El estudio del Dao y el neoconfucianismo en China

Acercarse desde Occidente a lo que hoy en día son Asia oriental y sus principales naciones, como China, Corea y Japón, sólo puede hacerse en verdad si se comprende su principal y milenaria corriente filosófica: el neoconfucianismo. Un didáctico acercamiento a ello se encuentra en el siguiente texto de José Antonio Cervera.

 

JOSÉ ANTONIO CERVERA*

 


 

El confucianismo fue la corriente filosófica más influyente en China durante los últimos dos milenios y medio. Hace unos mil años, durante la dinastía Song, la filosofía confuciana sufrió una serie de transformaciones importantes al ampliar el ámbito de sus preocupaciones a temas que no habían interesado ni a Confucio ni a sus primeros discípulos. Así surgió lo que se conoce en Occidente como neoconfucianismo. Las ideas neoconfucianas rigieron la filosofía china desde entonces e influyeron en los hechos históricos principales de las últimas dinastías imperiales.

Se considera que, durante los periodos de Primaveras y Otoños (siglos viii-v antes de la era común) y de los Reinos Combatientes (siglos v-iii) antes de la era común), tuvo lugar la época clásica de la filosofía china. Fue entonces cuando surgió la corriente confuciana, que bebe de creencias ancestrales muy anteriores. Algunos de los textos más antiguos de la civilización china hunden sus raíces a finales del segundo milenio y a principios del primero. Uno de los más influyentes fue el Yijing 易經 o Libro de los cambios o de las mutaciones,  con añadidos y comentarios de épocas posteriores. Durante milenios, el Yijing influyó enormemente tanto a los daoístas como a los confucianos y se convirtió en fuente de inspiración para todos los filósofos neoconfucianos. En este libro puede vislumbrarse una de las características de todo el pensamiento chino: el Universo se concibe como una unidad orgánica, en continuo cambio, donde todos los eventos del mundo se relacionan unos con otros de manera oscura, difícil de entender para la racionalidad humana.

El concepto del Dao 道 es fundamental para entender la cosmovisión china. Suele traducirse como “Camino”, “Vía” o “Curso”. Indica el Camino o la forma de comportarse el mundo, en general, y el ser humano, en particular. Según el historiador de la filosofía china Angus Graham, si la pregunta crucial para los filósofos griegos (y, a partir de ellos, los europeos de la modernidad) fue: “¿Qué es la verdad?”, para los chinos la pregunta esencial fue: “¿Dónde está el Camino?”, esto es, cómo debe conducirse la propia vida y cómo debe gobernarse el Estado. Ese Camino, esa forma de actuar uno mismo y de regir el imperio, es lo que se conoce como Dao. Los autores neoconfucianos de la dinastía Song basarían toda su filosofía en la búsqueda del Dao.

La mayoría de las corrientes filosóficas chinas de la época clásica se interesaron en tratar de explicar y normar al ser humano mucho más que en entender la naturaleza o las cuestiones metafísicas. La filosofía china fue principalmente humanista. El Dao implicaba, sobre todo, el Camino del ser humano, cómo conducirse en la vida y, en particular, cómo relacionarse con los demás en la sociedad humana. Esto es claramente visible en los filósofos de la escuela confuciana.

Confucio (551-479 antes de la era común) fue el fundador de lo que conocemos en Occidente como escuela confuciana. Su gran preocupación fue la sociedad humana, cómo podemos vivir juntos de la mejor forma posible y cómo debe actuar el gobernante. Para él, el hombre superior, o junzi 君子, que es quien está capacitado para gobernar, es el que actúa moralmente, el que conoce y practica las virtudes. La más importante para Confucio es ren 仁, que suele traducirse como “benevolencia” o “verdadera humanidad”. Otras virtudes significativas son yi 義 (rectitud, que incluye conceptos como la lealtad o la justicia) y xiao 孝 (piedad filial).

Los dos discípulos más importantes de Confucio fueron Mencio y Xunzi, de los siglos iv y iii antes de la era común, famosos por su debate sobre la naturaleza humana. Según Mencio, el ser humano es bueno por naturaleza. Todos tenemos los brotes de las virtudes y, por lo tanto, la capacidad para ser buenos. Xunzi, por el contrario, consideraba que los seres humanos somos malos por naturaleza, y sólo mediante la educación podemos revertir nuestras inclinaciones y llegar a la moralidad. Sería Mencio quien más influiría, siglos después, en los filósofos neoconfucianos.

Otras escuelas filosóficas de la época clásica muy influyentes en su tiempo fueron el mohismo y el legalismo, también interesadas en el ser humano y en la sociedad, pero sería el daoísmo la corriente que se convertiría en la otra gran escuela filosófica china autóctona, junto con el confucianismo, ya que sus planteamientos eran diferentes e, incluso, complementarios. Los autores daoístas, como Laozi (ca. siglo vi) y Zhuangzi (ca. siglo iv antes de la era común), se desmarcaron del resto de las corrientes filosóficas al interesarse más por la relación del ser humano con la naturaleza y menos por la vida en sociedad y el arte del buen gobierno. Para estos filósofos, el Dao no es sólo el Camino de la vida humana, sino el principio metafísico de todo lo existente. El daoísmo abrazó algunas ideas ancestrales chinas, como la teoría del yin y el yang, elemento cultural chino que ha llegado a ser conocido popularmente en Occidente. El yin y el yang son dos principios opuestos y complementarios que explican la dualidad inherente a la realidad y que pueden aplicarse tanto a la naturaleza como al ser humano.

Tras la dinastía Han (206 antes de la era común a 220 de la era común), China se desmembró. Durante el periodo de desunión (220-589), llegaría una corriente filosófica y religiosa procedente de India que se convertiría, junto con el confucianismo y el daoísmo, en la tercera gran escuela de pensamiento durante el resto de la historia china: el budismo. Aunque la sociedad era muy distinta de la india, el budismo se adaptó extraordinariamente bien a la realidad china. A finales del siglo vi, el país fue unificado de nuevo bajo la dinastía Sui (581-618), a la que siguió la Tang (618-907). Fue en esta época cuando el budismo vivió sus momentos de mayor esplendor e influencia en China.

A finales de la dinastía Tang, hubo una crítica hacia el budismo, de origen extranjero, y se intentó dar respuesta a diversos temas filosóficos mediante una búsqueda en la propia tradición china. Así surgió lo que se conoce como neoconfucianismo, desarrollado sobre todo en las dinastías Song (960-1279) y Ming (1368-1644). Los autores neoconfucianos retomaron temas de ética que siguieron la filosofía de Confucio y Mencio; dotaron el confucianismo de una cosmología, una metafísica y una ontología, y tomaron elementos del budismo y del daoísmo. También se preocuparon de la epistemología y del tema de la naturaleza humana.

Entre los primeros filósofos neoconfucianos, los que más influyeron en el desarrollo posterior de esta corriente fueron Zhou Dunyi 周敦頤 (1017-1073), Zhang Zai 張載 (1020-1077) y los hermanos Cheng Hao 程顥 (1032-1087) y Cheng Yi 程頤 (1033-1107). Todos ellos se consideraron “buscadores del Dao”, el Camino que el ser humano moralmente superior debe seguir en la vida. Sin embargo, a diferencia de los confucianos del periodo clásico, como Confucio, Mencio o Xunzi, los neoconfucianos hicieron grandes desarrollos en ontología y cosmología. Sería Zhou Dunyi quien elaboraría un sistema que quedaría en la cosmovisión china hasta el siglo xx, según el cual todo lo existente proviene de un principio fundamental al que llamó taiji 太極 (Supremo Último o Culmen Supremo). Cuando el taiji se mueve, produce el yang. Cuando el movimiento llega al máximo, se produce la quietud y da lugar al yin. Cuando la quietud llega al máximo, de nuevo empieza el movimiento, lo cual resulta de nuevo en el yang. Yang y yin se convierten uno en otro, eternamente, y producen a su vez los cinco elementos o procesos (wuxing 五行: agua, fuego, madera, metal y tierra). Los cinco elementos dan lugar a las diez mil cosas (wanwu 萬物), forma como en la antigua China se llamaba a la multiplicidad de todo cuanto existe.

Los dos conceptos más importantes de la ontología neoconfuciana son el qi 氣 (pronunciado “chi” en español) y el li. Zhang Zai desarrolló a profundidad el concepto del qi, que es lo que forma y lo que anima todo cuanto existe, de manera eternamente dinámica y transformadora. Por tanto, qi podría traducirse como “materia”, pero también como “energía”. El qi es la única sustancia que hay en el universo, tanto en los seres vivos como en los objetos inanimados. Cuando el qi se agrega, se forma una cosa, y, cuando se dispersa, esa cosa muere o desaparece. Para que el qi se agregue y dé lugar a un objeto o a un ser vivo, se necesita el li 理, concepto desarrollado sobre todo por Cheng Yi, y que es probablemente el más importante de toda la filosofía neoconfuciana. Suele traducirse como “principio”, “patrón”, “modelo”… También puede entenderse como “ley de la naturaleza”. Por ejemplo, la ley de gravitación universal de Newton sería un li cósmico que afecta a todas las masas. Según Cheng Yi, cada cosa tiene su principio o li, y, al mismo tiempo, todo el universo tiene un li. El significado de li, para estos pensadores, está muy cercano al del Dao.

El filósofo neoconfuciano más famoso e influyente fue Zhu Xi 朱熹 (1130-1200), que recogió las ideas de los autores anteriores. Llamó taiji al li del universo, lo cual aclaró el sistema de Cheng Yi. Todas las cosas están formadas, en el ámbito material, por qi, y tienen un principio o li que les da la forma y la función. El taiji es el li universal que, a partir del yin y el yang, da lugar a todo cuanto existe.

Zhu Xi, como ya había hecho también Cheng Yi, desarrolló la epistemología. Para ello, se basó en un texto confuciano de la época clásica, el Daxue 大學 (Gran Sabiduría), que a partir de la dinastía Song se consideró de la máxima importancia. Según el Daxue, para que un gobernante sabio pueda gobernar el imperio, antes tiene que ordenar su casa; para ello, debe perfeccionarse o autocultivarse (xiu shen 修身) rectificando la mente. Eso puede conseguirse haciendo auténtica la intención, y para tal fin tiene que desarrollar o extender al máximo el conocimiento. Finalmente, “la extensión máxima del conocimiento se consigue al investigar las cosas” (zhizhi zai gewu 致知在格物). El inicio del Camino del Sabio, por ende, era el conocimiento o “investigación de las cosas”, gewu 格物. En el ámbito neoconfuciano, la investigación de las cosas consistió en buscar el principio (li) de cada ser y de cada objeto del universo.

La ontología incidió también en la naturaleza humana, tema de enorme importancia para los filósofos neoconfucianos. El principio (li) de los seres humanos es su naturaleza (xing 性). Existe una naturaleza celeste (Tianxing 天性), esencialmente buena, que comparten todos los seres humanos, y que corresponde a la naturaleza buena de la que hablaba Mencio. No obstante, cada ser humano tiene también una naturaleza psicofísica, que corresponde al qi de cada uno. Esta naturaleza individual es la que produce diferencias en las capacidades y también la que da lugar a los deseos individuales. Entonces, ¿cuál es el Camino, o Dao, que debe seguir un ser humano para desarrollarse al máximo y convertirse en sabio? Deberá trabajar sobre su naturaleza individual para hacer aflorar, mediante el autocultivo, la naturaleza celeste, que es buena. El Camino del sabio, la vida moral, consiste en la transformación del qi individual, al cultivarlo y refinarlo al máximo. Esta teoría de la doble naturaleza humana, que mantiene la idea de la bondad innata de los seres humanos y al mismo tiempo explica la existencia del mal, fue desarrollada por Zhang Zai y, tras ser retomada por Cheng Yi y Zhu Xi, se convertiría en la concepción sobre la naturaleza humana en China durante siglos.

En el fondo, el neoconfucianismo es una corriente filosófica profundamente mística. El sabio, mediante el autocultivo, debe darse cuenta de que todos estamos conectados. Es la ilusión de la separación lo que produce los impulsos egoístas que llevan al mal. Cuando entendemos que todos formamos parte de la misma Unidad, no podemos sino actuar bien hacia los demás seres humanos y hacia todo el cosmos.

En la dinastía Ming se desarrolló otra corriente dentro del neoconfucianismo, la escuela de la mente, cuyo filósofo más importante fue Wang Yangming 王陽明 (1472-1529). Según este autor, no hay que buscar el principio o li de las cosas en el exterior, sino en la propia mente (xin 心). Esto conduce a una interpretación del proceso de conocimiento o “investigación de las cosas” (gewu) diferente de la de Zhu Xi. Para Wang Yangming, basta conocer bien la mente para aprehender el principio o li de todos los hechos del mundo, lo cual tiene como consecuencia que hay que buscar el estudio y el aprendizaje en uno mismo, y no en el exterior. Esto conlleva consecuencias importantes para la educación. La búsqueda del principio de las cosas en la mente conduce a uno de los conceptos más importantes de su filosofía, el del “conocimiento intuitivo” (liangzhi 良知). El ser humano tiene una capacidad innata para conocer lo que es bueno, y eso le lleva de manera natural a actuar bien. Así se llega a uno de los aspectos más famosos del pensamiento de Wang Yangming, el de la “unión del conocimiento y la acción” (zhixing heyi 知行合一).

La idea de la identidad del principio con la mente y su acercamiento al budismo llevaron a este autor al misticismo. El conocimiento del ser humano, que es intuitivo y es conocimiento de lo bueno, permite saber que todas las cosas del universo forman una unidad metafísica. La concepción de que todo se relaciona, de que todo está conectado, es una característica fundamental de la filosofía china de todos los tiempos, pero Wang Yangming la llevó al extremo. Aun siendo un filósofo muy místico, nunca dejó de promover la acción en el mundo, en gran parte debido a su doctrina de la “unión del conocimiento y la acción”.

El pensamiento neoconfuciano no sólo influyó en China, sino que tuvo un impacto enorme en países como Japón y Corea. Algunas características de lo que hoy es Asia oriental no pueden entenderse sin conocer, siquiera someramente, la filosofía neoconfuciana.◊

 


 

Lecturas sugeridas

 

  • Bo Mou (ed.), History of Chinese Philosophy, Londres, Routledge, 2009.
  • Botton, Flora, José Antonio Cervera y Yong Chen, Historia mínima del confucianismo, México, El Colegio de México, 2021.
  • Chan, Wing-Tsit, A Source Book in Chinese Philosophy, Princeton, Princeton University Press, 1969.
  • Cheng, Anne, Historia del pensamiento chino, Barcelona, Bellaterra, 2002.
  • Chu Hsi [Zhu Xi], Reflections on Things at Hand: the Neo-Confucian Anthology, Nueva York, Columbia University Press, Wing-Tsit Chan (trad., intr. y notas), 1967.
  • Graham, Angus Charles, El Dao en disputa. La argumentación filosófica en la China antigua, México, fce, 2012.
  • Makeham, John (ed.), Dao Companion to Neo-Confucian Philosophy, Dordrecht, Springer, 2010.

 

 


 

* Es doctor en Ciencias Físicas por la Universidad de Zaragoza y doctor en Estudios de Asia y África por El Colegio de México, donde investiga e imparte cursos y seminarios relacionados con la historia y la filosofía de China premoderna e historia de los misioneros en China y Filipinas. Entre otras muchas publicaciones, es coautor de la Historia mínima del confucianismo (El Colegio de México, 2021).