El bienestar desde los beneficiarios. Pensiones no contributivas en México y bienestar subjetivo de los adultos mayores

El gobierno mexicano otorga a mucha gente mayor una pensión que no proviene de sus salarios, pero que en no pocos casos representa una proporción muy grande de sus ingresos mensuales. En este ensayo, Yunuen Rodríguez resume los resultados de sus investigaciones sobre el tema y responde una pregunta nueva entre los académicos: ¿cuán beneficiados se sienten los propios pensionados?

 

–YUNUEN NICTÉ RODRÍGUEZ PIÑA*

 


 

En las últimas dos décadas, los países latinoamericanos han realizado esfuerzos para expandir la cobertura pensionaria mediante las pensiones no contributivas y así garantizar un ingreso mínimo básico a todos los adultos mayores. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (cepal) reporta que 27 países latinoamericanos cuentan con un programa de pensión no contributiva, y entre los de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (ocde), el 59% del ingreso de los adultos mayores de 65 años proviene de este esquema de transferencias públicas.

Las pensiones no contributivas surgen como respuesta a la escasa protección que brindan las pensiones por aportaciones laborales, o pensiones contributivas (pc), contra la pobreza en la vejez y las fluctuaciones del consumo durante el ciclo de vida. Las pc son un esquema restringido a trabajadores del sector formal, pero enfrenta presiones financieras debido, entre otras cosas, a la transición demográfica que ha experimentado la población. Ésta se caracteriza por el descenso en las tasas de fecundidad (de 4.96 en 1950 a 2.91 en 2016) y de mortalidad, así como por el incremento en la esperanza de vida (de 45.4 años en 1950 a 76 años en 2016), producto a los avances científicos y médicos.1

En el caso de México, solamente tres de cada diez personas mayores de 65 años tienen una pensión de alguna institución de seguridad social (Instituto Mexicano del Seguro Social, Petróleos Mexicanos, Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado), apenas el 40% de los trabajadores cotiza en el sistema de seguridad social y las personas que cotizan de un periodo a otro no son las mismas debido a la alta movilidad entre los sectores formal e informal.2

El programa federal de pensiones no contributivas nació en México en 2007 con el nombre de Programa de Atención a Adultos Mayores (pam), el cual realizaba transferencias monetarias de 500 pesos mensuales a sus beneficiados. En 2007, el pam estaba dirigido a adultos mayores de 70 años residentes en localidades rurales (menos de 2 500 habitantes); en 2009, se modificaron sus reglas de operación, que entonces comenzaron a atender a los adultos mayores de 70 años residentes en localidades de hasta 30 000 habitantes; en 2012 creció la cobertura a nivel nacional y un poco después, pero en ese mismo año, se amplió la edad de elegibilidad a 65 años o más. Desde su instauración, la cobertura del programa se ha extendido de tal manera que en 2016 el pam atendía a 83% de la población total que carecía de una pensión o una jubilación. Respecto de la línea de bienestar mínimo (situada en 800.26 pesos para las zonas rurales y 1 125.42 pesos para las urbanas), el monto del pam puede cubrir el 62.47% del ingreso requerido en las áreas rurales y 41.56% en las urbanas.

En otros países se han encontrado efectos positivos de las pensiones no contributivas sobre la disminución de la oferta laboral, la asistencia escolar, la asignación de recursos dentro del hogar, el consumo y el ahorro, la pobreza y la nutrición, el género y las decisiones familiares, la salud y el estado mental. Un factor relevante pero poco estudiado para evaluar el efecto de una política pública como el pam es el bienestar subjetivo, es decir, la información autorreportada sobre el estado anímico, la satisfacción con la vida y el estado de salud de las personas.

Aunque el estudio del bienestar subjetivo puede rastrearse antes del sigo xx en la filosofía y la psicología, en las ciencias sociales tuvo su mayor impulso con el Movimiento de los Indicadores Sociales, en la década de 1960, el cual demandaba la inclusión de indicadores que mostraran cuánto había mejorado la situación de una persona desde su propia perspectiva, es decir, atendiendo a la sensación de bienestar de los individuos. Desde este punto de vista, es la persona interesada, y no un observador externo, quien determina qué factores son importantes para su bienestar.

El bienestar subjetivo puede examinarse desde tres enfoques no excluyentes entre sí. El primero se refiere a la satisfacción con la vida; el segundo está vinculado con los sentimientos de felicidad, enojo, estrés y dolor; el tercero relaciona la felicidad con la satisfacción de necesidades básicas y psicológicas, y con el propósito y significado de la vida. Para cada uno de estos enfoques se sugieren como determinantes del bienestar subjetivo varios factores de tipo económico, social, individual, uso del tiempo y ambiente político. Un determinante frecuentemente mencionado en la evaluación del bienestar es el ingreso, pero no hay consenso sobre si beneficia o perjudica el bienestar ni sobre su persistencia. Aunque el ingreso adicional ayuda a cubrir las necesidades básicas y eleva el bienestar, las personas basan su apreciación por comparación con el ingreso de un grupo; y así, por más que el ingreso absoluto se eleve, si la situación de la persona con respecto a los otros se mantiene, ésta no reportará ningún efecto sobre su bienestar. Por lo demás, el nivel de bienestar autorreportado puede volver a sus niveles habituales ante un incremento del ingreso debido al temperamento nato de los individuos.

El bienestar subjetivo es una forma de valorar y mejorar las condiciones de vida. La información autorreportada permite ver en qué medida los programas sociales realizan sus objetivos desde la situación experimentada por el beneficiario. Para analizar los efectos del pam sobre el bienestar subjetivo y sobre algunos indicadores objetivos, en mi tesis utilizo los datos del Estudio Nacional de Salud y Envejecimiento en México (enasem).3 Los resultados muestran que el pam aumenta el bienestar subjetivo y que el incremento persiste en el tiempo (se mantiene aun cinco años después de iniciado el programa). También pone de manifiesto que el efecto es mayor en localidades de menos de 15 000 habitantes, donde las carencias materiales son más persistentes en comparación con localidades más grandes. Esto indica que los adultos mayores se sienten más felices, independientes y satisfechos con su vida, y que perciben que su salud es mejor con respecto a otras personas o el pasado. Mi investigación muestra, además, que la mejora en el bienestar subjetivo es mayor para los individuos con menor ingreso (es decir, aquellos para quienes la pensión representa una proporción mayor de su ingreso total y de aquel que no tiene como fuente el trabajo asalariado). Sin embargo, no hay evidencia que sugiera que el programa impacta de manera diferenciada en el bienestar de grupos vulnerables entre los adultos mayores, como las mujeres, los hablantes de alguna lengua indígena y las personas con primaria incompleta. Pero se observa mejora en la fluencia verbal, la memoria y la destreza para dibujar figuras y esquemas, así como una disminución en la probabilidad de que los beneficiarios trabajen a cambio de un salario.

Lo anterior implica que las pensiones no contributivas tienen en México efectos positivos, no sólo en los indicadores económicos, como la oportunidad de retiro, sino también en el bienestar subjetivo de los adultos mayores. Los trastornos en el ánimo y los afectos son frecuentes entre este grupo de edad, y regularmente se los asocia con fenómenos como el deterioro del estado mental y sus potenciales repercusiones en la salud física. Por lo tanto, el incremento del bienestar subjetivo podría traducirse en una mejor salud y calidad de vida en edades avanzadas.◊

 


1 onu (2015), World Population Prospects.

2 consar (2016), El reto de la cobertura pensionaria, México.

3 Yunuen Rodríguez (2018), “Efecto de las pensiones no contributivas en México sobre el bienestar subjetivo de los adultos mayores”, tesis de Maestría, El Colegio de México, México.

 


* YUNUEN RODRÍGUEZ
Es egresada de la maestría en economía  del Centro de Estudios Económicos de El Colegio de México (promoción 2016-2018). Actualmente es colaboradora en el área de evaluación de Coneval.