Acerca de las ilustraciones | Núm. 11

 


 

 

La obra de Alejandra Venegas atestigua una nueva relación con el paisaje, una disolución contemporánea de las fronteras entre cultura y naturaleza, figuración y abstracción, adentro y afuera. Afincada en las montañas aledañas a la Ciudad de México, Venegas dialoga con el estilo chino de la pintura Shan shui, que literalmente significa “montaña agua”, y lo hace a través de una práctica intuitiva y espontánea, impregnada del dinamismo y la paleta refulgente del arte mexicano moderno.

Color intenso y geometría sencilla: ríos y montañas, cascadas y arroyos, nubes y planetas que configuran paisajes de una serenidad frenética, de una apacible efervescencia. Estos estados de ánimo paradójicos se derivan también de la materialidad orgánica de las obras de Venegas, que prospera en los límites entre dibujo y pintura, pintura y escultura. Lino, papel de arroz o de algodón, maderas autóctonas de ahuehuete, ciricote, huanacaxtle… Más que soportes, se trata de combustibles que alimentan un fuego refrescante para la vista irritada por los excesos visuales de la sociedad contemporánea.

A través de la meditación zen y de una exploración exhaustiva en el estudio, Venegas ha conseguido plasmar en el paisaje una experiencia interna tan singular como característica de nuestro tiempo.

Jorge Comensal