Estaciones de un dilatado itinerario

 

REBECA BARRIGA VILLANUEVA* / MARÍA LUISA PARRA VELASCO**

 


 

Niñas y niños en la migración de
Estados Unidos a México: la generación 0.5
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Víctor Zúñiga y Silvia E. Giorguli Saucedo,
México, El Colegio de México,  2019, 364 pp.

 

Migrar es, en esencia, desplazarse. El traslado trastoca el tiempo y los espacios de la gente, y mueve sus identidades; supone un reacomodo, las más de las veces, doloroso y difícil. Cuando se migra impulsado por el hambre o el temor, o por la expectativa de un sueño, o por el atropello de un derecho, se vive la paradoja del ser y no ser, del dejar de ser; del pasado olvidado pero añorado, y del futuro deseado pero incierto.

Sobre la migración se ha dicho mucho y se seguirá diciendo, pues aún no se ha encontrado una definición que abarque tanto la complejidad de un concepto multifacético como la profundidad de un problema humano. Se ha dicho que la migración es inherente al hombre; que es un derecho, que es de primera, de segunda o de tercera generación; que es forzada, que es voluntaria; que es interna o externa, internacional o nacional; que es de adultos y de mujeres, de niños; que es de jornaleros, que es pasajera o definitiva. La migración tiene una y mil facetas más, pero siempre estará atada a la circunstancia y al momento histórico en los que se da. De estas muchas facetas, Víctor Zúñiga y Silvia Giorguli nos ofrecen en su libro una tan compleja e intrincada como las otras: la migración de retorno de niños y niñas (en adelante niños) internacionales que en su ir y venir traspasan fronteras de naciones distintas; niños del retorno, con todo lo que retornar significa social y emocionalmente, en un tiempo crucial de la vida.

Este libro es como la migración: multifacético. Tiene un sólido fundamento teórico inductivo donde el dato prevalece; es desafiante en la metodología, pero, sobre todo, tiene un lado humano muy sobresaliente. En efecto, el mero paseo por el índice, ruta de una introducción, ocho capítulos, conclusiones y un anexo metodológico, todos cobijados por amplias referencias multidisciplinarias, nos muestra la complejidad y el terrible problema que subyace y que trata de materializarse en muestras aleatorias o de conveniencia, perfiles sociodemográficos y censos que buscan confluir en tendencias representativas. Baste seguir la traza de algunas palabras del trayecto: “dislocación”, “socialización fragmentada”, “los cambios en el tiempo”, “fragmentación de la experiencia”, “dispersión”, “expulsión”, “familias separadas”, “familias divididas”, “negociar múltiples fragmentos”, “aprender a hacer familias en la separación”. Pareciera que todas ellas forman el campo semántico de un estudio psicológico sobre la escisión humana y no los tramos de un estudio sociodemográfico riguroso.

Sin romper el canon, seleccionamos de aquí y de allá varios de los temas más sobresalientes en el libro y señalamos algunos puntos que nos gustaría destacar para incitar a la lectura. Como de transitar se trata, hemos decidido detenernos en tres estaciones del retorno porque consideramos que son los terrenos más novedosos en los que siembran Zúñiga y Giorguli.

 

Primera estación: los niños, sus identidades y ¿sus lenguas?

 

Niñas y niños en la migración de Estados Unidos a México: la generación 0.5 está dedicado a los niños: a Galilea, a Génesis, a Angélica y a Beto, migrantes internacionales que nacieron o vivieron en Estados Unidos y que volvieron a México, y otros muchos más con sus motes de discriminación enmascarada: “hispanos”, “americanos”, “mexicanos”, “latinos”, “migrantes”, “aprendices de inglés” o “ilegales”. Niños como Lulú, Jazmín o Karla que compartieron la jornada entre Estados Unidos y México, de distinta forma, con lenguas imbricadas, procesos de escolarización confrontados e identidades fracturadas. Actores principales, cuya voz resuena gracias a Zúñiga y Giorguli, se hacen visibles como verdaderos protagonistas del retorno y sus paradojas.

El rango de edad investigado, los años escolares, hace especialmente atractivo el libro. Éste es un periodo dinámico y decisivo en el desarrollo integral —lingüístico, social, cognitivo—, en el que la dislocación entre lengua y lugar de nacimiento, y lengua y lugar de arribo a otra realidad, será contundente y provocará otras dislocaciones irremediables, como las de la identidad y, con ella, la lengua, rasgo indiscutible de la configuración humana. En estos niños migrantes internacionales, la lengua se duplica y se confrontan el inglés y el español. Entonces, ¿cuál será la lengua materna? ¿Ésta, con la que se estructuró su hábitat existencial, o aquélla, que representa la promesa, el prestigio y el bienestar? ¿Qué tipo de bilingüismo se va a derivar de este enfrentamiento subyacente que los marcará por su entonación, su léxico o su forma de estructurar y escribir en los territorios de acogida, en este caso, Nuevo León, Zacatecas, Puebla, Jalisco, Morelos?

La mayoría de ellos están sujetos a la discriminación y al racismo, solapados o explícitos. Nuestros autores se centran en uno de los escenarios más punzantes que sufren los niños, la invisibilización, con su doble máscara de “invisibilidad de la diferencia o la indiferencia a la diferencia”, situaciones cruzadas que se suelen dar en la realidad educativa con poblaciones multiculturales. La escuela, recinto privilegiado de socialización e integración, se transforma, en el retorno, en un lugar de controversia y cambios profundos que vulneran irremisiblemente las epistemologías infantiles en tránsito, confrontadas entre las ideologías de la escuela mexicana y la de los Estados Unidos. La escuela suele ser la panacea para los niños y el contenedor de sus expectativas; sin embargo, el retorno la transforma en zona de disputa, donde se agudizan los problemas de marginalización, entramados con burocracias y leyes que alejan a los niños retornados de la cotidianidad normal, hasta llevarlos a otro doble resultado desolador: “el abandono de la escuela por los niños o la escuela que abandona a los niños”.

 

Segunda estación: de la metodología y las aportaciones a un viejo problema

 

Zúñiga y Giorguli nos ofrecen los resultados de una investigación de largo aliento que rompe con los temas tradicionales de la migración. La generación 0.5, etiqueta novedosa, es una categoría que agrupa a los niños que nacieron en México, que migraron en edad muy temprana a Estados Unidos y que regresaron en circunstancias adversas. En México son migrantes, pero en realidad son mexicanos en pleno derecho (que es violado). Esta situación de retorno provoca rupturas geográficas, afectivas, lingüísticas y escolares que se convierten en objetos de estudio, olvidadas por las ciencias sociales y por los derechos humanos.

La metodología seguida por los autores permite sistematizar circunstancias diversas. Monterrey no es Puebla, ni Puebla es Morelos. Este aspecto, que merecería una amplia discusión en el seno de las ciencias sociales, justifica el deambular por veinte años de itinerario investigativo: ¿cuál es la vigencia del corpus en un mundo donde la globalización arrasa? ¿En qué se convirtió el futuro de la investigación y sus sujetos? La investigación rompe con los amarres de un “nacionalismo metodológico” y con las imposiciones que una ideología puede acarrear para interpretar de una manera opaca una realidad diferente.

Los autores dan generosa y pertinente cabida a elementos subjetivos, imprescindibles para explicar fenómenos socioafectivos que emanan de la migración. Para ello, establecen un peculiar andamiaje entre el investigador y el niño, creando una cercanía afectiva que podría ponerse en tela de juicio, en pos de la objetividad científica, al mismo tiempo que puede levantar ciertas críticas a los sesgos inconscientes en la construcción de las preguntas. Sería interesante que los autores explicitaran más el proceso de elaboración de la entrevista y la elección de las preguntas, difíciles o amenazantes para algunos niños: “¿Hablas bien español?”, “¿Hasta dónde te gustaría estudiar?”, “¿En la escuela tus opiniones se toman en cuenta?”, “¿Cómo hablan el español tus compañeros que han estudiado en Estados Unidos?”, entre otras que están atravesadas por juicios de valor, difíciles de expresar para los niños.

 

Tercera estación: otros valores

 

Para cerrar el itinerario, quisiéramos resaltar otros valores que no pueden pasar desapercibidos en este libro de diálogo y confrontación que busca romper paradigmas. Reiteramos el papel preponderante que se le confiere al niño, identificado siempre como niño, sin adjetivos, dentro de un complejo proceso de cambios y continuidades. Hay un ejercicio que pone de relieve la diversidad de experiencias de la vida infantil, intrascendente para algunas metodologías en las que el niño se concibe como el acompañante silente del adulto sin protagonismo alguno; de ahí que Zúñiga y Giorguli incluyan la diversidad de experiencias, territorios, escuelas, como categorías de análisis. El libro rompe, además, con los temas tradicionales de la migración —remesas, éxodo de sur a norte, conflictos laborales— y aporta otros nuevos: reinserción, integración, narrativas infantiles.

El estilo claro en el que está escrito atrapa al lector en la temática, acaso porque no hay un filtro para los sentimientos, lo que despierta un problema hondamente humano. Se advierte un tono de optimismo que emana de una nueva concepción del fenómeno migratorio que, probablemente, atenúe el problema de las mezclas irreconciliables, con la propuesta de una biculturalidad en el retorno de los niños internacionales. A la migración de retorno hay que transformarla en una oportunidad innovadora: que los valores estadounidenses dialoguen y sean parte de los valores latinos y que éstos se conjunten, a su vez, con los estadounidenses.

Todo el libro parece estar orquestado en la reflexión y la sensibilidad. Así es, si nos detenemos en una última estación, la de la portada y su simbolismo en las palabras freedom y love, y en la frase “pide un deseo” / “make a wish” resumiremos con asertividad el problema de la migración de retorno: libertad, amor y deseo. Así comprenderemos por qué Karla, nacida en Los Ángeles y retornada a los cuatro años a Lagos de Moreno, Jalisco, donde recibió toda su escolarización, quiere estudiar Turismo o Administración en Las Vegas: porque “para eso tengo mi pasaporte”.◊

 


* REBECA BARRIGA VILLANUEVA

Es profesora-investigadora en el Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios de El Colegio de México.

** MARÍA LUISA PARRA VELASCO

Es profesora del Departamento de Lenguas y Literaturas Romance de la Universidad de Harvard.