12 Sep Nacimiento I y II
– JOAQUÍN XIRAU ICAZA –
Publicados originalmente en Poemas, Joaquín Xirau Icaza, México, Joaquín Mortiz, 1976; segunda edición: México, dge/Equilibrista, 2004.
Nacimiento I
La hora final tiene su muerte
no es el fin del mundo
es la del mirlo
la del canto
en la tierra
entraña
de ponientes que crujen.
Hora redonda ilimitada
manto gris que se desliza
y a la vez desnuda
con la sílaba de aquel trino.
Hora de arena
del reloj
que goteando
sombra tiempo
muere puntual
cuando nace el canto
Nacimiento II
Redonda sin mancha y bien pulida
resplandeciente esfera por el brillo de los soles
que tratan de evitar ser reflejados
redonda digo y de vitalidad sobrada
(aleteo de mariposas)
está la hora situada muy confiada
en el centro mismo del universo
y de un espejo.
Desnuda y arrogante
carente de primera falta
está consciente solamente de aquella azul perfección
de su unidad alada.
En su figura veía el cosmos reflejado
y lo sabía suyo
y pensaba detenerlo con su monótona belleza
tan redonda tan geométrica
tan de sales y cristales congelados.
Un domingo, oyó su nombre.
Le inquietó y sintió vergüenza
o tal vez frío.
Una capa de realeza terrenal
cubrió su forma
una capa de tiempo y negro terciopelo
bordada con esmero de minutos
prendida con segundos de alfileres.
Capa negra inundada de dibujos
que persiguen el afán de ser un mito:
el unicornio detrás de un hormiguero
una luna que sostiene sólo al mirlo
una cruz astillada por espinas
una tumba de sabor a sol polvoso
el escudo de un guerrero imaginario
una vela coronada de vasallos
el tatuaje de un marino atormentado
la pirámide del cometa una vez visto
el faro de una isla sumergida
el símbolo del tiempo que fue sueño
los anillos enlazados y enmohecidos
el nombre de letras inestables.
Pobrecilla de la hora
tan ingenua
tan exacta;
no supo que un día
algún domingo
fue inventada;
y cayó
capa y todo
gota a gota
como arena de reloj
en un sótano olvidado
con techo carcomido por lunares
y repleto de carbón humedecido.
Llovía
el águila era de agua
y se posó en la nube.
Se sentían
crujir misteriosas raíces
dilatarse la tierra en terrenos de tiempo.
Salían
de su escondrijo serpientes
y formaban ríos
de gotas de nube
de águila y lodo
en el velo de nieve que cubre la frente.
El viento es instante pasado
el pasado presente.
Octubre es el viento
remolino de hojas
que se entierra amarillo
en presente de viento.
Es Octubre
la hoja sobre la tumba
silencio sobre palabra
sol y nieve.
Entre la hoja y la tumba
entre la pluma y la hoja
cicatriz, viva pausa,
en ésta negra y en aquélla roja.