Los amigos de Ramón Xirau

La amistad entre Martí Soler y Ramón Xirau tuvo en su corazón a la poesía en lengua catalana, a Cataluña misma, pero también a la filósofa Elsa Cecilia Frost, esposa de Martí y madre de sus hijos, también muy cercana al antiguo director de Diálogos. Aquí una hermosa celebración de la amistad.

 

– MARTÍ SOLER*

 


 

Palomas (detalle) / Gesner Armand

Mi última cita editorial con Ramón Xirau fue por la publicación de su Poesía completa traducida al español por Andrés Sánchez Robayna. Desde luego que la tarea de traducir a Ramón, como a cualquier buen poeta, es ingente y Sánchez Robayna, muy amigo de Ramón, se puso a la tarea con ahínco y con todas sus dotes de traductor y de poeta. Advertí a Ramón, sin embargo, de que su traductor tenía algunos problemas a la hora de verter del catalán, no sólo por su desconocimiento de puntos finos de nuestra lengua, sino igualmente por cometer los fáciles errores de los “falsos amigos”, que entre el catalán y el español abundan (y no estoy hablando de política). Ramón desatendió mi sugerencia de que yo mismo podría revisar la traducción y se opuso con toda firmeza en un gesto de amigo a amigo y de poeta a poeta. ¿Cómo iba a corregirse una traducción que seguramente había sido ofrecida desde la amistad? Entonces, desde la amistad, una vez publicada, me puse a corregir la traducción en mi ejemplar, en cuya revisión separé dos puntos: a) la corrección de los errores evidentes y b) la revisión futura, por el propio Ramón, de aquellos lugares en los que la traducción era más una interpretación que una traducción (y no siempre acertada). En un homenaje que se le hizo a Xirau en el Orfeó Català de México, en el que leí algunos de sus poemas en catalán y José María Espinasa los fue traduciendo, le entregué mi ejemplar corregido, que debe estar guardado en su biblioteca. Desde luego que Ramón estaba encantado con éste y con otros homenajes que se le hicieron por sus 90 años, como cuando, con el coro al que pertenezco, en una sesión de los miembros del Club Chesterton y con motivo de su cumpleaños, le cantamos El cant dels ocells. Su condición de catalán primaba en muchas cosas en Ramón, y no era la única su poesía.

Las coincidencias son más que las diferencias. Cuando Ramón publica sus 10 poemes, edición de autor que vio la luz en México en 1951 y los cuales dedicó a “Anna” María (mezcla de catalán y español, pues Ana se escribe en catalán con doble n y María se escribe sin acento),1 yo apenas contaba con 17 años y Ramón con diez más; andaba yo corrigiendo pruebas para todo aquel editor que me considerara capaz y metiéndome en camisa de once varas tratando de convertirme en poeta, con la venia del poeta catalán del exilio más conocido en México, Agustí Bartra, y de mis múltiples imitaciones de poetas “revolucionarios”, como lo atestiguan mis lecturas y algún que otro crítico que se ocupó de mí, aun fallándole la mira. Ramón, en cambio, expresaba su sentido amoroso y erótico en versos tales como

 

…del teu cos trèmul com la fulla verda…

…tu, estesa en el cel blau, núvol de somni…

[de tu cuerpo trémulo como la hoja verde… / tú, tendida en el cielo azul, nube de sueño…]

y de ahí a su palabra preferida del momento: “panteix”, es decir “jadeo”.

 

Lejos estaba Ramón de esa poesía ya madura en la que

 

Espurneja la llum

                       incendi de taronges

incendi de pàl·lides taronges

[la luz chisporrotea / incendio de naranjas / incendio de pálidas naranjas]

 

o clama al Tiempo:

 

L’Espai és mort                    

                       en l’horitzó del camp

reneix respira neix

l’Arbre de Vida

                       en els jardins

                       en el Jardí del Temps.

[El Espacio ha muerto / en el horizonte del campo / renace respira nace / el Árbol de Vida / en los jardines / en el Jardín del Tiempo]

 

Hablando de su poesía, llama la atención cierta novedosa expresión que se repetirá a todo lo largo: los adverbios terminados en “mente” (y permítaseme que no los traduzca, pues son luminosos): venialment, plomadament, calmosament y calmadament, semprement, restauradorament, mulladament, remorosament, l’Altrament, germinadament, enamoradament, consoladorament, assassinadament, cavadament, blavament, memoriosament, infernívorament, cantadament, llunanament, lul·lianament; y sólo enlisté los que más o menos son inventos de Xirau. La sensación queda de que el ritmo corre en parejas con sustantivos que en catalán también terminan en “ent” y que corresponden al español “iento”, como “salvament”, salvamento; “vent”, viento, etcétera.

Valga esto como nota al calce sobre su poesía, porque mi interés es hablar de nuestra amistad y de la amistad de muchos contemporáneos de todos los años. A partir de 1952 colaboré en la revista Pont Blau, que fue un parteaguas para la literatura catalana en México hasta 1962 (cuando muchos exiliados catalanes empezaron a pensar en regresar a su tierra), y más tarde dirigí la revista roc, que cerró página en 1998 en su segunda época. Lo menciono porque, curiosamente, Ramón sólo colaboró con dos poemas, uno en cada una de las revistas, pues su mirada, su mirada poética, siempre estuvo dirigida hacia la tierra madre, Cataluña, donde en adelante publicó todos sus libros de poemas (L’espill soterrat es la excepción, pues se publicó en México, en esa editorial de vanguardia que se llamó Los Presentes y con un prólogo del propio Agustí Bartra, que impulsó seguramente a Ramón para que lo publicara), lo cual se corresponde con su fijación de escribir siempre en catalán, pero no con su condición de exiliado y de exiliado catalán por más señas (como tan bien señaló José María Espinasa en su ensayo sobre Xirau). Y no se trata de que no se publicara en este idioma en tierras mexicanas, ya que, junto con Francia, fueron los dos países en que más libros y revistas se publicaron durante esos largos años del exilio.

Ramón se “limitaba” a publicar en México sus textos filosóficos que, como sabemos, derivados en buena parte de sus clases en la Facultad de Filosofía y Letras de la unam, escribía en español.

Mi amistad con él, por su lado, surgía a partir de ciertas condiciones ajenas a la idea de cada uno del mundo y del infinito. Así, nuestra base fundamental de amistad era nuestra condición de catalanes exiliados y el interés por la poesía catalana pasada y presente, y a este respecto recordaré siempre un intento fallido de colaboración en una antología de poesía catalana del exilio, para lo cual nos reuníamos en cierto restaurante de la avenida Insurgentes al que Ramón favorecía con su presencia. Nunca llevamos a buen fin este proyecto.

Siglo XXI nos unió más aún, pues en “nuestra” editorial le publicamos Palabra y silencio en 1968 y El tiempo vivido en 1985. Largo el tiempo entre uno y otro libros.

Aquí debo hacer una confesión: no sólo nos unía nuestra condición de catalanes, sino que había una segunda voz que nos acompañaba y que seguramente era para él igualmente importante: la de mi mujer, Elsa Cecilia Frost, igualmente filósofa, aunque acabó por dedicarse más bien a la historia de las ideas y expresamente del siglo xvi. Como prueba, ahí están las dedicatorias de sus libros, siempre pensando en los dos. Su Poesia completa (1950-1994) (Columna, Barcelona), por ejemplo, con su característica letra nerviosa (casi ilegible), puntualiza: “Per a Martí / Per a Elsa / bons català-mexicana etc. / del seu / Ramon (rúbrica) / Any 96”. Y en Les platges (Edicions 62, junio de 1974): “Per a Martí i Elsa (tots nosaltres catalans, mexicans i inclús alemanys) amb una forta abraçada de Ramon / 5·VII·74”. Etcétera. A veces en orden inverso, como en la edición de De mística (Joaquín Mortiz, 1992), por razones naturales.

Para Elsa, abundando en su amistad, escribió un breve prólogo de presentación en el libro Este nuevo orbe, publicado por la unam en 1996, y otro aún más breve en la edición del Fondo de Cultura Económica (2009) de su Las categorías de la cultura mexicana, donde expresa su “coincidencia con mis pasiones e intereses”, que se hacen evidentes en otra frase que no tiene desperdicio: “También —¿por qué no?— su contribución a mi libro De mística”, o con su mención de que “Lo primero que recuerdo son sus aportaciones a la revista Diálogos”, cuando Elsa pertenecía a las huestes de El Colegio de México. Como ven, es con ella con quien compartía intereses filosóficos y religiosos; en cambio, conmigo la cosa se reducía —¿se reducía?— a la catalanidad y al quehacer poético. Poesía en catalán, desde luego, poesía de Maragall a Foix y Espriu, en momentos en que yo ya había “evolucionado” y andaba a la caza de estos dos últimos (a los que traduje y publiqué en México) o de autores en otras lenguas, como T. S. Eliot e incluso Gerald Manley Hopkins, a los que también traduje, aunque fuera un poema.

Los filósofos y los poetas católicos se reunían en los cimientos de la vida intelectual de Ramón, mientras que yo andaba por otros lados.

Y hablando de amigos, destacaré aquí las dedicatorias de sus poemas a Jorge Guillén, Octavio Paz, Agustí Bartra desde luego, a sus padres, a Ana María, Pere Gimferrer, Manuel Durán (el otro buen poeta catalán exiliado de su generación), su hijo Joaquín, Andrés Sánchez Robayna, Francesc Vallverdú (su editor en Barcelona), Josep M. Castellet, Alejandro Rossi, Bartomeu Rosselló-Pòrcel…

Quisiera, hablando de amigos, y para terminar, dar una casi exhaustiva nómina de los intereses intelectuales de Ramón, empezando desde luego por los dos más importantes, que van del siglo xii y xiii, con Arnaut Daniel y Ramon Llull, hasta el siglo xx, con Joan Maragall, y a partir de ahí, la pléyade de grandes poetas (y no sólo poetas, como veremos) universales.

La influencia de Joan Maragall la vemos desde 1951, con los 10 poemes y L’espill soterrat, aunque en éste ya más libre de influencias (pero véase Monsieur Teste). Veamos un ejemplo maragalliano:

 

Prop de les fonts del so, / en les oïdes, ¿què / si tot és tan senzill / com el sol o la boira, / com el cercle perfecte?

[Cerca de las fuentes sonoras, / en los oídos, ¿qué / si todo es tan sencillo / como el sol o la niebla, / como el círculo perfecto?]

 

En un canto a Dios que parece una respuesta al famoso “si el món ja és tan formós, Senyor / si es mira l’ull nostre dintre de l’ull vostre” [“si el mundo es tan hermoso, Señor, si nuestro ojo mira dentro de tus ojos…”] de Maragall. Y así podría multiplicar los ejemplos, tanto de este libro como de Les platges de 1974, donde el Amor y Dios tienen la palabra, aunque de pronto su voz se vuelve más barroca y, diría yo, se “encuentra” con la voz bartriana (“Ombrívoles les gavines han volat en las cambres nocturnes” [Umbrosas las gaviotas han volado en las recámaras nocturnas”]), y su verso se alarga en frases más amplias.

Ahí encontramos citado al otro Ramon (el del siglo xiii) y su poema autobiográfico (“cant de Ramon”), pero también su excelso Libre d’Amic i Amat.

Sigamos con nuestra nómina: a través de Dumézil nos enfrentamos al número Tres (la Trinidad, los órficos, Pitágoras, las naves de Colón, el “tres i no res” catalán y muchos etcéteras) con sus reflejos en Hegel y Marx y en el diccionario de Pompeu Fabra, para seguir con J. J. Bachofen, Franz Kafka y Petronio, de nuevo Arnaut Daniel (ahora con James Joyce), Pieter de Hooch y Johan Huizinga, Dylan Thomas y más Ramon Llull encubierto, Kierkegaard y Ramon Llull y San Juan y Francisco de Asís, Ausiàs March con Saint-John Perse y el Escoto, Vico y la palabra, la poesía brasileña con Haroldo de Campos y Décio Pignatari y Augusto de Campos, de nuevo Arnaut Daniel, Guillaume Apollinaire: “el pájaro que nidifica en el aire”, Botticelli y los Minesinger, con Cerverí de Girona y Ramon Llull que se expanden, Mallarmé, Malevich y Duchamp, Novalis y Mozart, sin que falten Paul Claudel, Virgilio con Novalis y Friedrich Schlegel y Heinrich von Ofterdingen prologando la muerte azul en un largo poema al que llegan Lucas Cranach y Dante, Picasso y Grünewald, de nuevo San Juan, para pasar en su siguiente libro a Stravinski y Respighi. De pronto recuerda su primer gran libro y glosa tres de sus propios poemas, la “razón” en Llull y Keats, Lucrecio e Isidoro navegando por las olas aéreas, el Bosco y la tierra propia, Gossaert y Händel y Joaquín, su padre, para seguir con la retahíla de latinos: Varrón, Plinio, Agustín de Hipona, Isidoro de Sevilla y volver a la pintura con Vermeer, a la música con el gregoriano, Antonio Soler y Bach, al mundo del mal con William Blake y de nuevo Kierkegaard y de nuevo el mundo latino con Ovidio y Plinio (consultemos a Robert Graves y a Isidoro) y terminar con Händel. Miró colorea el románico y Llull canta al Amor y a la Memoria. Gentile de Fabbriano y su San Nicolás y los pintores de Venecia: Guardi, Carracio, Botticelli, Metsys y Leonardo; de nuevo los latinos, ahora con Diocleciano y Marco Aurelio, y Catulo y Cicerón, aunque no deja de asomar Franz Kafka y su “pozo de Babel”, y las gimnopedias de Satie y las escenas de Manet y el piano de Mompou y el escaqueado de Chirico (y de nuevo Ramon Llull con sus zuecos y el mar desde Miramar, su fallido monasterio). Faltaba Ravel, faltaba Cataluña, el Ampurdán y el valle de Nuria y el gran Salvador Espriu. Finalmente, Píndaro lo llama para terminar en Atenas.

Vemos, sí, multitudes, la Biblia y los filósofos latinos y sus preferencias musicales y pictóricas (un muro lleno de holandeses), pero por encima de todo domina su pasión por el beato del siglo xiii (su pasión y sus cimientos).◊

 


 

* Miembro del Programa de Traductores del Sistema Nacional de Creadores de Arte.

1 Por cierto que esta dedicatoria desapareció de la edición del Fondo de Cultura Económica, así como el poema intitulado Temps que formaba parte de sus Nous poemes. Por lo demás, también observé en las dos ediciones de las poesías completas otro pequeño problema de edición, que seguramente debemos pensar que fue voluntad de Ramón Xirau: El poema “De quina materia ets feta?”, de L’espill soterrat, fue publicado en la revista Pont Blau con el título de “Orígens (dos fragments)” y sólo aparece en ambas ediciones lo que suponemos que es uno de los dos fragmentos (el primero). Transcribo el segundo para lo que el lector pueda considerar: “Déub obre les esperances / del temps / en dos braços de cendra, / i l’infant puja les escales de la boira / cap a Ningú, / cap a l’absència dels seus somnis, / útils de llum. / Escala de costum, costum de somni. / Viure com sempre, eternament, / bo sé si cendra o molsa o vida nova, / nul fill d’Adam.” [Dios abre las esperanzas del tiempo en dos brazos de ceniza y el niño sube las escaleras de la niebla hacia Nadie, hacia la ausencia de sus sueños, útiles de luz. Escalera de sueños, costumbre de sueños. Vivir como siempre, eternamente, no sé si ceniza o musgo o vida nueva, nulo hijo de Adán.]. Para terminar la nota, debo señalar que la edición del Fondo reúne además su libro Indrets del temps y “Poemes dispersos”, que por razón natural no aparecen en la edición de Barcelona mencionada.