El teatro: la vocación literaria de Luisa Josefina Hernández

 

GUSTAVO H. LIZARRAGA MAQUEO*

 


 

La Nueva Calle de la Gran Ocasión.
Luisa Josefina Hernández.
Monterrey, Sogem Digital y Universidad Autónoma de Nuevo León,
2022, 260 pp.

 

Si algo define a Luisa Josefina Hernández es su vocación llena de pasión, inteligencia y sabiduría, abundante, además de generosa, en todos los ámbitos en los que se expresa: docencia, literatura, teatro. La suya es una pasión vivida de manera sublime, entregada a su labor vital, que deja una amplia huella tanto en sus ensayos, novelas y obras de teatro como en su labor docente. Esta vocación puede definirse, de manera cabal, como una santidad comprometida con la verdad, la belleza y el bien, que se manifiestan a plenitud en todo lo que hace.

En La Nueva Calle de la Gran Ocasión, Luisa Josefina Hernández toma la pluma para ponerla al servicio de los estudiantes de teatro, igual que como lo hizo en La Calle de la Gran Ocasión en 1962 o en su ampliación en 1985. Su presencia en la didáctica del teatro en México ha sido tangible: tanto en secundarias y bachilleratos como en niveles profesionales —en los talleres libres de las carreras universitarias, en las licenciaturas en Teatro o en sus posgrados—, estos diálogos han sido, y son, un caballito de batalla, al estilo de Bach para los músicos, por su compleja simplicidad; son diálogos en los que la situación dramática se refleja en la palabra, que guía al estudiante en su decir y escuchar para introducirlo en el mundo de la actuación, de la dirección; en fin, en el mundo del teatro, con la verdad, la belleza y el bien, que se descubren al relacionarse con el manejo magistral del lenguaje que se hace presente en estas obras.

Se trata de 47 diálogos que se entregan al simple y complejo poder de la palabra hecha acción por los personajes, así, llanamente: las acotaciones brillan por su ausencia. La verdad, la belleza y el bien se descubren tanto en lo que dicen los personajes como en lo que callan; su accionar se manifiesta en el diálogo. ¿Palabra dicha por los personajes o que dice a los personajes?, ¿palabra que devela y oculta a los personajes? En realidad, palabra hecha conflicto.

El título de La Nueva Calle de la Gran Ocasión alude a los sucesos dramáticos que pueden escucharse casualmente en la calle de la vida, en las vías de la existencia; en este caso, en la del conflicto dramático o del diálogo, que es lo mismo. Eric Bentley (1992) define el diálogo como conflicto, violencia estilizada en la palabra. De hecho, el mero seleccionar una palabra específica frente a otra es, desde ya, conflicto. Por su parte, J.H. Lawson (2014) define el conflicto dramático como una confrontación de voluntades, esto es: A y B quieren X. Este querer de ambos ocasiona que luchen por él; esta lucha puede crecer entre ellos o extenderse a otros.

Los 47 diálogos invitan al lector a descubrir maravillosos momentos de la vida donde dos se enfrentan y hacen que el espectador se confronte a sí mismo, porque podría ser cualquiera de esos personajes que lo pusieron a observar. Son 47 grandes momentos donde se descubrirán duelos que llevarán a ver las bellezas, los bienes y las verdades de la vida en ese juego de luz y sombra de lo que se quiere o no observar. Los diálogos develan maravillosos momentos que quieren, y no, ser esa Gran Ocasión, ese acontecimiento que aparece ante los ojos del lector o del espectador, según sea el caso, y por eso llama la atención el tono realista o naturalista de todos estos textos, aunque la reflexión a la que invitan lleve a mundos de complejidad sígnica y simbólica.

La esencia del teatro es la representación ante un público que, como asistente al diálogo, se convierte en un tercero en discordia, lo cual surge como una invitación a confrontarse con lo que se ve: el conflicto magnificado. Se ve lo peor del ser humano para que por contraejemplo se tomen decisiones; esto lleva al espectador a hacer conciencia, o al menos a identificarse con lo que ve.

Veamos cómo sucede esto en términos concretos. Todos los textos de La Nueva Calle de la Gran Ocasión cuentan con dos personajes dispuestos en una de tres combinaciones: 1) femenino y masculino, 2) femenino y femenino y 3) masculino y masculino. A su vez, los diálogos caen necesariamente en alguna de las cuatro posibles trayectorias, a saber: a) de bien a bien, b) de bien a mal, c) de mal a bien y d) de mal a mal, como propuso Aristóteles. Estas trayectorias son relativas a lo que develan en la imaginación tanto de la comunidad teatral como de la del público, que es la que viene a darle sentido.

Ahondemos en tres diálogos en específico: el tercero, el sexto y el trigésimo noveno, los cuales se incluyen en este mismo número de Otros Diálogos. Los personajes del tercer diálogo son dos mujeres: Alejandra y Mariana; los personajes del sexto son una mujer joven, Ernestina, y un hombre mayor, don Pedro; la trigésima novena escena es entre un padre y su hija, el Lic. Ontiveros y Mariana.

En la escena 3, Mariana llega a visitar a su amiga Alejandra, quien la felicita porque está delgada. Mariana explica que adelgazó porque camina mucho con un grupo que defiende la vida. Su amiga le pide que le explique en qué consiste esta defensa de la vida, a lo que ella responde que defienden la vida de los no nacidos; es decir, están en contra del aborto. Esto ocasiona una confrontación entre las dos mujeres que termina con que Alejandra corre a Mariana de su casa. Preguntarse por el tipo de trayectoria llevará a tomar posición frente al asunto de la escena; esto será necesariamente enriquecedor. Por lo demás, quizá no esté de sobra hacer notar que, según el Diccionario etimológico comparado de nombres propios de personas (G. Tibón, 2005: 21), Alejandra es un nombre griego vinculado con los conceptos de ‘apartar, rechazar, proteger’ y con la noción de ‘vencedor de los hombres’, mientras que Mariana comparte nombre con dos mártires romanos del siglo iii.

Por su parte, el sexto diálogo es la visita de Ernestina a don Pedro para hacerle una solicitud de ayuda: que sea padrino de bautizo de su tercera hija. Él, de entrada, se niega, le ofrece mil pesos y le pide que le pase la estafeta a otro, pero no es ésa la necesidad de Ernestina: es la demanda de escoger un nombre que le dé identidad y lugar a su hija; quizá el único derecho que les queda a las personas en mayor situación de vulnerabilidad. Como hicimos en el caso anterior, vale mencionar que Ernestina es el femenino de Ernesto, un nombre, según Gutierre Tibón (2005: 89), que significa ‘lucha, firmeza, fortaleza’, propio de una persona ‘resoluta, pertinaz’ y, finalmente, ‘seria, grave’. Es sugerente la lucha de Ernestina por el derecho a los nombres de sus hijos. Lo hace muy en serio, lo cual le da un tono cómico, al estilo de las comedias desagradables de Bernard Shaw. Al otro personaje se le antepone el don: aquí tal vez es una forma de reconocimiento de superioridad social, económica, cultural, frente a Ernestina, que la reconoce y por eso le pide la ayuda para enfrentar los abusos de los curas. Hay una ironía mayor porque es don Pedro, el primer papa, la piedra sobre la cual la Iglesia se edifica (Tibón, 2005: 190). ¿Invita Ernestina a una piedra a enfrentarse a otra?

La escena 39 es una charla entre Mariana y su padre, el Lic. Ontiveros, quien expresa sus preocupaciones sobre los estudios de derecho de su hija y termina con el rechazo de ésta a seguir estudiando dicha licenciatura y su cambio por la vocación de escritora de teatro. Puede decirse que remite a la propia vida de Luisa Josefina Hernández, que también era hija de un abogado. Aquí podríamos citar, en busca de una clave, el Diccionario etimológico comparado de los apellidos españoles, hispanoamericanos y filipinos, donde Ontiveros aparece como Hontiveros, fuente de Tiberio. Tiberio es el emperador romano bajo el cual se crucificó a Cristo (Tibón, 1995: 118).

Baste esta breve exploración de los posibles significados de tres de los 47 diálogos que integran este libro, digno de leerse para la comunidad teatral como una fuente excelente de estudio, así como para el público en general; una lectura que seguramente se convertirá en un clásico de la literatura mexicana.

La edición de La Nueva Calle de la Gran Ocasión, de Luisa Josefina Hernández, corre a cargo de la Sociedad General de Escritores de México (Sogem) con su línea llamada Sogem Digital, en coedición con la Editorial Universitaria de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Es de agradecerse que se lance la Sogem a la empresa de edición de libros, algo que vale la pena aplaudir y que esperamos que traiga muchos éxitos a esta respetada y querida asociación de escritores: otro motivo más para estar orgulloso de ellos.◊

 


 

Referencias

 

Aristóteles, Poética de Aristóteles, V. García Yerba (trad.), Madrid, Gredos, 1974.

Bentley, Eric, La vida del Drama, México, Paidós Estudios, 1992.

Lawson, John H., Teoría y técnica de la escritura en obras teatrales, Madrid, Asociación de Directores de España, 2013.

Tibón, Gutierre, Diccionario etimológico comparado de los apellidos españoles, hispanoamericanos y filipinos, México, Fondo de Cultura Económica, 1995.

Tibón, Gutierre, Diccionario etimológico comparado de nombres propios de persona, México, Fondo de Cultura Económica, 2005.

 


 

*  Es profesor de la Escuela Nacional de Arte Teatral y de la licenciatura en Creación Literaria, en el área de Dramaturgia, en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Es director y dramaturgo.