01 Ene Fentanilo, la otra pandemia: un emergente desafío bilateral para México y China
El fentanilo presenta un desafío en materia de seguridad y de salud en los países en donde su consumo se ha convertido en una epidemia atroz. Tonatiuh Fierro escribe sobre su impacto en México y analiza la incidencia histórica de esta droga en la relación bilateral entre México y China, su principal productor.
TONATIUH FIERRO*
Quince días después de la primera visita de Estado del presidente Andrés Manuel López Obrador a Estados Unidos, y tras las presuntas amenazas del Cártel Jalisco Nueva Generación a distintos funcionarios del gobierno federal (entre ellos, el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard), el 23 de julio de 2020, el Ejecutivo mexicano se refirió por primera vez al trasiego de fentanilo que proviene de Asia y que tiene como destino los puertos del Pacífico mexicano. La prudencia de no mencionar el papel que han adquirido las importaciones ilegales de fentanilo chino ha sido la norma. Probablemente, la causa sea evitar una confrontación verbal con China, justo en momentos en los que la colaboración sanitaria bilateral va en aumento. En este sentido, y con la salvedad de los cambios geopolíticos en el poder global, las preguntas centrales de este ensayo son: ¿cómo influye el ascenso del fentanilo en las relaciones entre México y China? ¿Tendría un efecto disruptivo en las agendas de sus políticas exteriores? ¿Se podría esperar una cooperación sino-mexicana en materia de seguridad en lo referente a la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado?
A diferencia de lo sucedido durante la presidencia de Felipe Calderón (2006-2012), el combate al narcotráfico no constituye el eje rector ni de la política interna ni de la política externa del actual gobierno. El objetivo principal de la estrategia de López Obrador contra las drogas es atender las causas estructurales y sociales que originaron su propagación y posterior agudización. La violencia criminal asociada al narcotráfico prosperó debido a la corrupción e impunidad generalizadas, así como a las disputas por el control territorial y mercantil de las plazas entre los diferentes cárteles. En otras palabras, el gobierno de López Obrador, con una política de prevención social y de fortalecimiento institucional, busca robustecer la presencia del Estado en zonas marginadas y conflictivas mediante el despliegue de la Guardia Nacional.
En gran medida, la política externa de México está determinada por la política interna. La disrupción del fentanilo asiático en la cadena productiva y de consumo de narcóticos en América podría significar un “nuevo capítulo”, como lo ha llamado el canciller Ebrard, en la cooperación bilateral de México con China. Se avizora que el actual gobierno mexicano no confronte ni cuestione al gobierno de Xi Jinping y que la relación siga conduciéndose de manera pragmática, con la finalidad de no socavar otros espacios de cooperación. Los objetivos de las políticas mexicanas actuales recaen en lo interno, en el combate de la corrupción sistémica, tanto contra los grupos criminales mexicanos como contra funcionarios de gobiernos locales, estatales y federal. De este modo, se esperaría un descenso de los índices de violencia generados por la producción y el tráfico de drogas. Y es que el incremento del trasiego y consumo de fentanilo en México pondría en riesgo la estabilidad social y tendría costos significativos para la salud pública.
En México, la pandemia por covid no ha dado pausa para que disminuya la debacle de la inseguridad. En el primer semestre del año 2020 hubo un incremento en la tasa de homicidios: un total de 17 982 personas, casi 100 asesinatos por día, en comparación con los 17 653 registrados en el mismo periodo de 2019. Este motivo, entre otros más, ha hecho que recientemente el gobierno mexicano ejecute su capacidad de disuasión mediante la aplicación de la ley y la proyección de liderazgo contra las diferentes organizaciones de contrabandistas en puertos y zonas de tránsito intenso de drogas, particularmente contra el Cártel Jalisco Nueva Generación. A partir del 17 de julio, en Manzanillo, Colima, el gobierno de López Obrador incorporó de lleno a las secretarías de la Defensa y de Marina para que se ocupen de la administración y las medidas de inspección de seguridad en las aduanas terrestres (fronterizas), marinas, aéreas e interiores, y en los puertos, respectivamente. El fin es evitar la introducción de drogas, limpiar las redes de corrupción y hacer más eficaz la recaudación de ingresos en un trabajo integral con la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda y el Servicio de Administración Tributaria.
El fentanilo está redefiniendo la geografía y la geopolítica del tráfico global de drogas. Los cárteles mexicanos han expandido su control en algunos puertos estratégicos y, ante las nuevas restricciones a los precursores químicos en China, han empezado a diversificar sus fuentes globales de suministro, de acuerdo con lo que reportan la Administración para el Control de Drogas estadounidense y la Agencia de Investigación Criminal mexicana. Los precursores químicos de fentanilo provienen de China (incluida Hong Kong) y Singapur, y también, cada vez más, de la India, y se introducen, ocultos en carga legal, por los puertos del Pacífico mexicano: Manzanillo, Colima, y Lázaro Cárdenas, Michoacán. Asimismo, las principales incautaciones de fentanilo (NPP y 4-ANPP) se llevan a cabo en estos puertos. El Cártel Jalisco Nueva Generación y el Cártel de Sinaloa distribuyen la mayor parte de fentanilo ilegal y se disputan las rutas de contrabando y el control de la droga en México y Estados Unidos. Mientras el primero domina los puertos Lázaro Cárdenas, Manzanillo, Coatzacoalcos y Veracruz, y las aduanas de Tuxpan, Veracruz y Cancún, el segundo controla el puerto de Ensenada, Baja California, y las aduanas de Mazatlán, Sinaloa, y La Paz, Baja California Sur.
Los informes de labores de 2019 de la Secretaría de Marina indican que únicamente se incautaron 12.9 kilogramos de fentanilo. En total, las fuerzas armadas en ese año confiscaron 597 kilogramos de la misma sustancia. Ante los efectos de la crisis sanitaria, los traficantes de fentanilo han encontrado nuevas formas de adaptación e innovación por aire, mar y tierra, sin que se vea interrumpido o desafiado su flujo. Durante el primer trimestre de 2020, los decomisos de fentanilo fueron en aumento. Los principales puntos de incautaciones sucedieron en Sinaloa, Jalisco y Sonora. Por ejemplo, en enero, en Culiacán, la Secretaría de la Defensa Nacional, en coordinación con la policía estatal, incautaron 26 kilogramos, valuados en más de 400 millones de dólares. Cabe mencionar que en Estados Unidos cada kilogramo de fentanilo vale 20 millones de dólares y en China cuesta aproximadamente 5 mil dólares. Teniendo como punto de partida que, en 2013, la Policía Federal incautó menos de un kilogramo, estos hechos ponen en evidencia la gravedad de la capacidad de México para identificar y manejar su contrabando y la ausencia de colaboración con los países productores de dicha sustancia. El volumen de fentanilo que ha llegado a México indica que las mafias chinas están ampliando su participación y asociación con los cárteles mexicanos y con el comercio informal.
En la historia reciente de las relaciones entre México y China, el eje de seguridad, específicamente el tema de las drogas, ha quedado marginado y excluido en los procesos de diálogo y de concertación de políticas bilaterales. En la primera década del siglo xxi, las mafias chinas han visto a México como una zona geopolítica importante, favorecida por su cercanía geográfica con Estados Unidos. En el contexto del combate al narcotráfico del sexenio calderonista y de la emergencia de nuevas drogas sintéticas chinas en México, Jorge Eugenio Guajardo, embajador de México en China (2007-2013), ya expresaba su preocupación a sus contrapartes chinas; sin embargo, afirmó: “China nunca estuvo dispuesta a ayudar. No lo vieron como su problema”,1 aun cuando el contrabando y consumo de drogas sintéticas emergía como un desafío para ambas partes. Debe recordarse la famosa detención de Zhenli Ye Gon, de origen chino, pero nacionalizado mexicano, quien fue acusado de comercializar ilícitamente en el Distrito Federal y el Estado de México 54 toneladas de pseudoefedrina entre noviembre de 2004 y febrero de 2006, y la resistencia de la embajada de China en México para aclarar las acusaciones sobre el presunto uso de su valija diplomática para el envío de dinero ilícito.2
En un entorno de corrupción e impunidad en todos los niveles políticos en México, el expresidente Calderón y su secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, hoy son acusados públicamente de recibir presuntos sobornos millonarios del Cártel de Sinaloa y de posible lavado de dinero. Detenido desde diciembre de 2019, García Luna es el primer político de nivel federal procesado por narcotráfico en Estados Unidos; por su parte, Calderón aún no enfrenta un proceso judicial ni en México ni en el país vecino del norte. Problemas tales como la corrupción dañan la credibilidad y el margen de maniobra de los diplomáticos mexicanos al negociar temas de seguridad tan complejos como la cooperación en la lucha contra las drogas. Un logro menor del sexenio calderonista fue que, en 2010, la Procuraduría General de la República de México y el Ministerio de Seguridad Pública de China declararon intensificar la cooperación en el combate contra el tráfico de drogas, consolidar los instrumentos jurídicos bilaterales y fomentar los nuevos mecanismos de colaboración; sin embargo, estas acciones nunca se pusieron en marcha.
Al tiempo que los cárteles mexicanos y las mafias chinas trafican fentanilo y opioides sintéticos al mercado estadounidense y que la rivalidad global entre Estados Unidos y China asciende, las administraciones de Barack Obama y Donald Trump pusieron en una fuerte encrucijada a China para que endureciera sus regulaciones sobre el fentanilo, sin importar cuál fuera el partido gobernante, Demócrata o Republicano, en Estados Unidos. En cuanto a la respuesta del gobierno chino, el 1º de mayo de 2019 entró en vigor la regulación de la producción, venta y exportación de todos los medicamentos derivados de fentanilo. Resultado de ello es la regulación de 25 variantes de fentanilo y de dos precursores catalogados como narcóticos, con el riesgo de que esta nueva ley quede obsoleta por la facilidad de producir nuevas variantes derivadas del opioide sintético. En ese mismo año, China propuso a Andy Tsang Wai-hung, exjefe de la policía de Hong Kong y subdirector de la Comisión Nacional de Control de Narcóticos, como candidato a dirigir la Oficina de Naciones Unidas contra las Drogas y el Crimen. Finalmente, perdió la elección en medio de fuertes críticas sobre su desempeño en la política asertiva de China continental hacia Hong Kong.
La cooperación antinarcóticos sino-estadounidense crea un nuevo paradigma, que consiste en el intercambio de datos de inteligencia, la coordinación en las medidas de cumplimiento orientadas a disuadir a productores y traficantes de drogas chinos, y la colaboración de las agencias postales de China con Estados Unidos para sofisticar el rastreo de pequeños paquetes y para exigir que los remitentes registren sus nombres reales en el marco de la ejecución de la Ley Internacional de Control de Drogas. Antes de la prohibición del fentanilo en China, su acceso era relativamente fácil: se podía procurar desde diferentes sitios web y de ahí enviarse a Estados Unidos de múltiples formas (polvos, pastillas, parches, etc.) mediante el correo internacional y los servicios de mensajería.
En consideración de la asimetría de poder entre México y China, el país latinoamericano no tiene las capacidades humanas, técnicas, tecnológicas ni financieras para enfrentar las actividades ilícitas, mientras que Pekín pareciera no tener la voluntad política ni la capacidad técnica para inspeccionar y monitorear el tráfico de fentanilo por la gran cantidad de fábricas dedicadas a su elaboración y su posterior trasbordo a los puertos mexicanos. Por ejemplo, en 2019, el puerto de Shanghái, catalogado como el más activo del mundo, movió 43.3 millones de contenedores, lo que dificulta el rigor de la inspección. Respaldada por el gobierno de China, con más de 5 mil empresas, el informe de 2017 de la Organización Mundial de la Salud sostiene que la industria química y farmacéutica es la más grande en términos de exportaciones de precursores químicos activos. De acuerdo con la empresa de información sanitaria iqvia, se prevé que, en el año 2022, el mercado farmacéutico chino alcance los 175 mil millones de dólares; al día de hoy, es el segundo mercado mundial y representa una fuente importante de ingresos para la economía nacional de China.
La continua exportación ilegal de fentanilo desde China evidencia la regulación débil y la diversidad de intereses de los actores con incidencia en la fabricación de opioides sintéticos. El crecimiento de la industria farmacéutica es parte del plan “Hecho en China 2025”, cuyo objeto es innovar e impulsar la investigación y el desarrollo local. Las empresas farmacéuticas más grandes e importantes de China son de propiedad estatal. Esta industria tiene una base de poder consolidada y busca evitar una regulación más restrictiva. En efecto, la presión externa hacia China para que regule la fabricación y venta de fentanilo se ve contrapesada por los intereses de la industria química y farmacéutica.
Los principales centros globales de fabricación de fentanilo se encuentran en Wuhan —epicentro del brote de SARS-CoV-2—, Shanghái y Hong Kong. Como proveedor de fentanilo, China es responsable de la detención de la producción ilegal y trasiego en su jurisdicción, y también de la regulación y control de su producción legal con fines médicos. Entre las agencias gubernamentales encargadas de combatir el tráfico de drogas se encuentran el Ministerio de Seguridad Pública, la Comisión Nacional de Control de Narcóticos, la Oficina de Lucha contra el Contrabando de la Administración General de Aduanas, la Comisión Nacional de Salud y la Administración Nacional de Productos Médicos. Una de las grandes incautaciones por parte del gobierno chino se realizó en mayo de 2015: 46 kilogramos de fentanilo y 26 kilogramos de acetilfentanilo que tenían por destino suelo mexicano.
En China, el origen del consumo de opio con propósitos medicinales se halla en la dinastía Tang (618-907). En 1620, con la introducción del tabaco por parte de los holandeses en Fujian y Formosa (actual Taiwán), la mezcla del opio con tabaco se expandió por la costa del sudeste de China. A principios del siglo xix, dado que la relación comercial de China con Gran Bretaña lo favorecía, los británicos introdujeron la venta de opio para disminuir su déficit, lo cual trajo terribles problemas sociales y de salud pública. A pesar de su prohibición para consumo, compra y venta por la corte imperial, la demanda de opio se incrementó, de tal modo que los británicos empezaron a favorecerse de la balanza comercial y pronto desataron una guerra al querer obtener más beneficios económicos e influencia política. En 1838, el emperador Daoguang designó a Lin Zexu como comisario imperial para hacer cumplir la prohibición del comercio de opio, con medidas de carácter coercitivo y persuasivo hacia la población china y las potencias extranjeras. El lenguaje moral de la carta abierta que publicó Lin a la reina Victoria en 1839 en China, un poco antes del inicio de la primera Guerra del Opio, reflejaba la necesidad de la corte manchú de que Gran Bretaña prohibiera el envío de opio a su territorio. En ella escribió:
Hemos escuchado que en su propio país el opio está prohibido con el mayor rigor y severidad: ésta es una prueba contundente de que usted sabe muy bien lo dañino que es para la humanidad. Así pues, ya que no permite que dañe a su propio país, no debe permitir que la droga nociva sea transferida a otro.3
Es evidente que la China de Xi Jinping es muy diferente a la China imperial del siglo xix; no obstante, la petición de Lin se asemeja en gran medida a las peticiones actuales de los países consumidores y de tránsito. Actualmente, el gobierno chino argumenta: “Los propios Estados Unidos deberían hacerse responsables de la situación. Abusar de analgésicos que llevan receta es una de sus tradiciones”.4 Si bien ya existía una crisis de opioides en Estados Unidos, hoy como ayer, los países productores de drogas no asumen su corresponsabilidad global en el fenómeno de la proliferación de las nuevas drogas sintéticas y el crimen organizado transnacional. Por ahora, el consumo de drogas no ha representado una amenaza para la estabilidad de China: de los 1 400 millones de habitantes, 4 millones son consumidores y 2 millones son consumidores activos. Quizá por esto China no lo perciba como un problema propio y, en vez de mostrarse como un Estado comprometido, se perciba en el exterior como un actor global ambivalente. Es probable que esta postura, por desgracia, se mantenga en los años por venir.
Como es bien sabido, desde la primera década del siglo xxi, los cárteles mexicanos de la droga han importado ingredientes químicos chinos como efedrina y pseudoefedrina para la fabricación de metanfetaminas y, en la segunda década, fentanilo y sus análogos. El fentanilo es un opiáceo sintético, de 50 a 100 veces más potente que la morfina y la heroína. Desde la década de 1990, ha tenido un uso médico generalizado como tratamiento anestésico para el dolor severo, presente en muchos casos, desde intervenciones quirúrgicas hasta terapias de pacientes con cáncer. En Estados Unidos, a partir de 2013, China se ha convertido en el principal proveedor, directo o indirecto, legal o ilegal, de fentanilo y de sus agentes precursores, y México ha empezado a fungir como productor, distribuidor y corredor de tránsito de estos narcóticos artificiales. A la par de tener una alta demanda médica lícita, el uso no médico de fentanilo se ha expandido por todo el territorio estadounidense, provocando una tendencia al alza en el número de muertes por sobredosis. De las casi 70 mil muertes registradas en 2018, unas 33 mil fueron provocadas por el fentanilo. Asimismo, el contrabando de fentanilo, al ser altamente tóxico, expone la vida de los trabajadores postales, aduaneros, mandos militares, entre otras personas que tengan contacto directo con la droga.
De igual forma, los patrones de tráfico de fentanilo entre las mafias chinas y mexicanas son diferentes. El fentanilo chino se caracteriza por su alto grado de pureza, mientras que el mexicano tiene, en promedio, 10% de pureza, ya que se mezcla con otros adulterantes y diluyentes: por ejemplo, lo combinan con heroína o cocaína. Sin embargo, de acuerdo con los informes del gobierno estadounidense, 90% del fentanilo se sigue produciendo en China. Al tener el monopolio del mercado de drogas en Estados Unidos, los cárteles mexicanos distribuyen de contrabando una buena parte del fentanilo que se consume. La competencia entre y en el interior de los cárteles los ha atomizado en varios microcárteles que también buscan distribuir la nueva droga, ampliando sus conexiones con los proveedores asiáticos. En cambio, se ha encontrado que algunas organizaciones chinas productoras de fentanilo son gestionadas por los miembros de una misma familia, sin tener la necesidad de apoyarse en una estructura criminal y de violencia, como los cárteles mexicanos. A modo de ejemplo, Qinsheng Pharmaceutical Co., liderada por Fujing Zheng y su padre, Guanghua Zheng, están bajo investigación de la justicia estadounidense. Paralelamente, se dedican al lavado de dinero.
A principios de 2020, México recibió la presidencia pro tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (celac) y en 2021 copresidirá el Foro Ministerial celac-China. Aunque los temas sanitarios y económicos ocuparán un lugar de primer orden en la agenda post-covid, esta plataforma constituye un espacio de oportunidad para México a fin de obtener la colaboración del gobierno chino e identificar intereses comunes a dilemas compartidos con respecto al combate contra las drogas, la corrupción y los delitos cibernéticos, compromisos adquiridos durante la Segunda Reunión Ministerial celac-China de 2018. Asimismo, se abordarán problemas transnacionales integrados en el concepto holístico de seguridad nacional con “características chinas” propuesto por Xi Jinping en abril de 2014, al promover la paz internacional, buscar la cooperación y el beneficio mutuo, y generar “armonía” en el mundo mediante la cooperación multilateral para pugnar contra las amenazas tradicionales y modernas.
Sin la participación de China no se logrará articular la corresponsabilidad en la seguridad hemisférica que tiene en la interdicción y detección de drogas, por lo que se limitará la efectividad de las políticas de drogas que ejecute cada país de América Latina. Ahora bien, la salida de Brasil de la celac en enero de 2020 ha agravado la crisis de la unidad regional, siempre sujeta a los cambios políticos e ideológicos de los gobiernos latinoamericanos, lo que pone a prueba los liderazgos significativos de México y China, así como los mecanismos multilaterales existentes. Por su parte, China considera que es legítima la búsqueda de convertirse en un poder global, y ese privilegio ha sido resultado de un proyecto nacional que ha tenido costos y beneficios. No obstante, la política tradicional de “no intervención” en los asuntos de otros estados la aleja de adoptar medidas extraterritoriales contra la propagación de las drogas sintéticas y sus precursores producidos en su territorio.
El fenómeno del narcotráfico en las relaciones bilaterales entre México y China se engarza con otras actividades ilícitas que amplían sus espacios de colaboración y competencia, por ejemplo, con la creciente emigración ilegal china a Estados Unidos desde la frontera de Chiapas y Guatemala, un traslado de personas altamente vulnerables, debido a que transitan por las rutas terrestres del contrabando de drogas. También preocupa el flujo creciente de migrantes indocumentados chinos que llegan a México por los puertos del Pacífico mexicano o por el aeropuerto de la Ciudad de México, donde las autoridades mexicanas han informado ya sobre la presencia de mafias chinas en la red de tráfico de personas y de tráfico de totoaba, entre otros delitos. También se ha documentado la colaboración entre las empresas mineras chinas y el crimen organizado en la extracción de minerales de hierro de bajo costo, e incluso en el comercio ilegal de maderas preciosas en la sierra michoacana y de su envío por el puerto Lázaro Cárdenas a China sin la vigilancia e inspección de los agentes aduaneros.
Otros nexos transpacíficos ilegales son la importación de bienes chinos de contrabando y, en menor medida, el tráfico ilegal de armas, la compra de pieles, huesos, cráneos y colmillos de jaguares y la pesca china de totoaba en el golfo de California. Sobre esta última problemática, se han realizado esfuerzos en México, desde la sociedad civil y las ong, para erradicar o contener la sobreexplotación del pez totoaba y su impacto en las especies marinas en riesgo. Desde 2015, el gobierno de Enrique Peña Nieto (2012-2018) impulsó un primer acercamiento entre México, China y Estados Unidos para el combate al tráfico y demanda del pez totoaba, en el que se invitó a realizar conjuntamente la Primera Reunión Trilateral, celebrada en Ensenada, Baja California, en agosto de 2017. Empero, las conversaciones para llegar a un acuerdo se mantienen estancadas.
La alta demanda en China de especies exóticas ha contribuido a la aparición de nuevas actividades ilegales que ponen en peligro la biodiversidad mexicana, debido a las creencias de que su consumo fortalece la salud, aumenta la longevidad, mejora el deseo sexual y otorga un estatus socioeconómico alto, dado que se trata de productos costosos.5 Al igual que la industria química y farmacéutica, la industria de la medicina tradicional china representa un importante capital económico y político. Se estima que, en 2020, el “tesoro de la civilización china”, así denominado por Xi Jinping, alcance un valor de 420 mil millones de dólares; probablemente esta cifra será superada. De acuerdo con el gobierno chino, 92% de los enfermos de covid recurrieron a él.
Frente al agresivo comercio mundial de la vida silvestre, la respuesta de China sigue siendo reactiva y defensiva. Desde octubre de 2018, China permite el comercio del cuerno de rinoceronte y los huesos de tigre con fines de investigación científica y uso médico. Sin embargo, las partes de estos animales sólo podrán ser comercializadas si provienen de ejemplares en cautiverio y con un permiso especial. En medio de la pandemia de covid, en abril, el gobierno chino emitió una enmienda para prohibir temporalmente el comercio de animales salvajes para alimento, luego de las hipótesis de la opinión pública internacional sobre el origen del nuevo coronavirus. En oposición a las tendencias de las políticas exteriores a favor de la conservación de especies de fauna y flora silvestres amenazadas, China presentó en junio un nuevo proyecto de ley que podría penalizar las críticas sobre el empleo de animales en peligro de extinción en la medicina tradicional china. El objetivo es la promoción exterior de los beneficios que genera el uso de esta medicina.
El gobierno de China tiende a negar la gravedad del tráfico de fentanilo y “culpa” a otros de permitir su consumo. El prestigio de China podría verse seriamente dañado al no adoptar medidas de cooperación en seguridad con México y la región. De este modo, la participación china requiere una alta voluntad política y consensos con sus contrapartes sobre este problema en específico, así como el intercambio de experiencias, particularmente en el caso mexicano, en su lucha contra el tráfico de drogas y el crimen organizado; y, en el caso chino, compartir su conocimiento de operaciones policiales, militares y administrativas en la campaña anticorrupción. Asimismo, es importante crear grupos de trabajo antinarcóticos y de inteligencia bilaterales.
Así pues, puede concluirse que la cooperación bilateral en materia de seguridad generaría un cambio en el enfoque tradicional de sus políticas exteriores, lo cual representaría una ruptura en la agenda para pasar a un “nuevo capítulo” en la relación, aunque en esencia persista el énfasis en lo económico-comercial y un alto grado de pragmatismo y escepticismo. Sin embargo, una cierta dosis de pensamiento realista es fundamental. Por un lado, la cooperación bilateral no reducirá la tendencia del aumento del tráfico y el consumo de fentanilo; por el otro, la colaboración será limitada si no se trabaja en conjunto con Estados Unidos, país clave en la planeación y ejecución de una estrategia de vanguardia trinacional desde una visión integral en el corto, mediano y largo plazos.◊
1 “How Canada got addicted to fentanyl”, The Globe and Mail, 8 de abril de 2016, <https://www.theglobeandmail.com/news/investigations/a-killer-high-how-canada-got-addicted-tofentanyl/article29570025/>.
2 “Zhenli usó valijas diplomáticas: testigo”, El Universal, 21 de agosto de 2007, <www.eluniversal.com.mx/nacion/153500.html>.
3 “Lin Zexu, Letter to Queen Victoria, 1839”, <http://media.bloomsbury.com/rep/files/Primary%20Source%2013.0%20-%20Lin.pdf>.
4 Zhong Sheng, “China no se hace responsable del abuso de fentanilo en EE.UU.”, Pueblo en Línea, 26 de agosto de 2019, <http://spanish.peopledaily.com.cn/n3/2019/0826/c31616-9609321.html>.
5 Vanda Felbab-Brown, “Fentanyl and geopolitics: Controlling opioid supply from China”, The opioid crisis in America: Domestic and international dimensions, 22 de julio de 2020, p. 14, <https://www.brookings.edu/research/fentanyl-and-geopolitics-controlling-opioid-supply-from-china/>.
* TONATIUH FIERRO
Es maestro en Estudios de Asia y África, con especialidad en China, por El Colegio de México. A la fecha realiza un doctorado en Ciencias Políticas y Sociales, con orientación en Relaciones Internacionales, por la Universidad Nacional Autónoma de México.