De lenguas, hablantes y plumas al vuelo

 

DIANA EUGENIA BASTIDA CABELLO*

 

La pluma al vuelo. Antología de relatos de pueblos originarios.
Cinco volúmenes. Varios autores.
México, Secretaría de Cultura, 2021.

 

La lengua es de los hablantes. Ellos la crean, la modifican, la significan. Sin espacios donde ésta se utilice y transmita, no hay hablantes; y sin ellos, no hay lengua. Su vitalidad se aprecia continuamente, en su uso real, en cada elección que hacen sus hablantes.

¿Por qué elegimos una lengua y no otra? Al preguntarme esto, pienso en mí, en mi elección. Por más que sepa algún otro idioma, lo utilizo sólo de manera esporádica, en contextos específicos, para ciertas funciones, como comunicarme con extranjeros, pero, sin duda, para mi día a día elijo mi primera lengua, la que otros llaman lengua materna: el español, aquella que se me hace más fácil, más natural. Tengo la suerte de poder expresarme en ella sin que esto se considere vergonzoso, sin que haya trabas para mí debido a ella (en cuestiones de impartición de justicia, de opciones de formación o de empleo, por ejemplo). Soy afortunada.

Y esta reflexión me hace pensar en los demás, en aquellos que son o fueron perseguidos por hablar su lengua, aquellos que sólo la mantienen en el ámbito de lo privado porque en lo público son avergonzados, criticados, discriminados, ignorados… porque nada fuera de su comunidad les ofrece la oportunidad, la libertad, la garantía de que ocupen su lengua para realizar incluso las actividades más cotidianas… porque el embate de la homogenización cultural ha sido largo y fuerte. Pienso en las comunidades sordas, por ejemplo, o en quienes hablan alguna lengua originaria de las sesenta y ocho que hay aún en el país, y reafirmo mi idea de que valorar la riqueza que nos ofrecen las diversas lenguas es valorar a sus hablantes y que ninguna buena intención por revalorar lo originario logrará hacer alguna diferencia en la situación de desigualdad en que viven los pueblos originarios si no tomamos alguna acción concreta que favorezca a dichas poblaciones, que ofrezca espacios donde puedan desarrollarse plenamente y ejercer sus derechos y libertades, su autogestión; espacios también donde puedan usar y transmitir su lengua, permitiendo así su conservación.

Cada acción cuenta. Por ello, acepté gustosa cuando Sofía Trejo Orozco me ofreció colaborar con su equipo como coordinadora editorial y editora en un proyecto en el que podría realizar un acto concreto en favor del mantenimiento de las lenguas, al abrir un pequeño espacio para su divulgación a fin de promover su uso y sentir el orgullo por las lenguas originarias, y también para ofrecer a las personas lo que se piensa, se cuenta y se observa en otras partes del país, sus historias y personajes, sus narraciones orales significativas.

Antologías de relatos de pueblos originarios. La pluma al vuelo es un proyecto que consiste en cinco publicaciones bilingües (lengua originaria según la región del país/español) que reúnen desde recopilaciones de las narraciones y leyendas de diferentes comunidades o la memoria de sus integrantes hasta literatura de creación propia (cuentos, poesías y reflexiones) que retoma motivos y elementos de las diversas culturas que se ubican en una región específica de la República Mexicana: Noreste, Noroeste, Centro, Centro Occidente y Sur.

Publicado por la Dirección General de Publicaciones de la Secretaría de Cultura, de la mano del Fondo de Cultura Económica y con el apoyo de Educal, este proyecto vio la luz recientemente, a finales de 2021, y, lamentablemente, no puede conseguirse a la venta. Pero quizá ese punto que pareciera negativo es también una de sus grandes fortalezas, y es que los cinco libros fueron hechos para su distribución de manera gratuita a lo largo de todo el territorio nacional a través de las Salas de Lectura, una serie de espacios diversos que han sido cobijados a través de un programa estatal (Programa Nacional de Salas de Lectura) que aporta de manera gratuita formación y libros a quienes de manera voluntaria deciden dedicar parte de su tiempo al fomento de la lectura y la escritura. De esta forma ha llegado a lugares donde a veces no lo hacen ni las librerías ni las bibliotecas (o donde son insuficientes para el tamaño de la comunidad en la que están insertas). Se trata de un programa que apoya a los mediadores de lectura que, con gran amor, ayudan a que otros se acerquen al maravilloso mundo de los libros.

Bajo esta lógica es que las antologías de relatos de pueblos originarios se conforman como un proyecto único, ya que sus protagonistas no son escritores aclamados, sino las personas que trabajan diariamente en las comunidades, pues los textos incluidos son resultado del esfuerzo y la dedicación tanto de los mediadores de las diferentes Salas de Lectura del país como de los integrantes de sus comunidades lectoras, quienes nos ofrecen su visión a través de la voz propia, ya sea como autores/compiladores o como traductores de los escritos que conforman cada una de las antologías.

Además, las publicaciones están prolíficamente ilustradas por las manos creadoras de artistas pertenecientes a comunidades originarias, o cuyo estilo aborda temáticas comunitarias. Cada uno de los libros cuenta con un estilo propio de acuerdo con un ilustrador distinto. Lleno de color y belleza, cada ejemplar muestra imágenes de aquello que es típico o significativo de cada región. Y a esto se suma una serie de infografías que aparecen en cada uno de los apartados en los que se dividen las antologías y que muestran las lenguas con mayor presencia por número de hablantes en cada uno de los estados del país que participaron en la publicación.

Ojeando cada libro pueden apreciarse historias diferentes e interesantes, pero también algunas coincidencias. Ancianos capaces de subir una pesada campana al campanario de la catedral, niñas que corren todo el tiempo, papalotes al vuelo con almas de infantes y hombres en busca de maíz, entre otros muchos personajes, se dan cita en las diferentes historias que, en ocasiones, vuelven a narrarse de formas distintas, pues algunas leyendas que se cuentan en unos estados se escuchan también en otros, sólo con algunos cambios, con detalles que hacen a la narración algo propio de cada lugar, demostrándonos que, finalmente, pese a la distancia geográfica, hay lazos que unen: elementos en común que crean identidad compartida. Entre tanta diversidad que enriquece hay también semejanzas, unión. Y las narraciones que se reúnen en los cinco volúmenes de esta pequeña colección son clara muestra de ello.

Se trata entonces de un proyecto que logra poner en el centro a los pueblos originarios y a los pueblos originarios migrantes, de cuyas voces se recopilan las narraciones orales significativas que conforman materiales de trabajo para las diferentes Salas de Lectura, enriqueciendo su acervo y permitiendo no sólo promover el uso de las lenguas originarias, sino también compartir con otras Salas y regiones las leyendas, las ideas, las visiones y las historias propias, para así difundir entre todos los mediadores y asistentes a dichas Salas la riqueza lingüística y cultural de cada región que conforma el territorio nacional y tender lazos comunicantes entre ellos.

Es un proyecto pequeño frente a todo lo que aún queda por hacer, pero es un trabajo concreto en favor de los hablantes, un proyecto que me enorgullece, pues ofrece un espacio para que se utilicen sus lenguas y también se difundan sus narraciones y, con ellas, sus cosmovisiones y culturas; y porque apoya el trabajo de fomento a la lectura dentro de las comunidades, así como el conocimiento y la revaloración de lo nuestro. Es un proyecto hecho con el corazón de muchos que amamos los libros, pero además reconocemos el valor que tienen las distintas comunidades y la riqueza que aportan todas las culturas, y celebramos el pequeño grano de arena que significan estos libros en la esfera de los derechos culturales de los pueblos originarios.

La lengua es de los hablantes. Y estos cinco libros son principalmente para quienes hablan alguna lengua originaria en el territorio nacional, pero también son para nosotros, son para todos. No queda más que disfrutar con ellos.◊

 


 

* Es licenciada en Estudios Latinoamericanos y maestra en Lingüística Aplicada por la Facultad de Filosofía y Letras de la unam. De oficio editora, actualmente es la subdirectora editorial y de producción en la Dirección General de Publicaciones de la Secretaría de Cultura del gobierno federal.