El coronavirus visto a través del lente demográfico

Desde la perspectiva de las matemáticas, de la estadística en particular y de la demografía, Manuel Ordorica trata de seguir la pista al comportamiento de la covid, así como de explicar la percepción pública de la pandemia y la respuesta tardía de algunos gobiernos y sectores de la población para hacerle frente.

 

MANUEL ORDORICA*

 


 

Estamos viviendo un momento histórico en la vida de los seres humanos. Algo semejante experimentaron nuestros antepasados con la pandemia de la influenza española de 1918. Me llama la atención por qué muchos de los gobernantes del planeta han tenido una reacción tan tardía. Creo que tiene que ver con que nunca antes tuvieron una experiencia como ésta. La verdad es que no nos imaginábamos que sucediera un acontecimiento con probabilidades de presentar resultados catastróficos, es decir, un cisne negro. Muchos de los jefes de Estado del mundo nacieron de 1940 en adelante. Quizá sólo sus padres, madres, abuelos o abuelas tuvieron una experiencia semejante a la de hoy con la influenza española, pero tenemos que aceptar que “nadie escarmienta en cabeza ajena”. Este artículo lo escribo ahora que en el mundo pasamos del millón de muertos y casi llegamos a los 40 millones de contagios de SARS-CoV-2.

La pandemia que empezó en 1918 mató a entre 20 y 50 millones de personas en el orbe, cuando éste tenía 1 800 millones de individuos. Hoy en la Tierra habitan alrededor de 8 mil millones de seres humanos. La influenza española la vivieron sólo aquellos que rebasan hoy los 100 años, que son pocos. A la fecha no hemos llegado a las cifras catastróficas de muertes por la pandemia de hace un siglo, pero el número de defunciones en el mundo sigue creciendo. Llama la atención que algunos países que actuaron rápidamente controlaron la enfermedad y tuvieron pocos contagios y pocas muertes. Su éxito se debe a una actuación expedita. ¿Por qué fue tan difícil actuar con prontitud en otras partes del mundo? Lo que pasa es que a los seres humanos nos cuesta mucho trabajo entender ciertos hechos; por ejemplo, lo muy pequeño, lo que no vemos, lo muy lejano y lo que se presenta muy rápido. Un coronavirus tiene un tamaño medio de 160 nanómetros; un nanómetro mide 10-9 metros. En una caja de 16 centímetros de ancho, por 16 de largo y por 16 centímetros de altura podría caber un trillón de ellos, un número que tampoco entendemos. Si nos pusiéramos a contar de uno en uno hasta llegar a un trillón, podríamos tardarnos alrededor de 32 mil millones de años, más que la edad del universo.1 Tampoco entendemos lo muy lejano. Cuando leemos que, si pudiéramos viajar a la velocidad de la luz, tardaríamos 200 mil años en atravesar el disco de nuestra galaxia, es algo inimaginable. En el planeta, los seres humanos en la actualidad tan sólo vivimos 73 años, en promedio. Esas cifras respecto a la distancia y el tiempo del universo no las entendemos. Nuestros cerebros no están adaptados para manejar números extremadamente grandes o pequeños; es un síndrome de habilidad aritmética que padecemos casi todos.

Ciertos crecimientos en el número de individuos tampoco los entendemos. Cuando vemos que una bacteria se duplica cada seis horas, nos preguntamos: ¿cuántas bacterias habrá después de 16 días? La respuesta es 18.4 trillones de bacterias. Otro ejemplo muy popular es el referente a Sissa, el inventor del ajedrez, cuando le pidió al rey la recompensa por el juego que le ayudó a aliviar la pena por la muerte de su hijo en una batalla. Sissa le pidió un grano de trigo en la primera casilla, dos en la segunda, cuatro en la tercera, ocho en la cuarta y así sucesivamente, hasta llegar a la casilla 64; el número que se forma es de 18.4 trillones de granos de trigo. Serían más granos de trigo de los que los seres humanos han producido en toda la historia del planeta.2 El rey no se imaginaba la magnitud de la cifra; incluso, se había ofendido por tan aparente miserable petición.

El crecimiento geométrico y las epidemias también aparecen en la obra de Thomas Malthus, en su Ensayo sobre el principio de la población, elaborado en 1798. En esta teoría demográfica, una de las más comentadas en la historia de los estudios de población, Malthus señala que la población podía aumentar mediante un crecimiento geométrico, como 1, 2, 4, 8, 16, 32, etc., y los alimentos lo harían mediante una progresión aritmética, como 1, 2, 3, 4, 5, 6, etc. Sin duda, a este ritmo llegaría un momento en el que los medios de subsistencia no alcanzarían para alimentar a todos los habitantes. La teoría de Malthus ha sido cuestionada, ya que no toma en cuenta el avance tecnológico; sin embargo, su teoría en la actualidad sigue discutiéndose y ahora vuelve a analizarse a partir de la pandemia por covid. En su ensayo, Malthus escribe sobre los obstáculos positivos que se oponen al crecimiento demográfico, que son todos aquellos que contribuyen a reducir la duración de la vida. En este grupo incluía la pobreza extrema, la vida de las grandes ciudades, las guerras, el hambre, las epidemias y las pestes.

Para muchos, la demografía surgió a partir de las muertes ocurridas en las epidemias. Se originó con John Graunt en 1662, con la publicación sobre los Boletines de la mortalidad.3 Esos boletines semanales, cuya publicación se remonta al siglo xvi, presentaban todos los martes la relación de los entierros y bautizos registrados en las diferentes parroquias de Londres, acaecidos durante la semana. Para muchos que los recibían y que no tenían el espíritu de investigación de Graunt, los boletines sólo servían para hacer de sus contenidos un tema de conversación. La ciencia demográfica nació durante la gran peste de Londres (1665-1666), en momentos en los que la bacteria Yersinia pestis asolaba esa ciudad y producía la muerte de casi la cuarta parte de su población de alrededor de 400 mil habitantes.4 Esta enfermedad ya había atacado Londres dos veces en el siglo xvii. La información de los boletines permitía observar el avance y retroceso de la enfermedad y, para los potentados, poder decidir sobre la posibilidad de alejarse del lugar donde los contagios eran elevados. Por cierto, durante esos momentos de pandemia, Newton descubrió el cálculo diferencial e integral, y la teoría de la gravitación. Tenía la posibilidad de concentrarse totalmente para descubrir un concepto muy teórico de las matemáticas.

Los contagios y las muertes acumuladas en una epidemia se comportan como una exponencial durante un tiempo hasta que se llega a un punto de inflexión y se convierten en la función logística. Tienen un límite superior. Eso puede ocurrir cuando gran parte de la población está contagiada de la enfermedad o cuando ya se ha controlado. Según la Organización Mundial de la Salud, el primer caso confirmado de covid se presentó en China el 8 de diciembre de 2019; aunque hay quienes dicen que fue incluso antes, ésta es la cifra oficial. El primer millón de casos confirmados de covid en el mundo se presentó el 2 de abril, casi cuatro meses después del primer caso. El segundo millón se presentó el 15 de abril, 13 días después del primer millón. El cuarto millón, el 9 de mayo; el octavo millón se alcanzó el 15 de junio; el 25 de julio se llegó al decimosexto millón de contagios, y al finalizar septiembre ya teníamos 32 millones de contagios en el mundo. Desde abril y hasta octubre, a partir del millón de contagios se presentaron cinco duplicaciones de la población enferma. En medio año pasamos de un millón a 32 millones de contagios. Estas cifras muestran que en el mundo no hemos podido controlar la pandemia. No entendemos ni las cifras ni la velocidad de crecimiento. Hasta ahora, en el planeta, cada cuatro días hay un millón más de contagios. La mayoría de los gobiernos de los distintos países han mostrado una gran dificultad para entender el significado de una pandemia como ésta.

La función exponencial no se presenta sólo en las pandemias. Algo parecido, pero en el tema demográfico, les pasó a los políticos mexicanos con el crecimiento demográfico. En 1950, en el país éramos 25 millones de habitantes; esa cifra se duplicó, a 50 millones de individuos, en 1970. Las proyecciones indicaban que cada 20 años se duplicaba nuestra población; las realizadas por El Colegio de México estimaban que el país iba a tener 150 millones de habitantes en el año 2000. Según esa tendencia, en 1990 hubiéramos sido 100 millones y 200 millones en el 2010. La frase de “gobernar es poblar” marcaba el interés de lo demográfico. Las perspectivas poblacionales concientizaron a los políticos sobre el significado de las estimaciones futuras del número de habitantes, a partir de lo cual se creó una política demográfica que se resumía en el mensaje de “la familia pequeña vive mejor”. Intelectuales como Víctor Urquidi, Gustavo Cabrera y Jorge Martínez Manautou, entre otros, sensibilizaron a los encargados de la política de población del país sobre las implicaciones de la velocidad del aumento demográfico. En el artículo “La necesidad de planear a largo plazo”,5 que escribió Víctor Urquidi y que publicó la Asociación Mexicana de Población en 1976, se señalaba que México podía llegar, en la hipótesis alta, a 1 989 millones de personas para el año 2100, y en la hipótesis baja, a 203 millones. En el primer caso se mantuvo constante por un siglo una tasa de crecimiento demográfico anual de 2.8% y en el segundo caso se supuso, también para una centuria, una tasa anual de crecimiento poblacional invariable de 0.5% al año. Es posible observar la gran diferencia entre ambos resultados a partir de las dos tasas de crecimiento demográfico. La cifra de 1 989 millones resultaba exagerada, pero, junto con otros trabajos de proyecciones de población realizados en El Colegio de México, concientizó a los políticos acerca de cambiar su posición pronatalista por otra dirigida a regular el ritmo de crecimiento demográfico. Hoy lo que crece a gran velocidad es la población en edades avanzadas, de 65 años y más, la cual se duplica cada 20 años. En los próximos años, si no es que ya, tendremos un tsunami demográfico relativo a las pensiones y jubilaciones.

En México, según los datos oficiales, el 12 de octubre los contagios confirmados de SARS-CoV-2 estaban por encima de los 820 mil y ya se superaban los 80 mil muertos. En pocas semanas estaremos cruzando las 100 mil muertes, aunque, según otra fuente de información, ya superamos ese número de fallecidos. Las cifras van cambiando a gran velocidad todos los días, por lo que es difícil mantener un seguimiento continuo.

 

¿Cómo seguirle la pista a la covid en México?

 

Una forma de mantener vigilancia es observar a cuánta gente contagia un individuo enfermo. A esto se le conoce como índice de reproducción básico. El número medio de personas a las que contagia un enfermo de covid puede variar entre 1.5 y 3.5. Hay enfermedades, como el sarampión, para la cual ya tenemos una vacuna, en las que un enfermo puede contagiar a entre 12 y 18 personas. Durante abril, el índice de reproducción básico de la covid llegó a estar en 2.5 y a finales de julio y principios de agosto se ubicó por debajo de 1. Eso no quiere decir que se quede fijo: podría empezar nuevamente a crecer, pero fue una buena señal que este índice se encontrara por debajo de 1: cuando es igual a 1, quiere decir que una persona sólo contagia a otra. Se observaba en esas fechas un panorama optimista, sin embargo, a mediados de diciembre de 2020 se ubicó por encima del 1, lo que quiere decir, que una persona podría contagiar a más de una.

Otra forma de analizar la evolución de la enfermedad es a través de la gráfica de las muertes por covid. La dinámica de las defunciones ya pasó el punto de inflexión; esto quiere decir que dejó de crecer y, al igual que los casos confirmados de contagios, empezó a disminuir a partir de los primeros días de agosto. Sin embargo, la curva de las defunciones empezó nuevamente a incrementarse y el 15 de diciembre de 2020 teníamos un poco más de 115 mil fallecimientos por covid y 1 267 000 contagios confirmados.

Estos elementos estadísticos mencionados son como el termómetro y el oxímetro para diagnosticar la situación de un enfermo de covid.

Resulta paradójico que en México tengamos un principio constitucional fundamental referente a la libertad de tránsito de las personas en el territorio y que este mismo principio haya sido un elemento negativo para frenar los contagios, a diferencia de lo que ha ocurrido en otras partes del mundo, en donde una instrucción de la autoridad limitando la libertad de movimiento se acata de manera inmediata. Este principio constitucional nos ha costado muchas muertes. Otro elemento en esta situación tan lamentable fue nuestra falta de experiencia por no haber vivido en carne propia una situación de este tipo en el pasado: pensamos que era algo pasajero. Nuestros padres, abuelos o tatarabuelos que pudieron haber vivido durante la influenza española nos habrían podido orientar sobre cómo actuar en situaciones de este tipo.

En México, el acelerado crecimiento de los contagios y fallecimientos por covid al final de 2020 nos está haciendo pasar malos momentos, porque vuelve a tomar fuerza la enfermedad, observándose una nueva fase de crecimiento exponencial. Mientras no se tenga la vacuna o no se disponga de una cura, tendremos que cuidarnos de este rebrote.

La enfermedad no cede. A principios de diciembre de 2020 en el planeta llegamos a 64 millones de contagios, y a mediados de ese mismo mes había 74.3 millones de casos por coronavirus y 1 651 000 fallecimientos. En menos de dos semanas aumentaron en 10 millones los contagios por covid. Estos datos permiten observar que nos encontramos en un momento crítico de la pandemia en el mundo.◊

 


1 Carl Sagan, Miles de millones, Barcelona, Ediciones B, 1998, p. 17.

2 K.C. Cole, El universo y la taza de té, Barcelona, Ediciones B, 1999, p. 31.

3 John Graunt, Natural and Political Observations Mentioned in a Following Index, and Made upon the Bills of Mortality, 1662.

4 Marcel Reinhard y Andre Armengaud, Historia de la población mundial, Barcelona, Ediciones Ariel, 1966.

5 Víctor Urquidi, “Política de población en México. La necesidad de planear a muy largo plazo”, en Población y desarrollo social, México, Asociación Mexicana de Estudios de Población (amep), 1976.

 


* MANUEL ORDORICA

Es actuario y demógrafo especializado en demografía matemática. Trabaja como profesor-investigador en el Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales de El Colegio de México.