Dioses caseros

 

VÍCTOR CABRERA*

 


 

Li Shou

para Anaïs Abreu,
en todos sus no cumpleaños.

 

Míralo ahí, quitado de la pena,
alargando la tarde en un bostezo:
doméstica deidad del embeleso,
detenido reloj de blanda arena.

Velo dormido, ajeno a la faena
del amo esclavizado bajo el peso
del tiempo rutinario, del exceso
de una vida banal de agenda llena.

Contempla al mandarín-niño insolente,
soberbio embajador del sueño, ornato
tangible del jardín de lo inconsciente,

tirano del desdén, de amor retrato,
esfinge de perfil, sabio de frente:
mira pasar las vidas de este gato.

 

 

Zen del perro 

Para Carmela

Los animales viven el verdadero Zen.
Taisen Deshimaru

¿Qué mira este animal mientras respira
en su trance de santo iluminado?
¿Qué escucha en el nirvana condensado
del cosmos idëal al cual aspira?

¿Qué piensa este sujeto concentrado
en el vasto silencio en que suspira?
¿Es espejo de mí o en mí se mira
cuando me paro a contemplar su estado?

Inhala en su quietud un aire denso
que se afina en la paz de su conciencia.
Distiende al exhalar el hilo tenso

que lo ata a la ilusión de su existencia,
y llena de vacío el limbo inmenso
en que flota sin culpa o penitencia.

 


 

* Es poeta y editor. Ha publicado las plaquettes Diez sonetos y Filipo contra los persas y otros cuantos epigramas, además de los poemarios Signos de traslado, Wide Screen, Guijarros y Un jardín arrasado de cenizas. Compiló el volumen colectivo Una raya más. Ensayos sobre Eduardo Lizalde (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2010).