El siglo de esplendor en México. (Notas sobre un libro inconcluso de José Gaos)

Entre la vasta obra de José Gaos hay un libro que quedó inconcluso: El siglo del esplendor en México. Se trataba, sin duda, de una empresa ambiciosa, pero no más que otras que Gaos, sin embargo, llevó a buen término. Andrés Lira reseña aquí el plan del libro y las circunstancias que frustraron su culminación.

 

ANDRÉS LIRA*

 


 

El tomo XV de las Obras completas de José Gaos apareció en 2009.1 Contiene tres libros, dos compuestos por el autor con trabajos diversos (Discurso de filosofía y otros trabajos sobre la materia, 1959, y De antropología e historiografía, 1967) y un tercero que proyectó y empezó a formar, sin llegar a concluirlo, El siglo del esplendor en México. Historia del pensamiento en la Nueva España desde fines del siglo xvii hasta principios del siglo xix. Así lo intituló cuando dio cuenta de lo que contendría y lo dedicó

A Daniel Cosío Villegas.

Porque él me trajo a mi segunda patria.

Éste es el libro del que quiero hablar, reconociendo la labor de Fernando Salmerón (1925-1997), quien planeó y coordinó la edición de las Obras completas de José Gaos; la de Álvaro Matute en su esclarecedor prólogo, donde deslinda el origen y fija el curso y estado de los tres libros reunidos, y la advertencia de Antonio Zirión, que nos informa sobre qué sí, qué no y por qué están o no están determinados escritos en El siglo del esplendor en México, libro inconcluso de José Gaos, que ahora podemos leer, disfrutar y aprovechar gracias a ellos.

Álvaro Matute advierte que el lector familiarizado con la obra de José Gaos tiene en la mente su operae magnae —los tres libros compuestos en la última década de su vida, De la filosofía (curso de 1960), publicado en 1962; Del hombre (curso de 1965), e Historia de nuestra idea del mundo (curso de 1966 y 1967), publicados póstumamente en 1970 y 1973—, pero que atenerse a ellos considerándolos como culminación del empeño filosófico de Gaos nos haría perder la textura y el sentido de su obra; es decir, nos llevaría a ignorar el empeño visible en los trabajos y los días de un profesor de filosofía que no se consideraba filósofo, justo porque le faltaba “nada menos y nada más que una filosofía propia”. Lo cierto es que Gaos no se resignó a esa falta: tenía una filosofía propia, de la que dio prueba fehaciente en sus tres últimos libros.2

La textura de obras mayores se advierte en obras menores —parciales, e inacabadas algunas— como hitos de un largo camino. Tal ocurre con las agrupadas en el tomo XV, donde por incompleto y parcial destaca El siglo del esplendor en México, libro que Gaos anunció organizándolo en tres partes. La primera, que escribió como introducción y que llamó síntesis histórica, es más que eso. Se ocupa del problema metodológico y de la delimitación temática, geográfica y temporal. Para Gaos, la historia del pensamiento abarcaba: a) la historia de las ideas elaboradas conscientemente, como filosofía y como ciencia; b) la historia de discusiones y elaboraciones circunstanciales de mayor o menor alcance, obra de los “pensadores”, protagonistas de diversos momentos, atentos a cuestiones del hombre en sociedades diversas, y c) ideas y hasta ocurrencias vividas consciente e inconscientemente por hombres comunes y corrientes ajenos a la profesión intelectual.

La segunda parte del libro comprendería estudios monográficos, textos acabados, algunos publicados, otros no, pertenecientes al propósito de la obra; finalmente, la tercera parte se compondría de discusiones y complementos correspondientes al asunto del libro. De lo que escribió Gaos para este libro, y aquello que por su pertinencia se incorporó, e incluso de lo que al final se dejó fuera por ser más pertinente a otras obras del autor, da cuenta la nota de Antonio Zirión, refiriendo a los documentos del Archivo José Gaos que custodia el Instituto de Investigaciones Filosóficas de la Universidad Nacional Autónoma de México, y a esta nota remito al lector interesado (pp. 27-28), como remito al prólogo de Álvaro Matute para advertir la inspiración del título y el alcance de la obra que tenía en mente José Gaos (pp. 9-10 y 18-19). Se trata del libro de Pedro Henríquez Ureña, autor de una obra que lleva el mismo título. Gaos no tuvo empacho en tomarlo, advirtiéndolo y apropiándoselo para el desempeño de su propósito al ocuparse de un periodo que abarca un siglo xviii de largo alcance (de sor Juana y Carlos de Sigüenza y Góngora en las postrimerías del siglo xvii, hasta Miguel Hidalgo y José Miguel Guridi y Alcocer, en la alborada del México independiente). Todo tenía que caber en ese libro de tres partes, hecha la primera, y por hacer las dos siguientes, que quedaron inconclusas, algo que no deja de causar ciertos reparos tratándose de José Gaos, quien enunció el propósito de concluir la obra con toda firmeza, hasta dedicarlo, como hemos visto, a Daniel Cosío Villegas.

La explicación, nos parece, se halla en la circunstancia en que se originó el libro y en los acontecimientos que se precipitaron haciendo imposible su conclusión. Vayamos por partes.

A principios de 1943, José Gaos se hallaba satisfecho con la marcha de su actividad como profesor, autor y traductor. El resultado del curso de Introducción a la Filosofía, impartido desde 1939, era palpable en la obra preparada para la enseñanza (Antología filosófica. La filosofía griega, que apareció en 1940 con pie de imprenta de La Casa de España en México) y últimamente con la aparición de Trabajos de historia filosófica, literaria y artística del cristianismo y la Edad Media, publicado en 1943 por El Colegio de México, libro en el que se reunieron trabajos de alumnos y participantes en el curso de esa introducción histórica a la filosofía. Con ellos compartió José Gaos afanes y logros, lo que le animó a empatriarse y a permanecer definitivamente en el país que lo acogía. Ese mismo año apareció su traducción de la obra del diltheyano Bernhard Groethuysen, La formación de la consciencia burguesa en Francia durante el siglo xviii, libro al que antepuso —algo excepcional, como lo advierte Álvaro Matute— un prólogo extenso, en el que destacó la importancia de la obra por el conocimiento del momento al que se refería, por la trascendencia de los hechos y la cultura de esa época, y por lo que sugería como posibilidad en el quehacer historiográfico. Esto, al lado de lo que veía en su curso de Introducción a la Filosofía y en las investigaciones de alumnos y colegas —algunos de éstos connotados contemporáneos y coterráneos de origen—, le llevó a proponer al presidente y al secretario de El Colegio de México un proyecto del que damos cuenta citando la carta que les dirigió, recogida por Alberto Enríquez Perea en un interesante libro en el que reúne la correspondencia de José Gaos y Alfonso Reyes (Itinerarios filosóficos, pp. 121-125):

Queridos Reyes y Cosío:

Después de tener las conversaciones indispensables, les presento el plan del curso del trabajo sobre Jesuitas del siglo xvii y Jesuitas del siglo xviii. Como los trabajos deben dar por resultado un libro, creo que la mejor manera de presentar el plan será indicar los títulos que, a mi parecer, debería llevar en su día el libro y su índice […].

Prólogo.

Explicación y subtítulo del curso: […] Trabajo intelectual de la Compañía de Jesús en España y en México […] como caso significativo de la acción de las luces.

Introducción. La religiosidad española pre-jesuítica y jesuítica. (Por mí).

[…]

Apéndice a la introducción. La traducción del Kempis de fray Luis de Granada y la del P. Nieremberg. (Por mí).

[…]

Capítulo I. Grandeza y decadencia de la teología jesuítica. (Por García Bacca).

[…]

Capítulo II. Contribución al estudio de la esencia del jesuitismo y su evolución. Primera parte. Según la literatura biográfica y de imaginación de La Compañía. (Por mí).

[…]

Capítulo III. Contribución al estudio de la esencia del jesuitismo y su evolución. Segunda parte. Según la ascética y mística de la Compañía. (Por Tomás Gurza).

[…]

Capítulo IV. Contribución al estudio de la esencia del jesuitismo y su evolución. Tercera parte. Jesuitismo ético-político desde sus orígenes en España hasta la independencia de México. (Por Antonio Gómez Robledo, que hará el trabajo para que le sirva de tesis de doctorado en Filosofía).

[…]

Capítulo V. Filósofos modernos en autores jesuitas de filosofía, españoles y mexicanos. (Por Victoria Junco, que hará al trabajo para que le sirva de tesis en maestría de Filosofía).

[…]

Capítulo VI. De Mariana a Masdeu. (Por Gustavo Pizarro).

[…]

Capítulo VII. La historiografía americana de los jesuitas. (Por Olga Quiroz con la dirección epistolar de Edmundo O’Gorman).

[…]

Capítulo VIII. La estética y el arte en España y México durante los siglos xvii y xviii y el papel de los jesuitas en ellas. (Por Justino Fernández).

[…]

Capítulo IX. La poesía jesuítica. (Por Elena Prado).

[…]

Con algunos tropiezos y la ausencia notable de Antonio Gómez Robledo —quien dejó el seminario en 1944—, e incorporaciones y logros también notables —los de Monelisa Lina Pérez Marchand y, nada menos que, Ramón Iglesia—, las cosas marchaban. Así lo expresó Gaos en su pormenorizado informe a fines de 1944, recogido también por Alberto Enríquez Perea en Itinerarios filosóficos (pp. 126-130). De dicho informe, al que hay que remitirnos, pues es ejemplar, vale la pena citar los párrafos finales:

Por mi parte, además de la labor aneja a la dirección del seminario, he redactado el trabajo sobre Jesuitismo y modernidad, a saber: la tradición católica de la victoria de sí mismo, según el tratado de este mismo título de Melchor Cano; las innovaciones aportadas a esta tradición católica por los Ejercicios de S. Ignacio; la posible influencia del jesuitismo de los “ejercicios” en las Meditaciones de Descartes. Me faltan otros capítulos, por lo menos: La victoria de sí mismo en los fundadores del protestantismo (Lutero y Calvino) y su comparación con la tradición católica y las innovaciones ignacianas; jansenismo, jesuitismo y modernidad en Pascal.

[…] El seminario promete dar frutos merecedores de que se siga el año que viene, […] acrecentándolos si es posible.

El Sr. Iglesia [a quien citó antes en el informe], empezó trabajando sobre Sigüenza y Góngora y luego se remontó en busca de antecedentes que encontró en el Doc. Juan de Cárdenas y el P. Thomas Gage. Los resultados a los que llegó los resumió en su reciente conferencia [del 14 de octubre] en la Sociedad Mexicana de Historia, La mexicaneidad de D. Carlos de Sigüenza y Góngora, que publicará en homenaje al señor Gamoneda (Itinerarios, pp. 129-130).

Como se ve, el seminario marchaba y el libro sobre los jesuitas, al menos por lo que tocaba a algunos participantes, estaba a la vuelta del año escolar (hay que considerar, hablando de Ramón Iglesia, la influencia de la Compañía en la formación de Carlos de Sigüenza y Góngora). El propio Gaos había escrito parte de los trabajos prometidos. En 1944 daba cuenta del éxito y la culminación de algunos trabajos y de la composición de otros, además de otras labores. Pero, por situaciones que habrá que retomar para explicar el hecho (en buena medida la dispersión del grupo y las exigencias profesionales de cada uno de los miembros del seminario), el libro sobre Jesuitas de los siglos xvii y xviii no se concluyó. Para armarlo, en la medida de lo posible, habría que localizar y reunir los trabajos concluidos y suficientemente avanzados, que debieran considerarse ya como capítulos de la obra.

La montaña nunca viene a nosotros, siempre hay que ir a la montaña y llegar a la mayor altura posible. Fue lo que hizo Gaos al ver que el libro colectivo, inspirado en La formación de la consciencia burguesa en Francia durante el siglo xviii no saldría. Así, inspirado por el título del libro de Pedro Henríquez Ureña, El siglo del esplendor, Gaos se propuso integrar un libro individual —parcial, si se quiere— para dar cuenta de su avance a la montaña y de los tramos que había logrado escalar, dedicando el fruto de este esfuerzo, como hemos repetido, a Daniel Cosío Villegas, uno de los destinatarios de aquella carta en la que propuso el proyecto colectivo ahora frustrado.

Como sea, por no acabado, no podemos decir que se haya frustrado. Figuras señeras como sor Juana Inés de la Cruz y Carlos de Sigüenza y Góngora abren la parte monográfica de El siglo del esplendor en México y cierra la tercera parte dedicada a discusiones el espléndido prólogo que Gaos antepuso a la edición de Los errores del entendimiento humano y a Los elementos de filosofía moderna de Benito Díaz de Gamarra, figura señera del eclecticismo en Nueva España. El libro de Gaos está ahí para quien quiera apreciarlo. No se incluyó en él la parte relativa a “Cano y San Ignacio. La victoria de sí mismo en uno y otro”, que obra en el Archivo José Gaos del Instituto de Investigaciones Filosóficas; nos informa Antonio Zirión advirtiendo que dichas páginas corresponden a un estudio aparte.

La razón es válida. Sin embargo, debemos hacer referencia a las lecciones seis y siete de la primera parte de Historia de nuestra idea del mundo que tratan precisamente de “La Reforma. Lutero” y de “La Contrarreforma. Cano y San Ignacio” (tomo XIV de las Obras completas, pp. 96-112 y 113-143), donde recogió Gaos el hecho significativo y dio cuenta de su interés por la religiosidad. Es decir, por la pérdida del sentido religioso, dominante de la vida en la Edad Media y menguante en la Moderna, y en la que el papel de los jesuitas fue relevante, pues en ese proceso lograron mantener, hasta donde fue posible, la vigencia de valores religiosos característicos de la modernidad católica, haciendo predominar la razón o el entendimiento imaginativo, dirigido a impresionar los sentidos, sobre una razón especulativa y discursiva como la que proponía Melchor Cano en su tratado La victoria de sí mismo. En este ejercicio es palpable la forma en que Gaos supo ver el problema planteado por Bernhard Groethuysen, para Francia, desde una perspectiva y testimonios del mundo hispanoamericano. Ésta fue la razón por la que Gaos quería hacer parte de El siglo del esplendor en México lo que escribió sobre Melchor Cano y San Ignacio de Loyola.

Dejo aquí estas reflexiones sobre un libro inconcluso de José Gaos. A medida que vayan apareciendo los tomos de sus Obras completas se hará evidente el ambicioso plan de trabajo que articuló su labor filosófica, cultural e historiográfica, campos que cultivó como autor original y como maestro de generaciones universitarias del mundo de habla española.◊

 


1 Prólogo de Álvaro Matute; nota de Antonio Zirión Q., coordinador de la edición. México, Universidad Nacional Autónoma de México (Biblioteca Mexicana, 158), 2009.

2 Véanse: Andrés Lira, “Al fin de la jornada”, en Teresa Rodríguez de Lecea (ed.), En torno a José Gaos. Valencia, Institució Alfons el Magnánim-Diputació de Valéncia, 2000, pp. 175-181; “Prólogo”, Leopoldo Zea et al., Del Cristianismo y la Edad Media. Trabajos de historia filosófica, literaria y artística. Edición facsimilar. México, El Colegio de México, 2012, pp. 9-22, pp. 21 y 22.

 


* ANDRÉS LIRA

Es profesor-investigador en el Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México.