El impacto en México de la guerra comercial entre Estados Unidos y China

La confrontación económica de las dos grandes potencias mundiales ha ofrecido a México tanto beneficios (la sustitución de las importaciones de China por importaciones mexicanas, por ejemplo) como aspectos negativos (una mayor interdependencia con respecto al mercado estadounidense y creciente déficit comercial con China, por ejemplo), a corto y largo plazos, mismos que se exponen en el siguiente ensayo.

 

JUAN CARLOS GACHÚZ MAYA*

 


 

Las exportaciones mexicanas son altamente dependientes del mercado de Estados Unidos; debido a ello, el impacto en México de la guerra comercial Estados Unidos-China ha traído algunas repercusiones positivas en el corto plazo en nuestro país. Como consecuencia de los altos aranceles que el gobierno de Estados Unidos ha impuesto a las empresas chinas, México se ha beneficiado por la sustitución de exportaciones chinas en Estados Unidos debido al crecimiento de exportaciones mexicanas al mercado estadounidense. En el contexto de la guerra comercial entre las dos potencias y el aumento de aranceles entre ambas, en 2019, por primera vez, México superó a China en comercio con Estados Unidos, pues alcanzó un intercambio comercial histórico de 614 mil millones de dólares.

Esta situación, sin embargo, no es sostenible para México en el largo plazo, ante la ausencia de una estrategia para diversificar sus relaciones comerciales con China y otros mercados. Los beneficios en el corto plazo de la guerra comercial Estados Unidos-China pueden culminar de manera abrupta y México puede enfrentar de nuevo una situación de vulnerabilidad y dependencia extrema del mercado estadounidense.

En el análisis de la relación triangular México-Estados Unidos-China, es importante subrayar los inicios de la guerra comercial Estados Unidos-China: las acusaciones entre ambos países ya tenían algunos antecedentes en el gobierno de Barack Obama, pero se hicieron más fuertes y frecuentes desde los inicios del de Donald Trump. Estados Unidos acusaba a China: a) de manipulación artificial de su tipo de cambio para reducir los precios de las exportaciones chinas y de manera desleal incrementar las mismas —no sólo en Estados Unidos, sino en el ámbito global—; b) de restricciones a las inversiones extranjeras, por ejemplo, en la industria automotriz, pues mientras China exportaba cada vez más productos a través de empresas privadas y estatales, las empresas extranjeras multinacionales que querían incursionar en el mercado chino enfrentaban un mecanismo de regulación altamente controlado por el Estado, y no había opción más que de ajustarse a los requerimientos de empresas conjuntas (o joint ventures), y c) de tener un régimen de regulaciones estatales que permitía diversos delitos cibernéticos de las empresas chinas en el extranjero. En términos generales, el gobierno de Estados Unidos argumentaba una intervención excesiva del Estado chino que generaba una distorsión de las fuerzas del mercado y una competencia desleal.

Posteriormente, en respuesta a los señalamientos estadounidenses, el gobierno de Xi Jinping acusaba a Estados Unidos por varias razones, en especial de la implementación y el reforzamiento de: a) un monopolio en algunas industrias estratégicas; b) una posición geoeconómica y geopolítica predominante y en contra del multilateralismo, al no permitir que otras economías emergentes tuvieran competencia directa con Estados Unidos, y c) el intervencionismo estadounidense, al favorecer a sus empresas y otorgarles beneficios en una competencia desleal. Los principios y argumentos de las acusaciones mutuas tenían varias semejanzas entre los dos países y estos factores dieron origen a la guerra comercial.

El inicio de las acciones concretas se presentó a comienzos de marzo del 2018, cuando Estados Unidos implementó aranceles de 25% en todas las importaciones de acero de China; ello desencadenaría una respuesta similar a las exportaciones de Estados Unidos al país asiático y traería consigo una tendencia de aumento de aranceles que persiste hoy en día.

En este contexto, los efectos de la guerra comercial en México son diferentes con respecto a otros casos en América Latina, debido (principalmente) a que el comercio exterior de México representa casi 90% del comercio total con Estados Unidos. Aun con la existencia de otros acuerdos comerciales con regiones de comercio de importancia global (la Unión Europea y Japón, por ejemplo), el comercio de México está enfocado principalmente en Estados Unidos. En medio de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, y del aumento de aranceles entre ambos, México (con algunas fluctuaciones) ha tenido algunos beneficios importantes. En una tendencia común de las empresas estadounidenses, las importaciones de China han disminuido de manera paulatina y han sido sustituidas por importaciones de otros socios comerciales en distintas latitudes. La cercanía geográfica y la integración de la economía mexicana a la estadounidense son ventajas competitivas que determinan una sustitución de las importaciones de China por importaciones mexicanas. En 2019, de manera histórica, el monto del comercio México-Estados Unidos superó en 9.95% el flujo comercial entre China y Estados Unidos. Esta tendencia también representa uno de los principales impactos de la guerra comercial en cuanto a las relaciones triangulares entre México, Estados Unidos y China.

Sin embargo, para México también ha habido algunos efectos negativos o inesperados en el contexto de la guerra comercial. En la actualidad, la relación comercial de México con China enfrenta diferentes problemas. Las exportaciones de China a México continúan aumentando exponencialmente y eso representa un reto enorme para nuestro país, ya que el déficit comercial ha crecido de manera acelerada. Las exportaciones mexicanas a China también han crecido, pero de una manera mucho más lenta y con menor grado de diversificación (y de valor agregado). Ello determina que la relación México-China sea altamente asimétrica, y representa un reto para la economía mexicana, ya que China se ha convertido en una de las economías más importantes del mundo y nuestro país carece de una estrategia para disminuir el enorme déficit comercial que tenemos con el país asiático: uno de los vértices estructurales de este problema es la extrema dependencia de nuestro comercio con Estados Unidos.

La actual política comercial mexicana (incluidas la negociación del t-mec y del usmca) ha priorizado la relación comercial con Estados Unidos, y el gobierno estadounidense ha utilizado su influencia en ambas economías (la mexicana y la canadiense) para garantizar los intereses económicos de Estados Unidos en un contexto global de guerra comercial. En este esquema de intercambio comercial triangular, México se beneficia de un aumento de exportaciones a Estados Unidos, pero, al mismo tiempo, ve incrementarse la interdependencia asimétrica con respecto al mercado estadounidense y enfrenta un déficit comercial creciente con China.

Diversos análisis señalan que, en el caso específico de México, no necesariamente es una ventaja depender de un solo mercado. Los beneficios se atribuyen principalmente a factores exógenos, como el aumento de los aranceles y la consecuente reducción de las exportaciones chinas al mercado estadounidense, que no representan elementos sostenibles de ventaja para la economía mexicana.

La Cláusula 32.10 del acuerdo usmca también ha sido objeto de controversias. El acuerdo comercial contiene nuevas reglas que impactan de manera directa sobre la soberanía de México y de Canadá. Con base en la nueva legislación, estos dos países tienen efectivamente prohibido firmar acuerdos comerciales bilaterales con “non-market economies”. Diversos medios han discutido que esta regla lleva de manera implícita la prohibición para México y Canadá de firmar acuerdos integrales comerciales con China. No resulta claro aún cómo es que este factor puede impactar las relaciones comerciales de México con China, pero eventualmente podría representar un obstáculo para lograr un rediseño de la estrategia comercial entre estos países y contribuir a disminuir el enorme déficit comercial que nuestro país enfrenta con China.

En este contexto, una industria que tiene un gran potencial para la inversión china en México es el sector automotriz. México se ha posicionado como el sexto productor de vehículos en el mundo y, aunque la inversión en este rubro se concentra en empresas de Estados Unidos, Europa y Japón, la inversión de China en el sector ofrece un abanico de posibilidades para potenciar su desarrollo. La expansión de la industria automotriz china en México fomenta la competencia con otras empresas multinacionales y contribuye a que exista una mayor disponibilidad de modelos, marcas y segmentos de precios en el mercado automotriz mexicano. La ied (Inversión Extanjera Directa) de China en la industria automotriz en México podría incrementar la capacidad productiva del sector en México e impulsar sus exportaciones, lo que podría impactar de manera positiva en la reducción del gran déficit comercial que nuestro país tiene con el país asiático.◊

 


 

Bibliografía

 

Cechimex, “Estadísticas de exportaciones e importaciones de China (1995-2018)”.

Gachúz Maya, Juan Carlos, y Paula Montes, “La industria automotriz en México y China: oportunidades de complementariedad”, Latin American Journal of Trade Policy 3(6), pp. 68-86, 2020.  doi: <10.5354 / 0719-9368.2020.57168>.

Gachúz Maya, Juan Carlos, “Mexico’s Trade Relationship with China in the Context of the United States–China Trade war”, Journal of Current Chinese Affairs, 2021. doi: <10.1177/18681026211038339>.

Secretaría de Economía, “Fichas de la relación comercial de México con algunos países”, 2020.

United States Census Bureau, “Top Trading Partners”, 2020.

United States Census Bureau, “Trade in Goods with China”, 2020.

United States Trade Representative, “Countries and regions”, 2020.

 


 

* Es profesor de tiempo completo en el Departamento de Relaciones Internacionales y Ciencia Política de la Universidad de las Américas Puebla y docente en el Colegio de Defensa Nacional de México. Tiene los grados de licenciado y maestro en Relaciones Internacionales por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la unam y de maestro y doctor en Gobierno por la Universidad de Essex, Inglaterra. Especialista en asuntos de economía y seguridad internacional de México y la Cuenca del Pacífico, ha participado como analista en medios nacionales e internacionales como El Financiero Bloomberg, cnn y El Economista. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores del Conacyt.