08 Sep El pan y el vino (o las Conferencias de Bizancio)
–ADRIÁN MUÑOZ*–
Cuentan los anales de la época que los grandes obispos y prelados de la antigua iglesia, ante el sitio del Imperio Otomano, decidieron que la mejor táctica (para matar el tiempo, cuando menos) era recurrir a complejas discusiones: ¿El cuerpo y el alma son contingentes? Al hacerse carne, ¿Dios dejó vacante el cielo? Al comer la hostia —que es el pan, que es la carne—, ¿se comete antropofagia o teofagia? Para poder desposar a Jesucristo y compartir el pan, ¿el creyente debería renunciar al sexo, o abandonarse al camino del exceso, o convertirse en panadero? Exactamente ¿cuánto —y cuándo— vino hay que beber?
Asistieron a esta conferencia monásticos y mistéricos, magos y excomulgados. Discutieron sobre todo esto y sobre la continencia, la monogamia, el celibato y todos sus antónimos. Desmenuzaron cada uno de los pecados y las virtudes, con un rigor inusitado, y luego lo confundieron todo. Las tertulias derivaron en edictos que no repelieron a los otomanos, mas sí pusieron en jaque el buen juicio.
1
es un eco feroz
que antes he escuchado
desde comienzos perdidos
en calendarios anacrónicos
en el fierro de esos clavos
premonitorios y los montículos
plenos del fruto legendario
harto del gusano glotón del dogma
2
dicen que en Cafarnaúm
caminó célibe un profeta
mas yo sé de su fervor verdadero:
Lucifer se hizo carne
y la carne suculenta
rompió el ayuno del asceta
y fervientes sus palabras
retuvieron el aliento
en una estival y apetitosa feria
3
quiso antes el profeta
inaugurar la conferencia
con gran discurso versado en escolástica
en ansias de curar su enfermedad:
la lechuza reconoció el pesar
y recetó un buen balde de vino y leche y miel
ya no profetiza el tal profeta:
bautiza en aquel río afuera de la aldea
4
Fray Fernando cayó de su camastro
con estrépito y sobresalto
se partió en sectas e incertidumbre
“Traigan esteras nuevas y frazadas
infusionen la tila y mejorana”
mas ni todos los hierberos
ni todos los consejeros
pudieron repararle el sueño
5
—alabado el celibato (exclamó el monje)
—bendita la caridad (exhortó la monja)
—indispensables los templos (instó el pontífice)
— bienaventurado el bosque (replicó la ermitaña)
—dictemos leyes y plegarias (recomendó el escriba)
—aleluya por el nombre y rostro del Señor (glorificó el anacoreta)
—neguemos todo y a todo odiemos (repusieron las ateas)
—gocemos de este dulce día; tal vez también mañana (sugirió el agnóstico)
6
sonó también la voz del teólogo:
instruyó acerca del temor a Dios
la importancia de poner a fermentar
la culpa y la vergüenza
de labrar mazmorras y féretros por doquier
y dijo que las manos
sólo valen en la súplica al Señor
la pasión
señores
no es exceso
es sublimación de la modestia
7
dio la pitonisa tres pasos
sostuvo el báculo enmohecido
y al centro de la gran ágora
pronunció su vaticinio
y un varón de corcel fogoso
cruzando fértil valle y yermo llano
vislumbró melífera copa
en mano de un azar mudable
quiso asir el cáliz cimero
nada entre sus dedos secos
nada entre las manos ávidas
varón devino en peregrino
discurre a veces en lenguas raras
delira por la crátera o quimera
vagabundo en pos de fábulas
sin rey ni reina ni leyenda
8
vino allí Sor Lis
devota fiel y fervorosa
de un profeta que no conoció
cautivada con deseo beato
por las enseñanzas crípticas
y labró un altar oculto para invocarlo:
conjuró una brisa
que en forma de eco
perforó las manos del maestro
indefenso y fenecido
y nadó con él al paraíso
9
porque no se puede
anverso y reverso se anteponen
que lo que está mojado no se seque
el camino bueno es recto
mas directo hasta el infierno
te conduce la senda torcida
no dos ni tres senderos
no desearás la curvatura del deseo
no dos ni tres nombres
es uno nada más el rostro
dos manos, mas una sola copa
dos ojos y sólo un horizonte
dos piernas para andar un solo camino
aunque el hielo y el eclipse y las sombras
cancelen todo este argumento
10
en un inicio
reviró un apóstol con acento grave
no tuvimos rumbo ni escuchamos verbo
no vimos dios alguno
que dijera si la carne era mácula o portento
no oímos dios ni verbo ni comienzo
ni bautismo de agua o fuego
sólo nuestros padres bajo el árbol
descubriéndose los bienes y los males
en los ecos de la carne
11
no pudo el penitente guardar silencio
ecos y retumbos de penurias
centurias velando al borde del abismo
cohibido, contrito y en ayuno
enjuto, no calló más el mártir
inhábil como es en oratoria
pólvora mojada sus palabras
intacta la flama de su falo
ufano igual soltó la arenga
abyecta imprecación contra el deseo
haciendo altar y ejemplo
de los flagelos, de la dieta
corteza imperturbable que es el cuerpo
averno infame la lujuria
denuncia el mártir a los vicios
bendito el reprimido
maldito el fértil lujurioso
y allí secó la sed esa garganta
12
tomad el cáliz
dijo el mago
bebed y dejad que el labio se hinche
y devenga una granada del viñedo señorial
tomad la fruta prometida
comedla hasta que el zumo resbale terso
dócil y húmedo por el cuello
hela aquí: insignia carnosa
que aguarda la mordida prometida
en esta cena de vampiros
13
cuando la última gota
cayó sobre monte y calavera
los chacales escudriñando restos
piedra y madera incrustadas en la tierra
cuando el viento milenario
cedió junto con el eco largo del deseo
un vacío por llenarse con promesas
y un silencio espectral recorrió la tierra
cuando las losas del sepulcro
mutaron en ofrendas jubilosas
y las prendas ensangrentadas
ya no sirven, son tapetes en la tierra
cuando Lázaro y los otros
cuando arcángel y demonio
cuando clavo y lanza y aguijón
se fundieron en la misma tierra
que ha recibido semilla, sangre y leche
cuando todo terminó
se levantó por fin nuestro profeta
la esfera del afán sublime e inflamada
en la palma de una mano sana
un fuego que ilumina y no consume
un arbusto hambriento de comienzos
un torrente de pasiones frescas
surge así el árbol de la vida, en esta tierra
al tercer día se alzó el profeta