Dos personajes

 

RICARDO YÁÑEZ*

 


 

1

 

De mirada vidriosa, amarilla, neutra,
un ojo, el derecho; apagado, oscuro el otro,
que sin embargo ve colores, sombras.

El tatuado (Virgen de Guadalupe al pecho
y diversas imágenes, letreros,
por todo el cuerpo distribuidos),
moreno y alto, joven
—mas padre ya de tres chamacos,
un varón y dos niñas,
“tú las vas a cuidar, m’ijo”—,
baleado fue en la cara, en la quijada.

Lo he escuchado llorar no una vez, varias.
Dice que va a cambiar, que
no dejará pasar de largo la lección.
Puede ser, no lo dudo, sólo que, me digo preocupado,
eso decimos todos.

La bala le salió no sé por dónde,
pero el oído izquierdo aún le sangra.
Casi no habla, y cuando lo hace se atropella,
a borbotones habla en voz lo suficientemente baja
para que nada más el interlocutor comprenda
lo que farfulla.

Ahora lo veo silente, de pie
comer despacio, solemnemente y algo como en la luna,
su limpia rebanada de melón.

 

2

 

En su rostro se mira el suicidio del padre.
Serán figuraciones mías, pero no, no lo creo.
Su mirar, siempre digno, siempre triste,
con una lejanía que es, extrañamente, buena cercanía.
¿En su calidez hay algo de frialdad? No, no, de frío.
Frío que impone distancia, respeto
a la llama que oculta, venerada.
Alguna vez el viento atravesó corriendo
junto a la bicicleta de su padre, quien pedaleando sonreía.
Alguna vez fue niña, alguna vez fue joven. Lo recuerda
primero cabizbaja; levanta luego la cabeza, mira de frente.
Lágrimas no parece que sus ojos tengan, pero se ve que ha llorado.
Esa mirada tiene, la de que ha llorado.
Es firme y frágil, más firme que frágil, pero frágil,
y de momentos
más frágil que firme, pero firme.
Es alta, no muy alta,
mas su mirada es alta y, aunque clara, es profunda.
Algo de cañaveral conserva en su cabellera, larga y rojiza,
algo del dulzor cuando la quema de la caña en el viento anda
y de esas cenizas
en sus ojos conserva.
Se planta bien y sabe ser flexible.
Tiembla cuando habla.
Es firme y frágil, como la llama, como la vida,
como la rememoración, un poquito quebrada, de su vida.

 


 

* RICARDO YÁÑEZ

Es poeta, ensayista y narrador mexicano. Fundó y editó El Ciervo Herido; fue redactor de Radio Universidad y Radio Universidad Veracruzana, corrector y redactor de Unomásuno y secretario de redacción de La Jornada. Su obra se ha incluido en diversas antologías nacionales y extranjeras.