciones en torno a los derechos de las mujeres como un aspecto integral de la vida política de la región. La obra ofrece un recorrido, a vuelo de pájaro, de los feminismos latinoamericanos en la historia del siglo xx y en la actualidad. Así, la parte medular del libro está organizada en dos apartados regionales, uno para México y Centroamérica, y otro para el Caribe y América del Sur, y cada uno de ellos se compone de breves capítulos por países. La apretada sintésis histórica se complementa con unas páginas finales dedicadas a la actualidad feminista. En este postfacio, la autora ofrece breves crónicas de las movilizaciones #NiUnaMenos en Argentina, la primavera feminista en Chile y los tribunales de justicia feminista de Abya Yala, entre otros episodios recientes de gran importancia.

Los desenvolvimientos en favor de derechos de las mujeres han sucitado, a lo largo de la historia, reacciones de oposición antifeminista. En las primeras décadas del siglo xx, la igualdad educativa y ciudadana debió enfrentar a opositores que sostenían la supuesta incapacidad de las mujeres para el pensamiento abstracto y científico, así como su supuesta inestabilidad emocional en la política. Hoy en día los feminismos enfrentan contragolpes antiderechos, a los que el libro dedica algunas páginas de utilidad para comprender la peculiar mezcla de argumentos falsamente científicos y religiosos que utilizan estos movimientos antagónicos y hostiles para combatir los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.

Dora Barrancos identifica dos ciclos históricos en el feminismo del siglo xx. El primero de ellos reclamó la igualdad jurídica en el trabajo, la equiparación de los derechos políticos y de las oportunidades educativas, la ampliación de la influencia de las mujeres en el matrimonio y en la familia, en especial con relación a los hijos menores, y la valoración de la maternidad con la debida protección de la madre y la prole. Este ciclo inicial abarca un periodo de treinta a cuarenta años, desde la primera década del siglo xx hasta alrededor de 1940, ya en plena Segunda Guerra Mundial. Si bien el sufragio femenino fue la demanda emblemática de esa época, debe subrayarse que los derechos electorales no fueron nunca una meta en sí misma ni una demanda aislada. En América Latina, el voto femenino formó parte de una agenda política en la que los derechos ciudadanos estaban vinculados con el mejoramiento de la posición social y económica de las madres y sus hijos, y de las mujeres en general.

El segundo ciclo de los feminismos latinoamericanos surgió en los años setenta y se mantuvo activo al menos durante dos décadas, aunque en algunos países ese ciclo concluyó en la década de los noventa, mientras que en otros continuó vivo hasta finalizar el siglo. Las movilizaciones del periodo giraron en torno a demandas relativas al cuerpo y la sexualidad. Fueron prominentes la despenalización del aborto, así como la libertad de las mujeres para decidir sus embarazos y para expresar su sexualidad dentro o fuera de las normas de la heterosexualidad. Al mismo tiempo, se planteó la reivindicación de la experiencia y la sensibilidad específicas de las mujeres frente a visiones del mundo que tomaban las identidades masculinas como el parámetro de las vivencias humanas. Se denunció y combatió la discriminación a las mujeres, que se nombró con el entonces novedoso término sexismo, y se creó el concepto de género, sustentado en un análisis de la situación de las mujeres a partir de las construcciones sociales y culturales que definen las identidades masculinas y femeninas, y que subordinan las segundas a las primeras. Los feminismos surgieron marcados por las circunstancias políticas de cada país: en algunos irrumpieron estrepitosamente, mientras que en otros se abrieron espacio con la cautela que exigían las dictaduras en los países del Cono Sur y de Centroamérica.

Los ciclos históricos de los feminismos movilizaron, en general, a mujeres con altos niveles de educación. En el primer ciclo, las activistas fueron maestras de escuela, escritoras, periodistas y las pocas profesionistas que habían obtenido un título universitario; en el segundo, la adhesión a la protesta feminista fue de una nueva generación de mujeres, identificadas con la contracultura y las protestas juveniles y estudiantiles que cobraban fuerza en numerosos países. Es decir, fueron movilizaciones acotadas a sectores sociales con educación y compromiso político con corrientes políticas de izquierda o liberales, que no alcanzaron a tener un carácter masivo. Su agenda política, sin embargo, implicaba a las mujeres de los distintos sectores de la sociedad, en especial de las clases trabajadoras, y no se restringía sólo a los reclamos de las élites intelectuales, sino que mostraba cómo las desventajas y la discriminación eran casi siempre más fuertes entre la población pobre. Los abortos clandestinos representaban un mayor riesgo para la vida de mujeres en condiciones de precariedad económica que para aquéllas con una situación estable.

La actualidad de los feminismos corresponde a un tercer ciclo de efervescencia en el que las movilizaciones callejeras se han vuelto masivas, incluyen a mujeres cada vez más jóvenes y ya no sólo de nivel universitario, sino pertenecientes a sectores amplios de la sociedad. La lucha en contra de la violencia de género se ha vuelto un eje unificador de la movilización y con frecuencia se intersecta con la demanda de aborto legal, tiene una firme alianza con los movimientos lgtbq+ y sostiene una militancia antirracista.

La conceptualización feminista de la violencia de género, que, entre otros actos, incluye la violación dentro y fuera del matrimonio, el acoso y el hostigamiento sexuales, considerados un ejercicio de poder dirigido a controlar la libertad sexual y personal de las mujeres —y no como una expresión natural de la sexualidad masculina, con un fundamento orgánico o biológico—, surgió en el feminismo internacional de la década de los setenta. El combate a la violencia de género figuró de manera destacada en las discusiones del Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, realizado en Colombia en 1981, y sólo en años recientes se ha convertido en un movimiento que llena calles y plazas en las ciudades latinoamericanas.

La Historia mínima de los feminismos en América Latina esboza conexiones, continuidades y rupturas entre sus ciclos de movilización en los países de la región. Su lectura será de gran utilidad para quien busque conocimientos sobre las raíces de la protesta feminista en la historia latinoamericana y para quien se interese en acercarse a las movilizaciones de los pañuelos verdes y violetas de las nuevas generaciones de activistas. Unas y otras, tanto las raíces históricas como la efervescencia feminista del presente, son parte integral de la cultura y de la identidad latinoamericanas.◊

 


* GABRIELA CANO

Es historiadora especializada en estudios de género. Forma parte de la planta académica del Centro de Estudios Sociológicos y del Programa Interdisciplinario de Estudios de Género en El Colegio de México. Sus líneas principales de investigación son la historia de género y la diversidad sexual en el siglo xx mexicano.