Una charla con Gustavo Garza: “En el futuro podemos vislumbrar la socialización total de la estructura urbana de las ciudades”

Con medio siglo de investigaciones sobre economía urbana neoclásica y política, el doctor Gustavo Garza, profesor-investigador emérito de El Colegio de México, comparte en esta entrevista algunas reflexiones sobre sus investigaciones de las ciudades contemporáneas, así como también de las urbes de la Antigüedad y, cuando los ojos se dirigen al futuro, hacia las megalópolis que coexisten en la realidad y en la narrativa de la ciencia ficción.

 

–ULISES MARTÍNEZ FLORES*

 


 

 

Ulises Martínez: Dr. Garza, a propósito de las ciudades, le propongo una charla en la que, recorriendo lo que han sido sus estudios sobre el tema, vayamos desde sus aportaciones teóricas hasta su aplicación en el estudio de ciudades del pasado, del presente e, incluso, del futuro. Comenzaré, entonces, pidiéndole que me explique el concepto condiciones y servicios generales de la producción y algunos aspectos de ese andamiaje teórico que usted llama Teoría general espacio-sectorial del desarrollo económico.

Gustavo Garza: Quisiera iniciar con un preámbulo sobre cómo percibo la investigación urbanográfica, y las ciencias sociales en general, después de mi experiencia de medio siglo de trabajo académico. Las ciencias sociales, pero también las naturales, se han parcializado mucho hacia objetos de estudio muy específicos, algunas veces triviales, y se ha perdido lo que pudieran ser las categorías y leyes que constituyen su esencia, esto es, alcanzar una visión de totalidades, de estructuras completas. Me tocó la responsabilidad de ser el coordinador-fundador del Doctorado de Estudios Urbanos y Ambientales del Centro de Estudios Urbanos y Ambientales (cedua) de El Colegio de México, que se inició en 2005, e impartir un curso de Metodología de las Ciencias Sociales; en dicha materia se busca comprender que, para que las ciencias sociales sean ciencia, tienen que llegar a identificar las categorías fundamentales de los objetos de estudio, al igual que lo hacen las ciencias naturales. Se supone que en las ciencias sociales hay categorías conceptualizadas como leyes de la realidad social; en el caso de mi especialidad —que he bautizado como urbanografía—, se trata de llegar también a conceptos que tengan la posibilidad de ser leyes históricas tendenciales con las que puedan entenderse el pasado, el presente y visualizar el futuro.

En este esfuerzo he centrado mis últimas investigaciones, si bien desde mi tesis doctoral sobre el proceso de industrialización de la Ciudad de México empecé a manejar la categoría condición general de la producción (cgp). Esta categoría fue acuñada por Carlos Marx en los Grundrisse y algo menciona en El capital; pero le dedica unas cuantas páginas solamente. Yo lo cito en mi libro Teoría de las condiciones y los servicios generales de la producción,1 de 2013; Marx termina diciendo que las condiciones generales de la producción son aquellas que son indispensables para el proceso productivo, pero que no forman parte de las empresas; ésa es la definición general. Y sólo añade que por el momento no puede detenerse en esto y no vuelve a tocar el asunto en toda su obra.

A mí me intrigaba por qué, a mediados del siglo xix, Marx no se detuvo en esa categoría y por qué no la retomó. Entonces, en el capítulo primero de Teoría de las condiciones y los servicios generales de la producción, analizo la categoría dentro de la teoría del capital. La teoría del capital suena a algo muy pretensioso, pero en realidad es muy simple. Todos tenemos idea de qué es el capital de una empresa: el edificio, la maquinaria, el equipo de transporte, el equipo de cómputo, eso es el capital de una empresa. Entonces, la teoría del capital trata de explicar cómo se acumula ese capital y cómo se clasifica, básicamente en capital fijo y en capital variable. El capital fijo es lo que acabo de decir, las cosas materiales, y el capital variable es aquel que se destina a sueldos y salarios, así como materias primas; ésa es la composición del capital.

Entonces, yo me puse a analizar este tema para el siglo xix, y encontré un libro de Friedrich List —un economista alemán de la época— que se llama El sistema nacional de economía política,2 que se escribió en 1840, 24 años antes que el tomo I de El capital. List habla del sistema ferroviario y del impacto que va a tener en el desarrollo económico de la nación; él menciona una cifra que me llamó la atención; cita a un estadístico de la época, McQueen, quien señala cuánto era el capital privado en Inglaterra en 1840 y cuánto podría ser el capital público, o sea, las cgp, que eran básicamente los caminos, los puertos y los puentes.

 

U.M.: ¿Ya empezaba a usarse como tal ese concepto en esos textos?

G.G.: Adam Smith habla de la obra pública desde antes, en 1776, en su libro La riqueza de las naciones; dice al respecto que su gestión no debe dejarse en manos privadas, como lo hacen los gobiernos neoliberales en la actualidad; eso lo establece Adam Smith en el siglo xviii ¡y todavía en el xxi estamos debatiéndolo! … Él decía que no debe dejarse en manos privadas porque son una condición general para el desarrollo de la economía, y existe un conflicto irreconciliable entre los intereses de una empresa y el interés de la sociedad, mismo que Adam Smith percibió claramente desde entonces.

Específicamente, el dato que yo quería conocer en mis análisis es cuánto representaba el capital social, es decir, el valor de las cgp en 1840, relacionado con el capital privado, relación que denominé composición interna del capital constante y que puede calcularse con una simple división: hay tanto de capital social y tanto de capital privado, y su relación nos arroja un porcentaje o coeficiente de 2.7% en la época en la que Marx lo mencionó, o sea que por cada cien pesos de capital privado había dos pesos y setenta centavos de inversión pública. Entonces dije: pues ésa es la explicación de por qué “por el momento” Marx no se detuvo en esto, porque era una magnitud marginal que no se justificaba incluirla dentro de la teoría del capital.

Cuando escribí con otros colegas la trilogía Teoría de las condiciones y los servicios generales de la producción, Valor de los medios de producción socializados en la Ciudad de México3 y Valor de los medios de consumo en la Ciudad de México,4 convencí a alumnos y colegas de que hiciéramos un cálculo del valor en pesos de las condiciones generales de la producción en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México (zmcm), lo cual se decía que era imposible de realizar. No fue así, y se calculó una cifra de cada una de las cgp en la zmcm que se comparó con el valor del capital privado de las 800 mil empresas de la urbe. El coeficiente encontrado ascendió a 190%, sin considerar las viviendas; si agregáramos el valor de las 5.1 millones de viviendas, la cifra se va a 690% más de capital social que de privado. Entonces me dije: ahora sí nos podemos detener en esto porque se refiere a una categoría que rige el proceso de producción y de acumulación de capital.

Queda claro que lo anterior se encuentra atrás de la política neoliberal y del porqué de la importancia para el capital privado de frenar el crecimiento del capital social. Por ejemplo, en los 16 países más desarrollados del siglo xx, el Estado manejaba cuando menos 65% del producto, y en los países nórdicos, hasta 75%. Las políticas neoliberales, iniciadas por Margaret Thatcher y Ronald Reagan al inicio de los ochenta, visualizada la creciente tendencia a la socialización de los factores de la producción, trataron de frenar la rueda de la historia. Ya se está viendo lo infructuoso de dicho intento ante el neoproteccionismo comercial de Estados Unidos y el resurgimiento del nacionalismo, así como ante el anunciado fin del neoliberalismo en México a fines de 2018. El derrumbe del neoliberalismo es lógico si se recuerda qué sucede si se trata de ir en contra de los engranajes de la historia: lo que le pasó al imperio español al querer mantenerse en el feudalismo y perder en ese intento el imperio.

Nosotros concluimos que la expansión de las cgp refleja la evolución del proceso productivo en los andamiajes económicos que representan las ciudades; la categoría rige y es fundamental para conocer el carácter y la naturaleza de las ciudades, así como las posibilidades mismas del desarrollo económico de las naciones.

 

U.M.: Si nos vamos a lo más básico de la economía política marxista, tenemos individuos que pueden o no ser propietarios de medios de producción y, por lo mismo, se ubican en una clase o en otra y en función de eso se confrontan, se subordinan unos a otros, y el espacio en donde hay esta lucha entre individuos pertenecientes a clases sociales diferentes es el taller, la fábrica. Vista la economía política desde este estudio de las condiciones y los servicios generales de la producción, y desde la Teoría general espacio-sectorial del desarrollo económico, ¿dónde quedan las clases y sus confrontaciones?

G.G.: Efectivamente, dentro de las teorías señaladas hay implícita una cuestión de clases sociales, pero yo no la analizo explícitamente; por ejemplo, las condiciones generales de la producción tienen dos grandes divisiones: medios de producción socializados y medios de consumo colectivos. Los medios de producción socializados están más bien orientados a las empresas: producción de hidrocarburos, sistemas de transporte, producción de energéticos…; y los medios de consumo colectivos se dirigen a la población: salud, educación… Hay una muy fuerte implicación de clases sociales en el momento en que el Estado se pregunta: ¿cuánto le doy a la clase trabajadora y cuánto le doy a la clase propietaria de los bienes que constituyen las cgp? Ésa es una disyuntiva que ocurre actualmente en México, y se esperaría que el nuevo gobierno nacionalista que se inició el 1 de diciembre de 2018 cambie las proporciones existentes durante el neoliberalismo. Desde esta óptica puede entenderse, por ejemplo, lo relativo al nuevo aeropuerto; se entiende lo que un nuevo gobierno puede hacer; y también se ve en la lucha cotidiana por el agua, por la tierra, por los servicios. La gente pide servicios, es decir, condiciones generales de la producción que sean para la población. Entonces, hay un elemento muy profundo de implicación de las clases sociales.

Volviendo al aeropuerto, si se necesitaban gastar billones de dólares en ese proyecto, hay que decidir quién los va a financiar y quién será el que lo usufructúe. El grupo de “inversionistas”, como estamos viendo, le dice al Estado: “Ponlos tú y yo los administro y me apropio de las ganancias”. ¿Por qué? Porque una de las características de las condiciones generales de la producción es que requieren de monumentales montos de inversión y ésa es una de las razones de que se estén socializando. Por ejemplo, el caso del aeropuerto: 300 mil millones de pesos, ¿qué empresario los puede poner? Nadie.

Entonces, están esos grandes montos de inversión que sólo el Estado puede aportar. El gobierno mexicano lo hace con empréstitos y emisión de bonos garantizaos por él; el Estado chino lo hace de otra forma; los chinos acaban de inaugurar hace unas semanas el puente de Hong Kong a Macao: 55 kilómetros de extensión, dos islas artificiales y un túnel… la obra más larga, la más extensa, y costó veinte mil millones de dólares; eso lo puso el banco estatal chino y compañías chinas públicas. Ellos han logrado que estas grandes inversiones salgan del excedente de las mismas empresas públicas; ésa es una forma óptima de financiar las megaestucturas. Los noruegos tienen su fondo soberano, el petróleo que han acumulado, y tienen para esas grandes obras. Entonces, se requieren esas cantidades muy fuertes de dinero y ahí, en todo, están las disyuntivas entre qué clases sociales serán especialmente favorecidas.

 

U.M.: Entiendo entonces que a partir de este andamiaje teórico se va aterrizando en lo que usted llama Teoría general espacio-sectorial del desarrollo económico, que a su vez sería lo que podría llevarnos a otra idea que tomo de sus textos: un modelo efectivo de desarrollo económico en función de que el Estado haga un uso u otro de esas condiciones y servicios generales de la producción.

G.G.: Así es. En resumen, del análisis de la estructura urbana se deriva el concepto teórico de las condiciones generales de la producción, que es una categoría histórica cuantificable, pero no se trata del análisis per se de esa categoría. Se introdujo dentro del estudio de la teoría del capital, que constituye la quintaesencia de cualquier teoría de desarrollo económico. Otra forma de decir desarrollo económico es hablar de un proceso de acumulación creciente de capital. Desde la teoría del capital se vislumbra incuestionablemente, en términos de valor, que hay un capital social, que subsume cada vez más al capital privado. Hay un capital social que no solamente es importante, sino que es fundamental, pues multiplica el valor del privado, es decir, el capital privado se va haciendo apéndice del capital social. Y como capital que es, este último tiene muchas implicaciones para el desarrollo económico. Si decimos que el desarrollo económico es acumulación de capital, estamos diciendo que el desarrollo económico es acumulación de condiciones generales de la producción, no solamente para el aparato productivo directamente, como decíamos, sino también para la población, porque el desarrollo económico es acumulación de capital y de otros factores de la producción.

Podríamos agregar que, si el factor de la producción fundamental es el trabajo —o sea, en el caso de México, los 52 millones de trabajadores que tenía este país en 2015—, ¿cómo lo utilizo? Si tengo a 60% en actividades informales, pues la economía no anda muy bien, no se está usando la fuerza de trabajo adecuadamente para promover el desarrollo. Adicionalmente, las cgp son un factor de producción, a la par que el capital privado, pero lo superan en valor. Entonces, no puede entenderse el desarrollo económico si no se considera ese capital social. Ahora, el libro “cuarto” de la trilogía5 está resultando estadísticamente de gran significación, pues muestra que las condiciones generales de la producción determinan no solamente ese crecimiento económico, sino cómo se distribuyen en el espacio urbano las actividades económicas.

El desarrollo económico también tiene otro elemento de los factores de la producción. Cuando yo estudiaba economía se decía que la producción depende de la tierra, del trabajo y del capital. Yo ahora afirmo que no, que la producción depende de la ciudad, o sea, de las condiciones generales de la producción, del trabajo y del capital privado. Ya hemos dicho que este capital social supera en importancia al capital privado. Entonces, para explicar la producción, visualicé la posibilidad real, teórica y estadística de plantear una teoría que llamé Teoría espacio-sectorial del desarrollo económico; espacio a lo mejor no es la forma más feliz de llamarla, pero es la más sintética. Espacio es la ciudad, y sectorial son los sectores económicos: primario, secundario y terciario.

 

U.M.: Tal vez podamos ya empezar a aterrizar: si entonces los factores de la producción ya no son sólo, o básicamente, capital y trabajo, sino ciudad, capital y trabajo, ¿qué nos da a los ciudadanos, a los habitantes de las ciudades, esta Teoría espacio-sectorial del desarrollo económico? ¿Cómo podría concretarse en políticas públicas o incluso en acciones ciudadanas?

G.G.: Bueno, para los gobiernos debería ser fundamental entenderlo, pero debo decir que no fue así en los 36 años de políticas neoliberales en los que el Estado abdicó de sus funciones en la planeación del sistema nacional de ciudades. Incluso el nuevo gobierno, el de 2018-2024, no ha mostrado evidencia de cambiar tal política, pues hasta el momento habla de lo urbano como cuestión de arquitectos y urbanistas, enfatizando el mejoramiento de unas pocas áreas urbanas marginadas y de crear servicios públicos básicos. Pero es aún prematuro hacer un juicio definitivo, considerando que algunos altos funcionarios de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (sedatu) tienen formación en economía política urbana. Los únicos que lo entienden me parece que son los chinos, al igual que los nórdicos y los alemanes, que ven la función económica de la ciudad. Principalmente los chinos lo tienen muy claro, y lo están demostrando. Shanghái y Beijing, dos puntitos en el mapa, juntos producen 150% del producto nacional de toda la República Mexicana. ¿Por qué? Por la superconcentración de condiciones generales de la producción: esas ciudades son dos monumentales fuerzas productivas.

¿Qué ciudad de México va a ser globalmente competitiva? Tenemos que tener una ciudad competitiva global. ¿Quién va a competir con Shanghái, con Nueva York, con San Francisco, con Los Ángeles? En tamaño, tenemos la Ciudad de México como una de las más grandes del mundo, pero hay que hacerla mucho más productiva.

Ahora, desde el punto de vista de la gente, se decía que no sabían bien cómo votar en torno al tema del aeropuerto. Tal vez no digan “los medios de producción socializados se están llevando una mayor parte y no los medios de consumo colectivo, que son para nosotros”. Obviamente, no lo pueden plantear así, pero lo visualizan en su praxis cotidiana de movimientos sociales. Los movimientos sociales están pidiendo tierra con servicios, la lucha eterna del agua y los servicios públicos, la pavimentación, las cosas básicas mínimas que deberían tener. Todavía no piden red de fibra de banda ancha, pero las empresas sí la piden, y la ciudad no lo dota en forma uniforme; las compañías privadas lo hacen en algunas áreas en las que son rentables las inversiones.

Entonces, para el propósito de las políticas urbanas, el Estado debería tener una conciencia muy clara de la naturaleza e implicaciones de las cgp. Lo que pasa es que, en el sector público mexicano, la cotidianidad, los problemas obvios, llenan la agenda; dicen que, si no pueden tapar los baches que hay en la calle, cómo les pedimos que tengan un proyecto para la Ciudad de México para el 2050, y que sea competitiva con Shanghái. Entonces estamos ante un dilema que no hay forma de resolver fácilmente, pero tendría que tenerse la visión para hacerlo, porque de otra forma no habrá cuarta transformación.

 

U.M.: En el sector privado, por supuesto, puede esperarse mucha menos sensibilidad; ahí la ganancia sigue siendo lo que rige, pero tendrían que entender también que el desarrollo de condiciones generales de producción finalmente también los favorece.

G.G.: ¡Claro! No solamente deberían de entender, deberían exigir condiciones generales de producción que los hagan competitivos, porque la empresa en sí misma no es competitiva si no tiene una ciudad competitiva, es decir, estamos diciendo que el capital social es fundamental y monumental. La empresa no puede ser eficiente si todo lo demás es ineficiente, si paga más que los chinos y los estadounidenses por la electricidad, por las carreteras…, o sea, deberían tener conciencia y exigir también que se les proporcionen estas condiciones generales a costos competitivos.

 

U.M.: En resumen, se requeriría un Estado más fuerte en su labor de rector de la economía, pero además con este enfoque que conciba a la ciudad entre los factores de la producción; es decir, no se estaría tampoco planteando sólo un fortalecimiento del Estado que lo acercara nuevamente a ser un Estado benefactor.

G.G.: Se necesitaría un Estado promotor del desarrollo económico que permitiera elevar la calidad de vida material y espiritual —o, digamos, intelectual—; se necesita la palabra progreso, pues sabemos que históricamente se da a cuentagotas, pero hubo un progreso, si se quiere entrecomillado, en el paso del feudalismo al capitalismo. Y, bueno, del capitalismo está el sueco y está el guatemalteco. ¿Y Suecia o Noruega son capitalistas? Pues eso depende de cómo se defina el capitalismo. Por ejemplo, en Estados Unidos, en el siglo xix, había esclavitud. Entonces ¿cómo es que en un sistema capitalista hay un sistema esclavista? Y ¿por qué es capitalista y por qué no es esclavista? Porque el dominante, el sistema hegemónico, es capitalista, aunque hay sectores o segmentos con modos de producción precapitalista. En el caso de Noruega ¿cuál es el sector hegemónico? El Estado maneja 75% del producto; entonces ¿el 25% privado es el hegemónico? Ya no es fácil la respuesta.

 

U.M.: Cuando usted sugirió preguntar no sólo qué podía verse en las sociedades o en las ciudades precapitalistas, sino también en las poscapitalistas, me entró entre nostalgia y necesidad de reflexión, porque me costó trabajo imaginarme las ciudades poscapitalistas, después de la caída del Muro de Berlín, y del hecho de que se haya caído hacia la derecha y no hacia la izquierda. ¿Cómo podemos concebir esas sociedades poscapitalistas hoy en día si aplicamos este andamiaje teórico conceptual al futuro, es decir, a las metrópolis o a las urbes poscapitalistas? ¿Qué es lo que podemos vislumbrar, o qué tendríamos que estar buscando?

G.G.: Vislumbraríamos la socialización completa de la sociedad. Dentro de la terminología de las cgp está el coeficiente, la simple división, entre el capital social y el capital privado, que denominé composición interna del capital constante fijo. Recordemos que hay la composición orgánica del capital, que es una de las categorías fundamentales del marxismo. La composición orgánica de capital es la relación entre el capital fijo y el capital variable. La composición interna es solamente dentro del capital fijo, y consta de dos elementos: el fijo socializado y el fijo privado; entonces, ese coeficiente de composición interna del capital fijo será la relación del social y del privado, o sea, la condición general y el capital privado, relación que se ajusta a una ley tendencial del aumento de la composición interna del capital fijo.

Hay un estudio que está en la biblioteca de El Colegio de México, una investigación interesante de un grupo de economistas del Banco Mundial, que analiza la participación del Estado en la economía durante 95 años, de 1900 a 1995; recuerdo bien cuánto va aumentando; partió de un promedio de 40% a 60%, si bien había países, los nórdicos, en donde la participación estatal era de 75%. El neoliberalismo nórdico la disminuyó de 75% a 70%, que sigue siendo muy elevada. Y en general, por ejemplo, en Francia, en Alemania, en Italia, la participación del Estado sigue siendo más importante que la privada.

Además, dentro de la gestión pública está la parte militar. Por ejemplo, en Estados Unidos esta parte se lleva un pedazote. Lo que gasta militarmente Estados Unidos es el pib total mexicano. A eso lo llamé gestión pública y absorbe también fuertes cantidades de dinero, que es una fuente de plusvalía, esto es, de rentabilidad.

A propósito de la rentabilidad, los críticos del Tren Maya dicen: no va a ser rentable, y resulta que el ferrocarril difícilmente ha sido rentable en la historia. ¿Los ferrocarriles chinos —que están construyendo 1 600 km de vías de alta velocidad cada año— son rentables? No lo son desde una óptica estrictamente de empresa, pero son súper rentables como fuerza productiva: se ahorran millones de horas-trabajo. Por ejemplo, en esta obra de Hong Kong a Macao, en lugar de cuatro horas van a hacerse 40 minutos de traslado. Pero no solamente eso: Hong Kong y Macao están en las puntas de una herradura que constituye la bahía del río Perla; en ese recorrido están Hong Kong, Shenzhen (el Silicon Valley chino), Hangzhou y otras seis metrópolis que tienen en conjunto como 40 millones de personas. Entonces, lo que hicieron no fue conectar a Hong Kong con los casinos de Macao. Conectaron todo. Hicieron un circuito megalopolitano con esa condición general de la circulación, y piensan que el punto de equilibrio de la inversión será en el año 2075. ¿Qué capitalista hace eso? Ninguno.

 

U.M.: Me decía que lo que se requeriría entonces, viendo hacia el futuro, sería la socialización total; las sociedades poscapitalistas del siglo xx lo intentaron, se suponía que hacia allá iba el bloque socialista. ¿Qué faltó? ¿Deformaciones más bien políticas llevaron al fracaso?

G.G.: Bueno, la historia no está terminada. A la mejor sólo fueron los primeros intentos. El tránsito del feudalismo al capitalismo tardó 300 años. No se quiera entonces que la metamorfosis del capitalismo al poscapitalismo sea de la noche a la mañana. Apenas se está históricamente balbuceando.

 

U.M.: ¿Tal vez caminos como el noruego?

G.G.: Existe cierta convergencia entre el socialismo de mercado chino y Noruega. ¿Qué es China: capitalista o socialista? ¿Es Noruega capitalista? En Noruega y en China el gobierno central maneja más o menos la misma proporción del pib. ¿Por qué hay esa similitud? Porque está confluyendo la historia, tal como convergieron el capitalismo agrícola inglés, el norteamericano, el alemán y el francés. Desde mi perspectiva, las ciudades poscapitalistas ya existen, pero como embriones. En el año de la Revolución francesa, en 1789, algunos de los líderes jacobinos radicales ya eran comunistas, estaban planteando una sociedad comunista desde el siglo xviii. Querían realizar una trasformación mucho más compleja y, bueno, perdieron la cabeza, físicamente hablando; en fin, los procesos históricos de cambio de sistema económico son lentos. Creo, en esa dirección, que la Revolución rusa fue una revolución prematura, en cierto sentido. Sin embargo, aun con el derrumbe de la Unión Soviética, el gobierno central de la Federación Rusa tiene un control de la economía muy fuerte mediante las empresas públicas, semejante al chino.

Sea como sea, no estamos en el fin de la historia. A lo mejor son los inicios de la historia de la civilización, son sus albores, pero me parece que, en las postrimerías del siglo xxi, vamos a ver la socialización completa de las ciudades. ¿Con qué forma de gestión administrativa? Eso dependerá de la evolución de cada nación, pero ya se perciben formas de colectivización de la política.

 

U.M.: Regresemos ahora al pasado. Hay un momento, en el proceso de investigación y desarrollo de todo este andamiaje teórico, que lo hace voltear, ya ni siquiera hacia ciudades del Medievo, sino de la Antigüedad. ¿Qué se buscaba allí?

G.G.: En una pentalogía de libros sobre la organización espacial del sector terciario en México, que publiqué entre 2006 y 2011, el penúltimo, titulado Evolución del sector servicios en ciudades y regiones de México,6 tiene una primera parte de historia de la Ciudad de México. Tengo un capítulo con María Eugenia Terrones donde queríamos ver las condiciones generales de la producción en la Ciudad de México de la Colonia. Lo que hicimos fue interesante: observar el desarrollo de las cgp regionales que favorecen la concentración de la industria en la Ciudad de México, principalmente el sistema carretero. Por ejemplo, antes de que se inaugurara el primer tramo ferroviario, que lo hace don Porfirio Díaz, de la Ciudad de México a Veracruz, el recorrido en mulas requería dos meses en secas y tres meses en lluvias. Llegaban a Veracruz las naves de España, en julio-agosto, y aún tomaba tres meses para que la mercancía llegara a la capital. Con el ferrocarril se redujo el tiempo a 18 horas: un cambio revolucionario. Y después se siguió a Ciudad Juárez, a Nuevo Laredo y a Acapulco, pero todo era concentrado en la Ciudad de México. Y lo mismo con el sistema petrolero, con los ductos a la Ciudad de México. Lo que la naturaleza de los hidrocarburos no dio a la ciudad se lo dieron las condiciones generales de producción. Se le lleva electricidad desde Chiapas. Se le traen todos los recursos mediante el desarrollo de las cgp. Luego investigamos su evolución dentro de la ciudad. Por ejemplo, la vialidad primaria: el periférico, el circuito interior, el viaducto y los ejes viales; o el sistema telefónico, que era público y se hizo privado, pero que continúa siendo una cgp, sólo que con otras peculiaridades y otras contradicciones fuertes. Ya no se hace para el desarrollo de las sociedades sino como ganancia, y recordemos que Adam Smith dijo: maximizar las utilidades de una empresa puede ser minimizar el desarrollo de un país.

Me encontraba en esa época histórica. Había visto el tema para la Colonia, en el caso de la Ciudad de México. Entonces me entró curiosidad por adentrarme en los orígenes de la categoría en el pasado más remoto, y me encontré con la ciudad de Çatalhöyük, que existió hacia el año 6600 antes de nuestra era, la cual tenía cero condiciones generales para la producción —ni siquiera calles. Y luego, el mismo mundo antiguo culminó con la gran Roma, hacia el siglo iii de nuestra era, que ya estaba llena de condiciones generales para la producción. Dentro de la misma ciudad antigua ha habido una evolución, con las acrópolis, con una parte importante de los caminos, obras hidráulicas, y Roma fue la grandiosa culminación de la ciudad antigua. Tenía un millón de habitantes en la época. No volvió a existir una ciudad de ese tamaño hasta el Londres del siglo xix, pues Constantinopla, que era la ciudad más grande del mundo en la Edad Media, tenía sólo 500 mil. En Roma había 3 mil bomberos, pues ocurrían muchos incendios porque la calefacción era a base de leña y las casas, de madera. Tenían cuatro cuarteles gigantescos dentro de la ciudad, además de la muralla. Todo eso eran condiciones generales de producción. Y luego, para los libres, el Coliseo como anfiteatro, los circos romanos y los teatros; acueductos muy sofisticados para la dotación de agua y toda una serie de normas para su conducción; la ingeniería, la sanidad, el derecho de paso. Se distribuían gratuitamente grandes cantidades de trigo en monumentales almacenes de granos, de vino y de aceite de oliva. No se alcanzó, hasta Londres en el capitalismo, una situación equivalente, porque luego decayó mucho, durante toda la Edad Media, la ciudad con tal esplendor romano. Entonces, quise tener una cierta claridad de la evolución de las cgp y cómo se pasa de cero a una cantidad muy importante, y se comprueba su tendencia creciente, que se manifiesta desde los orígenes.

 

U.M.: ¿Qué se queda en el tintero, Dr. Garza?

G.G.: Actualmente estoy terminando el libro Estructuración intra­metropolitana del sector servicios en la Ciudad de México según las condiciones generales de la producción, 1960-2013, que continuará la trilogía mencionada anteriormente. Posteriormente, hasta donde las fuerzas y la salud lo permitan, continuaré con un proyecto titulado tentativamente Ciudades como fuerzas productivas y desarrollo económico en México, 1900-2020, que tendrá como objetivo general analizar la dinámica macroeconómica del sistema de ciudades del país y el valor de las cgp que poseen. Esta relación permitirá analizar la función de estas últimas en el crecimiento económico de las ciudades, con el fin de validar estadísticamente la Teoría espacio-sectorial del desarrollo económico, la meta más ambiciosa de todo el trabajo de investigación que hemos estado comentando.

Como comentario final diría que sería conveniente que se promovieran este tipo de temas dentro de la economía política urbana, dada su relevancia científica para el desarrollo de la urbanografía. En el doctorado de estudios urbanos y ambientales he visto proyectos de tesis doctorales sobre el ritmo rap en la Ciudad de México y sobre la gastronomía en la colonia Condesa. Creo que se está exagerando la tendencia hacia temas muy específicos y se está llevando a extremos que no voy a calificar. Hay que tener presente que las ciencias sociales tienen un papel fundamental en el desarrollo de las naciones, mismo que exige imprimir el mayor rigor científico a la investigación y no hacerla sobre cuestiones tan específicas y de escasa o nula relevancia para el avance del conocimiento.◊

 


1 Gustavo Garza, Teoría de las condiciones y los servicios generales de la producción, México, El Colegio de México, 2013.

2 Friedrich List, Sistema nacional de economía política, Manuel Sánchez Sarto y Mª Antonia Neira Bigorra (trads.), 2ª ed. México, Fondo de Cultura Económica (Colec. Economía), 1997.

3 Gustavo Garza (coord.), Valor de los me­dios de producción socializados en la Ciudad de México, México, El Colegio de México, 2014.

4 Gustavo Garza, Valor de los medios de consumo colectivo en la Ciudad de México, México, El Colegio de México, 2015.

5 Gustavo Garza (en proceso), Estructuración intra­metropolitana del sector servicios en la Ciudad de México según las condiciones generales de la producción, 1960-2013, México, Programa de Es­tudios Interdisciplinarios, El Colegio de México.

6 Gustavo Garza y Jaime Sobrino (coords.), Evolución del sector servicios en ciudades y regiones de México, México, El Colegio de México, 2009.

 


* ULISES MARTÍNEZ FLORES
Es editor en la Dirección de Publicaciones de El Colegio de México.