Fierros con boca amplia y otras voces: entrevista a Florentino Solano

“Que la palabra se vuelva fiesta en todos lados; que se oigan las voces de los pueblos; que se extiendan por el mundo” es uno de los anhelos de Florentino Solano, quien cuenta en esta entrevista sus pasos desde niño en la literatura, para él, un mundo de ires y venires entre su lengua materna y el español.

 

CLAUDIA ITZKOWICH S.*

 


 

A un año de recibir el Premio de Literaturas Indígenas de América (plia), la crónica Yaa táxá’á kaa tuxií (La danza de las balas) —sobre un enfrentamiento entre militares y pobladores de la localidad de Metlotónoc, Guerrero, durante la festividad de San Miguel Arcángel en el año 2000— aún no cobra forma de libro, pero puede escucharse en audible.com. Esta versión en español está narrada por el actor José María de Tavira y “se siente un poco como el doblaje de una película estadounidense, nada que ver… No alcanza a expresar lo que está escrito en mi lengua; no proyecta la situación como nosotros la vivimos… Deja algo que desear”, dice su autor, Florentino Solano. La versión en tu’un savi, o mixteco, con su propia voz, aún no se graba.

También en 2021, Tákúu ndi’i tachi si’í yu (Todas las voces de mi madre), trabajo poético de Solano, ganó el Premio Nezahualcóyotl, y otro reconocimiento más reciente a su trayectoria literaria por parte del Sistema Nacional de Creadores de Arte le permitirá dedicarse a la escritura de una trilogía (La lluvia en tres tiempos) durante los próximos años.

En tu’un savi, los altavoces se conocen con un término compuesto que podría traducirse literalmente como “fierros con boca amplia”. Al igual que esos objetos que sirven para convocar, alertar y correr las voces en Metlotónoc, esta entrevista busca contribuir a correr la voz sobre el quehacer de un escritor bilingüe que siempre ha escrito “desde la orilla, desde el filo, desde la frontera, desde otro punto del que normalmente se espera”, como cualquier autor que, como él, amerite leerse.

Claudia Itzkowich: ¿Cómo te iniciaste en la lectura y la escritura?

Florentino Solano: Durante mi infancia sólo hablaba tu’un savi, pero cuando ingresé a la secundaria tuve que aprender el español a como diera lugar, pues nos prohibieron hablar nuestra lengua materna. Para aprender más rápido esta segunda lengua, la maestra de español nos recomendaba leer libros de la biblioteca; así inicié mis primeras lecturas. Conforme iba aprendiendo mejor el español, se intensificó mi gusto por los libros. Leí sobre todo poesía contemporánea. Me llamaba mucho la atención lo bonito que se oían los versos en mi cabeza cuando los leía. Ya en la prepa comencé a imitar muchos de esos textos, y así comencé la escritura. En la universidad comencé a escribir en mi lengua como una manera de regresar a los orígenes, pero en aquellos años estaba muy lejos de imaginar siquiera una publicación.

CI: ¿Cómo es tu relación con el tu’un savi y con el español?

FS: Tardé mucho tiempo en acostumbrarme a pensar y a hablar en las dos lenguas. Recuerdo que hubo un periodo de mucha confusión en mi mente, pues cuando pensaba algo en español terminaba diciéndolo en mi lengua y viceversa. Con el paso del tiempo, aprendí a convivir con los dos mundos; sin embargo, tengo mucho más de mi lengua materna que del español. Por ejemplo, cuando hago cuentas, me resulta más fácil realizar la operación en tu’un savi que en español, pues mi padre me enseñó a hacer matemática originaria, que es más simple y con recursos naturales como los dedos, granos de maíz, de frijol, colores. Me decía: “El blanco va a ser unidad, el negro decena, el rojo centena”, y con eso hacíamos o hacemos las cuentas; nos resulta mucho más práctico. Al principio tanto los números como las letras eran conceptos ficticios; no podíamos asignarles un valor real como lo hacemos con estos objetos que usamos para hacer las cuentas en nuestra comunidad.

CI: ¿Hay algún género literario que te resulte más natural?

FS: El cuento, por supuesto, pues en mi infancia mi padre nos contaba cuentos de tradición oral antes de dormir, y sus estructuras son parecidas a las del cuento literario occidental; por eso es el género que me resulta más fácil trabajar, aunque, si uno se lo propone, puede trabajar todos los géneros que desee.

CI: ¿Cómo iniciaste en la crónica?

FS: La crónica siempre ha estado ahí, desde que empecé a escribir. De hecho, tengo registro de muchos eventos que sucedieron en mi pueblo, en la región, en los viajes con la familia como jornaleros, en mi vida personal, pero si en este país es muy difícil publicar textos literarios en lenguas originarias, más aún publicar crónica. Así que he guardado muchos datos, y cuando vi que salió la convocatoria del plia para crónica, me puse a revisarlos y así elegí el tema para trabajar lo que terminó como La danza de las balas.

CI: ¿Qué autores te han inspirado en tu carrera?

FS: Creo que cada autor que leemos nos aporta, pero de manera especial podría señalar a Juan Rulfo, Juan José Arreola, José Revueltas, Edmundo Valadés, B. Traven, Rosario Castellanos, Elena Poniatowska, José Emilio Pacheco, Carlos Fuentes, Pablo Neruda, Balam Rodrigo, Alejandra Pizarnik, en español; en lenguas originarias puedo mencionar a Irma Pineda, Natalia Toledo, Kalu Tatyisavi, Natalio Hernández, Jorge Cocom Pech, Isaac Esaú Carrillo, Humberto Ak’abal, Mikeas Sánchez.

CI: ¿Podrías hablarnos de tu proceso creativo? ¿Qué lugar ocupa la escritura en tu vida diaria?

FS: Cuando estaba en la universidad, una maestra me dijo que si quería ser escritor debía conseguir un trabajo primero, porque de escribir no se vive; entonces tuve que viajar a San Quintín, Baja California, con mi familia, para buscar trabajo, y desde entonces he escrito en mis tiempos libres, que son muy pocas ocasiones. Normalmente trabajo por las noches, cuando mis hijos duermen, sobre todo porque mi hija hace música (aquí pueden verse algunos videos de su proyecto); entonces, de día es una fiesta la casa y de noche hay más silencio para escribir. En 2021 hice una excepción: tomé con pluma en mano la sala y les dije a mis hijos y a mi esposa que durante tres meses me dedicaría a escribir y, como ellos me apoyan mucho, me dieron el espacio y así pude dedicarme de lleno a la crónica Yaa táxá’á kaa tuxií (La danza de las balas), que ganó el plia, y al poemario Tákúu ndi’i tachi si’í yu (Todas las voces de mi madre), que ganó el Premio Nezahualcóyotl de ese año.

CI: ¿Cómo se compagina la escritura con tus otras responsabilidades?

FS: Ha sido un camino difícil, porque me entregué de lleno durante más de 16 años al trabajo en una empresa agrícola, y en ese periodo fue difícil escribir. Fueron tiempos complicados, porque mi esposa y yo teníamos trabajo; mis hijos, la escuela; estábamos adaptándonos a un nuevo lugar y construyendo la casa; teníamos el proyecto musical con mi esposa, el proyecto musical de mi hija, en fin. Había muy poco tiempo para volver a la escritura. Pausé mis proyectos durante mucho tiempo; incluso llegué a pensar que ya no volvería a escribir. Pero la pandemia, a pesar de que nos hizo mucho daño, también provocó un cambio positivo en mi vida y me dio una segunda oportunidad para escribir.

CI: ¿Cómo es tu proceso de autotraducción?

FS: Trabajo primero en una lengua y, posteriormente, traduzco mi texto a la segunda. Es un proceso que requiere tiempo porque hay cosas, conceptos, imágenes y palabras que son muy difíciles de traducir. Muchas veces uno tiene que conformarse con lo más cercano a la idea original porque no se consigue decir justo como se escribió en la primera lengua. Y esto pasa tanto del tu’un savi al español como del español al tu’un savi.

CI: Acerca de La danza de las balas, ¿podrías darnos algunos ejemplos de pasajes que hayan sido un reto traducir y explicarnos por qué? Giros y particularidades que no viajan naturalmente de una lengua a la otra, pero que lograste franquear. Pienso en el humor o la ironía. 

FS: Siempre es complicado trabajar en dos lenguas; siempre tiene sus complicaciones. En el caso de esta crónica, por ejemplo, tuve mucha dificultad para representar esa imagen extraña que tienen las familias del pueblo acerca de los militares, una imagen que ronda entre lo odiado y lo ignorado, entre lo común y lo extraño. En mi lengua, al decir lapa, na ché ndíxi kuíi, na ché ndíso tuxií, se nos viene una imagen de algo que esos hombres representan en nuestra memoria; en cambio, cuando decimos “soldados”, “militares”, “hombres verdes”, nuestra mente sólo representa una imagen simple, un retrato, una fotografía de soldados, hombres uniformados armados, pero no hay sentimientos en esos conceptos, como los hay en los de la lengua.

Respecto a las groserías, aún no encuentro unas groserías tan fuertes y tan duras en español como las de mi lengua. Un ejemplo podría ser la mentada de madre más conocida en México, cuyo equivalente en mi lengua es una invitación a que el interlocutor vaya a acostarse con su madre, pero de una manera muy directa y cruda. Por eso hay muchas palabras que no traduje, por su complejidad, pero, sobre todo, porque no habría podido causar la misma impresión o la misma emoción al escribirlas en español.

En cuanto a los neologismos, me fue difícil traducir, por ejemplo, na ché ndíxi kuí. Debió haber quedado como “esos que visten de verde”, pero finalmente lo dejé como “los hombres verdes” porque esa frase proyecta mejor la imagen que se representa en la lengua, y así muchas situaciones más que representaron un buen reto en el momento de trabajar la traducción.

CI: ¿Sientes tu trabajo como parte de un movimiento o una generación, o no necesariamente?

FS: No creo. Al contrario, mi voz es una más que se suma al conjunto de voces que desde la mitad del siglo pasado se han levantado en contra de la violencia que sufren los pueblos originarios. Soy uno más que viene a integrarse a un grupo muy amplio de personas a las que les gusta escribir, pero, sobre todo, que reflexionan, analizan y piensan desde el pueblo, desde ese sentimiento de hermandad, de la familia, de ser parte de un conjunto de personas con la misma raíz, con la misma historia. Tal vez ése sea mi problema, que no me siento parte de algo cuadrado en la literatura, pues siempre he escrito desde la orilla, desde el filo, desde la frontera, desde otro punto del que normalmente se espera. Pero siempre estoy al tanto de lo que escriben quienes me acompañan en la escritura. Trato de leer todas las novedades que se publican en lenguas originarias, me gusta estar al día y aprendo mucho de lo que escribe cada persona.

CI: Casi a título personal, ¿qué autores en lenguas originarias recomiendas leer? Ya sea traducidos al español… o autores que hayas podido leer en original y que te gustaría que se tradujeran.

FS: Irma Pineda, porque su poesía sobre la desaparición de su padre es desgarradora, y leerla siempre te devuelve a la humanidad; Natalia Toledo, poeta que deshila las nubes para escribir, sus imágenes se tallan en tu mente de inmediato; Kalu Tatyisavi, el poeta de la historia, de la raíz, de la memoria, el poeta más erudito del ñuu savi; Natalio Hernández, el poeta romántico que escribe sobre la naturaleza y sobre las raíces; Jorge Cocom Pech, escritor heredero de la tradición antigua de su pueblo, sus ensayos son de lectura obligada; Isaac Esaú Carrillo, poeta natural, de imágenes impactantes, de una poesía profunda, incisiva y admirable —es un deleite leer sus textos—; Humberto Ak’abal, el poeta serio y sencillo, pero de textos filosos, que van desde la ironía o la sátira hasta la reflexión profunda sobre el idioma, sobre la grandeza, sobre la espiritualidad y sobre la humanidad que ya no tiene salvación; Mikeas Sánchez, poeta que escribe sobre la mujer, sobre la historia de su pueblo y sobre el buen salvaje; Celerina Sánchez, poeta que busca la reivindicación de los derechos de la mujer originaria a una vida libre y digna; Húbert Matiúwàa, el poeta activista, la poesía combativa, la palabra en la flecha del arco, la voz que emite un grito desesperado desde las montañas de Guerrero por la libertad; Yásnaya Elena Gil, la hermana ayuujk más intelectual de todos los pueblos originarios que conozco, escritora, investigadora, traductora, activista social incansable, lingüista: creo que Yásnaya representa lo que todos quisiéramos llegar a ser; admiro mucho su trabajo y lo recomiendo ampliamente.

CI: ¿Qué te gustaría que suceda con lo que se está escribiendo en lenguas originarias?

FS: Para empezar, que se publicara todo y en grandes cantidades —así, cualquier pueblo podría acceder a esas publicaciones—; que cada escuela cuente con ellas para que cualquier niño, antes que en español, tenga primero un libro escrito en su lengua materna en sus manos; que los maestros puedan usar estos textos para sus planeaciones de clases, para leer por placer, para compartir; también que se multipliquen los premios literarios para los escritores en lenguas originarias; que los premios literarios actuales se vuelvan más incluyentes y admitan también obras escritas en lenguas originarias; que haya más talleres de creación para escritores jóvenes que hablan sus lenguas maternas; que haya más festivales, más encuentros de escritoras y escritores originarios; que la palabra se vuelva fiesta en todos lados; que se oigan las voces de los pueblos; que se extiendan por el mundo; que por cada palabra escrita en español se escriba una en lengua originaria… Sueño mucho, pido mucho, pero creo que en los próximos años veremos mucha producción literaria de escritores jóvenes. Sólo falta ofrecer las condiciones para que esas voces encuentren los ecos necesarios para contar y cantar las historias que les fueron heredadas y que fueron inspiradas por sus ancestros. Eso me gustaría que sucediera.◊

 


 

* Es editora y traductora, egresada del Diplomado de Traducción del Instituto Francés de América Latina (ifal) y maestra en Estudios Históricos por la New School University de Nueva York. Creció escuchando, además del español, el ídish, otra lengua sin Estado. A ese respecto acaba de editar Del shtétl a la ciudad de los palacios. Trazos del imaginario ashkenazi en México, de Natalia y Noemí Gurvich. Con todo, le ha tomado más de cuatro décadas cuestionarse sus decisiones lingüísticas: concretamente, preguntarse qué lengua del territorio que hoy es México va a empezar a descubrir.