El Colegio y la transformación de México a lo largo de sus 80 años

 

SILVIA E. GIORGULI*

 


 

Hay muchas formas de contar la historia de El Colegio a lo largo de ocho décadas. Para este número de Otros Diálogos podríamos haber optado por contar la historia de la institución desde su creación y el surgimiento de cada uno de los Centros hasta el día de hoy, pero esta labor ya la han cubierto de manera espléndida los historiadores de El Colegio. Así queda asentada en el libro La Casa de España y El Colegio de México. Memorias 1938-2000, que reúne los trabajos de Clara E. Lida, Josefina Zoraida Vázquez y José Antonio Matesanz. También ha quedado plasmada en los testimonios y recuentos de la institución y de cada uno de sus centros de estudio en diferentes efemérides, en publicaciones en revistas o en libros de nuestra casa editorial.

Sin embargo, en esta ocasión elegimos una narrativa distinta. Estos ochenta años han sido una época de grandes cambios para México y América Latina. El Colegio surgió en un momento en que nuestro país era todavía predominantemente rural, en un período de construcción de instituciones y de consolidación de un sistema político a menos de dos décadas de concluida la Revolución mexicana. Los cambios en la investigación, la docencia y la difusión del conocimiento reflejan y se corresponden con los procesos de transformación en los ámbitos social, político, económico, lingüístico y cultural en México y, en alguna medida, en América Latina en su conjunto.

En este número de Otros Diálogos nos concentramos en los cambios que se han suscitado en el país a lo largo de los ochenta años de existencia de nuestra institución. Hemos buscado identificar la manera en que El Colegio acompañó las grandes transformaciones del México moderno y contemporáneo. Desde luego, sabemos que El Colegio no estuvo aislado en estos procesos, como bien lo reflejan las temáticas que se fueron sumando y la incorporación de nuevas perspectivas en la generación de conocimiento y la docencia. De hecho, en más de una ocasión El Colegio se sumó a la efervescencia de la época e incorporó temas de manera transversal, como, por ejemplo, los de género: fue en nuestra casa, y gracias al esfuerzo de colegas nuestras, que se acogió el género como tema de investigación desde las ciencias sociales tanto como desde las humanidades, como lo relata Luz Elena Gutiérrez de Velasco.

Del recuento que se construye a partir de los diversos textos resaltan la heterogeneidad de las dinámicas de trabajo desde perspectivas disciplinarias distintas, la diversidad de temas y las particularidades en las formas de enseñanza. Paralelamente, una lectura transversal de las colaboraciones revela las coincidencias en principios y valores que han guiado la investigación y la docencia y que constituyen el fundamento de nuestro ethos de trabajo.

Tomemos como ejemplo la evolución del papel de México en el plano internacional. En estos ochenta años, México se ha abierto al mundo y ha desempeñado un papel fundamental en diversas coyunturas a través de su política exterior y su participación en organismos regionales e internacionales. El Colegio acompañó estos cambios con la formación de un capital humano especializado en la comprensión del acontecer internacional, generaciones de especialistas que se han integrado al Servicio Exterior Mexicano o que al día de hoy desempeñan diversos cargos en organismos internacionales, como bien lo ilustra el artículo de Roberta Lajous. Al mismo tiempo, la investigación se ha dedicado a temas afines a los cambios en el contexto mundial con el propósito de entenderlos mejor y de dotar de información sólida a las personas en quienes recae la toma de decisiones. Desde El Colegio, hemos tendido puentes entre Asia y México o —más aún— entre Asia y América Latina, como bien lo relata Flora Botton. En palabras suyas, no se trata sólo de investigar por el gusto de hacerlo, sino de “descubrir el mundo [y] compartir lo que aprendimos”.  En este sentido, hemos desempeñado —y seguimos desempeñando— un papel activo en el quehacer de la diplomacia científica al convocar regularmente a una diversidad de foros regionales y mundiales con actores académicos, organismos multilaterales, gobiernos y, más recientemente, organismos de la sociedad civil, para así debatir temas de política internacional, economía, políticas de población, medio ambiente, género, lengua y literatura, entre muchos otros.

Al igual que en la política exterior, en otras áreas disciplinarias El Colegio ha mantenido este carácter dual entre la formación de especialistas en administración pública (y, en fechas más recientes, otros ámbitos de trabajo en la sociedad civil) y la investigación. De este modo se mantiene una interacción con la agenda pública desde la docencia y, al mismo tiempo, se establece un diálogo con quienes toman las decisiones y dictan las políticas públicas. Son numerosos los ejemplos, pero en este número se destacan dos: el caso de los estudios de población y la política demográfica (como refleja el texto de Rosario Cárdenas) y el seguimiento de los estudios económicos a las políticas en este ámbito (elocuentemente ilustrado en el artículo de Eduardo Turrent). De alguna manera, esta vinculación responde a la responsabilidad de una institución de carácter público, como lo es El Colegio. De ahí también que una gran parte de la agenda de investigación se relacione con el objetivo más amplio de coadyuvar en la construcción de un mejor país a través de la preservación de la cultura, la mejora de las condiciones de vida y el bienestar, la disminución de la desigualdad y la expansión de las oportunidades para el ejercicio de los derechos de los mexicanos.

A lo largo de estas décadas, uno de los principales desafíos ha sido mantener esta interlocución con los actores responsables de la agenda pública (o, más específicamente, con el poder) desde la independencia intelectual y académica que la institución ha custodiado con ahínco desde su fundación. El énfasis en una forma de hacer investigación “metódica, práctica y disciplinada, en permanente construcción”, como la describe Guillermo Zermeño en el caso de la labor de los historiadores, constituye el sustento fundamental para “despolitizar” y “desideologizar” el quehacer de los investigadores de casa. Es así como, desde la fundación de El Colegio y hasta la fecha, se ha dado una profesionalización de la investigación en las diversas áreas del conocimiento en ciencias sociales y humanidades en México. La institución ha participado y aportado a este proceso de profesionalización a través del desarrollo de investigaciones sistemáticas, sustentadas en la evidencia empírica, y con un tratamiento riguroso de la información, tal como Daniel Cosío Villegas definió su propio quehacer en varias de las disciplinas en las que trabajó a lo largo de su vida académica.

 Un elemento más que transmiten de manera transversal los artículos de este número es la pasión con la que se realiza la investigación y la enseñanza. Dado que siempre han estado vinculadas, es digno de notar, desde los primeros años de El Colegio, el aporte de los estudiantes a la investigación y su injerencia en proyectos trascendentales, como el Atlas lingüístico de México o el Laboratorio de Estudios Fónicos, como queda plasmado en la contribución de Mario Hernández Luna, egresado del Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios. De hecho, la investigación en el área de lingüística refleja bien el eclecticismo académico al que también alude Eduardo Turrent cuando habla de la enseñanza de la economía en El Colegio. En el caso de la lingüística, coexiste, por un lado, una agenda de investigación comprometida con el entendimiento de una diversidad de lenguas vista a través de las diferentes formas de hablar el español, y, por el otro, un interés en el estudio y la preservación de las lenguas indígenas, llamadas “subrepresentadas” o “minorizadas” en el artículo de Hernández Luna. De cierto modo, lo mismo ocurre en el caso de los estudios literarios, en los que, desde los orígenes de El Colegio, se ha manifestado una especial preocupación por incluir los textos de la tradición oral tanto como las expresiones de la identidad cultural de México. Así, junto con los estudios de lo que pudo haberse llamado en otros tiempos la “literatura culta”, convive el interés por investigar y, a través de estas indagaciones, preservar las expresiones literarias populares o folklóricas, las líricas infantiles, los romanceros, como parte del patrimonio cultural de nuestro país, como bien narra Aurelio González en su testimonio sobre su fascinación por estos temas desde su época de estudiante de El Colegio.

Por último, este recorrido paralelo entre la historia de El Colegio de México y el acontecer del país estaría incompleto si no incluyéramos una mención al trabajo de difusión, que es uno de nuestros tres objetivos fundamentales. En la planeación de este número, pensamos que la historia del fondo editorial es un excelente ejemplo del desarrollo de la divulgación del conocimiento que se concreta en las obras que ha publicado El Colegio. Como bien lo relata Javier Garciadiego, las más de 4 000 publicaciones bajo nuestro sello reflejan los cambios en la agenda de investigación, la coherencia editorial dentro de la diversidad disciplinaria, y destacan por la permanencia de varios de nuestros títulos a lo largo del tiempo.

Un comentario final antes de cerrar esta presentación: los textos que se incluyen en este número, relativos a los ochenta años de El Colegio, son apenas una muestra de la vasta labor de investigación que se lleva a cabo en la institución. Es a pesar nuestro que no le hagamos justicia a los diversos temas que se han tratado con el paso de las décadas, ni a los que se han ido integrando en este siglo. Quedamos en deuda para desarrollar, en un futuro y en otros espacios, otras temáticas en las que han sido igualmente visibles las aportaciones al conocimiento y a la preservación de la cultura, la vinculación con el quehacer de las políticas públicas y las contribuciones en la formación de los recursos humanos especializados que el país necesita.

 


* SILVIA E. GIORGULI SAUCEDO

Es la presidenta de El Colegio de México. Profesora-investigadora del Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales, es también la directora general de la revista Otros Diálogos.